Disclaimer: Yojōhan Shinwa Taikei y sus personajes son propiedad de Morimi Tomihiko
Hola, gracias por entrar n.n
Uno termina de recorrer el animé y durante un tiempo no puede despegarse del nivel de introspección que distingue al protagonista, así que por eso salió de esta manera (?) Meras reflexiones, tal vez un poco de autoreferencialidad y algo de sentido común, espero que me perdonen por ello XD
Disculpen por los posibles fallos y gracias por leer :D
Sin respuesta
Ya se sabe que nunca es como en las películas ni como en las novelas, mucho menos como en un maldito manga. Nunca puedes lucir impresionante, ni hablar genial ni reaccionar genial porque los sinsabores de la vida cotidiana suelen hacer estragos hasta en el espíritu más entusiasta.
Y vaya si el espíritu de un estudiante universitario que sigue la carrera que le gusta y no debe trabajar para sobrellevarlo se muestra entusiasmado. Pero, como queda dicho, siempre hay lugar para la desmoralización cuando la situación lo requiere. El amor es una de esas situaciones.
¿Qué es lo que se debe hacer para conseguir el amor de una persona? O mejor, ¿qué debe hacer uno en principio para lograr enamorarse? Papá y mamá pueden darse el lujo de mantener un hijo universitario, pero nunca han tenido las respuestas cuando son los sentimientos los que apremian.
Aunque mejor dejemos a mamá y papá de lado. A fin de cuentas se trata de mi propia vida. Si todavía no he hallado las respuestas apropiadas quizá se deba a mis limitaciones emocionales y no a los naturales defectos de cualquier tipo de crianza.
Tampoco entre los amigos se puede encontrar respuesta. Mucho "hilo negro del destino", pero ni Ozu ha conseguido sacarme del pozo de la incertidumbre. En todo caso, no ha hecho más que hundirme profundamente en él con el único objeto de resaltar sus supuestas capacidades de superhéroe existencial.
Ni siquiera entre los sabios y los mayores he alcanzado a vislumbrar un atisbo revelador. La anciana con pretensiones de pitonisa no hace más que repetir una vaga aserción a cambio del presupuesto paternal, y el profesor más cercano sólo sabe divagar sobre aspectos trascendentales que apenas puedo comprender. Maldita sea mi suerte.
Sé que la vida es inquietud, riesgo, contradicción, vértigo, desasosiego, ensayo y error… pero a veces tengo la sensación de que en mi caso esta trillada sentencia ha adquirido dimensiones apocalípticas, como si corriera sin rumbo entre los meandros de un creciente e intricado laberinto. Y ninguna de las elecciones que tomo me conducen hasta la salida, ni los giros y vueltas a empezar parecen ser los correctos.
Y todo por conocer el amor… Qué difíciles, qué arduos, qué problemáticos pueden resultar los caminos. ¿O es uno el enrevesado? ¿No será que es uno mismo el que termina enredándose entre sus propios recelos, anhelos y aprensiones? ¿No será uno el que termina confinado entre los muros de sus propias ansiedades?
Quién podría saber la respuesta. Quizá la solución sea concentrarse en el estudio, en el presente, en la vida del estudiante universitario gratificado por seguir una carrera de su gusto solventada por sus padres. Y dejar el amor para después.
Ahora que lo pienso, la semana próxima tengo tres parciales y me aguardan varios apuntes que estudiar. Tal vez Akashi-san quiera repasar conmigo. Una elección tan sencilla como enfocarme en lo que tengo delante de mis ojos seguramente no pueda acabar mal.
