DISCLAIMER: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, yo solo los tome prestados para poder crear esta historia.
Nota: Esta historia también la publique en el foro de Pegasus Fantasy bajo el seudónimo de Sombra.
Capitulo 1: Guerra
Ikki espoleó a su caballo incitándolo a ir más rápido, no estaba dispuesto a perder a su presa, llevaba un año en guerra contra el reino de Andul para poder apoderarse de su princesa: Esmeralda.
Habían sido tiempos terribles en los que ambos reinos habían sufrido grandes pérdidas, y ahora, cuando finalmente su ejército había conseguido atravesar las defensas de Andul e invadir el palacio de sus soberanos ella intentaba huir de él.
-Nunca lo permitiré – con esa determinación volvió a golpear los costados del caballo.
Esmeralda sujetaba las riendas de su montura con fuerza, Ogriv era el caballo más rápido del reino, el general Shaka se lo había prestado para que pudiera escapar y Orfeo la había conducido a un pasaje secreto que la llevaría directo al bosque plateado, lejos de la batalla.
-Nosotros la alcanzaremos después princesa – Shaka había sonreído tras decir aquellas palabras y Orfeo lo había imitado en un intento por animarla.
Había sentido ganas de llorar pues sabía que le estaban mintiendo, ellos se quedarían para tratar de detener al ejercito de Trel y de esa forma, otorgarle un poco más de tiempo para escapar.
Una punzada de culpabilidad se instaló en su corazón, el motivo del ataque de Trel a su reino era ella, el rey Ikki se había obsesionado apenas la conoció. Esmeralda apretó las riendas con mayor fuerza al sentir como sus ojos comenzaban a arderle, producto de las lágrimas que ahora corrían libremente por su rostro.
Desde pequeña siempre había sido traviesa, a tal grado que su padre le había asignado un protector para que la cuidará: Shaka, el mejor general de toda la historia de Andul. En un principio lo consideró como una clase de niñero, un sustituto de su difunta madre y un suplente de su ausente padre, pero conforme lo fue conociendo dejo de ser el remplazo de sus padres para convertirse en su amigo y después en una especie de hermano mayor.
Todas su vida las personas que la rodeaban la trataban como si fuera una frágil muñeca y debido a su ego infantil ella se había sentido halagada y feliz; Shaka fue quien le mostró lo equivocada que estaba, había sido el primero en permitirle hacer las cosas por ella misma, le enseño a pelear, a usar la espada, a disparar con el arco y a montar como hombre.
Cuando su padre se enteró de lo que Shaka estaba haciendo, o mejor dicho lo que le permitía hacer, intento apartarlo de su lado pero ella se negó, a su padre no le quedo más opción que complacerla, como siempre hacía.
Además de ayudarla a entrenar su cuerpo, Shaka también le había cultivado el gusto por la lectura; el general pasaba largas horas tumbado en una de las butacas de la biblioteca con un libro entre las manos, en un intento por pasar más tiempo con él Esmeralda lo había imitado descubriendo de esa forma lo interesante y divertidos que podían ser los libros.
Hasta la fecha había leído una cuarta parte de la biblioteca mientras que Shaka ya la había leído toda, ¡Y ocho veces!
-Recuerda que tengo 315 años princesa – respondió Shaka al ver su expresión de asombro ante aquella revelación.
En las cercanías de Andul se encontraban las ruinas de lo que antaño había sido un esplendido reino, sus habitantes poseían el extraño don de la magia, según las historias este les había sido otorgado para que ayudarán a los demás pero lo que supuestamente debían usar para hacer el bien lo utilizaron para cumplir sus deseos egoístas, por lo que el don que les fue concedido comenzó a deformarse y poco a poco fue consumiéndolos hasta convertirlos en criaturas monstruosas cuyo único deseo era destruir a los demás.
