La luz del barato cuarto de hotel era tenue. Había parado ahí aquella noche después de conducir quién sabe cuántos kilómetros, pasando por quién sabe qué ciudades y pueblos, en una región en la que no conocía a nadie.

Miró la falsa identificación con el nombre falso, la ciudad natal falsa, la edad falsa y el rostro falso. Ni siquiera él mismo recordaba del todo su nombre, su ciudad natal, su fecha de cumpleaños. Su única constante era su rostro, y sus grises ojos cansados de todo y de todos.

Dejó la credencial y el maletín sobre el ajado escritorio. Se quitó la peluca negra, las cejas falsas y el ridículo traje turquesa. Tiró todo al suelo, sin importarle. Pesadamente suspiró. Miró su cuerpo musculoso, ¿quién notaría tanta fuerza en una persona tan aparentemente despistada como él? En el cuarto había un calor insoportable, y no le molestaría dormir en bóxers esa noche.

Sin embargo, se quedó de pie largo rato, mirando el suelo. ¿Cómo había llegado a todo eso?

Se sentó en la silla del escritorio. Casi mecánicamente abrió el maletín, sacó una libreta y un bolígrafo negro. Miró los objetos otro rato, sin saber cómo empezar, hasta que su mano tomó con firmeza el bolígrafo para escribir sin parar.

No soporto el vacío. Quisiera dejar de trabajar para la Interpol, pero cada que lo intento comienzo a pensar, "¿Y si no hay nadie más para el caso?", "¿Y si soy el indicado para ésto?" Y al mismo tiempo me pregunto," ¿Por qué no se lo piden a otro?", "¿Por qué lo tengo que hacer yo?", "¿Por qué no me dan un descanso?"

Sin la ayuda de un verdadero compañero. Sin la ayuda de mi amigo Croagunk. Está muerto, y algunas veces yo también quisiera estarlo. Pero es mi deber ayudar a los que están en desventaja, es mi deber proteger a los que no pueden hacerlo, y es mi deber atrapar a todos aquellos que hieren a los demás. ¿Y quién me protege?

Y cada vez se me hace imposible ver fijamente a las parejas enamoradas. Y se me hace difícil mirar a las familias en los parques o plazas. Y sus sonrisas de felicidad me dan asco y parecen una burla. Y me siento tan cansado y harto de todo. Y cada vez me repugna más la idea de tocar un cuerpo femenino que no tiene más que venderse por las noches. Y cada vez me pesan más los años.

Quiero retirarme. Quiero largarme. Lejos. Pero, si no hay nadie más para el trabajo, ¿qué pasará con las personas que necesitan de alguien que los ayude? Y aún más importante, ¿Quién es el que me ayuda?

No recuerdo del todo quién soy. Me pregunto seguido si el hombre en el espejo de verdad soy yo. ¿Y quién es el que trabaja persiguiendo criminales todo el día?, ¿De verdad soy yo?, ¿Es Looker?

Ojalá tuviera el valor de mandar todo al carajo. Pero no me da el corazón para abandonar ésta vida tan vacía y dejar a otros a su suerte.

¿Qué sería de mi si tuviera otro trabajo?, ¿Tendría una esposa y dos hijos como siempre quise?, ¿Tendría una casa modesta pero cómoda?, ¿Mi compañero, Croagunk, seguiría vivo?

Quiero llenar el vacío. Quiero llenar los espacios en blanco. ¿De verdad no pasaría nada si renuncio y me busco una verdadera vida?

La verdad es que me siento muy solo.

Soltó el bolígrafo sobre el escritorio, y suspiró pesadamente. Miró lo que había escrito, sonriendo débilmente. Muy en el fondo sabía que ya nada tenía arreglo.