Descargo de responsabilidad:

Bueno, no soy japonés… ni siquiera soy hombre, así que obviamente Naruto no puede pertenecerme. Una lástima :/

Sinopsis:

Después del sacrificio de los únicos amigos que le quedaban, Sakura despierta en su cuerpo joven de doce años. Es débil pero tiene el conocimiento para impedir que el mundo corra el mismo destino anterior. La insuficiencia de habilidad es sólo temporal y Konoha pronto no sabrá lo que la golpeó.


Reminiscence

I

Comienza el entrenamiento


"Con un lienzo nuevo puedo crear un paisaje que no esté condenado a quemarse"


Sakura resopló. Ese imbécil de Naruto, pensó pisando hasta su casa. Si él no fuera tan estúpido, Sasuke-kun no se hubiera ido tan pronto… ¡y yo podría haberle invitado a una cita! Haciendo una mueca, ella bostezó. Curiosamente, el sueño comenzó a extenderse rápidamente. Pero no había hecho gran cosa. Nada en realidad, reflexionó. El día había sido normal, con el ninja cabeza hueca e hiperactivo peleándose con su genial amor, Kakashi-sensei leyendo el condenado librito naranja y ella observando de reojo a Sasuke-kun.

Suspiró. ¿Qué tenía que hacer para que la mirara por una vez? ¿Cuándo se daría cuenta de todo lo que hacía para lograr su atención?

Algo frustrada, se dejó caer en su cama. Estaba demasiado cansada ahora, luego se levantaría y tomaría un largo baño de burbujas y pondría en condiciones su cabello. Su madre le había comprado un shampoo de lavanda, recordó distraídamente antes de caer en un profundo sueño.

-Sálvalos… Cambia… sálvalo… hazte fuerte… abre los ojos… sálvalos… no seas débil…

¡Levántate y deshazte de todas las amenazas!

No seas patética.

La información está allí. Todo está en tu mente. ¡Abre los ojos y transfórmate!

Vamos, empieza de nuevo. Tienes sólo una oportunidad ahora.

Diez minutos más tarde Sakura despertó. Parpadeando a su alrededor, miró primero detenidamente cada rincón de su habitación y saltando de un solo brinco, se precipitó hacia el espejo. Su pelo de algodón de azúcar estaba largo y sus ojos brillaban como alguna vez lo había hecho.

Observándose, una sonrisa quebró su rostro antes de echarse a reír histéricamente. ¡Lo había logrado! Ese maldito jutsu había funcionado. Estirándose con satisfacción, se encaramó en su armario para sacar un par de prendas y fue a tomar una ducha rápida. Terminando, se vistió con lo que sería su nuevo traje ninja.

El vestido rojo no era conveniente. El diseño era algo incómodo para varias acciones que realizaría y el color se destacaba fácilmente en cualquier entorno, excepto que fuese alguna tierra donde la nieve fuese rosada o estuviese llena de bochas gigantes de helado de frutilla. Como nada de eso existía –lamentablemente- probaría con algo más sutil, algo más para una kunoichi.

Las mayas negras eran un clásico así que lo único que estaría cambiando sería la parte de arriba. Un top verde oscuro con mangas que caían casualmente hasta sus codos era perfecto para esconder armas en sus hombros y la anchura permitía un movimiento valorado. Sólo por las dudas incluyó una mini camiseta blanca de tiras finas debajo de todo.

Mucho mejor, pensó. Por último decidió atar su cabello en una trenza, no le estorbaría. Además, siempre había pensado que las colas de caballo eran más de Ino-cerda. No quería que pensase que la estaba imitando. Sakura se vestiría de naranja flúor y proclamaría su amor por el sushi a toda Konoha antes de hacer algo así.

Picoteó un par de onigiris deliciosos antes de caminar a la Academia. Fue fácil encontrar a Iruka-sensei, quién ya parecía estar yéndose a su casa. Caminando rápidamente hacia él, lo llamó:

— ¡Iruka-sensei! —su voz lo detuvo, y cuando se dio la vuelta pareció sorprendido antes de reconocerla. No había muchos con el cabello rosa después de todo— ¿Puedo detenerte un momento?

El hombre sonrió— Hola, Sakura-chan, gusto en verte. ¿En qué puedo ayudarte?

Juntando sus dedos, ella miró tímidamente a través de sus pestañas— Bueno, yo me preguntaba si usted podría recomendarme a alguien para entrenar en taijutsu y genjutsu, si no es mucha molestia, claro—añadió, con suavidad.

