La luna permanecía en lo alto, brillando intensamente sobre las calles, y una tenue niebla que cubría cada centímetro, la gente se preparaba, y los niños en bellos disfraces comenzaban a recorrer las calles con sus calabazas, acompañados de la luna y las risas infantiles, como siempre prometiendo que sería dulce o travesura.
Morty estaba listo, con las orejas y la máscara encima de su cabeza y entre los mechones castaños, la esponjosa colita en su lugar y su corazón acelerado al caminar fuera de la solitaria habitación.
-Te ves adorable...-Soltó una risa Rick al mirarlo bajar las escaleras y decir, un tanto burlón y malicioso, viendo la vergüenza en el menor al terminar de bajar las escaleras y acercarse, solo molestando, ya que además de la cola y máscara, no usaba mucho más, aún así, consciente de que ser un conejo le molestaba.
-Cállate o te golpeare.-Pronuncio Morty más allá enfadado, cruzándose de brazos, sin poder lograr parecer amenazante, no con Rick.
-Oye, no es mi culpa, ya deberías saber que no debes apostar contra mi.-Murmuro al acercarse, y Morty sintió como su corazón se detenía un instante, como siempre que Rick se acercaba, retumbando mas fuerte con cada paso.
-Ve-ete a la mierda, Rick.-Tartamudeo nervioso por su cercanía, permaneciendo con la mirada en sus ojos.
-Vamos, un conejito tan tierno como tú no debería decir tan malas palabras.-Sostuvo su rostro, sus dedos rozando su piel, sonriendo al ver el nerviosismo que intentaba ocultar al acercarse aún más, hasta que Morty sintió su respiración en los labios, y tembló.-Se nos hace tarde.-Se alejó dejándolo con una fría sensación, mirándolo seriamente, todavía con un rastro de sonrisa en su rostro al ponerse la máscara del lobo blanco.-Vámonos.
-Si-si.-Con rapidez Rick abrió el portal, tomando la mano del menor y haciéndolo caminar a su lado al atravesar el portal, pronto encontrándose en el lugar de luces brillantes y ensordecedora música, entre seres de diversas y colorida ropa, una mezcla de fantasía en aquella dimensión donde cada día celebraban el día de brujas, una dimensión donde cada criatura oscura era una horrible aparición para quien terminara allí por accidente.
Era un lugar tan maravilloso como aterradoramente peligroso, por que ahí cada uno de los monstruos que se usaban en los cuentos para asustar a los niños, eran reales.
Los disfraces solo eran para pasar confundirse mejor en el lugar, por que ahí no todos eran amables y buenos con los visitantes, y las máscaras en ellos casi los hacían parecer parte de ese planeta, y aquella dimensión.
Morty lo miró en silencio un instante, la máscara de Rick cubría su rostro por completo, las orejas del lobo alzándose por encima de su cabeza que, acompañado con su ropa negra, le daban un aspecto sombrío que combinaba con el mundo a su alrededor.
Pronto, el mayor tuvo que marcharse, tuvo que dejarlo atrás, seguro de que no quería a Morty de un lugar tan peligroso como al que iba para entregar aquello que había intercambiado con uno de los comerciantes de ese planeta.
Morty solo asintió en silencio, incluso cuando no quería alejarse de el, viéndolo marcharse y desaparecer entre las personas danzantes antes de caminar a las afueras del lugar, y quitarse la máscara, solo dejandola encima de su cabeza, viendo la luna llena en el cielo que tanto se parecía a la de su hogar, y que al mismo tiempo era tan diferente, por que aquella, era de un rojo tan intenso como la sangre, sumiendo todo bajo una tenue luz carmesí.
Entonces, cuando estaba a punto de volver adentro para esperar a Rick, chocando de frente con un muchacho encapuchado, los mechones negros de su rostro cayendole sobre los intensos ojos azules.
-Lo siento.-Intento seguir su camino, sin embargo el otro no se lo permitió.
-Pero que conejito tan lindo.-Escucho de pronto, sintiendo un pequeño tirón en la cola del traje, frunciendo el ceño al voltearse en dirección al pelinegro que, lo miraba de cerca y le dedicaba una sonrisa torcida, en sus ojos brillando un oscuro sentimiento.
-Lárgate.-Morty dijo al verlo acercarse un paso, dejando clara la diferencia de altura entre ambos.
-¿No estás de humor, pequeñito?.-Se acercó unos pasos, demasiado cerca para el gusto de Morty, quien solo lo miró en silencio, sin moverse.-¿No te gustaría ir un rato conmigo?.
