Chocolate Suizo.

Se dice que las personas se clasifican de la misma manera que se clasifican los chocolates, tantas diferencias entre el mismo género de producto, un chocolate puede poseer diversidad de características que lo hacen único entre los demás, dichas características son las que le dan mayor valor en el mercado, de la misma forma sucede con las personas que poseen cualidades peculiares, talentos que los alzan a un nivel superior en un mundo que busca explotar su potencial.

Vash Zwingli pertenecía a ese nivel superior. Vash, un joven hombre de pequeña estatura, poseedor de ojos verde menta y de una cabellera rubia, la cual presentaba un flequillo que cubría levemente su frente, mientras el resto de su cabello caía hasta la altura de su mandíbula. Originario de Suiza, razón por la que dominaba los idiomas Alemán, Francés, Italiano, y Romanche.* Sin embargo, la fluidez que poseía al hablar esos idiomas no era la peculiaridad que le había llevado a la posición en la que se encontraba hoy en día.

La historia de cómo fue que se adentró al mundo del chocolate artesanal se remontaba a tiempos de su niñez, cuando el destino le había traicionado a él y a su hermanastra menor Lili, la cual el protegía más que a nadie en el mundo, ella provenía de Liechtenstein, y aun cuando solo compartían al mismo padre era increíble el parecido físico que ambos presentaban.

Su familia se encontraba en una situación económica crítica, la cual les había llevado a mudarse a Bélgica, donde su hermana se había hecho amiga de una joven llamada Emma, la familia de la belga se conformaba de sus padres, su hermano mayor Vincent y su hermano menor Alain, ambos de distintas nacionalidades, Vincent nació en Holanda y Alain era proveniente de Luxemburgo, sin embargo los tres fueron criados en territorio belga.

La amistad que había entre las dos jóvenes aumentaba cada día de manera sorprendente, ambas solían ir a la casa de Emma para preparar deliciosos waffles, los cuales eran deliciosos a cualquier hora del día, por lo que algunas veces Lili se quedaba hasta tarde en la casa de su amiga, y a su hermano le era asignado el deber de ir a buscarla para que no volviera sola a casa. La noticia de la tragedia de sus padres llego a la casa de los Zwingli cuando Lili se hallaba en la casa de su amiga, por lo que Vash era el único que se encontraba presente para escuchar el relato de como su padre y madrastra habían abandonado este mundo debido a un accidente en automóvil, Vash había escuchado detenidamente al oficial que le había dado la noticia.

Le dolía… no lo planeaba demostrar frente a un desconocido, pero dentro suyo parecía que todo se desplomaba, ya había perdido a su madre años atrás, y ahora había perdido a su padre y a una mujer que le había amado como si hubiese sido su hijo de sangre.

El oficial le veía preocupado, nunca había visto tanta falta de emoción por parte de un familiar cercano a alguna víctima, sin embargo pudo percibir el leve temblor proveniente del joven al frente suyo, decidió dejarle, lo mejor en situaciones como esta era dejarlo desahogarse a su manera y por lo que veía él no era de gran ayuda ahí, por lo que simplemente le hizo una pregunta, la cual determinaría si el joven y su hermana serían llevados a un orfanatorio o no. – ¿Cuántos años tienes?—la voz grave del oficial resonó en los oídos de Vash, por lo que levanto su vista hacia los ojos azulados del oficial y respondió con voz firme un rotundo "diez y ocho," su voz ocultaba a la perfección su tristeza, lo cual le sorprendió a sí mismo, observo como el oficial le tendía una pequeña tarjeta con una caligrafía perfecta, y lo último que escucho del oficial antes de que se retirara fue un monótono "llama a este número si necesitas algo."

Lo difícil venia ahora, Lili tenía apenas catorce años, una noticia como esa la destrozaría, no sabía qué hacer, estaba muy enojado, no con sus padres, ni con nadie en especial, simplemente sentía la necesidad de culpar a alguien, sin embargo no había a quien culpar, solo tenía la opción de tranquilizarse, no podía dejarse llevar por sentimientos innecesarios que simplemente le complicarían la situación al darle la noticia a su hermana.

Observo el reloj de pared que se hallaba tras él, marcaba casi las 9:00 de la noche, no podía postergar más su deber como hermano mayor, salió a la calle cerrando la puerta y asegurándose de dejarla con llave, siguió el camino que solía tomar usualmente para llegar a la casa de la amiga de su hermana, cuando llego puedo escuchar las risas de su hermana al otro lado de la puerta, le torturaba pensar que pronto esas risas se convertirían en lágrimas de lamento.

Tocó la puerta firmemente dispuesto ver a su hermana a la cara, sin embargo no esperaba ver a la madre de Emma abriendo la puerta, usualmente quien la abría era Vincent, no es que le molestara o algo por el estilo, en realidad le aliviaba verla a ella, repentinamente se había sentido inseguro de ver a Lili, la señora van der Hoeven le sonreía cálidamente al principio, pero al notar la actitud inusual de Vash se percató que algo no iba bien con el joven, por lo que cortésmente le pregunto si podía ayudarle con algo, la voz de la madre de Emma era amable y en ese momento le reconfortaba escucharla, sin darse cuenta sus ojos se humedecieron, lagrimas comenzaron a caer desconsoladamente sobre sus mejillas, y al tiempo en que eso sucedía pudo sentir unos cálidos brazos rodeándole cuidadosamente, un abrazo que el necesitaba en ese momento.