En esa época Andul estaba regido por la Reina Saori, quien al ver lo en lo que se habían convertido optó por detenerlos; los soldados de Andul y los monstruos liderados por la bruja Artemisa, reina del Imperio de la Corona, se enzarzaron en un sangriento combate que, para alegría y alivio de todos los demás reinos, terminó con la victoria de los primeros, sin embargo antes de morir Artemisa maldijo a todo el ejercito vencedor.
La maldición era de lo más espeluznante: todos tendrían una larga vida sin cambiar, invariables en el tiempo, y esto solo terminaría cuando todos sus seres queridos hubieran perecido.
Esmeralda desconocía como era que los demás guerreros habían llegado a su fin ya que Shaka era el único que quedaba con vida, y eso solo la hacía preguntarse ¿Quién era el ser querido que lo mantenía aún con vida?
-No se quien sea pero me alegra que aún viva porque de esa forma estarás siempre conmigo – ella solo tenía cinco años cuando se entero de la maldición, fue incapaz de entender la triste mirada del rubio ante sus egoístas palabras.
Vivir durante tanto tiempo no era algo por lo que alegrarse, la maldición de Artemisa era de lo más horrible y ella no lo comprendió sino hasta la muerte de Giste, una de las compañeras de Shaka, la penúltima de los que quedaban con vida.
Durante la ceremonia de despedida cuando Shaka se acercó a ella para darle el adiós, Esmeralda pudo ver por un breve momento un ligero brillo de envidia en los celestes ojos del general, y fue entonces cuando lo comprendió.
¿Cómo era desear la muerte de esa manera tan desesperada?
Desde ese momento Esmeralda nunca volvió a mencionar nada sobre la maldición y para su total sorpresa Shaka tampoco lo hizo, era obvio que al rubio le interesaba poco discutir ese tema. De esa forma siguió su vida, el general seguía cuidándola y enseñándole todo lo que podía y conocía.
Y poco tiempo después todo se vino abajo por su culpa. Durante las fiestas de su cumpleaños numero catorce se empeño en participar en la cacería del jabalí, su padre se negó pero ella lo desobedeció y se inscribió, quería demostrarles a todos lo mucho que había aprendido y lo buena que era; ahora, se arrepentía de haberlo hecho.
Por seguir al jabalí se interno de más en el bosque hasta llegar a los lindes del sur, donde el rey de Trel y sus amigos acampaban pues estaban de camino al Santuario, al verla el rey había quedado prendado de ella, incluso intento acercarse pero ella se había asustado y huyó, Ikki no se dio por vencido y la siguió, afortunadamente conocía una serie de atajos que Shaka le había mostrado y consiguió escapar de su perseguidor.
Pero el rey de Trel era terco, al siguiente día se presentó ante su padre para pedir su mano, el comportamiento de aquel hombre la asusto, ella era muy joven y ni siquiera lo conocía; llorando le suplico a su padre que no la obligará a aceptarlo, como siempre, su padre la complació.
Tampoco era que al rey le agradará Ikki, había muchos rumores acerca del rey de Trel que lo describían como una persona cruel y déspota; todo esto quedo confirmado cuando al negarse ella a sus deseos Ikki declaró la guerra contra Andul, misma que no detendría hasta que ella aceptará ser su esposa.
Sus nudillos se pusieron blancos por la fuerza con que apretaba las riendas, por culpa de ese hombre muchas cosas habían sido destruidas; hombres, mujeres y niños heridos; familias enteras habían perdido sus hogares y, sobretodo, Shaka fue apartado de su lado, como único general de Andul debía hacerse cargo de las defensas del reino por lo que Orfeo había quedado como su guardián.
No le desagradaba Orfeo, al contrario, pero su ego le había hecho pensar en Shaka como algo de su propiedad, con aquella guerra había visto que no era así, el rubio seguía siendo el general de Andul y su deber era proteger el reino. Durante un año mantuvieron al ejército de Trel fuera de la ciudad principal, ahora, el día de su cumpleaños numero quince, los invasores habían logrado atravesar las defensas tomándolos por sorpresa, lo único que los guerreros de Andul pudieron hacer fue resistir para que ellos, la familia real, pudieran escapar.