-No, gracias.-Nego Morty una vez más sus intentos por acercarse, ya que sabía, no debía acercarse a nadie de allí, que todos ellos eran un peligro, sin embargo el otro no parecía querer rendirse, no parecía querer dejar ir la que estaba seguro, sería una deliciosa víctima.
-Vamos, solo será un instante, prometo que te divertirás mucho conmigo.-Su voz suave sonó en sus oido, y tomo su brazo, sus dedos fríos como hielo envueltos en su piel, acercándolo hasta el, y el cuerpo de Morty se tenso por completo al sentir al otro junto al suyo, alzando la mirada.
-Mas te vale quitarle las malditas manos de encima.-Se escuchó la seria y gélida voz de Rick a su espalda, un tenue tono de furia escondiéndose en ella, y en la sombría mirada en sus ojos.
-¿O sino que?.-Reto el pelinegro con una burlona sonrisa en su boca hacia el mayor en la entrada, y Rick sabía que podía ser peligroso, sin embargo, ellos lo eran aún más.
-La pasarás muy mal.
-¿Quién eres tú, el defensor de conejos?.-Pregunto divertido, sin dejar el tono burlón, sin embargo fue el momento de Rick de sonreir.
-No, el conejito puede defenderse perfectamente solo.-Afirmo al mismo tiempo que la punta de un arma se presionaba en el estómago del pelinegro, en el punto exacto que solo tomaba un movimiento para que el disparo atravesara el corazón, sus ojos volviéndose entonces y encontrando la molesta mirada de Morty.
-Será mejor que me sueltes antes de que te atraviese las entrañas.-Amenazo en voz baja el menor, y el miedo apareció en los ojos del pelinegro, bajando la mirada hasta el artefacto mientras quitaba su mano del brazo de Morty, y retrocedía un paso, demostrando que no era más que un cobarde, que lo único que sabía era alimentarse de seres más débiles e indefensos que el.
-Discúlpate con el.-Ordeno Rick, y el otro lo miró un instante, escuchando la amenaza en su voz.
-Lo-lo siento.-Pronunció en un tartamudeo antes de darse la vuelta y marcharse velozmente, desapareciendo entre las calles sumidas en la neblina de la fría noche.
-Vaya idiota.-Bufo el menor.
-No puedes culparlo, te ves tierno así.-Se burló a pesar de su furia, acariciando su cabeza al decir, bajando por su mejilla de momento descubierta, viendo la molestia en sus ojos.
-No soy tierno.-Musitó con terquedad.
-Lo eres en ese traje.-Rio con diversión Rick al decir, su rostro volviéndose serio de pronto al recordar lo ocurrido segundos antes.-¿Te hizo daño?.
-Solo tiró la cola de mi traje, no es nada.
-Bien, nadie mas que yo puede acercarse a ti, Morty, tu eres mío...-Murmuro seriamente, alzando su mirada hasta sus ojos, y Morty tembló de pies a cabeza, mirándolo en silencio, su corazón dando saltos, preguntándose si alguna vez había tenido alguna duda de que lo fuera.-...Nadie más puede tocarte.
-Como si quisiera que alguien más me tocara...-Musitó apenas audible al entrar juntos en el lugar, poniendo la máscara en su lugar, sin esperar que lo escuchara al seguir sus pasos, y es que no soportaba que nadie lo hiciera, que nadie le pudiera una mano encima, excepto Rick, incluso si el, no lo hubiera hecho.
Sabía que Rick todavía no podía olvidar la sangre que los unía, y que eso siempre los mantenía alejados a pesar de lo mucho que ambos sabían que se querían a pesar de no siempre decirlo, para Morty no era difícil olvidarlo, ya que no se había criado con el, le era fácil fingir que no había ningún lazo de familia entre ellos.
Entre las voces y la música alrededor, a mitad de la oscuridad, entre fantasmas y monstruos, Rick alzó su máscara, levemente alzando la de Morty también, deteniéndose e inclinándose hasta el, tomando su boca en un beso, sus manos bajando, y apretando sus caderas hasta estrecharlo contra su cuerpo, más y más cerca, tratando de calmar la furia en su interior.
El corazón de Morty se aceleró fuertemente, por qué en ese momento, y al mirarlo, Rick parecía justo aquello de lo que iba disfrazado, el lobo feroz, y que en ese instante, el era la presa que sus ojos veían.
Rick se alejó solo cuando no pudieron respirar, dejando a Morty con nada más que un corazón frenético y una respiración inestable en su sorpresa, perdido en las aceleradas emociones que le quemaban en el pecho, antes de que el mayor volviera a cubrirse el rostro y caminar a través del lugar sin pronunciar sonido.
