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Por: GirlSchiffer


Pareja: Levi x Petra.
Disclaimer: Shingeki no kyojin y sus personajes no son de mi posesión, estos pertenecen a Hajime Isayama. Lo único que me pertenece es el fic.

Rated T

Advertencias: Lenguaje soez, violencia, sangre, insinuaciones sexuales, etc. Este fic contiene un alto contenido de spoilers, por lo tanto te pido de la manera más amable que si no has leído la manga eres responsable si decides leer este escrito.

Aclaraciones: Este fic es un AU (Universo Alterno), en el cual se mostrara que pasaría si Petra no hubiera muerto. También, algunos personajes pueden parecer OoC.

N.A.: Esta idea surgió gracias a los miembros del grupo "Rivetra Fans" de Facebook, así que prometí escribir sobre ello. El número de capítulos del Fic es incierto, porque realmente estoy interesada en escribir acorde a los números que han salido de la manga y los que saldrán.


Capítulo I: Sobreviviente.
"Nadie sabe en realidad que es lo que tiene, hasta que enfrenta el miedo de perderlo para siempre."


Habían perdido a Gunter, sin embargo siguieron luchando con seguridad. Cualquiera que los hubiera visto juraría que tenían ganada la batalla, pero no fue hasta en el último momento cuando la titán regeneró uno de sus ojos y logró atrapar a Erd con su boca; matándole al instante, esto causo que solo quedaran dos de los cuatro miembros del escuadrón de Levi.

Petra por su parte no lo podía creer, estaba aturdida. ¿Cómo lograron irse tan rápido? Sin duda dos grandes personas se habían ido, arrebatadas en segundos, pero aun así no podía rendirse. Sin embargo, mientras su mente pensaba algo, su cuerpo reaccionaba diferente; tenía miedo. Estaba segura que si seguía así terminaría igual que Erd y Gunter.

Enredada en sus pensamientos su vista al fin captó como aquel monstruo escupía el cuerpo de su moribundo compañero, ella apretó sus cuchillas y dio una maniobra baja, tenía que recuperarse lo antes posible, tenía que seguir el plan, unir fuerzas con Auruo; conservar la mente fría y segarle de nuevo. Pero, ¡maldito cuerpo el suyo! No podía pensar claramente, su temor la vencía poco a poco y el nudo en su garganta incrementaba. Era insensato creer que su adversario pudiese regenerar un ojo rápidamente; tal vez, incluso al ser de un grupo de élite, les faltaba tanto por ver. La chica intento reformular una nueva estrategia lo más rápido posible, se aisló del mundo por un momento, pero a pesar de tanta concentración le era inevitable temblar de pies a cabeza, su equilibrio se perdía y la desesperación le invadía.

—¡Petra! ¡Endereza tu equilibrio rápido! —un atemorizado Auruo gritó, tratando de despabilar a su compañera.

La chica volteó, sus ojos reflejaban histeria. "Si tan solo hubiera sido más rápida" le fue tarde para moverse, un pie venía hacia a ella, y no pudo evitar abrir los ojos ante una inevitable muerte.

Pero el destino se las jugó, y un fallo repentino en su equipo tridimensional ocurrió en segundos, segundos en los cuales la titán hembra no pudo reaccionar. Su tanque de gas izquierdo explotó, y con tal liberación, esta salió impulsada hacia el lado derecho. Esquivando así el golpe de gracia; golpe que fue recibido por el árbol. Su gancho de maniobra seguía atorado en el tronco, por lo cual el empuje la regreso a tierra rápido, rodó estrepitosamente por el suelo, golpeando su cabeza fuertemente con una roca cercana; como era de esperarse la herida no tardó en sangrar. La titán al observar lo que acababa de ocurrir, no dudo dos veces en acercarse para acabar con la vida de la soldado como si de una cucaracha se tratase, pero este plan se vio interrumpido por un ágil rubio, que aprovecho la oportunidad para acercarse al cuello del adversario. Atacó con cólera, pero sus cuchillas se rompieron al instante en el que hicieron contacto con el cuello de la titán. Los ojos de Auruo se abrieron en total asombro, y se quedó petrificado. "Si no puedes tocar su punto débil, ¿cómo vencer a algo así?".

