Preludio:
1. Shingeki No Kyojin es propiedad intelectual de Hajime Isayama.
2. La mujer que figura en esta historia corta no ha aparecido ni en el anime, ni en el manga, ni tampoco se trata de cierto personaje al que incluyo en la mayoría de mis fanfics. NO. Esta mujer queda libre a la interpretación de cada quien. Tíñanla con los colores que quieran o, en otras palabras, piensen en ella como el personaje que ustedes quieran. Así como Eren lo hizo.
3. Eren se ha vuelto un personaje tan complejo que, aparte de inspirarme a redactar esto, me ha dejado la incertidumbre de si el calco que hago de él en esta historia es o no el que más guarda semejanzas con sus verdadero yo, so… Suplico su benevolencia en caso de que haya escrito meros disparates sobre él.
4. Esta historia contendrá Spoilers de capítulos actuales del manga, de manera que, si solo han visto el anime, se les dificultará entender el contexto. Sin embargo, no la considero un "Canonverse".
5. ¡Millones, billones, trillones de gracias por leer! ¡Que un aluvión de éxitos y buenos memes en su inicio les llueva en la cabeza a modo de recompensa! ¡Les amo mucho!
El primer sueño
Fui vencido por el sueño en pleno consenso militar con los tres cuerpos principales de la Isla.
Conocía de primera mano la importancia del discurso del Generalísimo Darius Zackley, pero, por suerte, Armin me ahorró la molestia de justificar ese descuido trayendo a cuento el entrenamiento que ambos practicamos juntos hasta el cansancio, el día de ayer. Ahora soy capaz de transformarme hasta tres veces conservando los quince metros que mide mi titán y Armin ha terminado de pulir el manejo del suyo con igual maestría. Pese a que se me perdona esa falta de respeto, se nos felicita e incluso se nos agradecen los esfuerzos realizados, me veo en la obligación de no despegar el trasero de la silla y aguantar la sesión hasta el final, en ardua lucha por el control de mis párpados, que a cada segundo me amenazan con cerrarse.
Cuando al fin termina la reunión, no necesito esperar el reproche de Mikasa para informar mi deseo de recuperar un poco del sueño perdido. En otras circunstancias, hubiera guerreado con la fatiga de mi cuerpo, pero por primera vez debía reconocer que no estaba seguro de salir victorioso de esa contienda. Así pues, me rendí y asimismo dirigí a mi habitación en las instancias de la Legión.
Recuerdo haberme lanzado a la cama con los brazos abiertos, no obstante, luego de tal acción me es imposible precisar si lo que ocurrió fue un sueño o se trató de la realidad. Quiero pensar que fue lo primero.
El caso es que, al abrir mis ojos, parecía hallarme acostado en la misma posición, pero cuando los restregué a fin de desesperezar mis extremidades, me percaté de que no estaba solo. Me senté en la cama con las piernas cruzadas, y aunque suene raro, la presencia de la mujer igual que yo sentada, pero al borde, no me fue motivo de alarma. Como si no me sorprendiera verle allí. Bueno, quizás estaba adormilado todavía. Además, de a poco empecé a tomar la costumbre de contemplar las memorias de los antecesores de mi poder titán, así que la idea de que fuera otro recuerdo desbloqueado influyó en mi reacción.
—Oh, al fin despiertas— dijo, tenía una voz algo… ¿Empalagosa? En fin, ella tampoco dio muestras de que mi presencia le causase algún tipo de resquemor.
Tenía la piel tan blanca que rozaba la palidez, lo que acentuaba el rosa pastel de sus labios. Sus ojos eran de un gris traslúcido, una tonalidad que nunca he visto antes, y su cabello blanco recortado a la altura de los hombros, en el tronco lacio y ondulado hasta rizarse en la punta, no le hacía parecerse a una anciana porque sus rasgos eran casi los mismos de una jovencita en todo su apogeo.
¿Quién carajo es esta mujer? Jamás en mi vida la he visto, ni siquiera a través de los supuestos "caminos invisibles" que conectan a todos los Erdianos. Un momento… ¿Acaso esta nueva visión será producto de esa conexión? ¿Los "caminos invisibles" han traído a esta misteriosa mujer hasta mi? ¿Querrá eso decir que es Erdiana?
—Oh, vaya, parece que también duermes con los ojos abiertos. Interesante.
Pestaño ante su risilla, queriendo ponerme al tanto de la realidad. Bueno, de la realidad dentro del sueño. Menuda paradoja.