Cuando abandonaban el palacio, los guardias la separaron de su padre y la escoltaron a los pasadizos secretos que la conducirían a un lugar seguro, Shaka le había cedido su caballo diciéndole que Ogriv sabía a donde llevarla para que estuviera a salvo, de esa forma ella abandonó el castillo.
Pero las cosas no sucedieron como lo esperaba, apenas salió del pasadizo al bosque, un jinete trato de acercarse a ella, asustada no se atrevió a mirar hacia atrás y apuro el paso de Ogriv, el único pensamiento coherente en su mente era el de alejarse lo más posible de aquel extraño.
Llegaron a uno de los senderos dobles del bosque, Ogriv giró a la izquierda tan rápido que casi la tumba pero Esmeralda logró sujetarse y rogó por lograr perder a su perseguidor lo antes posible o si no terminaría muerta.
Ikki maldijo al caballo que montaba su amada pues sin importar cuando presionaba al suyo era incapaz de alcanzarlo.
"Lo primero que haré será matar a ese animal" al ver como la princesa giraba hizo lo mismo, falto poco para que cayera pero se mantuvo en su montura.
Una sonrisa se formó en sus labios, había escuchado historias de que la princesa no era como todas, sabía cabalgar como hombre, podía acertar 10 dianas de 15 y sus habilidades en combate eran muy buenas, sabía defenderse.
-¿Por qué una princesa sabría hacer todo eso? – su espía había sonreído ante su pregunta.
-Por su guardián, el rey temía tanto por la seguridad de su hija que decidió convertir a su único general en su niñera.
-Ya veo, entonces por eso la dulce princesita se convirtió en una fierecilla.
Cuando le dijeron todo aquello dejo de pensar en Esmeralda como algo hermoso y delicado pues supo que era algo especial, algo digno de él y por eso estaba decidido a convertirla en su esposa, en la Reina de Trel.
-Así que no permitiré que huyas mi amor – decidido volvió a golpear los costados de su montura, Fuego, el caballo relincho e incremento la velocidad.
Poco a poco Fuego se fue acercando a su presa hasta que la princesa estuvo a un palmo de distancia, iba demasiado rápido y eso preocupo a Ikki, esperaba poder capturarla pronto o ambos terminarían cayendo del caballo.
Previendo que alguien intentará huir había colocado guardias en todas las posible vías de escape en el bosque, pues este era la salida más discreta que había, nunca hubiera podido imaginar que la princesa fuera a huir y mucho menos que lo intentará cabalgando de forma tan desesperada, si no lograba detenerla antes de que se topará con alguno de sus soldados, ellos la atacarían pues esa era la orden que él mismo había dado.
Había supuesto que como lideres se quedarían en el castillo hasta el final, él hubiera hecho eso, un rey debía caer junto con su reino, los únicos que escapaban de las batallas eran los cobardes, por eso cuando la vio salir de aquel pasadizo salió a su encuentro pensando que si la tomaba por sorpresa la asustaría, pero sucedió lo contrario, apenas lo vio la mujer espoleo su caballo y desde ese momento comenzó la mortal persecución en que se encontraban ahora.
"De nada te servirá mi amor, te atraparé aunque para ello deba herirte" las heridas se curaban, él mismo lo había comprobado, así que lesionar a su futura reina no era un problema para él.
Sujeto las riendas con una sola mano y con la otra extrajo una daga de su cinto, a diferencia de un arco con una daga no requería maniobrar demasiado; fijo la mirada en la figura de Esmeralda captando cada movimiento que hacía para saber donde podía acertar y causarle el menor daño posible, estaba dispuesto a lastimarla pero solo lo suficiente como para detener su huida.
Estaba cansada, lo único que quería era que todo acabara ¿Por que su cazador no se daba por vencido? Era sin duda un buen jinete porque había sido capaz de seguir el paso de Ogriv, giró la cabeza hacia atrás mirando por sobre el hombro a su perseguidor, su rostro perdió todo el color al distinguir un brillo metálico en una de sus manos.