Respiro por última vez, después sintió el golpe de su verdugo. Calló al suelo destrozado, mientras manchaba el verde pasto de color carmesí. Al acabar con su vida, la titán volvió hacia Petra, decidida a pisarle; no permitiría que se interpusieran en su camino. Pero no se dio cuenta que Eren estaba cerca de allí.

—¡Voy a matarla! —gritó el moreno con todas sus fuerzas, mientras mordía su mano y de un instante a otro corría en su forma titán, atacando al enemigo; evitando así que matara a la última del élite.


Levi recorría el bosque en busca de su pelotón, pero esto se vio interrumpido cuando un fuerte rugido retumbó en el centro de la arboleda. Cambio su ruta dirigiéndose al lugar donde provino dicho sonido. Él estaba seguro que si Eren se transformó en titán es porque algo malo estaba pasando, se tensó al creer lo peor.

Al adentrarse más, observó un cuerpo inerte, colgado de un árbol. "Gunter" pensó al pasar a su lado, un escalofrío le invadió y su mandíbula se apretó; sólo rogó a que los demás estuvieran bien.

Más adelante sus esperanzas se fueron, al ver el cuerpo de Erd y Auruo esparcidos por el suelo. El panorama se tiño de rojo escarlata, el olor metálico característico de la sangre no tardó en verse presente en la pequeña zona donde se había librado una batalla. Liquido carmesí, cuerpos que abandonaron la vida y dejaron a tras a sus seres queridos y ojos sin brillo eran parte del adornado del paisaje. Y él, a pesar de ser considerado frio, no dudo en maldecir por lo bajo. Una punzada en su corazón se hiso presente y un dolor insoportable invadió su ser, quería creer que no era cierto; pero la realidad estaba allí, el detenerse a negarlo no lo haría verdad.

—Maldita zorra —insultó con rabia.

Siguió su camino; mantuvo la calma aunque su mente se estuviera haciendo añicos por tanta presión, los recuerdos de Farlan e Isabel le invadieron en tan poco tiempo. Entonces fue cuando recordó a la única mujer de su escuadrón y se atormentó pensando en donde pudiese estar. Por un momento se llenó de ilusión, había posibilidades de que Petra aun siguiera con vida; pero él siempre detestó las posibilidades. No pondría fe en un pensamiento cuya mente le planteó para que no se derrumbara por completo. Si lo hacía, el simple hecho de saber que se equivocó lo destruiría.

Avanzó cauteloso, le fue inevitable no buscar a su camarada con la mirada. Al cruzar un árbol, encontró un cuerpo tumbado en el suelo. Suspiró derrotado, sentía que el alma se le iba, sentía que si tan solo no hubiese sido tan idiota podría haberle dicho a su pelotón lo orgulloso que estaba de ellos e hubiese tenido la fuerza para decirle a Petra lo especial que era en su vida. Pero ahora, gracias a ese monstruo se habían ido, pasó alado del cuerpo y la miró una última vez, pero se detuvo en seco. Regresó al punto rápidamente y aterrizó en el suelo. Le había visto moverse, su corazón palpitó aún más rápido de lo normal, una parte de él volvió solo por creer que la mujer aun estuviese con vida. Tal vez su cara no mostrara sentimiento alguno, pero por dentro estaba llorando de alegría.

Se hincó alado de la joven; su cabello estaba teñido de escarlata. Examinó su cuerpo, suponiendo que debería tener un par de lesiones, parecía como si hubiese caído desde una altura no tan alta. Pero lo que hacía su vida crítica en ese momento era la herida en su cabeza, la cual no dejaba de sangrar, el césped se teñía cada vez más de carmesí. Revisó su pulso, era irregular, estaba noqueada e inconsciente por la pérdida de sangre; no cabía duda, que ella aun estuviese allí era un golpe de suerte. Sacó un pañuelo que tenía guardado y lo colocó en la herida intentando detener la hemorragia por un tiempo, tenía que cerrar la lesión; por desgracia, no había nada a mano para atenderle enseguida, tendría que limpiar e impedir que se desangrara más.