Pensante, él la miró con curiosidad antes de responder— Mmm. ¿No deberías de entrenar con tu equipo, Sakura-chan? —se arrepintió de sus palabras cuando ella forzó una pequeña sonrisa triste en su rostro.

— Yo no soy lo suficiente buena para luchar contra ellos, Iruka-sensei. Yo…—suspiró— no soy una gran kunoichi en realidad. Lo único que tengo es mi control de chakra y la inteligencia, que es nada contra la fuerza y los miles clones que Naruto puede crear, ni hablar de los jutsus de fuego y las habilidades de Sasuke-kun —esta vez ella clavó sus ojos en los de él, una determinación brillante en el mar verde— pero eso va a cambiar, Iruka-sensei. Tengo que esforzarme más, no quiero quedarme atrás. No quiero volver de una misión si rasguños por que no peleé, no quiero ver las espaldas de mis compañeros mientras avanzan y me dicen que todo estará bien porque van a protegerse —negó airadamente—. Así que por favor… ¿puede decirme dónde puedo encontrar a alguien que pueda entrenarme en ello? Si no… iré a preguntar por allí. Me han dicho que Anko-san es muy fuerte—añadió, por último.

El orgullo de su discurso se vio en la mirada del maestro antes que ella mencionó el nombre de la mujer, palideciendo él movió la cabeza de lado a lado— ¡Eso no es necesario, Sakura-chan! Gai-san puede ayudarte con tu taijutsu y sé que Kurenai-san es una experta en la ilusión y engaño. Ambos tienen su propio equipo pero sé que si le pides podrán ayudarte. Gai-san siempre está en la pista de entrenamiento cinco y Kurenai-san vive frente a la biblioteca. Su casa es la de rejas negras—finalizó, con una sonrisa amplia.

Agradecida, ella lo sorprendió con un enorme abrazo y un "gracias" espontáneo antes de echar a correr, dejando al hombre ligeramente confundido pero orgulloso. Al parecer, la flor comenzaba a florecer.

En su camino hacia el campo de entrenamiento designado, Sakura sonrió con nostalgia. La última vez que había visto a su antiguo mentor había sido en medio de la guerra, cuando él había interceptado un ataque del enemigo dirigido a uno de sus pequeños alumnos. Ella no había podido salvarlo.

Sus puños se apretaron con fuerza antes de suspirar y mirar al cielo. Por eso estás aquí, se recordó, para que eso no suceda. Pero para poder hacer algo tenía que volverse fuerte, no servía tener todo el entrenamiento en su memoria si su cuerpo estaba odiosamente débil. Tenía que entrenar pronto, cuanto antes mejor.

Detener a Sasuke de irse de Konoha sería más fácil si ella podía hacerle ver que también podía hacerse fuerte en su aldea. Igual, si eso no funciona… mis puños hablan muy bien, alegremente ella se imaginó la escena donde sería él el desmayado.

Pronto llegó a su lugar de destino, encontrándose a un hombre adulto vestido de un traje verde elástico haciendo flexiones. Cerca de él, un muchacho de aspecto muy similar lanzaba patadas al aire gritando sobre "el poder de la juventud". Con una gota de sudor se preguntó si eso era realmente muy buena idea.

Bueno, no podía hacer otra cosa. Se acercó con tranquilidad hacia ellos.

— Esto… señor—llamó, deteniendo el ejercicio del mayor— ¿es usted Gai-san?

Él se levantó de un salto antes de sonreír, casi cegándola con el brillo de sus dientes— ¡Así es, señorita! ¡Soy la sexy bestia verde de Konoha! —alzando el pulgar, guiñó uno de sus ojos.

¡Sé valiente! — Yo, bueno, me preguntaba si podría ayudarme con mi taijutsu. No soy buena en eso pero me encantaría aprender de alguien como usted, si no le molesta—ella le dio una de sus miradas de "cachorrito abandonado", debajo de sus pestañas.

— ¡Eso es una gran sorpresa! —sonrió ampliamente. Sakura resistió la tentación de cubrirse los ojos con su brazo— ¡Por supuesto que sí, bella flor! ¡Lee, ven aquí! —el chico se acercó rápidamente hacia ambos— La señorita…—Sakura— Sakura-chan nos acompañará en nuestro entrenamiento, ¡que la juventud arda en nosotros! ¡enseñémosle su poder!

Recibió una respuesta similar del niño de grandes cejas antes de que la autoproclamada Bestia Verde le ordenara correr cincuenta vueltas para comenzar. No esperando menos, ella obedeció con una enorme sonrisa.

