Esta cosita surgió luego de ver la película, porque la verdad, no la había visto.
Disclaimer: Big Hero Six no me pertenece, yo hago esto sin fines de lucro, solo por diversión. Derechos a Disney y Marvel.
Advertencias: Esto es un Baymax x Hiro. Lo cual quiere decir, que si te trauma la relación entre un humano y un robot, sal de aquí ya mismo y busca algo de tu agrado por favor. Y de nuevo, es solo love, nada de limonadas ni nada de eso. De hecho casi no se me da eso.
Androidismo. Si, debería hacer una lista de todas las parejas con filias que me gustan. Yo sé que algo está mal con mi cerebro, yo lo sé, no necesitan decírmelo.
Espero que les guste.
••••••••
.
.
.
Definitivamente los fideos instantáneos no eran la mejor cena del mundo. Ni siquiera una buena opción, nada saludable.
Pero no tenía mucho ánimo el día de hoy, se sentía extraño. Y su tía no estaba, así que hoy tendría que conformarse con eso para comer.
Echó una mirada a la ventana de su habitación, estaba lloviendo afuera y las gotas corrían por aquel cristal.
Suspiró.
¿Porqué le tenía que pasar esto a él?
Todo fue muy duro desde que perdió a Tadashi. Tuvo que levantarse como pudo y aprender lecciones bastante duras para poder seguir en pie como hoy lo hacía.
Su hermano mayor, su ejemplo a seguir, el modelo de lo que él quería ser.
Ese que luego de irse, aún así no lo dejó solo. Porque le dejó ese grande, bonachón, y hermoso regalo; Baymax.
Y ahí es donde yacía todo su problema, en ese robot médico.
¿Cómo Baymax podía ser un problema? Es una interesante cuestión.
Los días, semanas, y ya meses pasaban en la ciudad de San Fransokyo. Ellos eran ahora conocidos como Big Hero Six, el grupo de superhéroes de la ciudad; era todo un sueño. Quizás no eran "Los Vengadores" o algo así, pero eran los protectores de su lugar, y la gente empezaba a tomarles confianza y afecto. Tenían tanto seguidores como detractores.
Aunque realmente no habían combatido hasta ahora nada importante desde Callaghan, ellos se sentían bien combatiendo ladrones y ayudando a los más necesitados.
Y el problema, obviamente, tampoco era ese. Sino lo que ocurrió en el transcurso de todo ese tiempo.
Tenía a Fred, a Gogo, a Honey, a Wasabi, todos sus amigos eran especiales y se divertía con ellos de maneras diferentes. Pero se aferró mucho a Baymax.
Pasaba la mayor parte del tiempo con él, diciendo tonterías, platicando de cualquier cosa, enseñándole nuevos trucos, incluso volando por los cielos. Amaba quedarse en algún techo a observar las estrellas con el robot.
Al principio pensaba que solo era porque le recordaba a su hermano, y quería estar cerca de él de alguna forma.
Pero con el tiempo, fue superando su dolor, y las pláticas de desahogo se transformaron en solo hermosos ratos con Baymax. Se convirtió en su mejor amigo. Al grado de ya no imaginar una vida sin él. No quería ni recordar lo del portal transportador.
Conforme más pasaban los días, las cosas fueron empeorando.
Al pelinegro le pasaban cosas por la cabeza que le parecían terribles, se sentía sucio, la peor persona por solo imaginarlo.
Cada día disfrutaba más de los abrazos del médico y de sus apapachos. Llegó incluso a fingir estar enfermo para recibir los cuidados de éste. A pesar que Baymax lo examinaba y le decía que su salud estaba correcta, el se negaba, refutando que se sentía muy mal. Y claro, el robot no podía hacer más que obedecer y cuidar de su pequeño humano. Estaba programado para que Hiro fuera el especial de entre todos los humanos, después de todo.
