¡Hola!

Martes 3 de Noviembre del 2015

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Cada vez que la veía le daba un poco más de coraje.

Le molestaba el hecho de Katja se robara todas y cada una de las miradas de hombres tanto como de mujeres de cualquier lugar al que iba. A ella parecía gustarle el hecho de ser el centro de atención, de ser vista como el ser más adorable del planeta.

Pero si Hana debía ser sincera, pues si; Ekaterina Kurae era el ser más adorable del planeta.

Pocas veces tenía el placer de ver a Katja con el cabello suelto y el día de hoy era una de esas pocas veces.

-Hana estás mas distraída hoy que de costumbre-Dijo sin mirarla.

-Lo siento Katja-Sama.-La observó esperando que la pequeña reina le dedicara una sola mirada. Cosa que no había hecho en todo el día.

La estaba castigando, pero no sabía por qué.

Hana sintió algo muy parecido a la rabia. Pero no contra la rubia, sino con ella misma. ¿Qué había hecho ella que la molestara tanto como para ni siquiera mirarla? O al menos para imponerle un castigo físico…

De pronto se sintió un poco estúpida sintiendo tanto frió sólo llevando un delgado top blanco una falda corta …la ropa interior la había omitido con la esperanza de que al menos así la miraría si quiera de reojo, cosa que no pasó.

Pero para ser honestos ella era la que debía estar molesta, Katja no sólo la tenía a ella, tenía otras dos marías más, o mejor dicho, tres; Mafuyu sólo lo fue por un corto periodo de tiempo, pero fue su proveedora de soma. ¿Para qué decir que no? Si se sentía a morir de celos. Ella quería ser su única María. No, quería ser más que eso. Quería ser la a la única que aquellos hermosos ojos azules observaran, que sus pequeñas manos sólo entraran en contacto con su piel.

Si se pensaba con cuidado no pedía mucho. Casi nada.

-Hana-llamó con voz severa la rubia.

-¿Si Katja-sama?-contestó sonrojada, pues no esperaba que Ekaterina estuviera frente a ella mirándola de tal manera que la hizo sonrojar.

-¿Acaso no sabes que es de mala educación mirar a tu ama de esa manera?-Le dijo con una sonrisa siniestra y un látigo en la mano, el cual Hana no había visto de dónde salió.

Pero le encantaba que lo usara con ella de todas formas…

-¿D-de que manera?-Preguntó ella con cierto temor en su voz, estaba más que emocionada, venía uno de las reprimendas que tanto le gustaban, una correctiva.

-De esa manera pervertida como cuando te conocí…estas siendo una chica mala otra vez…-

Hana no podía entender que era lo que más le gustaba de toda aquella situación, si el placer propio o el que le daba a ella, el ver su rostro haciendo todas las muecas que podía, ver el lado que casi nadie veía, a la verdadera Ekaterina, mezquina y orgullosa de ello.

Sólo sabía una cosa.

Que no quería detenerse jamás.

Quería ser su muñeca de trapo y ser utilizada sólo por ella y todo el tiempo estar a su disposición.

-¡Hana!-escuchó que la llamaba desde algún lugar y la antes mencionada sólo siguió el rastro de prendas negras que la llevaban hasta la rubia, en uno de sus encuentros más.