Bien aquí esta la adaptación de la novela, "legally mine" de Kate Hoffmann, em debo aclarar que yo estoy siguiendo la versión de Serenity Rose Kou ya, pero con los personajes de fairy tail que la historia se basara principalmente por Levy y Gajeel.

Bien como siempre se dice la historia y la primera adaptación no es mía la historia es de Kate Hoffmann y la primera adaptación es de Serenity Rose Kou, los personajes tampoco me pertenecen son propiedad de Hiro Mashima, lo único que me pertenece seria esta adaptacion jejeje.

Bien como siempre ¡QUE SE HABRÁ EL TELÓN!:

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"Legalmente suya"

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Prólogo

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Los acordé de una balada de Celine Dion resonaban en el pequeño apartamento y el aroma de las velas de vainilla impregnaba el aire. Levy Mcgarden emergió del baño de burbujas, se envolvió en un albornoz y salió a la sala tarareando en la canción que sonaba.

Todo era perfecto. Las luces bajas, el champán en hielo... había ahuecado los cojines del sofá y las fresas cubiertas con hielo se enfriaban en la nevera. Era el día de San Valentín y mientras otras chicas se afanaban con citas y vestidos, ella dedicaba el día más romántico a mimarse. Después de un baño relajante, estaba preparada para disfrutar de una sesiona de películas de Audrey Hepburn, empezando con su favorita: Desayuno con Diamantes.

Siempre había preferido el romanticismo de las películas antiguas al de la vida real. En las películas clásicas, el amor era emocionante, arrebatador y perfecto. La pobre experiencia que había tenido su vida en ese campo había resultado decepcionante. El amor real era incomodo, agotador y a veces aburrido. Sus fantasías eran mucho mejor. Y un día de San Valentín solo resultaba preferible a la otra alternativa, a pasar un montón de nervios y quedarse con expectativas sin cumplir.

Además, ¿Qué otra cosa podría esperar una chica como ella? En el instituto había sido la empollona que nunca tenía novia y se pasaba su tiempo libre estudiando. Su vida social había consistido en asistir a ferias científicas, maratones académicos o cita con la ortodoncista. Así había conseguido una beca completa para la Universidad de Tokio, donde decidió estudiar Botánica. Pero desde entonces había cambiado pocas cosas, aparte de que le habían quitado el aparato de los dientes. Y aunque había tenido algunas citas, no había encontrado al hombre de sus sueños

Levy tomó su diario y se tensó en el sofá, con los pies debajo del trasero.

-Otro día de San Valentín sin un hombre- murmuró, mientras escribía-. Procuro mantenerme optimista; sencillamente no había encontrado todavía al hombre ideal, pero está en alguna parte y tengo que tener paciencia y esperar que me encuentre él, como encontró Paul a Holly.

Aunque sí que había un hombre casi perfecto, que era el rostro que venía a su mente cuando pensaba en su media naranja y que además vivía abajo. Como el Paul de Desayuno de Diamantes. En realidad Paul había vivido arriba, pero eso era un detalle insignificante, teniendo en cuenta que su hombre casi perfecto no la había mirado como miraba Paul a Holly, con lujuria en los ojos.

Levy movió la cabeza y cerró el diario, que dejó en la mesita de café, decidida a no entregarse a la melancolía. Llorar no iba a servir de nada, aunque supiera que, en ese momento, Gajeel Redfox, su príncipe de cuento, estaría vistiéndose para salir con muchas de sus amigas

Levy sabía que había preparado algo grande porque le había pedido consejos sobre flores y ella le había recomendado su florista favorita y le había dado una lista de flores ideales para un ramo y sugerido unos cuantos restaurantes en los que podía reservar mesa. Incluso le había dado un botón de la camisa y le había ayudado a elegir la corbata más apropiada.

-Buena chica- musitó para sí.

Gajeel y ella eran amigos desde que él se mudó allí el año anterior. Se conocieron cuando la bañera de ella se salió y el agua cayó por el techo de él, que se ofreció ayudarla a paliar el desastre, después de lo cual ella lo invitó a galletas caseras y un vaso de leche que sellaron su amistad.