Aveces, hasta decía sentirse mal por simple miedo en las noches, debido a feas pesadillas. Al principio las pesadillas eran reales, después las comenzó a inventar para que el enfermero lo abrazara y se hiciese cargo de él.
Fue cuando cayó en cuenta.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Estaba buscando mucho más contacto con su robot por razones desconocidas.
Y la verdad no eran tan desconocidas, pero se negaba a creerlo. Se negaba a creer que se estaba enamorando de Baymax.
Poco a poco, con cada detalle, con cada abrazo, con todas las cosas que hizo por él... siempre tan dispuesto a hacer todo lo que él quisiera.
...
¡Pero en qué estaba pensando! Baymax era un robot, y nada cambiaría eso. Si estaba dispuesto a hacer todo por él, es porque así estaba programado. Entonces, ¿porqué se sentía especial?, ¿porqué se sentía tan bien cuando Baymax lo abrazaba?
Quizá tenía ganas de sentirse especial, de sentirse querido por alguien.
Pero si, cometió el error.
El grave error de enamorarse de un robot.
Y es que simplemente no podía negárselo mas. Quería mucho, muchísimo a ese tonto médico.
Así que, ¿qué perdía con intentarlo? La verdad perdió mucho.
El mayor motivo de su depresión del día de hoy.
Fue un intento, un simple intento. Ni siquiera le dijo de sus sentimientos. Solo intentó abrirse con él, calar hasta donde llegaba su inteligencia artificial.
"¿Sabes? Tú eres mi mejor amigo Baymax."
"¿Cómo?"
"¡Si! Eres especial y... mi mejor amigo."
"Hiro, eres mi humano al que debo cuidar, pero considero que tu mejor amigo debería ser otro humano. No creo que quieras tener a un puñado de circuitos como tu mej..."
"¿Qué? No me importa nada de eso Baymax, yo te quiero como mi mejor amigo..."
"Sigo pensando que no es la mejor opción para ti, Hiro."
Recordaba toda la plática y en verdad le dolía. Es decir, si un genio como él, ya sabía lo que puede y no puede sentir un robot, y aun así se arriesgó, aventándose al pozo de caer enamorado de él.
Quería olvidarse de eso, continuar su vida comúnmente pero no era fácil.
Vivía con él, lo veía todos los días, y su corazón se seguía acelerando por tenerlo tan cerca y no poder decirle nada. Sería casi como hablar con su computadora.
Frunció el entrecejo y dejó una lágrima caer por su ojo derecho.
Y fue su intacta sopa la que sufrió los daños por sus cambios emocionales. Esos fideos fueron a aplastarse hasta una pared de su habitación.
—¡Aaaaagh! ¡¿Cómo puedo ser tan estúpido?!
Se pasó sus manos por toda la cara para luego dejarla caer sobre su escritorio.
Le molestaba estar piense y piense en lo mismo, pero mas se molestó con lo que escuchó, aunque no le extrañaba nada.
De su caja salió el robot médico, inflándose como siempre hacía. Se acercó hasta quedar a un metro del chico.
—Hiro, he escuchado tu grito. ¿Ocurre algo? — Dijo el grandote con su pausada pero pasiva voz.
El niño genio dio un suspiro, pero no se movió, continuó en la misma posición.
—No, nada.
Solo para estar seguros, Baymax le hizo un regular escaneo, para descartar cualquier posibilidad de que le estuviera mintiendo. Al final si encontró algo con que insistir.
—Tu corazón está muy acelerado, al menos a cinco latidos más veloz de lo normal; y tu nivel de dopamina ha descendido un poco. Mi conclusión es: estás alterado, o molesto.
Hiro gruñó despacio, pero unos segundos después sonrió con mucha hipocresía.
—¡No me digas! ¿Lo deduciste tú solito?
Baymax parpadeó. Como buen robot, no supo detectar el sarcasmo.
—Estoy programado para escanear estados de salud, Hiro. No lo deduje, lo escaneé.
El chico rodó los ojos. Si antes se encontraba molesto, ahora más.