Cuidadosamente tomó a la joven lo más delicado que pudo entre sus brazos, le quitó lo que quedaba de su equipo de maniobras y se elevó en busca de los caballos. No tardó en encontrarlos, bajó y la tendió en el suelo, corrió a su caballo, saco una bolsa de primeros auxilios; rara vez la había ocupado, pero no estaba de mal ser precavido.

Se acercó a ella, comenzando así la labor de limpiar y controlar la hemorragia. Al terminar esto enredó la venda en su cabeza con delicadeza y respiró aliviado.

Aún seguía con vida.

No pudo evitar estrecharla en brazos, era lo único que le quedaba, su última salvación, la única cosa que logro sobrevivir estando tan cerca de él. Y fue por ello, que esta vez se prometió no ser un idiota con ella. La apreciaba demasiado, había aprendido a aceptar ese sentimiento con el paso del tiempo; aun así eran soldados, tenían que vivir en la realidad y no en los cuentecillos de hadas que solía leer Hanji de vez en cuando.

Pero estuvo contento, esta vez no estaría tan soló, si ella hubiera muerto no lo soportaría; se había acostumbrado a la cálida compañía de su élite, y ahora, Petra era lo único que quedaba. Acarició su pelo con delicadeza, manchando de sangre aún más su uniforme, miró a Petra al sentir que se removía en sus brazos.

—Capitán... yo... lo siento, falle —musitó con los ojos medio abiertos—. P-pero... Pero, quiero... quiero que sepa... que… —una solitaria lágrima resbaló por su mejilla, y Levi abrió los ojos, era extraordinario que después de semejante golpe, la chica pudiese estar consiente.

—Lo has hecho bien, Petra. Ahora descansa —le interrumpió, ella sonrió en respuesta y perdió la conciencia de nuevo.

Un crujir se escuchó de nuevo en la arboleda; entonces recordó que había olvidado algo.

—Maldición —rechinó los dientes y se reincorporó buscando un lugar donde poner a salvo a la chica mientras iba a inspeccionar lo ocurrido.

La batalla casi llegaba a su fin, pero Mikasa se interpuso en su camino; su sed de venganza la obligó a querer matar al titán. La joven estuvo a punto de morir, pues esta alzó su mano en busca de matarle, Levi no lo permitió, se cruzó en el camino, recibiendo un fuerte golpe en el pie, apretó los dientes ignorando el dolor y se dispuso a dar su último ataque. Rodó ágilmente y desgarró la boca del enemigo. Como era de esperarse, Eren estaba dentro, lo tomó lo más rápido que pudo y dio orden de retirada.

Mikasa dudó, pero aun así lograron salir de allí. Levi al voltear vio al enemigo llorar, se extrañó. Aun así, se sentía satisfecho, lo merecía después de todo, ella acabo con su élite y muchos soldados del escuadrón. Tres de sus mejores hombres se habían ido ese día y solo uno quedaba. Se estremeció al sentir una punzada de dolor en su pie.

—Toma a Eren y reúnete con los demás. Dile a Erwin que envié soldados, y una carreta. Que disparen una bengala cuando estén dentro del bosque, yo sabré como darles aviso de mi ubicación.

—¿Qué es lo que piensa hacer?

—No te incumbe, solamente acata la orden.

—Bien.

La joven tomó a su hermanastro y se alejó rápidamente, pues el moreno necesitaba atención médica.

Hanji y dos soldados más no tardaron en adentrarse al bosque. La bengala de aviso se disparó, a los cuantos minutos otra llegó en respuesta. Los soldados avanzaron hasta el punto, y se encontraron con el capitán. Pero la escena que se veía, a cualquiera le sorprendería. Levi se encontraba parado con Petra en brazos, su uniforme estaba manchado de sangre; tres cadáveres estaba cubiertos con mantas (las cuales Levi consiguió del equipaje de los caballos) se encontraban en el suelo y seis caballos los cuales estaban a la espera de sus dueños.

—Levi ¿qué paso aquí? —preguntó Hanji saltando de su caballo.

