Kingdom Hearts no me pertenece, pertenece a Square Enix y a Tetsuya Nomura.


Side by side

Capítulo I. Introducción


Naminé se encontraba andando rápidamente hacia su casa, no es que la estuviesen persiguiendo alguien ni mucho menos, pero ya eran las seis y media de la tarde y el anochecer caía sobre su cabeza, junto con el frío que se internaba por entre su jersey blanco, y es que la joven rubia había olvidado su chaqueta en casa antes de salir. Imaginó seguramente que no haría aquel frío pues estaban a mediados de octubre, sin embargo no había caído que la papelería a la cual había acudido estaba repleta de gente comprando materiales probablemente por haber empezado las clases hacía relativamente poco.

Ella también las había empezado hacía a penas un par de semanas, pero la pereza había podido con ella y hasta ahora, cuando requerían su atención en la universidad, había acudido rápidamente a hacerse con todo el material que necesitaba. Por ello se había alejado del calor de su hogar para salir a la fría calle. Maldijo por lo bajo su suerte, aunque adoraba el clima frío, no le gustaba en absoluto sentir sus manos heladas pues impedía que dibujase correctamente.

Tomó el tirador de la puerta e introdujo la llave, empujó y entró al portal. El ascensor seguía sin funcionar, y aunque solamente eran tres pisos más un ático, a Naminé no le gustaba caminar. Subió las escaleras casi de dos en dos, ya que sus piernas no daban para más; y se plantó frente a su puerta que se encontraba en el segundo piso de aquel bloque de apartamentos, en una mano la bolsa con sus herramientas y con la otra tiritando para introducir la llave en su espacio correspondiente.

Maldijo en un murmullo cuando se cayeron al suelo, y cuando las recogió del suelo la puerta se abrió de repente, dejando ver a una joven de cabellos lisos y medio largos, pelirroja. Se sorprendió al ver a su compañera de piso ahí parada y por eso frunció el ceño.

- ¿Dónde estabas? -preguntó mientras esperaba a que se levantase del suelo.

- Comprando materiales -respondió ella con una sonrisa. - Perdón por no haberte avisado, pero es que no estabas en casa. - luego le tocó a ella preguntar. - ¿Dónde ibas?

Kairi dejó pasar a su compañera y cerró la puerta, persiguiéndola para contarle a donde iba, y por lo visto no parecía ser muy urgente pues prefería contárselo a su compañera antes de salir del apartamento. Naminé fue directamente a su cuarto, el cual era un cubículo enteramente pintado y decorado con tonalidades que iban del blanco a un tono rozando el gris, puede que algún marco de fotos que reposaba en alguna de sus estanterías fuese de madera marrón, pero claro. La joven parecía tener una extraña fijación por aquel color.

Dejó todo lo que había comprado sobre su escritorio y tomó asiento en su silla, girándola para mirar a Kairi. Ésta, por su parte, se dejó caer sobre la cama.

- No te lo vas a creer -dijo la pelirroja al cabo de unos segundos, y Naminé arqueó una ceja. - ¡Es Sora! -exclamó, poniéndose de pie - ¡Viene por fin aquí, viene desde las Islas!

- Eso es una gran noticia, Kairi -felicitó la joven poniéndose de pie, con una gran sonrisa en sus labios. - ¿Y cuándo vendrá? ¿Se quedará mucho?

- La verdad es que viene en un par de días, por eso me marchaba ahora -anunció la joven aún con una sonrisa bobalicona en el rostro.

- Pero, si viene en unos días, ¿por qué te ibas? -algo no encajaba en la cabeza de Naminé, le faltaban datos de lo que acababa de explicarle la pelirroja, aunque algo se olía. Guardó silencio mientras tomaba a Kairi por los hombros y la dirigía al pequeño salón que compartían ambas donde la sentó en el amplio sillón de color crema que tenían justo pegado a una de las paredes.

- ¡Esa es la mejor parte! -había dicho mientras llegaban al salón. - ¡Se muda aquí! Y cuando digo aquí, es aquí, ¡a este bloque! ¿A que es genial? -exclamaba mientras levantaba los brazos, claramente emocionada por compartir la noticia con su amiga. Naminé volvió a sonreír, eso sin duda era una verdadera gran noticia para su compañera, y la verdad es que no estaba mal tener a más gente por aquel bloque.

Ellas compartían un pequeño y modesto piso en el centro de Villa Crepúsculo, un pintoresco lugar lleno de vida. Justo en el mismo piso residían dos hermanos gemelos, cuyos nombres eran Roxas y Ventus, amigos de Kairi quienes habían comprado la casa cuando quisieron un poco más de libertad. Cuando lo supo, Kairi no dudó ni un instante en mudarse allí. En el primero vivía Xion, una joven morena de su edad un tanto desconocida para la rubia, pero que compartía amistad con la pelirroja y ambos gemelos. El otro apartamento era ocupado por un chico un tanto peculiar y de no mucho agrado para ninguno de sus residentes, aunque a Naminé prácticamente le era indiferente, ni si quiera le conocía ya que no solía caer por su propia casa, solo sabía que su nombre era Vanitas. Encima de ellas vivían Terra, el que llevaba aquel bloque por el buen camino, un joven de cabellos castaños y con un buen cuerpo y Aqua, su amiga de la infancia y con un cabello de color peculiar, pues era azul. Naminé intuía que entre ambos había algo pero nunca habían dicho nada al respecto. Y por último, Riku, vivía al lado de los recién nombrados. Un chico bastante recto y perfecto.

