Digimon ni sus personajes me pertenecen.

Feliz Halloween.

Espero que te guste, Jacquelinda.


¿Realidad o fantasía?

KEN, MIYAKO Y DAISUKE.

Su cuello sudaba, sus ojos se movían debajo de los párpados apresurados, Miyako lo escuchaba jipiar en sus sueños; despertó y lo cogió del brazo, buscando tranquilizar su mente. Ichijouji se estremeció, asustado, el pecho subía y bajaba frenético. La pesadilla seguía vivida y el toque de su esposa lo trajo a la realidad exaltando su corazón al punto de creer que se detendría de inmediato.

—¿Estás bien? —Sentía su angustia, incluso culpa por alterarlo mucho más.

Ken la abrazó.

—No es nada, solo un mal sueño.

.

Ken actuaba extraño, siempre alerta, siempre distante. Miyako procuraba robarle sonrisas, hacer locuras para que olvidara... Ken necesitaba olvidar; al menos eso pensaba ella. En la cabeza del esposo pensamientos opuestos a los de Miyako circulaban: Ken no buscaba olvidar, Ken necesitaba recordar.

.

Una fuerte explosión, gritos agónicos, olor a pólvora, el sonido de la ametralladora taladrando en sus tímpanos, dolor de cabeza, sonidos distantes y la mano de Daisuke que se aflojaba de la suya.

—«No me dejes» —le susurró antes de morir.

Miyako a su lado lo abrazaba, a diferencia de la noche pasada, Ichijouji no se estremeció al volver de sus pesadillas.

.

¿Real o no real?

Las flores amarillas, las mariposas azules, el cielo despejado, la risa de los niños: real.

Enemigos por doquier, malas intensiones, muerte: no real.

Lo cogieron por el hombro.

—Ken —La voz a sus espaldas se escuchaba como Miyako, pero, al mirarla, no era Miyako—. Ya podemos regresar a casa.

Asintió sin sonreír como habitualmente lo hacía cuando ella lo miraba de aquella manera.

.

—Ken, cuidado, te están engañando —decía Daisuke horrorizado.

—¿Quienes? —Ken no lograba alcanzarlo, Daisuke se alejaba hacia las luces de donde provenían los estruendos y polvo.

—Ellos... El enemigo... Tienen a Miyako.

—Miyako está a mi lado. ¿Adónde vas? ¿Daisuke?

—Esa no es Miyako. Quieren que creas que es ella pero no lo es.

La imagen congelada desapareció.

Ken reaccionó cuando una bomba implosionó no muy lejos de él. La mano de Daisuke cayendo al suelo y su respiración interrumpida por la sombra de la muerte que lo cubría. Estaba pasando, era real: Daisuke moría dentro de sus brazos.

—No me dejes, Ichijouji-kun. No me dejes.

.

Miyako palidecía.

Ken volvía a tener otra pesadilla. Su esposa pensaba que los abrazos estaban funcionando, que así causaba que su mente se mantuviera tranquila durante las noches, que las pesadillas estaba cediendo por ello se movió debajo de las sábanas con la intención de consolarlo; no obstante, cuando se removió con las intensiones de cuidarlo, el filo de un cuchillo a trahabitacionestravesó el estómago.

—Ken...-kun —La vida se le escapaba por los ojos.

Muy tarde comprendió que no seguía dormido. Que todo era real. La sangre en sus manos ya estaba fría y su cuerpo había dejado de tiritar.

—Miyako —Susurró; la abrazó aferrado al cadáver.

Miyako no reaccionaba, como Daisuke, el frío de su cuerpo lo alcanzó, la sombra de la muerte volvía a cubrir a alguien amado.

Cogió el cuchillo que mató a su esposa. Apuntó hacia su corazón. Daisuke ya había estado solo por mucho tiempo y no haría esperar a Miyako ni un segundo más.