Terminó tres horas después, de correr, saltar, patear, esquivar y cansarse hasta la muerte. Quedó para volver el otro día a esa misma hora y luego se dirigió hacia su casa. Ducharse nuevamente, se vistió con otro traje de ninja e hizo su camino bajo las estrellas hacia la biblioteca. Quería hablar con la maestra de los genjutsus y luego buscar un par de pergaminos sobre técnicas médicas, todo para la cubierta.

Ella sabía más que todos los textos juntos sobre ese campo, después de todo.

Localizando la casa con las rejas negras, golpeó suavemente y esperó. Una mujer muy bella de cabello negro salió a su encuentro.

—Buenas noches, ¿se encuentra Kurenai-san? —preguntó, respetuosamente.

— Yo soy. ¿Puedo ayudarte?

— Si no es molestia, me gustaría aprender sobre genjutsus con usted. Iruka-sensei me ha dicho que es la experta en ese campo.

La solicitud parecía honesta y había un brillo determinado en sus ojos que la hizo asentir— Te veré mañana a las diez de la mañana. No llegues tarde.

Despidiéndose, ella desapareció hacia adentro y Sakura se deslizó hacia en frente, sonriendo felizmente. No fue difícil conseguir entre los libros algunos sobre técnicas de ninjutsu médico y jutsus de agua y tierra. Era una bendición saber ya sus naturalezas.

Ya en su casa, se puso su piyama y rodando en la cama adoptó una posición cómoda para leer. El jutsu clon de agua sonaba bien para ella. Ya lo pondría en práctica el día siguiente, cuando no estuviese exhausta. También tendría que practicar sus otras técnicas también, aunque no podría abusar ya que la Sakura de catorce años no tenía ni la mitad de chakra que la de diecisiete.

Era una suerte que debido al jutsu que había usado éste se incrementaría más rápido. No era para presumir, pero siendo una ninja médica su reserva era grande, aun si no tenía una línea familiar como el clan Uchiha o un monstruo en su interior.

Bostezando, repasó mentalmente los sellos para el jutsu de agua antes de quedarse dormida.

Sus padres no volvieron esa noche.

Se levantó temprano a la mañana siguiente, encontrándose con una nota en la cocina de su madre. Ambos regresarían dentro de una semana ya que debían atender un par de negocios en la Villa del Maíz, ubicada entre Konoha y la Villa del Té.

Acostumbrada a sus faltas se preparó su desayuno y luego, vestida con su equipo ninja se dirigió hacia un campo de tiro vacío. Se dedicó a pulir su puntería hasta que la hora de verse con su nueva sensei llegó. Recordando que no debía llegar tarde, se precipitó por las calles como un borrón rosa. Al parecer, su velocidad mejoraría en poco tiempo. Ella lo agradeció.

Fue recibida por la mujer, quien la llevó hasta su patio y vendó sus ojos.

— El genjutsu es el arte ninja de crear ilusiones, de engañar a tus enemigos utilizando sus propios sentidos en su contra—comenzó, su voz suave y armoniosa— por ende, para utilizarlos primero debes saber cómo descubrir uno. La vista es a menudo razón por el que se cae en un genjutsu por lo que no debes de depender de ella. Sabiendo eso empezaremos para desarrollar la detección de ilusiones con tus otros sentidos.

La lección inició y dos horas después Sakura se sentía orgullosa de haber progresado, sorprendiendo incluso a su maestra. Parecía casi natural en ella desactivar las ilusiones una vez que le había agarrado el truco, con los ojos tapados y dependiendo básicamente de su oído y nariz.

Su próxima lección con ella, Kurenai le prometió enseñarle un par de genjutsus e incluso le recomendó algunos libros que le ayudarían. Fue una chica feliz quien se dirigió hacia el bosque, tenía bastante tiempo para practicar hasta que fuesen las siete, la hora de reunirse con el dúo de locos.

Riendo entre dientes, se enfrentó en un claro a un río. Concentrando su chakra en la planta de los pies probó caminar en el agua. Tenía entre sus recuerdos viejos que aún no habían pasado como lo había logrado en el tercer intento. En cambio, en esa ocasión fue a la primera.

Deslizándose sobre la superficie líquida notó que era más divertido patinar que correr. Había sido un buen comienzo en realidad, pero lo que realmente quería hacer era intentar hacer un jutsu mientras tenía que concentrarse en no dejar de enviar equilibradamente chakra a sus pies.