-Deprisa Ogriv – el caballo galopo con mayor fuerza haciendo retumbar el suelo con sus patas, Esmeralda no era capaz de distinguir el camino frente a ella por lo que optó por cerrar los ojos, Ogriv iba tan rápido que ya no se creía capaz de dirigirlo.
"Ogriv te llevará a un lugar seguro" confiaba en que las palabras de Shaka fueran ciertas.
Ikki sujetó la daga entre sus dedos, había encontrado su blanco.
-¡Princesa Esmeralda deténgase!
"Claro que no lo haré" pensó Esmeralda mientras se abrazaba al musculoso cuello de su montura.
Ikki suspiro al ver que la chica había ignorado su orden, "Bueno entonces tendré que lastimarte mi amor" sin pensarlo dos veces movió su muñeca y la daga entre sus dedos salió volando directo hacia su objetivo.
La vio arquearse cuando la hoja metálica le atravesó el hombro como si su cuerpo fuera un simple pergamino, la princesa estuvo a punto de soltar un grito de dolor pero logró contenerlo; al sentir la vacilación en las riendas el caballo comenzó a disminuir la velocidad.
-No Ogriv, no te detengas – suplicó con desesperación al sentir como la velocidad disminuía.
Una sonrisa triunfal curvó los labios de Ikki al ver que la carrera frenética de su presa parecía estar llegando a su fin.
-Ya eres mía – sin embargo sus palabras estaban lejos de cumplirse.
Justo cuando le faltaba poco para colocarse a su costado la princesa sujetó ambas riendas con una sola mano y presionó a su caballo obligándolo aumentar la velocidad.
-Maldición – trató de sujetarla pero su mano solo alcanzó aprisionar la capa que la cubría.
La figura de la princesa de Andul quedo al descubierto, Esmeralda llevaba un sencillo vestido color blanco que le cubría desde el cuello hasta los pies, incluido los brazos, el cabello rubio estaba recogido en una trenza y llevaba botas largas también en color blanco.
-Hermosa – murmuró por lo bajo para que no pudiera escucharlo.
Ya era suya estaba seguro, pese a que seguían con el juego del gato y el ratón era obvio que la herida en su hombro le impedía retomar la anterior carrera, ahora solo le llevaba un caballo de ventaja.
"Será una verdadera lastima matar a tan bello ejemplar" sabía que la montura que estaba usando la princesa, en esos momentos, era el caballo del general Shaka: Ogriv.
Lo conocía pues en las batallas sostenidas contra el ejército Andul lo había visto muchas veces, se trataba de un semental de pelaje gris oscuro con la crin y cola plateadas, criollo de nacimiento le fue obsequiado al general por el rey Hagen como tributo por la victoria de esté sobre la criatura Mines, la mujer murciélago que atacó la ciudad sagrada de Bren.
Ikki había escuchado aquella historia, y muchas otras, cuando comenzó a investigar al extraño general de Andul en busca de alguna debilidad que pudiera usar en su contra, por desgracia no había encontrado ninguna y lo único que obtuvo de todo aquello fue que su hermano menor, Shun, comenzará a sentirse interesado por tan magnifico personaje hasta el punto que comenzó a admirarlo.
Una idea perversa cruzó por su cabeza al recordar la admiración que sentía su hermano por aquel personaje, una vez tuviera a la princesa regresaría a su reino y le llevaría su héroe a Shun… encadenado y con la marca de esclavo grabada en el dorso de su mano izquierda y el emblema real en su mano derecha denotando así que sería el esclavo de la familia real por el resto de su vida.
"Un destino humillante para tan magnifico general" pensó con arrogancia al imaginar la escena.