—Nada que te importe, cuatro ojos —frunció el ceño, intentando verse lo más sereno posible—. Ustedes dos —llamó a los soldados—, monten esos cuerpos a la carreta.

—¡Si capitán! —contestaron los dos al unísono.

—Fue la titán hembra ¿cierto? —Hanji se le acercó—. Vaya, parece que tenemos una sobreviviente —señaló cabizbaja a Petra—. L-lo siento Levi, no tienes ni idea de cuánto, pero por lo menos murieron cumpliendo su deber.

—Cerrando tu boca me ayudarías bastante, cuatro ojos —caminó con la chica en manos, cojeó por un momento y Hanji no lo pasó por alto.

—Estas herido…

—No es nada, debemos irnos.

Subió a Petra en la carreta; confiándosela al soldado que iba a bordo de esta. Sin más, montaron sus caballos y se alejaron. Levi no dijo ni una palabra más, solo se limitaba a ver a Petra de vez en cuando, agradecido de que por lo menos aquella chica de pelo marrón estuviera con vida.

La legión se encontraba varada en un campo amplio lejos del gran bosque, pero cerca de árboles que ayudarían a acabar con los titanes que se acercasen a su posición. Mikasa se encontraba sentada alado de Eren, mirando de vez en cuando como apilaban los cuerpos de los soldados caídos, para después subirlos a los carros. Agachó la cabeza, sin duda, aquella expedición arrebató muchas vidas para defender a solo una y lograr capturar a un traidor. Caballos se acercaron por el horizonte, y distinguió a Levi entre uno de los jinetes. ¿Qué habría hecho? ¿Para que necesitaba arriesgar la vida de más soldados? ¿Por qué le hacía perder el tiempo al comandante Erwin? Aquellas preguntas rodaban por su cabeza, estaba enojada; pero agradecida, pues si no hubiese sido por el molestó hombre podría estar muerta.

Erwin se percató de la llegada de su camarada y caminó lentamente a él. Observó cómo bajaba del caballo y flaqueaba un poco.

—¿Estas herido? —preguntó.

—No es nada —contestó fríamente.

—¿Para qué necesitabas la carreta?

—¿No es obvio idiota? No iba a dejar a mi escuadrón regado por el maldito bosque, después de todo, ellos cumplieron con su deber.

—Yo, lo siento tanto —el rubio posó una mano en el hombro del azabache pero este retiro el agarre de inmediato y caminó hacia Petra.

El soldado que iba arriba del carro se encontraba bajando.

—Bien, apila los cadáveres con los demás, dile al otro que te ayude, yo me llevare a la chica —ordenó, el novato asintió cortésmente para después salir en busca de su compañero.

Hanji guardó distancia; observó como el pelinegro bajaba a Petra con cuidado y caminaba con ella en brazos. Los demás soldados se le quedaron viendo extrañados; pero este no se inmutó. Caminó hasta la carreta donde se encontraba Eren.

—Tú, abre el portillo —exclamó, para que después la chica de bufanda roja atendiera lo dicho.

—Déjeme ayudarle —pidió la chica de mala gana, después de todo no le hacía un favor a él, se lo hacía a la chica que llevaba en brazos.

—Tch, yo puedo soló —subió, pero se hincó con una pequeña mueca de dolor.

—Lo siento capitán —murmuró Mikasa—. Por lo de su pierna, fui muy insensata…

—No es nada, pero asegúrate de que la próxima vez no te comportes como niñata.

La chica no dijo nada y bajó. Observó cabizbaja como el hombre acomodaba a su camarada con delicadeza a lado de Eren, y le cubría. "¿Así que por eso quería volver?" pensó, para después prepararse para salir.

La puerta del distrito se abrió y los pocos soldados que quedaban de la legión se dieron paso entre la calle. Las personas les veían de la misma forma, abucheándolos por desperdiciar sus impuestos en masacres fuera de la muralla; las cuales para el pueblo no tenían sentido alguno, pero para esos soldados se significaban mucho.

