CAPITULO UNO: CURIOSIDAD.
En un lugar donde los humanos no tienen permitido entrar, a menos que sea gracias a la muerte, se hallaba un ángel mirando la pequeña línea que dividía su paraíso del mundo terrenal. El viento cálido hacia caer algunas hojas del árbol bajo en cual estaba. Soltó un suspiro y puso más atención al ver una nube de gran grosor tapando su vista a aquel mundo intrigante.
-nuevamente viendo el cambio de estación Hikari? –se escucho una voz detrás suyo a lo que el joven ángel giro su mirada.
-Es intrigante que aquí no pase eso- dijo con una suave voz perdiendo su mirada en la nada.
-Es porque aquí es el paraíso, los seres terrenales que tocan este lugar se olvidan de esos cambios- decía el ángel mayor sentándose a su lado y mirando aquella brumosidad expandirse- si no me equivoco, esta vez será invierno, hará frio- hizo un gesto de escalofríos abrigándose con sus propias alas- agradezco que nuestros mundos sean tan diferentes, no es asi Hikari? –miro al pequeño ángel, aunque para un ser de luz no existiera tal cosa como la identidad o el sexo, aquel pequeño ángel tenía una forma femenina, a una edad humana aproximada a los quince años. Aun era joven pero de entre todas las creaciones divinas era un ser muy curioso.
-Hikari? –sonrió dejando salir un suspiro, aquella pequeña no quitaba su mirada- sigues con la idea de hace un año?
Ella solo asintió. Desde que descubrió aquel límite y lo que podía observar, quería tocar aquellas tierras, conocer el mundo que Padre había hecho y saber por qué era prohibido para ellos. ¿Qué era el secreto de los seres llamados "humanos"?
-Quiero ir, ¡hermano por favor! –suplico mirándolo- solo un día, solo un día quiero ir, si ese mundo es tan malo como se dice, prometo no volver a pensar en ello, pero si se vuelve maravilloso al menos podre cuidarme sola allá abajo.
El ángel mayor miro con duda el rostro de la pequeña.
-no soportaras el frio- dijo acariciando los mechones dorados de la joven- además ellos no saben de nuestra existencia, ir seria apocalíptico para ellos.
-ocultare mis alas- dijo ella levantándose- tú fuiste una vez cierto?
-ya era mayor cuando fui por primera vez.
-cuanto paso para que pudieses ir?
-siglos Hikari, podría contarte cómo es el mundo allá abajo si gustas.
-¡NO! Yo quiero verlo. Por favor hermano, ayúdame a ir.
-Los superiores se enojaran si se enteran.
-No tardaré, además hare mis labores temprano para poder ir sin problemas.
-Bien, al amanecer ve a buscarme, te llevaré hasta la salida.
-Gracias hermano- dijo Hikari abrazándolo, tendría la oportunidad de conocer un nuevo mundo, de al menos tocar esas tierras tan prohibidas por Padre. Y es que ella veía algo peculiar en los seres allá abajo, éstos no poseían alas, ella no lograba ver a alguno con un par como lo que ella poseía. ¿Por qué si se parecían tanto, ellos no podían volar de la misma manera?
Pasó la noche sin poder dormir, observaba aquel mundo ahora iluminado hermosamente entre la oscuridad. Tembló un poco al escuchar un grito proveniente de abajo, una mujer siendo atacada por otros seres, se sintió algo dudosa de ir a un mundo peligroso, pero sus ojos se concentraron en aquellos seres que aparecieron después, al igual que ella, tenían alas, pero estas eras oscuras, ¿o seria la sombra que se formaba? No. Se veían negras, aquellos seres oscuros se acercaron tomando lo que lo valioso de aquel cuerpo agonizante: su alma. Desvió la mirada y se recostó un momento, ellos estaban más cerca del mundo que ella anhelaba, pero superiores como Miguel y Gabriel decían que esos seres no eran de fiar, se les llamaba "demonios" contrarios a lo que ellos eran, contrarios a lo que Padre deseaba, capaces de volar pero incapaces de entrar en el terreno sagrado. Su mente divago hasta la madrugada, cuando el aire fresco rozaba su rostro arrullándola más. Despertó recordando la promesa y fue en busca de su hermano.
-Ven- le dio un vestido como los que usaban las jóvenes de aquel mundo- ahora dobla tus alas- puso una especie de tela atrapándolas, fácil de romper si era necesario pero mantendría en calma sus movimientos instintivos- recuérdalo, no hables acerca de quién eres, ni muestres tu secreto a nadie.
-entendido- puso sobre ella una capa a juego con el vestido, tapando asi su don- porque los guantes?- pregunto poniéndoselos de cualquier forma.
-para que no tengas problemas con el clima de ese lugar, por ultimo…-se puso frente a ella y acomodo un colgante con un dije alrededor de su cuello- esto te permitirá volver e incluso si ese mundo es de tu agrado entrar y salir cuando quieras, tómalo como un regalo.