Nunca había visto al general frente a frente pues no había tenido la oportunidad de acercarse a él demasiado, peros sus hombres si y lo describían como alguien de mirada arrogante y porte orgulloso, cabello negro y corto y piel tostada. La visión de alguien así reducido a un mero esclavo era sin duda un espectáculo que le encantaría ver.
La idea de humillar al legendario general y de tener al amor de su vida la misma noche fue suficiente incentivo para detener de una vez por todas aquella carrera.
-Basta de juegos – extrajo una segunda daga y esta vez a punto a donde estaba la pierna derecha de la rubia – Tú te lo buscaste mi amor – la daga salió volando de su mano emitiendo un silbido al cortar el aire.
Esmeralda soltó un grito al sentir un profundo dolor en su pierna pero no se atrevió a abrir los ojos y ver que había pasado, estaba demasiado asustada.
-Princesa Esmeralda – un escalofrió le recorrió la espalda al escuchar la voz de su perseguidor tan cerca.
La curiosidad que sentía por volver a ver la cara de la persona que había arrasado todo un reino, únicamente, para conseguirla la hizo levantar la cabeza lentamente hasta que las miradas de ambos se encontraron.
Ikki logró colocarse junto al caballo de Esmeralda, está levanto la mirada, sus profundos ojos azules lo miraban con terror, y eso de alguna forma comenzó a excitarlo, sería mejor capturarla de una buena vez o no podría contener su deseo hasta llegar a Trel, "Donde te haré mía" su pensamiento fue acompañado de una sonrisa perversa.
El rostro de Esmeralda se tornó pálido al ver a su perseguidor, el hombre extendió una de sus manos y con un ágil movimiento logró hacerse con las riendas de su montura.
"Todo ha terminado" se dijo al sentir como Ogriv comenzaba a disminuir la velocidad hasta finalmente detenerse "Todo esto para nada" pensó al ver a su perseguidor.
-El reino ha caído princesa – Esmeralda bajo la cabeza, se cubrió el rostro con ambas manos y comenzó a llorar.
El peliazul contempló la figura temblorosa de su presa y no pudo evitar sentir cierta satisfacción, si su presa le temía sería fácil controlarla, en menos de un mes la princesa amazona de Andul se convertiría en una esposa sumisa y abnegada, dispuesta a hacer cualquier cosa para complacerlo.
-Haces bien en temerme: he conquistado tu reino, tu padre es mi prisionero y tu niñero Shaka pronto se convertirá en la mascota de mi hermano – tomó a la chica del brazo para acercarla a él, al menos todo lo que las monturas le permitían, ella trató de resistirse pero fue inútil – Resistirte solo te causará problemas – trató de sujetarla por la barbilla pero ella logró zafarse y mantuvo la mirada clavada en el suelo – Lo dejaremos así por el momento – con un movimiento rápido tomo sus muñecas y las ató a la grupa de su caballo – Lo siento pero no puedo permitir que vuelvas a escapar – dijo sonriendo – Ahora, vayamos a mi campamento.
Esmeralda fue conducida por el bosque en completo silencio, no despego la vista del suelo ni un solo momento, todo lo que su perseguidor le acababa de decir eran malas noticias, esperaba que su padre y Shaka estuvieran bien, un grito de alegría se escucho a lo lejos haciéndola levantar la cabeza, sus ojos se abrieron como platos al ver lo que se ocultaba tras aquel túmulo de árboles: un campamento, y uno bastante grande.
Ikki entro al campamento con el brazo alzado y una firme sonrisa en el rostro, tras él Esmeralda lo seguía atada con la cabeza agachada, mirando el suelo avergonzada.
-No tienes por que avergonzarte, dentro de una semana todos ellos serán tus siervos amada mía – era evidente que el rey Trel se sentía satisfecho con su actual victoria.
Cuando los caballos se detuvieron, un chico de cabello negro y largo se apresuro a tomarlos de las riendas.
-Ha sido una cacería excelente Shiryu – comentó con una sonrisa mientras palmeaba la espalda del moreno antes de ir a su prisionera – Vamos princesa la ayudaré a bajar.