Repitiendo las señales con las manos que recordaba, pronunció— ¡Estilo de agua: jutsu cañón de agua! —a sus palabras una bola de tamaño mediano salió del río y se impactó contra el árbol más cercano, quebrándolo. Había estado bien. Pero… si quería causar daño al oponente el ataque tendría que ser más rápido y mortal.

Pensando en eso, cerró los ojos y volvió a realizarlo. Ésta vez el tamaño de la técnica fue más grande y veloz, pero no lo suficiente. No se iría de allí hasta lograr mejorar. Y así, con ese pensamiento pasó varias horas allí, hasta que cansada tomó un descanso y se tiró debajo de un árbol.

Las ramas tapaban el cielo pero no le importó, su mente estaba en otra parte.

—"La misión de la tierra de las Olas aún no ha sucedido, por lo que me deja dos años para prepararme para el examen Chunnin, la aparición de Orochimaru y la invasión de las Aldeas del Sonido y de la Arena—suspiró— si al menos podría avisarle al Hokage… pero no puedo revelar mi posición. Tendré que encargarme de la serpiente pero tampoco puedo abandonar a mi equipo en ese maldito bosque, pero tengo que impedir que Sasuke sea marcado. Me pregunto si debería darle la información ahora… aunque no sé si podría ir a su casa y decirle 'Buenos días, Sasuke-kun, sólo vengo a comentarte que deberías dejar eso del odio a un lado. ¡Espera, no cierras la puerta! Verás, tu hermano en realidad se sacrificó por la paz de Konoha. Así es, la masacre de tu clan estuvo a cargo del Consejo y del Tercer Hokage. Lo siento'—bufó. El chico se clavaría un kunai en el corazón y abrazaría a Naruto antes de creerse eso.

Ojalá las cosas fueran más simples, no evitó pensar. Pero era un pensamiento egoísta, tenía suerte de poseer esta oportunidad. Shizune-san y Shikamaru se habían sacrificado para que la tuviese. Apretando los puños se levantó, no podía darse el lujo de perder tiempo. Tenía los días contados y ella apenas tenía una maldita técnica.

Aún era más débil que Naruto y Sasuke aunque tuviese todo el conocimiento en su cabeza. Al menos sabía que gracias a eso podía avanzar más rápido. Asintió para sí, no pensaba rendirse. Debía de dar lo mejor… por ella y por todos.

Atrapando un pez se dedicó a volver a aprender sus jutsus médicas. Los necesitaría para los próximos años. O semanas, reformó, acordándose de lo sucedido en la misión del constructor de puentes. Quizás debería de intentar salvar a Zabuza y a Haku. Quizás sólo a Haku. Después de todo, el asesino de la niebla era un criminal ninja buscado y no podía verle mucho futuro. No es como si salvándolo se arrepentiría de todo lo hecho y se uniría a Konoha, jurándole lealtad o algo así.

Los milagros suceden, sin embargo.

El sol comenzó a ponerse, y Sakura había sanado a cinco peces. Con satisfacción personal se encaminó hacia su próximo destino, sabiendo que no sería tan fácil como el resto del día lo había sido. Después de todo, su resistencia y agilidad eran una mierda.

Preparándose mentalmente ella llegó hacia el especialista en taijutsu. Sería una larga tarde.

Dicho y hecho.

Eran las diez de las noche cuando pudo llegar a su casa, desecha y con la única intención de bañarse y dormir hasta tarde. Lamentablemente, sus sueños no fueron tan tranquilos.

Estaban en una cueva, con el olor a humedad y sangre filtrándose por todos lados. Con el chakra que le quedaba curó la herida del costado de Shizune, quien apenas parecía estar consciente y despertó a Shikamaru. Él estaba peor que ella pero mejor que la otra mujer.

Acomodándose contra la pared sacó de un bolso una botella de agua y dio de beber al chico.

Sa-kura—su voz estaba gastada y quebrada. Suavemente, se las ingenió para taparlos con una manta algo rota que le había quedado¿cómo está Shizune?

No creo que aguante mucho tiempo másmurmuró, con honestidad dolorosa. Las lágrimas intentaron salir pero no las dejo.

Ella me dijo que tenía un planél comenzó, tosiendo roncamenteme dio un pergamino… puede proporcionar una oportunidad.

Los ojos de ella se ampliaron en shock y jadeó— ¿Q-qué?

El ninja genio se esforzó para sonreírle, probablemente por última vez y sacó de su bolsillo temblorosamente un papel gastado envuelto en hilos rojos. Aceptándolo, lo abrió con cuidado. Sakura abrió la boca y luego negó fervientemen.