-¿De verdad? ¡Muchas Gracias hermano!- lo abrazo efusivamente. El sonrió y el acompaño a la salida, a lo lejos se podía ver los rayos del sol iluminando tenuemente. Vuelve antes de que se oculte el sol, es cuando podrías correr peligro.
-Por los…
-asi es, por los demonios, ellos podrían descubrirte y causaríamos un problema mayor. No tardes de acuerdo.
-si!- dijo saliendo y bajando con cuidado.
Cuando llego, se sintió realmente extraña, había muchas casas, y olores mezclados, al tocar el suelo era duro, no era suave como el suelo en el paraíso. Salió caminando un poco, sus ropas pesaban pero podía notar como los demás iban vestidos asi, abrigándose. Sintió sus mejillas doler un poco y pudo ver en una especie de reflejo como estas estaban de color sangre. Las tapo sintiendo nuevamente el calor habitual.
-CUIDADO!- escucho un grito detrás suyo y giro para ver a un caballo correr hacia su lugar- CUIDADO!- repitió el hombre que llevaba las riendas del animal, pero el cuerpo de ella se había paralizado. Cerró fuertemente los ojos esperando recibir un golpe fatal, pero lo que sintió fue un golpe a su costado haciéndola caer sobre el suelo mientras escuchaba al caballo seguir su camino.
Tenía miedo de abrir sus ojos, los abrió levemente para ver a un joven sobre ella haciéndola asustarse mas mientras escuchaba las murmuraciones de la gente que volvía a sus actividades.
-¿Qué jamás viste a un caballo? ¿O solo eres tonta? –dijo aquel chico levantándose y ofreciendo su mano, la cual ella tomo para levantarse también- de verdad, ten más cuidado niña- dijo a punto de irse pero ella sujeto su brazo.
-Gracias- dijo ella mirándolo y observándolo directo a los ojos, el joven era un poco más alto que ella, tenía un cabello negro azabache y sus ojos eran enigmáticamente de un color café. Para ella era curioso ese color, sus hermanos poseían ojos verdes o azules como los de ella.
El la observo sosteniendo la mano de ella sobre su brazo. Jamás había visto una humana como ella, su piel blanca y los mechones rubios que se mostraban fuera del gorro de su capa. Se veía reflejado en el par de orbes azules, desvió la mirada al sentir algo extraño en ella.
-No eres de por aquí ¿cierto? –preguntó sin mirarla.
-ah! No, solo venia a dar un paseo ¿y tú?
-¿yo? Ah…no, tampoco lo soy- dijo dudoso ante la mirada curiosa de la joven- quieres que te guie? No vaya a ser que busques peligro si andas sola.
-si me encantaría- dijo ella con una sonrisa haciendo que el dudara mas. ¿Qué hacia una chica como ella en un lugar tan abandonado como ese pueblo?
Caminaron por las calles de aquel pueblo, a él le sorprendió que esa joven hiciera tantas preguntas, asi como cuando probo un postre que él le invito de un pequeño restaurante. ¿Qué a una señorita no se le haría familiar todo eso? Además ella no era tímida, tomaba el brazo de él mientras caminaban. Ninguna joven se atrevería a tal cosa a no ser que fueran una pareja comprometida. Después de mucho terminó llevándola al final del pueblo, había una colina y tras ella una zona llena de montañas que empezaban a cubrirse de nieve.
-Que hermoso.
-Ciertamente, por cierto, cuál es tu nombre? –preguntó el, mientras observaba como ella quitaba el gorro de su capa dejando ver un sedoso cabello dorado, aun más brillante gracias al sol que se estaba poniendo.
-Hikari, significa "Luz" .
-Es un hermoso nombre Hikari, yo –tomo su mano depositando un beso en ella- me dicen Dark.
-Dark…-dijo ella con una sonrisa y una sensación extraña en sí misma. Misma que se borró cuando sintió el aire frio de nueva cuenta y miro como oscurecía, haciéndole recordar la promesa de volver temprano. Miro a su acompañante, el cual también observaba el cielo con algo de preocupación.
-Perdón, pero prometí llegar temprano- dijo Hikari separándose un poco.
-ah…si yo también tengo cosas que atender aun…-su voz se desvaneció un poco, a ella le daba la impresión de que algo le preocupaba a él- te volveré a ver? –pregunto mirándola.
-en una semana vendré nuevamente- dijo segura- te veré justo aquí ¿de acuerdo?
El asintió y ella sonrió comenzando a caminar de regreso al pueblo. En cuanto se hallo sola soltó sus alas para alzar el vuelo. Una sonrisa marcaba su rostro.
-no creí…que los humanos fueran tan interesantes…-dijo riendo alegre mientras volvía a casa.
En la tierra, un joven siendo abrazado por la noche que iba cayendo acaricio sus labios que habían tocado aquella mano hace un momento. Recordó su rostro, su sonrisa, pero siguió pensando en aquel aroma tan peculiar. Empezó a caminar un poco para después desprender un par de alas negras alzando vuelo sobre las casas.
-parece que después de todo, los humanos son interesantes- dijo volviendo sus ojos a un color carmín mientras continuaba su vuelo.