Eren se quedó recostado mientras prestaba atención a las personas del pueblo, que decían pestes sobre la legión, apretó los puños recordando lo que había pasado; Auruo, Gunter y Erd estaban muertos. Por otro lado, Petra se encontraba a su lado, aun inconsciente. Al menos, esto no le hacía sentir tan solo.

Levi bajo de su caballo, y caminó apesadumbrado intentando que no se viese tan obvia su lesión. Un hombre se internó en la formación, y se dirigió al soldado. Este captó su presencia de inmediato extrañado.

—¡Capitán Levi! ¡Gracias por cuidar de mi hija! ¡Soy el padre de Petra! ¡Pensé en parar y darle las gracias antes de ir a ver a mi hija! —el pelinegro se detuvo para escucharle—. Mi hija me envió esta carta... ella me contó que obtuvo el gran honor de serle de algún uso para usted y que ella iba a dar su mejor esfuerzo para alcanzar sus expectativas... bueno, usted entiende... ella estaba alardeando, no entendía cuan preocupado puede poner semejante noticia a un padre. Oh, bueno... como sea... como su padre yo... estaba pensando que probablemente era pronto insistir en que ella se case, usted sabe... aun es joven y tiene toda una vida por delante…

—Señor Ral, con todo respeto y si es que he entendido lo que quiere decir, lo único que puedo aclarar es que yo no tengo nada que ver con su hija.

—Oh, ya veo, creo que iré a buscar a Petra, disculpe las molestias.

—Petra esta lesionada, no podrá verla hasta que sea tratada.

—¿Qué sucedió? ¿Se encuentra bien? —alardeó el hombre, como todo padre reaccionaria ante tal noticia.

—Sí, solo necesita recuperar fuerzas, eso es todo —sin más siguió su camino, dejando al señor Ral atrás.


Petra abrió los ojos, su mente divagó e imágenes bizarras se apoderaron de su cabeza. Imágenes que recordaba y a la vez era mejor no recordar. Miró el techo, he intentó levantarse pero una punzada de dolor invadió todo su cuerpo.

—No deberías moverte mucho, tu brazo izquierdo esta fracturado y tienes una herida en la cabeza. Pero nada grave realmente —habló una voz firme a su lado.

La chica dirigió su atención a la persona frente ella y abrió los ojos, pequeñas lágrimas corrieron por sus mejillas.

—Capitán, que bueno que este bien —sonrío.

—Creo que deberías preocuparte más por ti que por mí.

La chica bajó la mirada, y recargó su espalda en el cabecero. Se percató del enyesado en su brazo y la venda en su cabeza. Guardó silencio un gran rato, lo cual al azabache le extrañó.

—¿Te sientes bien?

—¿Dónde están los demás? —se atrevió a decir, pues presentía que algo estaba mal; siempre que ella se lesionaba despertaba con todos a su alrededor.

—¿No lo recuerdas? —él abrió los ojos.

—Solo recuerdo que nos enfrentamos al titán hembra, si estoy aquí es por que ganamos, ¿no es así? —le vio esperanzada.

—Petra, nuestro élite… ellos murieron —fue lo único que logro decir.

—Ya veo —miró la sábana, pequeñas gotas chorrearon de sus ojos—. Me gustaría preguntarle qué fue lo que pasó, pero tal vez sea algo que no quiera recordar —su voz se empezó a quebrar—. ¿Qué hay de Eren? —preguntó preocupada.

—Eren se encuentra bien —Levi se sentó en la cama, a su lado, y tomó su mano sana con cariño, la chica se sobresaltó por el acto, pero agradeció el gesto de igual modo.

—¿S-sus familias ya… lo saben? —preguntó después de un rato, presionando más fuerte la mano del pelinegro.

—No, perdimos los cuerpos cuando llegábamos a las murallas, por lo cual no pudieron ser entregados, pero supongo que ya lo han deducido. No notifique nada, sabía lo mucho que te gustaría ir a decirles tu misma sobre la noticia —le miró, le envidiaba, ella podía llorar sin importar que le juzgaran, pero él no se podía permitir ese lujo.

—¿Me acompañará? —levantó la vista.

—Petra, tu sabes que soy malo en…

—¿Pero lo hará? Por ellos, no por mí.