¡Shikamaru! No puedes estar hablando en serio… ¡de ninguna forma! Se necesitan dos sacrificios para esto… ¡y ni siquiera hay constancia de que se pueda hacer!

Ignorando sus palabras él contó Era de Tsunade-sama… y debes usarlo, Sakura, es nuestra única oportunidad… ¿o es que piensas que podemos hacer algo contra Madara Uchiha?

Ella no dijo nada. No, ninguno podía lidiar siquiera con un gennin en ese momento.

Haz-lo, Sa-kura-chan, con-contamos contigola mayor de ellos se arregló para decir.

Y ella lloró, porque tenían razón y no había otra esperanza. Porque para lograrlo tendría que llevar a la muerte a sus últimos amigos. Lloró porque sería la última vez que lo haría, deseando tener la ilusión de ellos.

Al final lo hizo.

Se despertó abruptamente. La ventana estaba abierta y mostraba un cielo negro lleno de estrellas. Se enfocó allí, intentando dejar de lado el dolor. Había podido aguantar bien los últimos días pero debería de haber sabido que tarde o temprano sus recuerdos vendrían por ella. Abrazó su almohada y escondió su cara.

— "Lo siento, Shizune-san, Shika… lo siento tanto"—no dio tregua a las lágrimas. Había hecho una promesa.

No podría volver a dormir así que daría una vuelta por la Aldea, necesitaba despejar su mente… y ver a Konoha sin tantas llamas y sangre.

Desapareció por la ventana, saltando por los techos sigilosamente con el viento golpeando suavemente su rostro. Se detuvo frente a la montaña Hokage, aspirando profundamente sonrió al notar que la cabeza de la Quinta faltaba allí. Shishuo. Más tranquila caminó hacia el campo de entrenamiento del equipo Siete.

Estaba vacío, tal como lo esperaba. Soltando un suspiro, acarició distraídamente su antebrazo derecho. Pero el sonido de una rama quebrándose la alertó y con el vestigio de sus sueños lanzó rápidamente un par de sembons hacia la oscuridad antes de siquiera pensar en ello.

Un niño sorprendido interiormente salió a su encuentro. A penas había podido esquivarlos… y había sido ella quien lo había atacado.

Sakura parpadeó ante la figura de su compañero de equipo, rápidamente le dio la espalda. No estaba lista para hacerle frente en ese momento así que se deslizó entre los árboles, el rosa perdiéndose en las ramas. Dio un gran rodeo para despistarlo y finalmente regresó a su hogar.

No cerró la ventana a sabiendas que él no sabría su dirección. Acostada en su cama pensó en la excusa que le daría al chico sobre su ataque y su escapada. Luego se echó a reír. Ella era una molestia para Sasuke Uchiha, él no asumiría que había sido dejado atrás por una chica débil que apenas podía pasar la prueba de resistencia de Kakashi-sensei.

Negó lentamente. Era la primera vez que se alegraba de que la veía así. Facilitaría las cosas hasta que ella le hiciese morder el polvo. En realidad, era una buena idea. Si podía mostrarle que hasta ella podía hacerse fuerte había más oportunidad de que él decidiese entrenar con su equipo y no planear fugarse con un tipo que ansiaba su cuerpo.

Hizo una mueca. Eso sonaba un poco mal… aunque no podía apartar ese pensamiento. Naruto siempre había bromeado acerca de ello, que el prodigio Uchiha era en realidad un bateador del otro lado.

Su primer beso fue con Naruto después de todo. Con esas palabras corriendo por su mente durmió un par de horas más. Una pequeña sensación de que se había olvidado de algo intentó picarle pero lo ignoró.

Eran las once cuando se movió finalmente de la cama.

¡Teníamos una reunión hoy con el equipo siete! Una voz molesta que hace mucho no escuchaba le recordó.

El cepillo cayó de sus manos mientras pestañeaba con incredulidad—¿Inner?

¿A quién más esperabas escuchar en tu cabeza? ¿Al Kyubbi?

— "Sólo estoy sorprendida, hace años que no te oía. Dulces años de gloria—añadió con burla.

¡Calla y apúrate! ¡O llegaremos más tarde que Kakashi-sensei!

Sakura río—"Como si eso fuera posible".

Teníamos que estar allí hace dos horas.

—"¡Mierda!"


Gracias por leer.

Les agradecería saber su opinión :) ya saben que una autora con comentarios es una autora feliz, y alguien feliz actualiza más rápido :DD

Pst. El próximo capítulo es más divertido ;)