Vash le relato su situación brevemente, la señora empezó a llorar junto a él, le dolía ver a una hermosa familia siendo dividida de esa forma, no había nada que pudiera hacer para traer de vuelta a los padres de los jóvenes, sin embargo si podía evitar que ellos dos fueran abandonados completamente en un mundo de pena y dolor, ella y su familia estarían ahí, porque después de todo, por alguna razón fue ella la que abrió la puerta, por alguna razón su hija se había vuelto la mejor amiga de Lili, por alguna razón que probablemente nunca llegaría a saber el destino le había entregado a esas dos almas.

A partir de esa noche, aunque nunca cambiaron sus apellidos, la familia van der Hoeven tenía dos miembros más.

La madre de Emma le pidió a Vash que permanecieran en su casa, pues sería lo mejor para Lili el evitar estar en soledad, esa fue la razón por la que el acepto quedarse, sinceramente no quería ser una molestia para esa familia, pero fue convencido cuando el bienestar de Lili fue implicado.

Los días habían pasado, transformándose en meses, Lili y Emma compartían habitación, mientras él y Vincent compartían otra, Alain era el único que tenía habitación propia, la cual era mucho más pequeña que la de los demás.

Vincent tenía la misma edad que Vash, y en realidad ambos tenían cualidades similares, los dos eran hermanos mayores que protegían a sus hermanas de cualquier pervertido, los dos desprendían un aura intrigante, ambos apreciaban la tranquilidad y el orden, pero algo era más importante, la razón por la que nunca tuvieron problemas entre ellos… ambos sentían un amor inigualable hacia el dinero. Un par de tacaños que se las ingeniaba para gastar lo menos posible, ambos comprendían que el mundo giraba alrededor del dinero.

Cuando la familia requería de carne para el almuerzo, ambos salían de caza, Vash desarrollo una increíble puntería gracias a ello, se podría decir que también desarrollo una atracción hacia las armas de fuego… Vash aprendió varias cosas al convivir con Vincent, desde como plantar un huerto que les ahorraría comprar verduras de mala calidad a alto precio, hasta como hacer negocios sin ser estafado.

La familia van der Hoeven obtenía sus ingresos gracias a una pequeña tienda de chocolates que era bien reconocida en el pueblo en el que vivían, los chocolates eran hechos a mano cada día por la señora van der Hoeven, ella ponía todo su empeño en la calidad de dicho dulce, después de todo era su reputación la que estaba en juego.

Emma y Lili solían pasar tiempo en la chocolatería, usualmente Emma ayudaba a su madre a preparar los chocolates y Lili se encargaba de atender a la clientela. Aun cuando la variedad de chocolates que poseía la tienda era limitada, siempre tenían una increíble diversidad de clientela, eso fue lo que motivo a Vash a adentrarse en el mundo del chocolate, el imaginar cómo aumentar aún más esa clientela de manera que las ventas fueran aún mayores hasta el punto de exportación, definitivamente lograría su objetivo.

Contaba con el apoyo de Vincent, cuando no… después de todo Vincent apoyaba cualquier cosa que incluyera la palabra ingreso. Sin embargo nunca pensó que esa ambición lo llevaría más allá de lo planeado.

Flashback

Vash se encontraba en la chocolatería, después de haber aprendido las bases principales para la elaboración del chocolate, decidió empezar a experimentar por sí mismo con diferentes productos, de vez en cuando Emma le ayudaba a prepararlos, de manera que ambos fueron encontrando nuevos sabores que jamás habían probado.

Usualmente ponían a prueba la calidad de sus chocolates antes de ponerlos a la venta, Lili era la encargada de ello, ponía pequeñas porciones sobre un plato y se los ofrecía a los clientes, luego observaba detalladamente las reacciones de ellos, era sorprendente ver que ninguno se disgustaba respecto a nada, y usualmente pedían específicamente el chocolate que habían probado.

La fama de la pequeña chocolatería crecía día a día y de la misma forma lo hacían los ingresos, Vash y Vincent eran los hombres más felices en el mundo, sin duda alguna llegaría a cumplir con su meta antes de lo planeado, y una buena prueba de ello fue cuando un hombre de cabello rubio, ojos azules y ropas extranjeras atravesó la puerta del pequeño local, llevaba el cabello atado con un listón e inspeccionaba meticulosamente cada producto que se hallaba en las vitrinas. – ¿Puedo ayudarle en algo?—preguntó Lili de manera educada, ganándose una deslumbrante sonrisa por parte del cliente, el cual se acercó a ella y le pidió que le diera una barra del mejor chocolate que tuviera.