Levy no tardó en comenzar en fantasear con él, y tardó menos aún en comprender que jamás se enamoraría de una chica como ella. A Gajeel le gustaban las morenas altas de sonrisas resplandecientes y cuerpo más hecho para la lencería fina que para los albornoces cómodos. Sus novias siempre eran seguras de sí mismas y sofisticadas y tenían aspecto de saber cómo complacer a un hombre. Levy era bajita y tenía un extraño pelo de color azul, con un cuerpo que parecía más masculino que exuberante y mucha timidez. Lo único de ella que complacía a los hombres eran sus galletas de chocolates caseras.

Una llamada a la puerta la sorprendió. Fue a abrir y se encontró con Lucy Heartfilia, su mejor amiga, que llevaba una bolsa de ropa en la mano.

-Tienes que ayudarme- dijo-. No me decido entre el negro y el rojo. Creo que el rojo me hace un trasero tan grande como Montana y el negro enseña demasiado escote. Y necesito un abrigo decente. Una chaqueta quedaría fatal -miró a su alrededor- ¿Esperas compañía?

Levy forzó una risita.

-No, espero una velada tranquila a solas con mis plantas, Audrey Hepburn y George Peppard.

Lucy soltó un gemido.

-¡oh, no! ¡Desayuno de Diamantes otra vez! ¿Cuántas veces puede ver esa película?

-Incontables- repuso Levy-. Es la película más romántica del mundo.

-¿Por qué no sale con Natsu y conmigo? Comeremos bien, beberemos demasiado champán y te sentirás una mujer nueva.

-Esta es vuestra tercera cita y no creo que a Natsu le haga mucha gracia que vaya yo- Levy abrió la bolsa de la ropa y examinó los dos vestidos-. Ponte el rojo y no te preocupes por el trasero. Te presto mi abrigo de cachemira negro y elige un collar de mi joyero.

Lucy le dio un abrazo.

-Eres una joya.

Entró en el dormitorio y Levy volvió al sofá. Su amiga no parecía tener problemas para conseguir citas y había intentado ayudarla varias veces, pero Levy opina que las citas a ciegas eran para chicas desesperadas y hambrientas de amor que no podían conseguir un hombre por sí mismas... y ella no pensaba admitir la derrota tan pronto.

-Está bien- Lucy volvió corriendo del dormitorio-. ¿Seguro que no quieres venir? El compañero de cuarto de Natsu no hace nada esta noche, podemos salir los cuatro. Es muy simpático.

-Otro día- repuso Levy.

Lucy se encogió de hombros.

-De acuerdo. Pero nos vemos mañana en la biblioteca. Tenemos que preparar el examen de biología celular.

Cuando Levy se quedó sola, suspiró con suavidad. Tenía que hacer algo para salir y conocer más chicos. Podía ir con Lucy a alguno de los muchos bares cercanos al campus o podía a apuntarse a actividades extra escolares, o matricularse en alguna clase donde no hubiera tantos científicos empollones.

-¿Ves? Esto ya se empieza a animar-dijo en voz alta. Buscó el mando a distancia-. Tienes un plan.

Acaban de pasar los títulos primeros cuando llamaron de nuevo a la puerta. Levy saltó del sofá.

-¿Qué has olvidado?-preguntó.

Abrió la puerta, esperando encontrarse con Lucy y se quedó sin aliento al ver a Gajeel Redfox.

Vestía un traje, pero tenía el cuello de la camisa abierto y la corbata torcida. Llevaba el pelo revuelto, lo que le daba un aire de recién levantado. Saco con un gesto elegante un ramo de rosas que llevaba a la espalda y frunció el ceño al ver la habitación iluminada por velas.

-Perdona- dijo Gajeel- Interrumpo algo

-No, no, no pasa nada -ella tomó las flores y se hizo a un lado para dejarle entrar. Noto entonces que olía a Whisky y que se tambaleaba un poco-. ¿Estás bien?

-No, no estoy bien -gruñó él. Se sentó en el sofá y se tapó los ojos con el brazo. Levantó la botella casi vacía que llevaba en la otra mano-. Casi se me ha acabado el Whisky y aún no estoy borracho. ¿Tienes alguna botella?

-No. Tengo champán, vino y creo que algo de licor de menta. Sabe bien con el chocolate caliente y a veces cuando no puedo dormir...