—Bien, lo hare.

—Gracias.

El diagnosticó de Petra no fue tan grave, su fractura era oblicua, por lo cual sanaría en unas cuantas semanas y en cuanto al golpe de cabeza, se podía asegurar que la herida se cerraría en un par de días; tuvo suerte de no resultar tan herida. Fue dada de alta al tercer día de su internación, pues parecía tener las suficientes energías para mantenerse por sí misma. El mismo día que salió del hospital le pidió al sargento acompañarle a la casa de cada uno de sus compañeros caídos. Este acepto; aunque tuviese bastante trabajo por terminar.

—¿Estas segura de esto? Deberías descansar primero —preguntó Levi, mientras los dos caminaban por las calles del distrito Karanese en su uniforme militar.

—Tengo que hacerlo, por las noches no puedo dormir, tengo tantas pesadillas, es difícil recordar lo que pasó, pero si puedo hacer sentir mejor a esas personas, lo haré —dijo la chica tranquila.

Levi chasqueó la lengua, esa joven era terca, pero no importaba, admiraba su gran corazón. Se dirigieron primero a la casa de la prometida de Erd, esta cacheteó a Levi fuertemente pues señalaba que él había tenido la culpa de todo; a los dos no les quedo otra cosa que hablar con la madre de la joven y entregarle el emblema que había pertenecido al rubio, sin más, se retiraron. Después de eso fueron con los abuelos de Gunter, quienes lo tomaron con tranquilidad, pero aun así se veían destrozados; al final Levi explicó lo de la perdida de los cuerpos y entregó el emblema. Finalmente llegaron al barrio de Auruo; los niños jugaban por las calles y no pudieron evitar detenerse a mirar extrañados a los soldados. Petra llamó a la puerta, y fue la encargada en explicar todo; puesto a que Auruo tenía hermanos pequeños, y sabía que Levi era muy duro en tratar con niños, al finalizar la madre lloró, mientras que el padre recibió orgulloso el escudo que había pertenecido al uniforme de su hijo.

—Sabe, estoy feliz de dejar sus legados, estoy segura que a ellos les habría gustado que sus familiares entendieran lo importante que fueron para la legión —puntualizó Petra, con la mirada gacha.

—Petra, me alegra que estés aquí —dijo Levi tan neutral como siempre—. Ellos te estarían agradecidos, lo puedo asegurar.

La chica sonrío y caminó con pésame junto al azabache. Llegaron a la puerta que conectaba con la muralla Rose. Levi suspiró.

—Sería conveniente que visitaras a tu padre, Petra, desde ahora las cosas se ponen más graves en la legión, no puedo permitir que…

—¡No renunciare a los exploradores si es lo que quiere dar a entender! —gritó ella con enojo.

—No estoy diciendo eso, te estoy ordenando que descanses, tonta —se cruzó de brazos—. Después de todo yo no mando en tu vida.

—No necesito descanso, estoy segura de que Eren…

—Es una orden Petra, ve con tu padre —caminó hacia su caballo, pero se detuvo al sentir de nuevo el dolor en su pie.

—¿Esta herido?

—¿Hmh?

—Ha flaqueado casi todo el día. ¿Por qué no me dijo que estaba herido?

—No es nada Petra…

—¡Capitán! Si usted estaba mal ¿por qué me acompañó? —la chica torció los labios, sus ojos demostraron preocupación.

—Por qué tú me lo pediste.

—¡Pero no puede ir caminando así como así, por primera vez en su vida, piense en usted mismo! —alardeó ella mientras se le acercaba.

—Supuse que dirías eso, me tengo que ir —musitó para después intentar subir a su caballo, pero la chica le jaló del brazo.

—Capitán Levi, y-yo estoy alegre de estar viva, prometo no fallarle de nuevo, y a pesar de que los demás se hayan ido, prometo hacerme más fuerte…

—Petra, ya has hecho suficiente por la legión, y lo seguirás haciendo, ahora descansa soldado —levantó una mano y estrujó el cabello de la joven.

—Prometo no dejarle solo, señor —dijo ella, con un leve sonrojo.