—Tú… ¿Quién eres?
—No lo sé. ¿Tú sabes quién eres tú?
Aunque, repito, en mi vida nunca he visto a esta mujer, sentí esa pregunta demasiado personal. Como si sus extraños ojos grises tuviesen la capacidad de traspasar la piel con la mirada y barrer con ella incluso el rincón más incógnito de mí mismo. Me siento invadido. ¿Sabrá esta mujer que algunas veces miro a través de los ojos de mi padre? ¿Qué algunas veces mis recuerdos se entremezclan con el de los antiguos usuarios del Titán Atacante y que divago en el afán de distinguir cuales son míos y cuales pertenecen a ellos?
No.
No soy Grisha Jaeger ni tampoco Eren Kruger.
Soy Eren Jaeger.
—Sí, sé quién soy. —Frunzo el ceño para dejarle claro que no pretendo ser su objeto de diversión y que tampoco me hará caer en sus juegos mentales—. Ahora responde, ¿quién eres? ¿Acaso eres Erdiana o Marleana? —Realidad o sueño, es el dato de mayor importancia para mí. He matizado mi voz al punto de colar un ronco, a propósito de intimidarla. Mas ella no desdibuja la sonrisa con que me recibió. Y eso ha comenzado a cabrearme.
—Ya te he dicho que ni siquiera sé quién soy— recuesta su espalda en la cama con los brazos extendidos—, si con mentirte al menos consiguiera saber un poquito de mí, lo hubiera hecho sin pensármelo dos veces, pero no gano nada con ello. Con hacerte daño tampoco— medito el sentido de sus palabras a la par que interiorizo el tono de su voz. No percibo rastros de malicia, pero eso no termina de cumplir mis expectativas para creer en ella—. Te envidio. Tú si sabes quién eres, pero yo… Yo soy la nada. Algo que no existe.
Y, de cierto modo, es verdad. El sueño es el antónimo de la realidad, algo que no existe. Con el punto y aparte, no es esa reflexión sobre sí misma lo que me conmueve e impulsa a otorgar el beneficio de la duda, sino que su sonrisa se haya desvanecido al tiempo que le veía alzar la palma, y ella se embelesara mirándola como si, con solo desearlo, pudiera ser algo más que una imagen en mi mente. En sus ojos pude avistar la resignación de los soldados que, insensibles a la muerte de tanto presenciarla, aceptaban su destino a ser la comida de los titanes.
Abrí la boca, presto a manifestar mis pensamientos, ella se adelantó volviendo a sentarse cual si a la cama se le hubiera desencajado un resorte y como si un rayo de energía la hubiera eclipsado.
— ¡Pero, puedo ser lo que tú quieras! —Un pequeño haz de luz resplandeció en sus ojos grises—. Mi piel es blanca, ¡tíñela del color que quieras! Mi cabello es blanco, ¡tíñelo del color que quieras! Mis ojos son grises, ¡tíñelos del color que quieras! Soy un lienzo en blanco, lléname de colores, por favor. —El brillo de sus ojos acrecentó al punto de avisar el advenimiento de las lágrimas—. Si soy lo que tú quieras, al menos seré "algo".
No, no serás "algo". Seguirás siendo solo un sueño. Porque esto es un sueño después de todo, ¿no? Se siente tan real que he olvidado que lo es, pero a fin de cuentas, cuando despierte, ella desaparecerá.
No obstante, le sonrío. Escueto, sí, pero no deja de ser una sonrisa sincera.
—Entonces, debemos empezar por el nombre. —Las posibles lágrimas regresan a formar parte del globo ocular cual capa de escarcha. Jamás he visto a alguien desbordar tanta felicidad por algo que yo haya dicho. No es una felicidad consecuencia de haber sobrevivido a las desgracias como las únicas que he presenciado, es una felicidad pura. Nacida de un gesto sencillo y ordinario.
Y de repente siento que "algo" me camina por todo el cuerpo con una ondulación de gusano.
—Ya que a partir de ahora dejaras de ser "nada" para ser un "sueño", te llamaré Yume (1). ¿Qué te parece?
— ¡Es bellísimo! —Ella me sujeta de las manos en lo que, supongo, es una pequeña demostración de su agradecimiento. Me sorprende que se sientan reales al tacto y tan frías al mismo tiempo.
—Muy bien. —Barajo sus manos a fin de unir nuestras palmas en un apretón—. Mucho gusto, Yume. Mi nombre es Eren.
(1) Palabra que significa "sueño" en japonés.