-Trae el licor- gritó él levantando los brazos-. ¡Que empiece la fiesta!

-¿Qué celebramos?

-Mi ignorancia absoluta de la mente femenina -tomó otro trago de Whisky-. Tú eres mujer, ¿no?

Levy se sentó a su lado.

-Sí- repuso, aunque no le sorprendiera que tuviera que preguntarlo. Cuando la miraba, veía a la chica tímida que vivía en el departamento encima del suyo, la chica que tenía muchas plantas, el sofá lleno de cojines bordados y una colección de películas antiguas.

Pero ella sí se había fijado en él... en la luz de sus ojos cuando algo lo divertía, en sus hoyuelos cuando sonreía y en la belleza de sus manos. Gajeel Redfox había sido el protagonista de sueños románticos incontables y detallados, sueños que incluían esas manos hermosas sobre su cuerpo desnudo.

-¿Que ha pasado? ¿Te has peleado con Minerva?

-He ido a buscarla para cenar y me he encontrado con una nota pegada en la puerta. Ha conocido a un doctor y tenía miedo de decírmelo y estropearme el día de San Valentín. ¿Te imaginas?

Ayer estábamos juntos y hoy hemos terminado.

-Los siento -mintió Levy

-No tanto como yo -él frunció el ceño-. Creo que es la primera vez que me dejan tirado -estiro los brazos por el respaldo del sofá y rozó la nuca de ella al hacerlo. Y no sabía lo que se sentía.

Levy acercó las rozas a la nariz, cerró los ojos e inhaló profundamente para ocultar una sonrisa de satisfacción. Había conocido a Minerva y le parecía egoísta y muy obsesionada con su figura.

-Seguramente estás mejor sin ella.

-Eso seguro.

Levy miró su perfil, la mandíbula cincelada, la boca sensual y la nariz recta. Tenía los ojos cerrados y por un momento creyó que se había dormido, pero poco después se movió.

-Tu chica ideal está en alguna parte, Gajeel. Solo tienes que encontrarla. Puede estar más cerca de lo que crees.

-Minerva era ideal.

-No es cierto. Porque no te quería tanto como yo...- Levy tragó saliva-. Como yo creo que merecen que te quieran.

Gajeel abrió los ojos y la miró.

-Eres un encanto. Siempre sabes lo que tienes que decir para que me sienta mejor.

Lo dijo como si se le acababa de ocurrir, y ella se ruborizó y bajo la vista a las flores.

-Es verdad -insistió él. Jugó con un mechón de pelo que le rozaba la mejilla-. Eres la chica más tierna que he conocido en mi vida.

Le dio un abrazo fuerte, alimentado más por el Whisky que por la pasión, y el primer impulso de ella fue apartarse, pero se dio cuenta de que esa podía ser la oportunidad que esperaba y le pasó los brazos por la cintura.

Cuando él se apartó, miró sus rasgos como en una caricia silenciosa y Levy contuvo el aliento y pidió en su interior que la besara. El corazón le latía con tanta fuerza, que estaba segura que él podía oírlo.

Gajeel sonrió y pasó el pulgar por el labio inferior de ella, con la mirada clavada de en su boca. Pero algo cambió de repente en él.

-Nunca encontrare a nadie -dijo. Dejó caer las manos, se recostó en el sofá y tomo un trago de Whisky-. Tengo veinticuatro años, mi padre espera cosas de mí, espera que termine Derecho este curso y que entre a trabajar en el negocio familiar. Tengo muchas ideas para la empresa y algún día quiero dirigirla yo -respiro hondo-. Y él espera que busque esposa y forme una familia.

-¿Hoy? -pregunto Levy

-No, pero pronto.

-Tienes mucho tiempo.

Gajeel negó con la cabeza.

-He salido con muchas chicas, Levy. Y al principio siempre parece que he encontrado a mi media naranja, pero luego sucede algo y me doy cuenta de que no es lo que busco -terminó la botella de Whisky y la dejo en la mesita de café-. ¿Sabes? Minerva tenía unos pies horribles y, cuando se ríe parece que tenga hipo.

-¿Quieres beber algo más?

Gajeel la miró y sonrió.