Rick lo llevo con el esta vez, llevándolo a su lado mientras terminaba de hacer aquel trato por el que habían llegado ahí, y se arrepintió enseguida.
Aunque el menor las ignoraba, el no podía evitar darse cuenta de las miradas fijas que los demás le dirigían, miradas que dejaban en claro que sus ideas con el lindo conejito a su lado eran tan sucias como las suyas, por que habría estado mintiendo si hubiera dicho que no lo había imaginado haciendo cosas perversas en su cama.
Entonces, y cuando todo hubo terminado, Rick tuvo que contener esa parte de si que le ordenaba dispararle a cada uno de esos bastardos, a cada uno por atreverse a siquiera poner sus ojos encima de su Morty, y si no lo había hecho, era solo por que él estaba ahí.
Sabía que no podía matarlos delante de Morty, que eso arruinaría su noche, entonces hizo lo único en lo que podía pensar en su ira, y era sacar a Morty de la vista de todos, donde nadie más que el pudiera mirarlo, donde solo el tuviera la oportunidad de verlo.
-Nos vamos.-Tomo su mano al salir de la habitación donde había terminado su acuerdo, haciéndolo levantarse caminar del lugar en que estaba con excesiva rapidez, entre las luces de colores, el mayor tomando el arma de portales y en un pasillo vacío abriendo el portal a casa.
-¿Que ocurrió?.-Pregunto el castaño volviéndose hacia el con el ceño fruncido al atravesar el portal.
-Nada.-Musitó el mayor molesto, guardando el arma, tratando de marcharse de la habitación con la mascara en la mano, hasta que el muchacho se cruzó en su camino.
-Dime que ocurrió.-Exigió Morty al quitarse la máscara, sus ojos molestos al acercarse unos pasos a través del garage, odiando el pensamiento de que Rick le ocultara cosas, cuando el no lo hacia. El mayor lo miró en silencio, acercándose un segundo después.b
-Odio que cualquier otro se acerque a ti, que cualquier otro si quiera te mire.-Soltó furiosamente, con una mirada fría, y Morty negó con la cabeza.
Su corazón se aceleró al oirlo, incluso sino podía llegar a comprender por qué enfurecía cuando el, no le pertenecía a nadie más que Rick.
Entonces recordó, los celos no eran más que una desagradable consecuencia del pensamiento de perdida y el abandono, cuando amabas tanto algo que temías que te fuera arrebatado.
Sin embargo Morty estaba seguro de que no había nada que temer, por que él le pertenecía a Rick como nunca a nadie antes, y estaba seguro, a nadie después, para el, la única persona que siempre estaría en su corazón, era Rick.
-Eres un completo imbécil.-Sonrió tenuemente el menor al escucharlo, viendo su rostro molesto, y sus ojos furiosos, acercándose otro paso.-Rick, tú eres el único al que quiero. El resto del mundo y el universo no me interesa en lo más mínimo, no me importa nadie más que tú.
El menor se acercó en el silencio de la habitación que había ansiado toda la noche, por que aunque las fiestas eran divertidas, no eran lo suyo, y Rick jamás se acercaba en público a el, por que a los ojos de ese estúpido mundo, seguían siendo familia, y Morty quería más que un solitario beso a escondidas, quería mucho más de lo que tenía, más de lo que jamás tuvo, y quería llegar más lejos de lo que el mayor le permitía.
-Todos se van al final.-Replicó tristemente Rick, por que su miedo no era otro que perder lo único que le quedaba.
-Yo no, no iré a ninguna parte, te conozco, a ti, cada error, cada culpa, Rick, y te quiero aun así.
Se puso en las puntas de sus pies, sus labios rozando los suyos y su respiración calidad en su boca. Alzando la mirada hasta los ojos de Rick, sus manos cerrándose en su chaqueta, sin permitirle alejarse, dispuesto a hacer lo necesario para demostrarle, que el no lo haría, que jamas se iría de su lado, a menos que se lo pidiera.
-Ahora bien, querido lobo...-Sonrió suavemente Morty, a través de su miedo y su nerviosismo, su corazón sonando con fuerza en sus oídos.-...Esta noche, ¿Será dulce o travesura?.
Su voz se desvaneció en el aire, en el silencio y la oscuridad que siempre parecía rodearlo, y fue entonces, el momento en que el corazón del lobo se detuvo, latiendo desesperadamente por el pequeño conejo blanco.