—Olvídalo. No sé ni porque me esfuerzo, eres un robot. — Dejó caer nuevamente su cara al escritorio. Poco a poco su molestia se convertía en depresión.
Pero Baymax no quedó conforme con esa respuesta. Por su tono de voz y sus aún fuertes latidos, estaba seguro que algo ocurría con el pelinegro. Y no lo dejaría en paz hasta descubrir que era.
Se acercó todavía más, quedando a unos cuantos centímetros detrás de él.
—Lo siento Hiro pero, mi sistema me indica que estás alterado aún. ¿Puedo saber qué ocurre? — a pesar de su pregunta amable, no recibió respuesta, así que decidió agregar— Por favor.
Eso hizo suspirar otra vez al menor. Siempre tan servicial, tan amable. No podía odiarlo por más que quisiera.
— ... No me podrías ayudar de todas formas.
—¿Porqué no? Soy tu asistente médico personal, haré lo que sea para que te sientas bien.
—Es que no estoy enfermo.
Así que era eso. Entonces Baymax supuso por donde iba todo eso.
—¿Entonces es emocional?
—Así es.
—¿Extrañas a Tadashi?
—Siempre. Pero no es eso.
—Puedes decirme por favor, ¿qué es? Quiero ayudarte.
Porque por más que le dijera mil cosas, Hiro ya se imaginaba sus respuestas. Ya casi las tenía hasta memorizadas.
Y aun así, seguía con una especie de estúpida esperanza de escuchar algo inesperado.
Desanimado, se levantó de su silla y se paró delante de él. Mirándolo de frente, se aproximó hasta abrazarlo y hundir su cara en su pachoncito estómago.
—Tú... no sabes nada del amor.
—Amor: Proceso que se inicia en la corteza cerebral, pasa al sistema endocrino y se transforma en respuestas fisiológicas y cambios químicos ocasionados en el hipotálamo mediante la segregación de dop... — Comenzó a hablar el ser blanco, como lo que era, una máquina repitiendo información. El niño genio pellizcó un poco la piel inflable del robot.
—¡No me refiero a eso! ¿Ves como no sabes nada? ¡Deja de repetir información tan fría! ¡Siento que hablo con una máquina! — A pesar de los reclamos, no deshundía su cara de donde estaba.
Baymax no sabía que hacer. No encontraba la manera de hacer sentir mejor a su humano y su base de datos se estaba quedando sin ideas.
—Hiro, soy una máquina.
Esa última frase, dejó en silencio al jovencito. Era verdad, pero aun así tardó su buen tiempo en responder.
— ... Lo sé. Y eso me lastima.
—¿Porqué?
—Porque...
Su corazoncito latía todavía más veloz, pero teniéndolo tan cerca, luego de decirle cosas tan comprometedoras, se tentaba tanto a terminar de confesarse. Sabía que acabaría viéndose como un estúpido, pero no lo podía evitar.
Tomó un banquito que estaba cerca, para subirse a él y alcanzarlo en altura, así podía mirarlo a sus ópticos. Tomó aire, tratando de darse valor para hablar.
El robot esperaba inquieto.
—Baymax... estoy enamorado.
Y se quedó un poco perplejo, no sabía que responderle. Pero según sus sentidos, eso no era algo malo, sino al contrario.
—¿Entonces porqué la tristeza? Según mi base de datos, para los humanos enamorarse es algo bueno.
—¿Algo bueno? Ja... y tú lo has dicho, para los humanos, entre humanos.
Suspiró, y; mirándolo, seguía sin comprender como es que sentía eso por una máquina, pero lo sentía y no lo podía eliminar por más que lo deseara. El robot se quedó sin nada que decir, esperaba a que su dueño siguiera hablando. Lo que parecía ser muy difícil para él, pero ya había metido la pata.
Que mas daba si.. ¿y si la terminaba de meter hasta el fondo?
Mordió su labio inferior, y sintió que la sangre le subía al rostro por lo que estaba a punto de decir.
