Capítulo I: El día que comenzó todo.

Era el día de la graduación de la tropa de reclutas número 101, estábamos todos nerviosos, la mayoría sabían a que tropa se iban a unir pero había algunos que seguían dudando hasta el final, los de la tropa de reconocimiento. Una decisión como esa no podía ser tomada a la ligera, al fin y al cabo era lo que iba a marcar nuestra vida.

Éramos bastantes y después de dar las clasificaciones de los diez mejores reclutas de aquel año el comandante Erwin Smith empezó su discurso acerca de la tropa de reconocimiento la cual el lideraba, era un tipo alto de pelo rubio y cejas pobladas, yo ya sabía de primera mano quien era, un hombre duro e imponente pero con un corazón muy humano y un gran sentido de la justicia.

Nos dejó a todos helados, hizo dudar a los que lo tenían seguro y descartar la opción a aquellos que todavía se estaban decidiendo, al principio creí que no le interesaba que se uniera gente nueva a las tropas pero rápidamente me di cuenta de que lo que él no quería era cargar con más muertes de gente indecisa que probablemente no duraría más de una expedición al exterior.

Cuando llegó la hora de elegir si elegir una dolorosa muerte entre las filas de la tropa de exploración o la buena vida dentro de la muralla yo cerré los ojos y me quedé en mi sitio, oía pasos a mi alrededor de gente que se alejaba, gente que había elegido la vida fácil de la milicia o de las tropas estacionarias, serian unas tres cuartas partes o incluso podría decir que más. Yo había quedado segunda y podía elegir lo que quisiera pero ya lo tenía decidido desde el principio, es cierto que quería acabar con los titanes por su culpa el mundo era lo que era en estos momentos pero mi razón más profunda era proteger a uno de los hombres que se encontraban detrás de Erwin, el capitán Levi.

Al abrir los ojos vi que acerca de quince personas nos habíamos mantenido en nuestros sitios, mis dos mejores amigos Elora y Miles se habían quedado, aparte de otros amigos como Petra Ral, Finn Terat, Lionel Grey, Gunter Schulz...

Sabíamos que no nos íbamos a fallar y que pasara lo que pasara íbamos a mantener nuestra decisión y dejar que el destino decidiera por nosotros, estábamos asustados, era obvio pero teníamos muy claro lo que queríamos. Yo seguía haciendo el saludo militar, desvíe la mirada buscándolo por detrás de Erwin y allí estaba él, quien también se encontraba mirándome, su cara, como siempre, parecía indiferente pero yo sabía que estaba orgulloso de mi asique me sonrojé y sonreí para mis adentros.

Aquella noche estuvo llena de emociones, todos nos olvidamos de nuestro futuro y vivimos el presente con una gran fiesta y mucho alcohol, por algo nos habíamos graduado después de aquellos aňos tan duros.

Elora despareció prácticamente toda la noche porque fue a un encuentro con Erwin, a pesar de que yo tenía 18 aňos recién cumplidos, los necesarios para poder ingresar como soldado, ella tenía cuatro más que yo ya que ella había tardado en tomar la decisión de unirse a las tropas. Era una chica alta y con un buen cuerpo, pelo rubio muy largo y ondulado que recogía en un moňo cuando hacíamos los entrenamientos y unos grandes ojos verdes, era la típica chica que dejaba sin aliento a cualquier persona y así fue que conquistó a su amor platónico, Erwin Smith, después de un aňos de encuentros forzosos y coquetos consiguió lo que quería aunque su relación fuera un tanto peculiar, se escapaban de vez en cuando para verse y en ocasiones de este estilo desaparecían y pasaban la noche juntos, yo estaba muy feliz por ella porque a pesar de lo poco que se veían se notaba que se querían con locura, ella además de su imponente físico era una muy buena amiga y compañera lo que hizo que Erwin a pesar de ser quien era cayera rendido a sus pies.

Yo pase la noche con Miles, éramos bastantes cercanos demasiado quizás, nos habíamos acostado un par de veces pero sabíamos por qué lo hacíamos, simplemente necesitábamos a alguien que nos reconfortara de una manera especial de vez en cuando y aunque nos teníamos mucho cariño no había nada más que una relación carnal. La verdad es que si me paraba a pensarlo Miles era realmente guapo, pelo castaño corto rapado por las sienes y la nuca, mediría aproximadamente 1,85 y a pesar de que sus ojos eran de un color marrón bastante común era fácil perderse en ellos.