-Eres un encanto -levantó su mano y le acarició la mejilla-. ¿No te lo había dicho nunca?

-Si

-Pues es verdad. Siempre puedo contar contigo. Sé que me aprecias.

-Eres mi amigo -murmuró ella.

Él bajo la cabeza y, cuando sus labios se rozaron, Levy emitió un suspiro. Gajeel tomo el sonido por uno de aquiescencia y la beso en la boca. Levy sintió el corazón henchido. Había recibido otros besos, besos torpes de chicos que no sabían lo que hacían, pero ninguno como aquel, que despertaba en ella deseos que no sabía que tenía.

Su mente se llenó de preguntas. ¿Aquello era el principio de algo o solo se debía al alcohol? Se abrazó a su cuello y pensó que eso daba igual. Gajeel Redfox la estaba besando y, si lo pensaba demasiado, corría el riesgo de despertar y que todo fuera un sueño.

Y de pronto el beso terminó tan rápido como había empezado. Gajeel se enderezo y la miro.

-Tengo una idea maravillosa- dijo-. Si a los treinta años no me he casado y tú sigues soltera, ¿Te casaras conmigo?

Levy suspiro y el corazón se le subió a la garganta. Había imaginado aquello miles de veces y de mil modos distintos, pero nunca así, con ella en albornoz y él bebido y sufriendo por otra mujer.

-No... no lo dices en serio -musitó con voz quebrada-. Estas borracho y enfadado con Minerva.

-Lo digo en serio -insistió él con voz rasposa por el alcohol. Se levantó del sofá y se acercó al escritorio-. Necesito papel.

-En la bandeja de arriba -repuso Levy-. ¿Le vas a escribir una nota a Minerva?

Gajeel volvió a su lado con el papel y el bolígrafo.

-No. Voy a escribir un contrato. Un acuerdo entre tú y yo estableciendo que, si los dos estamos libres, nos casaremos.

-¿Qué? ¿Lo escribes tú y ya es un contrato?

-Claro. Estudió Derecho y sé hacer contratos. Es muy sencillo. Si los dos estamos libres, nos casaremos.

-¿No necesitamos testigos ni notarios ni nada?

-Solo hay que buscar un testigo -murmuró Gajeel. Levantó la botella de whisky y, al ver que estaba vacía, la dejo caer al suelo.

Levy se sentó a su lado en el soda, con los pies debajo del trasero y lo observó escribir el contrato. Intento leer su expresión, descubrir de dónde había salido aquella propuesta espontánea, pero cuando más lo pensaba, más se daba cuenta de que era solo una tontería para paliar la herida de su ego masculino.

Levy fue a la cocina a buscar la botella de champán que había metido en el cubo de hielo. Un contrato de matrimonio merecía una celebración. Abrió la botella, llenó una copa alta y la bebió de un trago para darse valor. Tenía que haber un modo de conseguir que volviera a besarla.

Al pasar por la ventana de la cocina, se vio en el reflejo del cristal he hizo una mueca. Con el albornoz, parecía una salchicha atada en el medio. Tal vez pudiera atraer a algunos alemanes vestida así, pero Gajeel esperaba algo más. Se quitó el pasador del pelo y dejó que le cayera suelto en torno al rostro, se pellizcó las mejillas y aflojo el cinturón del albornoz para que se abriera más en el cuello.

Respiro hondo, busco otra copa y volvió al sofá.

-¿Quieres champán? O puedo traerte otra cosa.

Gajeel levantó la vista y le sonrió, con los ojos clavados en el escote. Levy siguió su mirada y se dio cuenta que no tenía que enseñar. Volvió a cerrarse el albornoz, avergonzada por su intento de seducción. Iba a sentarse al lado de él, pero la detuvo una llamada a la puerta.

-¿Esperabas a alguien? -pregunto Gajeel.

Levy negó con la cabeza, frustrada por la interrupción. Abrió la puerta y se encontró con su casera, la señora Vermilion, en el umbral con un plato lleno de galletas en forma de corazón en la mano.

-Feliz día de San Valentín, Levy -dijo con una sonrisa.

-Ya casi he terminado -anunció Gajeel-. ¿Quién ha llamado?

La señora Vermilion se asomó por el hombro de Levy.