Esmeralda acepto la ayuda del hombre de forma mecánica, su mente no era capaz de pensar correctamente, seguía en shock por lo que acababa de decirle.
Apenas sus pies tocaron el suelo fue sujetada del brazo y conducida de forma apresurada a una de las tiendas localizadas en el centro del campamento, sabía por Shaka que aquellas tiendas eran ocupadas por los cargos más altos.
Con toda la delicadeza que poseía condujo a la princesa a la tienda central, su tienda privada, al verlo pasar sus hombres reían y soltaban silbidos de triunfo, pronto tendrían Reina.
Al llegar a la tienda corrió la cortina de la entrada, un suave aroma a incienso le llegó a la nariz de la princesa haciéndola levantar la cabeza, su boca se abrió en una mueca de asombro al ver el interior de la tienda: telas finas, adornos de oro, joyas; Ikki sonrió al ver la expresión en el rostro de la chica, todo aquello era un obsequio para ella, lo había preparado todo con mucho cuidado y asegurándose de que cada detalle concordara con su gusto.
-Todo esto es para ti – desató las muñecas de la mujer y la atrajo hacia él, pese a la renuencia de ella, la rodeo con sus brazos.
Esmeralda cerró los ojos al sentir aquellos brazos rodeándola como si fuera una poderosa armadura, las lágrimas se amontonaron en sus ojos y tras retenerlas por un tiempo las dejo correr con libertad por su rostro.
Ikki la sujeto por la barbilla obligándola a mirarlo a los ojos para poder besarla pero su plan se vio frustrado cuando la mujer extrajo una daga de su corpiño y con un movimiento rápido trato de clavarla en su pecho, él estaba acostumbrado a esa clase de ataques por lo que logró esquivarlo con tan solo un leve rasguño.
Furioso enfrentó a la mujer, no importaba cuando le gustará la castigaría por su actitud.
-Parece que no te has dado cuenta de tu actual posición Esmeralda – la aludida sonrió y clavó sus ojos en él.
-No – Ikki abrió los ojos al escucharla, su voz era grave como la de un hombre – Eres tú quien no conoce su lugar – las delicadas facciones de la chica comenzaron a torcerse y a volverse un más toscas, la princesa se quitó el pesado vestido revelando la figura de un hombre para el total asombro de Ikki, sorpresa que se transformo en furia.
-¿Quién eres?
-No necesitas saberlo, porque morirás ahora mismo – sin decir nada más se arrojo contra el rey.
Esmeralda se aparto del hombre que la abrazaba para mirarlo a los ojos, su padre lucía cansado y viejo.
-Padre, ¿Es verdad que el reino ha caído? – el hombre la soltó y giró dándole la espalda.
-Me temo que si hija mía, es cuestión de tiempo para que el castillo caiga, si es que no lo ha hecho ya – Esmeralda no era capaz de dar crédito a lo que escuchaba.
-Entonces ¿Qué pasara ahora?
-Nos retiraremos para planear el contraataque – el rey giro y al verla notó la herida en su pierna - ¿Estas herida? ¿Qué ha pasado?
-No es nada, una rama se engancho en mi ropa es todo – su padre sonrió y la miro con ternura.
-No te preocupes, todo volvera a ser como antes ya lo verás.
La chica lo dudaba, nada sería como antes, el castillo que hasta ahora había sido su hogar estaba contaminado por ese hombre, nunca sería el mismo.
-Majestad, ahora que la princesa ha llegado lo mejor será movilizarnos – padre e hija giraron para mirar a la persona que había hablado, Orfeo, a quien Esmeralda había confundido con Ikki en el bosque.
-Tiene razón comandante Orfeo, alisté a las tropas para partir - Orfeo hizo una leve reverencia y abandonó la tienda.
-¿Por qué Orfeo esta dirigiendo la retirada? – preguntó Esmeralda al notar que faltaba la presencia rubia del general de Andul.
-Shaka aún no regresa.
Continuará.