—Baymax... yo... te amo. Estoy enamorado de ti, ¿ok? Es eso lo que me sucede.
No le pareció nada raro la reacción del médico. Porque no tuvo ninguna, justo como debía ser.
Éste solo parpadeó una vez, confundido. Su sistema operativo no entendía lo que el pelinegro le estaba diciendo. Era una frase sobre sentimientos humanos, de eso no había duda. ¿Pero porqué se la decía a él? Él era un robot.
Aunque, llegó a la conclusión de que probablemente se refería a ese cariño que sienten los humanos a sus cosas materiales.
—Entiendo. Eso es normal Hiro, tenerle aprecio a tus cosas materiales es...
—¡No! — Se molestó y lo soltó, sus tenis hicieron un chillido al girarse con molestia. —¡No puedo creer que casi me muero por decirte esto y tú salgas con eso!
—¿Casi mueres? Recuerda que tengo equipo de desfibriladores y... — A estas alturas, ya se encontraba cargando las palmas de sus manos.
—¡Aleja eso de mí! —sin ningún cuidado, tiró un manotazo al brazo contrario— ¡Mira monigote blanco cabeza de malvavisco! —empezó a arrinconar al otro a una pared, señalándolo con el índice— ¡Te lo voy a decir claro para ya irme a dormir y sentirme como el idiota más grande del mundo! Te amo. Me he enamorado de ti sin importarme que seas una máquina como tú dices. ¿Porqué? ¡Porqué soy un idiota! ¡Y no! No es cariño material como el que le tengo a mi computadora. Es amor, amor de... pareja. El que siente una persona por otra. Ahora si me permites, ya me largo a dormir y desactívate, estoy satisfecho con tu cuidado.
Obvio, eso último era una vulgar mentira.
Pero se sentía de lo más avergonzado, y por mucho lo más estúpido que había actuado en su vida.
Todo lo hizo muy rápido, apagó la luz y se aventó a la cama cubriéndose hasta la cabeza con la sábana. Cerró los ojos, derramando un par de lágrimas, pensando...
¿Qué diablos había hecho? O mejor dicho, ¿qué esperaba?
Por otro lado, Baymax seguía sin desactivarse, a pesar de la orden. Su gran experiencia le indicaba que obviamente Hiro no estaba bien, pero no sabía que mas hacer.
Eso que el jovencito le había dicho eran cosas de humanos, ¿qué se supone que debía contestar?
Hiro se veía muy triste, y su respiración alterada le indicaba que aun no se dormía. Se acercó hasta él y colocó una mano por encima de la sábana.
—Hiro, ya he entendido tu problema. Te sientes triste por eso que me acabas de decir de que estás enamorado de mí y por saber que soy un robot. Sé que los humanos suelen deprimirse al no ser sus sentimientos recíprocos. Pero Hiro, no puedo serte recíproco, soy un robot y no puedo sentir lo que deseas.
Realmente Baymax solo empeoraba mas las cosas, al punto que lo hizo llorar del todo. Trataba de que su llanto no se escuchara tanto, recargando su cara contra las mantas.
Eso el médico lo notó, y se preocupó, ¿qué es lo que estaba haciendo mal?
—Pero, soy tu asistente médico personal y no quiero verte mal, haré lo que sea para verte feliz. ¿Si digo que yo también te amo, mejoraría tu estado emocional?
Hiro ya no sabía sí reírse o continuar llorando. Seguramente mañana volvería a su actitud de siempre, pero mientras tanto, se sentía como el idiota más grande del mundo.
—Ya apágate, ¿quieres?
Ese tono fue tan seco que si Baymax supiera detectarlo, seguramente se habría sentido mal u ofendido. Pero él ya no podía hacer más.
Solo se dio por vencido y se retiró a su caja, dejando al chico dormir.
El niño genio se dormiría con la idea de lo que nunca se debe hacer; enamorarse de un imposible.
.
.
.
••••••••
