Desde hacía unos meses el doctor (aún en prácticas) John Watson, trabajaba con su supervisor, Gregory Lestrade, en un experimento con jovenes con autismo, de mayor o menor gravedad. Aquello le fascinaba. Lo compleja que podía llegar a ser la mente del ser humano, los secretos que resguardaba en su interior, que el resto del mundo calificaba como discapacidad. Ese pensamiento era deplorable. Eran gente como otra cualquiera, con derechos como los demás, y con unas proeza con las que la gente no podía ni soñar.
Eran diferentes, y nadie lo negaba. Pero a él eso nunca le había parecido algo malo. La mañana del primer lunes de primavera, se dirigió hacia la clínica, como hacía cada día de lunes a viernes desde hacía cuatro meses. Hacía frío, pero no ese frío helado del invierno, si no un frío que te indica que el verano está por llegar, que hará calor pronto. Sonrió mientras subía los escalones y finalmente entró en la clínica. Saludó a Justine, la recepcionista, con un gesto amable y se dirigió a su puesto, donde le esperaba su próximo paciente. Nada más entrar y verle, se dio cuenta de que no era como los demás.
Cerró la puerta e indicó que se sentara, tomando la ficha con su historial y sentándose en frente suya, sin que les separara nada. Él lo prefería así, sin barreras, que pudieran estar el uno cerca del otro.
-Sherlock Holmes, verdad?- Dijo con una simple sonrisa. El joven asintió, casi con timidez. -Un placer, Sherlock. Yo me llamo John Watson. Sabes por qué estas aquí?- le preguntó, revisando de manera rápida su historial mientras esperaba una respuesta.
-Por que soy un monstruo- Susurró el joven, ahora mirando al suelo blanco, sin expresión alguna en la cara.
Aquello le dejó helado, completamente -Tu no eres un monstruo, Sherlock. En absoluto- dijo, haciendo ademán de acercar la mano pero resistiéndose a ello, pues apenas le conocía y no quería asustarle -Puedo tomarte la mano?- le preguntó, sonriendo suavemente. Sherlock volvió a asentir y John se acercó un poco más para tomarle la mano y apretarla.
-Tu no eres un monstruo, Sherlock. Los asesinos son monstruos. Los violadores, la gente que hace daño. Tu eres...alguien especial, alguien con cosas maravillosas. No es culpa tuya que la gente tenga envidia, cualquiera la tendría. Estás aquí por que queremos saber como se puede ser alguien tan especial, hm? Estoy muy seguro...de que eres mucho mejor que gran parte de la gente que he conocido en mi vida, y te conozco desde hace...-
-Tres minutos y cuarenta y seis segundos- Le cortó el joven, sonriendo un poco, pero volviendo a bajar la cabeza al mismo tiempo.
-A eso me refería. ¿Cuanta gente es capaz de hacer eso?- John sonrió y le apretó ligeramente la mano. -Bueno, te quiero explicar cómo vamos a realizar el estudio contigo. Vendrás aquí todos los lunes, como te hemos pedido, y yo te haré algunas preguntas, y te pondremos frente algunos estímulos sociales, que mayormente seré...yo, nada de lo que debas preocuparte. Debes decirme...como te sientes en cada momento, en cada cosa que hago, y si me pides que pare de hacer algo, pararé. Estas de acuerdo con todo?.
El moreno volvió a sonreir un poco y asintió -Estoy...estoy de acuerdo, sí. Aunque...yo no obtenga mucho beneficio de esto- dijo apáticamente.
-Al contrario. Tú eres el que más gana con esta experiencia, Sherlock. Según...me han dicho, eres un poquito dificil en cuanto a temas sociales, verdad? Aquí verás...hasta que punto te sientes cómodo con alguien, que te hace sentir mejor, esas cosas. Te gustará el resultado, ya lo verás- dijo mientras sonreía, sabiendo que poco a poco, el joven se estaba animando un poco.