-¿Ese es Gajeel? Gajeel, acabo de dejarte un plato de galletas de chocolate en la puerta. Creí que habías salido con una de tus amiguitas -lo saludó con la mano-. Feliz día de San Valentín.

-Gracias, encanto -sonrió él-. No puedo dejar pasar este día sin un beso de mi mejor chica.

La señora Vermilion entró en el departamento con una se levantó y la beso en la mejilla. La mujer se ruborizó y Levy pensó que aquel hombre podía seducir a cualquier mujer de cualquier edad.

-Llega justo a tiempo -declaró Gajeel-, Puede ser nuestra testigo.

-¿De qué? -la mujer dejó las galletas en la mesa.

-Se trata de un acuerdo entre Levy y yo -explicó él-. Solo tienes que vernos firmar y luego firmar usted. Levy, tu primero -le tendió el bolígrafo y el papel, escrito con su caligrafía difícil.

Lo que había empezado como una broma parecía de pronto muy serio. ¿Aquello era un contrato de verdad? ¿Era legal? Miro el texto, pero decidió ignorar sus preocupaciones. Aquello era una broma. Además, una persona no podía firmar un contrato cuando estaba borracha y era imposible que Gajeel apareciera de pronto seis años después para exigir que se casara con él. Después de todo, él era... bueno, él era

Gajeel Redfox y ella Levy McGarden. No sabía que decir más.

-¿Seguro que lo has hecho bien? -bromeo con ligereza-. No quiero que luego quieras librarte con alguna excusa legal.

-Está todo ahí -ella acercó el bolígrafo al papel-. ¿No vas a leerlo antes de firmar?

-No, me fio de ti -firmó y le devolvió el papel-. Ahora tú.

Gajeel miró largo rato el contrato, lo firmó y se lo pasó a la señora Vermilion. La casera firmó con una risita.

-¿Qué es esto? -pregunto.

-Nada importante -repuso él-. Solo un pequeño acuerdo entre Levy y yo

La mujer asintió y se dirigió a la puerta.

-Bueno tengo que entregar más galletas. Hasta la vista a los dos.

Cuando salió del departamento, Levy suspiró con suavidad, casi temerosa de mirar a Gajeel. Se llevó una mano a los labios y pensó en el beso. Podía actuar como si no hubiera ocurrido o podría... Bajo un mano al cinturón del albornoz. Podía quitarse aquella prenda y ver qué ocurría. Rozó el nudo con los dedos nerviosos.

Gajeel la miro y se levantó del sofá de golpe.

-Tengo que irme- murmuró.

Levy se quedó inmóvil, con los dedos todavía en el nudo del cinturón.

-Claro -repuso. Sí. Se hace tarde y tengo...-tragó saliva con fuerza-. Tengo planes -corrió a abrir la puerta.

Gajeel dobló el contrato con una sonrisa y lo guardó en el bolsillo del pecho de la chaqueta. Sacó su cartera y le tendió un billete de cinco dólares.

-Es para que el contrato sea vinculante -explicó. La miró largo rato a los ojos-. Nos vemos pronto.

-Claro -repitió ella.

Cuando cerró la puerta tras él, se apoyó en la madera y se mordió el labio inferior para evitar que temblara. Si hubiera sido más lista, más guapa o más sexy, habría conseguido que se quedara. Lo habría metido en su cama y habrían hecho el amor toda la noche. Y por primera vez en su vida habría tenido un día de San Valentín que valiera la pena recordar.

Respiro hondo y volvió al sofá. Una lagrima rodo por su mejilla y se la secó con el dedo. Se obligó a sonreír.

-Bien, por lo menos puedo decir que me han besado en San Valentín -musito-. Aunque él no se acuerde mañana.

!CONTINUARÁ¡


Bien aquí llego con una nueva adaptación, espero que les guste la historia de Levy y Gajeel(es una de mis parejas favoritas de fairy tail), bien tal vez aquí me demore más en actualizar ya que son un poco más largos los capítulos y aparte me he pasado leyendo fanfictions y créanme me quedo pegada leyéndolos.

Bueno se aceptan rewies, ya sean buenos o malos, me gustaría escuchar su opinión de cómo va la se despide:

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