—¿A qué te refieres?

—Usted puede engañar a los demás, pero a mí no, sé que esta devastado por la muerte de los demás, pero no lo deja ver. Aun así no pude evitar verle sentir tristeza por las familias de nuestros compañeros. Lo he pensado, y supongo que si yo igual hubiera muerto… usted no sería el mismo —agachó la cabeza y una lagrima corrió por su mejilla.

Levi arqueó una ceja y al final suspiro derrotado sin saber que decir.

—Partiremos a Sina en dos días, Erwin ha sido convocado a la capital, así que cuando te recuperes enviare una escolta por ti. Petra, desde ahora serás la segunda al mando después de mí, así que más te vale descansar, cuando te recuperes habrá mucho trabajo por hacer —la chica levantó la mirada.

—Gracias señor, no lo defraudare —intentó hacer el saludo militar—. Y prométame que cuidara de su pierna.

Levi asintió, montó su caballo y se marchó del lugar. Esta obedeció la orden y caminó a su hogar. Al llegar su padre la estrechó entre sus brazos con cuidado de no lastimarle y le invitó a pasar.


—Ha pasado un tiempo… Erwin, ese bastardo… como nos hace esperar con esto. A este pasó la policía militar llegará primero —habló Levi aburrido—. Quizás, él está tratando de cagar, pero la mierda no le sale —Eren le miró extrañado y se río.

—Capitán… usted está… muy hablador hoy… —puntualizó el chico.

—Sí, claro. Yo tiendo a nunca saber cuándo cerrar mi boca.

—Lo siento… si yo… no hubiera… tomado la decisión equivocada en aquel entonces, las cosas jamás hubieran ido de esta manera… y yo no habría sido herido…

—¿No lo he dicho ya? —le miró molesto—. Nadie podría haber predicho estos resultados —la habitación se quedó en silencio.

—¿Cómo está la señorita Petra? —preguntó Eren.

—Bien, por el momento está en casa de su padre, aún no está en condiciones para afrontar todo esto.

—Me alegra saberlo, se nota su preocupación por ella.

Levi le miró sorprendido, estaba a punto de pronunciar algo cuando llamaron a la puerta. Este de inmediato se levantó a abrir, Erwin y varios novatos entraron, si no mal recordaba la chica de bufanda se llamaba Mikasa, el rubio Armin, y el castaño Jean. Pero sus ojos se abrieron al notar una pequeña figura hasta atrás.

—Petra, ¿qué haces aquí? —se le acercó.

—Yo la llamé Levi, ahora cálmate y toma asiento —ordenó Erwin.

Él chasqueó la lengua y se sentó molesto. Petra se acomodó junto a él y le sonrío entregándole unos papeles, este gesto le logro tranquilizar.

La reunión se llevó acabo, él escuchó atentamente, y no se reusó a expresar sus dudas. Al final le fue inevitable pararse e ir donde Erwin.

—¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —preguntó secamente.

—También fue convocada, según la corte necesitan testigos, por lo cual no dudaron en pedir obligatoriamente la presencia de Petra —fue lo último que dijo antes de salir del lugar. Él apretó los puños

—Señorita Petra, que bueno que este bien —oyó decir a Eren, él se volteó y frunció el ceño.

—También me alegra verte Eren —dijo ella, recibiendo un cálido abrazo por parte del moreno.

—Lo siento tanto señorita Petra, si tan solo no le hubiera escuchado en ese momento, nada de esto hubiera pasado, y usted estaría bien…

—Oh vamos, tranquilo, después de todo era nuestro deber, me alegra saber que estas bien. Por cierto, deja de decirme "señorita Petra", solo dime Petra después de todo somos un equipo ¿no? —sonrió.

—Eren —le jaló Mikasa molesta—. Necesitamos hablar contigo —se excusó.

—Petra, ven aquí, es una orden —llamó Levi.

Armin no pudo evitar reír, pues las caras de los dos azabaches reflejaban bastante recelo y posesión. Podía asegurar que las miradas de ambos se asemejaban demasiado. Por otro lado, Jean se limitó a ver con disgustó la escena.