Miles y yo bebíamos mientras conversábamos con Petra, Mike y Nora acerca de cualquier cosa que se nos ocurría y que nos hiciera reírnos u olvidarnos por aquella noche de que quizás en menos de un aňo la mitad de nosotros no estaríamos ahí. Petra era la típica chica dulce de buen corazón, tenía el pelo naranja a la par que sus ojos y le llegaba a la altura de sus hombros, era quizás demasiado buena y algunos de nuestros compañeros se metían con ella pero simplemente como bromas por otra parte estaba Gunter, él era un poco serio se tomaba muy a pecho todo lo de los entrenamientos y no le gustaban las bromas, era alto de tez morena y con un peinado que le hacía una cara un poco extraña pero dado a lo serio que era no se lo dijimos nunca, a pesar de todo era una persona de fiar y que sabía mantener la cabeza fría en los peores momentos. Finn y eran dos hermanos que parecían la noche y el día, ella era la típica chica que intentaba ligar con cualquier chico que tuviera delante, guapo o feo y se le conocían ya bastantes líos dentro de los reclutas de nuestro año y otros pero como a mí eso no me incumbía directamente simplemente pasé y quitando eso ella era una chica que sabía escuchar y dar muy buenos consejos, hubo una vez que intentó algo con Miles pero al enterarse de que estábamos "juntos" rápidamente vino a pedirnos perdón; por otro lado su hermano Lionel era muy tímido, aunque era un chico bastante guapo no le gustaba ser el centro de atención e intentaba siempre evadir conversaciones de ese tipo.

Cuando dieron las cuatro de la maňana me levante de la mesa, el cansancio y el alcohol pudieron conmigo y decidí ir a dormir antes de que me quedara dormida encima de la mesa, Miles me guiñó un ojo para darme a entender que se pasaría por mi cuarto más tarde pero yo con un buen gesto le dije con la mano que prefería que no viniera porque estaba demasiado cansada y con eso me despedí de mis compañeros y fui rumbo a mi habitación.
El ala de mujeres y hombres estaban separados, eran unas habitaciones muy simples pero se habían convertido en mi hogar y sentí pena al pensar que no sabía a donde tendría que ir ahora ni con quién .

–¿Soňando despierta como siempre?–, me giré hacia una esquina de la habitación y allí estaba él sentado en la silla de mi cuarto mirándome con cara de aburrimiento.

–Heicho...– No podía creerlo, sabe dios cuanto tiempo llevaba esperando a que fuera a la habitación para encontrarse conmigo. –¡¿Cómo no me avisó para no hacerle esperar?!–

–Tsk, ¿Desde cuándo me tratas de usted?– De verdad estaba molesto, giro la cara y apartó su mirada de mi para dar a entender lo mal que le había sentado.

–Per-Perdóname...– Hacia tanto tiempo que no le veía que no sabía ya ni como referirme a él pero instintivamente me abalancé sobre él rodeándole el cuello con mis brazos y poniendo mi cabeza al lado de la suya mientras le abrazaba. –Tenía tantas ganas de verte y saber que estabas bien, he estado muy preocupada–

–Shhh...Ya estoy aquí, si he venido ha sido para no preocuparte, no para lo contrario–, Apenas reaccionó ante mi abrazo, solo levantó una mano y la puso sobre mi espalda pero sabía que siendo él era suficiente. Tenía tantas ganas de abrazarlo como para partirlo en dos pero sabía que le costaba encajar bien algunas emociones y no quería ponerlo nervioso.

–Tienes esto hecho una pocilga, ¿Cómo no has enfermado todavía?–, la limpieza no era mi fuerte, siempre dejaba todo tirado y cuando le miré vi que él tenia la vista fija en el suelo al lado de mi mesita de noche, me había dejado la ropa interior que llevara a la mañana en el suelo porque iba con el tiempo muy justo para ducharme y acudir a la graduación.

A los cinco minutos seguía en la misma postura, me había levantado como un rayo para recoger el conjunto de encaje que estaba en el suelo para tirarlo rápidamente en el cesto de la ropa sucia e inmediatamente después me había sentado en el borde de la cama tapando con las manos el tomate que tenía por cara en ese momento. Él debió de estar sentado durante todo ese tiempo porque yo no me moví y tampoco escuche ningún ruido hasta que pasados los cinco minutos oí la puerta de detrás de mi abrirse y cerrarse comprobando después que me había quedado sola.

–Levi...–, Desde luego que era un maniático, podía haber hablado con ella e intentar disimular lo que había visto pero él no era ese tipo de persona. Me pasé los minutos siguientes maldiciéndome por haberme apartado de él y darle la espalda, probablemente le habría sentado mal.

A los diez minutos apareció con un cubo lleno de productos de limpieza, una esponja, una fregona, una mopa, una escoba... Parecía un árbol de navidad de la cantidad de cosas que llevaba, me reí al pensar en ello.

–¿Qué es tan gracioso mocosa?, ¿acaso quieres limpiar tu sola esta habitación y las del resto de tus compañeros? – Tenía esa mirada permanente en su rostro pero yo sabía dónde mirarle, a los ojos, que le brillaban como cada vez que notaba que le estaba observando. –¿Qué estas mirando?– pareció hasta incomodarse girando inmediatamente su cabeza y manteniendo la vista fija en otros lugares como si estuviera analizando los lugares que necesitaban limpieza.