Entre todos los residentes de aquel bloque había una gran amistad, quizá no todos con todos, pero la verdad es que había una relación sana, a excepción, claro estaba, del chico del primero, que no se presentaba ni a las reuniones. Sin embargo, Naminé no era así, ella se había mudado al entrar en su primer año de universidad buscando comodidad, y, a excepción de Kairi, Aqua y quizá Xion, no había intimado con nadie más, y tampoco es que con las dos últimas hablase diariamente. No es que no quisiese tener amigos, simplemente sentía que su lugar no estaba allí. Ella era más callada y reservada que su compañera pelirroja, se pasaba el día dibujando y no le gustaba salir.

Así que cuando Kairi salía con los demás, ella se encerraba en casa.

- ¿Y dónde vivirá? ¿Aquí, con nosotras? -preguntó la rubia sin dejar de mirar a su compañera. Su voz sonó suave, aunque por dentro no sabía muy bien cómo sentirse al verse en medio de aquellos dos.

- No -negó la pelirroja. - Vivirá con Riku, justo arriba -anunció con una sonrisa de oreja a oreja. - Llevaba buscando a un compañero mucho tiempo y al final logré que Sora viniese aquí con todos nosotros, por suerte ya se conocían, solo que él no sabía que Riku estaba aquí.

- ¡Me alegro mucho Kairi! -exclamó la rubia antes. - ¿Y estabas ayudando a Riku para acondicionar la casa, no? -preguntó, sabiendo ya por donde iban las cosas.

- Sí, a eso mismo iba, estamos acondicionando la habitación libre que tenía, ¿quieres venir? -Kairi se aproximó a ella, poniéndole ambas manos justo encima de sus piernas y la contraria mostró una sonrisa comprensiva.

- Cuando os toque pintar las paredes, ya me llamaréis -respondió ella, evasiva. Pero Kairi solo pudo ampliar la sonrisa, si se podía.

- ¡Eso lo haremos el sábado por la mañana! -alegó ella mientras se levantaba. -Justo el día antes de que llegue, ya verás cuando le conozcas, es...

- Genial, lo sé -terminó su compañera, también levantándose. Kairi le guiñó un ojo.

- Bueno, yo ya me iba, si necesitas algo estoy arriba con Riku -dijo antes de marcharse por la puerta.

Naminé suspiró y se dejó caer sobre el mullido sillón. Que Sora por fin se dignase a aparecer por Villa Crepúsculo daba mucho que pensar, sobre todo después de haber llevado una casi relación con la pelirroja por al menos cinco años, y cuando decía casi, es que solo les faltaba decírselo entre ellos, porque se notaba a kilómetros de distancia, y eso que Naminé ni conocía al castaño. Por ello que viniese aquí a vivir justo al lado de ella le daba muchos puntos, pero también hacía que algo la oprimiese en el pecho. No es que fuese celosa, pero sabía que si Sora estaba allí, si Naminé tenía poco tiempo de estar con Kairi, la que se consideraba su única amiga; ahora lo estaría menos, y no quería estar realmente sola.

El sonido de unos nudillos golpeando la puerta la sacó de su ensimismamiento, seguramente Kairi se había olvidado algo, posiblemente las llaves. Se levantó con parsimonia y abrió la puerta sin preguntar quién era.

- Hola, ¿está Kairi? -preguntó la persona que acababa de llamar, Naminé solo se encogió de hombros y desvió la mirada al suelo.

- No, Ventus, no está, se ha ido a casa de Riku -informó la chica mientras jugueteaba con sus manos, sin saber muy bien qué decir.

- Me hace mucha gracia porque siempre nos diferencias a la perfección -dijo él con una sonrisa pintada en el rostro. Naminé volvió a desviar la mirada, sin embargo un pequeño rubor en las mejillas apareció en contra de su voluntad. No solía hablar con ningún chico de aquel bloque si no era estrictamente necesario, así que que uno de ellos fuese capaz de hablar así con ella le hacía estremecerse.

- No sois tan iguales... -dijo ella mientras levantaba la mirada y la intentaba sostener con el rubio, azul contra azul, sin embargo la sonrisa que tenía dibujada en la cara le hacía temblar como una colegiala. La verdad es que aquello era una tontería, Ventus tenía el pelo peinado de manera diferente a Roxas siempre, y sus expresiones solían ser más abiertas.

- Sabes captar bien las diferencias -elogió el chico mientras se metía ambas manos en los bolsillos de su pantalón. - Bueno, te venía a buscar a ti, ven -invitó mientras se dirigía a la puerta de su casa. La joven no sabía bien qué hacer, por ello se quedó parada unos largos segundos en su puerta. ¿Ventus estaba invitándola a ir a su casa? ¿A ella? Su corazón dio un vuelco tan solo de pensarlo, y rápidamente negó con la cabeza, tomó sus llaves y salió de casa. A lo mejor necesitaba ayuda con algo, algo relacionado con la pintura, seguramente. No era la primera vez que Xion la preguntaba algo así.

Sin embargo, cuando cruzó el marco de la puerta de entrada de la casa de los gemelos, se quedó helada en el sitio, como si una corriente de viento la hubiese congelado allí. Había una tercera persona que ya conocía, sus ojos azules como el mar, su pelo castaño peinado siempre hacia lados disparatados y aquella sonrisa infantil y bobalicona que ya había visto en innumerables fotos.

Era Sora.


Hola a todos, vuelvo a la carga con algo nuevo. Después de haber eliminado el fic que supe que dejaría a medias por no saber continuarlo, aquí me hallo, intentando escribir algo similar pero a la vez distinto. De verdad que quiero escribir algo largo, algo con gancho... A ver qué tal os parece esta especie de introducción.

Lo dejo todo en el aire, pero más que nada habrá romance aquí, porque si no no sería yo la que está escribiendo.

¿Qué os parece?

¡Nos leemos!