Heeeeicho– Me encantaba picarlo cuando lo veía así, parecía un perrito indefenso y me olvidaba por esos momentos de quien era é, de cómo trataba a los demás y aparte de eso era innegable que el vino de la noche me había hecho bastante efecto

Posó una mirada asesina sobre mí, lleno el cubo de agua y me dejo todos los útiles de limpieza delante mientras él se recostaba de nuevo en la silla. Me lo merecía, pero solo por ver esa cara que me había puesto había valido la pena.

A la media hora se apiadó de mí, dejó el libro que estaba leyendo y remangándose me ayudó a terminar con lo que quedaba, el baño, cualquier persona diría que era demasiado tiempo para limpiar una habitación pero cualquiera que conociera a Levi sabía que con pasar un paño no llegaba, tenía que quedar todo impoluto como el primer día.

–Espero que no se vuelva a repetir–, Sabía que me trataba de manera diferente a los demás, era normal después de todo lo que habíamos vivido, él intentaba no demostrarlo pero le era imposible tratarme como al resto.

–...Levi –, después de varios minutos de silencio me atreví a hablar, él levantó una ceja esperando a que prosiguiera y tragando un poco de saliva continúe hablando. –Me gustaría que durmieras esta noche conmigo– Lo que le dije lo pillo de sorpresa y aunque intentó disimularlo sus ojos se abrieron como si hubiera visto un extraterrestre.

–Alice...No creo que sea lo más correct–

–¡Por favor, nos destinarán y no sé cuándo ni si volveré a verte!– El corazón se me salía del pecho, cuando me decidía por algo no había quien me lo quitara de la cabeza. Se quedó mirando al suelo pensativo durante unos segundos y al final habló.

–Sigh, está bien pero deberías de quitarte esa costumbre, ya eres mayorcita–, Sabía que cuando me ponía así no había manera de convencerme de lo contrario. -Y por muy borracha que sigas no quiero que digas que no sabes si volverás a verme, porque entonces sí que dormirás sola-, En ese momento sabía que lo decía en serio, me dirigió una mirada fría para intimidarme y asegurarse de que no volviera a repetírselo.

Había confianza entre nosotros pero también tensión asique fui a cambiarme al baño para que no se sintiera violento si lo hacía delante de él. Me puse un conjunto de pijama muy básico que nos dieran allí, teníamos uno largo y gordito para el invierno y otro corto y más fresco para el verano, estábamos en junio pero ya hacía bastante calor así que estaba usando el pijama corto, era verde oscuro y con un escudo de dos espadas cruzadas, la única diferencia entre los de los chicos y los de las chicas era que los nuestros tenían un par de botones decorativos y eran algo más entallados, principalmente para poder diferenciarlos unos de los otros cuando los echábamos a lavar y a la hora de repartirlos.

Cuando volví a la habitación Levi se había quitado su pañuelo, las botas, las correas y la camisa, dejándose puesta una camiseta blanca que probablemente llevara por debajo de la otra.

–Sabes que no me importa si duermes con menos ropa–, Intenté sonar seria y él como si se sintiera obligado se quitó los pantalones y se recostó en el lado derecho de la cama de espaldas al lado en el que iba a dormir yo. Era bastante tarde ya, pasaba de las cinco y el tiempo que íbamos a dormir era poco pero al menos lo necesitábamos para poder hacer algo al día siguiente. Guardé las distancias para no incomodarlo hasta que noté que agarró una de mis manos con las suyas.

–Relájate o se te saldrá el corazón del pecho– Como si eso no me fuera a poner más nerviosa e inconscientemente retiré la mano que él me había agarrado pero antes de que pudiera soltarla del todo me agarró con aún más fuerza. –Como no estés quieta me vestiré y me iré–, me incorporé con cuidado de no apartarle la mano y le di un beso en la frente para volver después a mi sitio.

–Buenas noches Levi–, el simplemente apretó con más fuerza mi mano cuando le hablé y nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente él ya se había ido cuando me desperté, me sentí bastante sola pensando a lo poco que me había sabido el rato que habíamos estado juntos, si él me hubiera avisado de que estaría esperándome en la habitación o no me hiciera limpiarla a las cuatro y media de la mañana probablemente habría aprovechado más el rato con él, aunque por otra parte él era así y no me importaba. Cuando me fui a vestir vi un sobre que había sobre la mesita de noche, lo abrí y vi una cadena con un colgante, la cadena era dorada y el colgante era un pequeño escudo de las tropas de exploración y aparte de eso venía una nota:

"Querida Alice,

Estoy muy orgulloso de ti, siempre lo he estado, espero que te guste mi regalo por unirte a las tropas de exploración y que recuerdes que estoy contigo cada vez que lo veas.

Un abrazo, Levi."