Naruto Copyright Masashi Kishimoto.

-

-

-

Nada es para siempre

-

-

-

Prólogo

De nuevo resalto mentalmente mi estupidez. Fui un idiota. Lo tenía todo… todo… la tenía a ella.

Por mi cabeza se suceden incesantemente, escenas en las que ella es la principal protagonista. Una se recrea con especial vehemencia.

La primera vez que la vi.

-

El sol erraba en sus funciones aquella semana, y era la razón de que en aquellos días la distinguida cafetería situada en pleno centro de Tokio rebosara de clientes que buscaban calor y una buena taza de café caliente.

-No te perdiste nada interesante en el partido de ayer Sasuke.

-¿Enserio?

-Sí… Nunca había visto tantos strike desde que jugábamos en el jardín de mi casa.

-

Y en ese instante, en medio de una conversación trivial, vi a una mujer preciosa. Había dejado de remover mi café, incapaz de apartar mis ojos de su figura y prestar atención a otra tarea. ¡Era increíblemente hermosa!

Naruto curioso, miró hacía atrás buscando el objeto de mi atención, y desde el primer momento supo que miraba a aquella mujer.

Era la delicadeza y la elegancia en su estado más puro, ambas encerradas en un cuerpo de fina piel increíblemente blanca, ojos grandes, de un verde intenso y una larga melena rosada.

Cuando reaccioné me levanté y fui hacia la barra bajo la atenta mirada de mi amigo.

-

-Un café para llevar por favor -No me sorprendió que su voz fuera tan dulce como su apariencia-

-Yo la invito -Mi sonrisa de rompecorazones encandilaba a todas las mujeres, supliqué que ella cayera también-

-Se lo agradezco mucho pero no hace falta.

-Insisto, deseo invitarla. Pero si quiere compensarme podría decirme su nombre… y porque no darme su número de teléfono.

Ella había apartado la vista, se había mordió el labio con suavidad indecisa… y es que no sabía que contestarme.

Pero cuando sus ojos volvieron a cruzarse con los míos me estaba sonriendo… Sakura Haruno me dijo. Sacó un bolígrafo del bolsillo derecho de su abrigo y en una servilleta escribió su número de teléfono. Me sonrió y me susurró un gracias antes de coger su café e irse… no aparté mi mirada de ella hasta que no la perdí de vista.

Volví a la mesa junto a Naruto, me miraba extrañado, normalmente eran las mujeres las que venían a mí, las que me buscaban, no yo a ellas… y es que a mis veintiséis años, aunque esté mal decirlo, soy un auténtico don Juan.

Así empezó todo. La noche de ese mismo día la llamé.

-

-¿Diga?

-¿Sakura Haruno?

-Si, ¿Quién es? –Fue un golpe para mi orgullo que no reconociera mi voz, pero me recuperé enseguida-

-Sasuke Uchiha, nos conocimos hoy. –Le dije con un tono teñido de picardía-

-¿El hombre del café?

-Me alegra saber que no me ha olvidado señorita Haruno.

Y el escuchar la suave cadencia de su risa me robó el corazón, "y realmente si hubiera escuchado los pensamientos de la mujer se hubiera enamorado en ese mismo momento: es difícil de olvidar a un hombre así."

-Sakura, realmente creo que usted y yo deberíamos cenar juntos mañana por la noche.

-¿usted cree?... ¿Por qué?

-Usted debe cenar, yo debo cenar que mejor que hacerlo los dos juntos.

Otra vez esa suave risa.

-Está bien.

-Perfecto, que le parece si nos vemos a eso de las nueve en la misma cafetería, podemos tomarnos un café mientras decidimos a que restaurante ir.

-Me viene bien a esa hora.

-Hasta mañana entonces Sakura Haruno.

-Hasta mañana Sasuke Uchiha.

-

A partir de ese día, poco a poco nos comenzamos a conocer.

Recuerdo la noche de nuestra primera cita como si fuera ayer, si cierro los ojos aun soy capaz de rememorar intensamente el dulce olor de su perfume.

Aquella, extrañamente, cálida noche de invierno, conversamos de todo, poco a poco se dio a conocer. Me contó por ejemplo, que trabajaba en la empresa de su padre, al igual que yo. Los dos fuimos y en ocasiones seguimos siendo unos niños consentidos.

También descubrí que era hija única, por mi parte le conté unas cuantas anécdotas de cuando era pequeño, en las que como protagonistas aparecíamos yo y mi hermano mayor Itachi, no dude en pincelar -decorar- un poco las anécdotas, plasmando a Itachi como no, el malo de todas ellas.

Entre el entrante, primer plato y postres nos dimos a conocer el uno al otro.

-Definitivamente me quedo con "El Padrino".

-Que típico.

-¿Típico?... Pequeña es un clásico. –Se rió de nuevo, ¿es que acaso sabe que me vuelvo loco al escucharla reír?- ¿Y tú?

-Solo la he visto una vez pero me quedo con "La vida es bella".

-¿Acaso no la quieres volver a ver?

-Realmente no, me eché a llorar como una magdalena.

Era sensible, dulce, cariñosa… era incapaz de hacerle daño a alguien.

Casi entristecí cuando acabó la cita, como todo buen caballero la llevé a su casa y recibí como premio de consolación un íntimo beso en la mejilla, y para ser sinceros, me complació más aquel pequeño contactó que todos los apasionados besos que había dado a lo largo de mis veintiséis años de vida.

-

Y así fue pasando el tiempo… tres semanas.

-Sasuke, estás en las nubes

Levanté la vista de los papeles que estaba revisando para encontrarme con mi mejor amigo mirándome indiferente.

-¿Sabes que voy hacer querido amigo?

-No querido amigo.

-Voy a comprar el ramo de rosas más grande que pueda encontrar, invitaré a Sakura a cenar y juró que si está noche no beso sus labios me cambio el nombre a "pringado Uchiha".

-Que te vaya bien Sasuke…

Y es que ya no aguantaba más, no podía seguir con ella en ese plan de amigos, no cuando cada vez que la veía tenía unas ganas enormes de tirarme a su cuello.

Como dije, compré un ramo de rosas enorme, y cada dólar que me gasté en él, valió la pena solo por ver el sonrojo que adquirieron sus mejillas al verlo. La había dejado sin palabras -a ella y a medio restaurante-.

Como en todas nuestras citas al salir del restaurante me empeñé en llevarla a su casa. Nada más poner un pie en la calle, nos sorprendió una intensa lluvia. En ese momento descubrí que también adoraba la lluvia.

-¿Cómo puedes estar tan sonriente, estás calada hasta los huesos? –Pregunté mientras cogidos de la mano, avanzábamos por las calles, en busca de mi coche-

-¿Cómo no te va a gustar la lluvia?

-Me gusta cuando estoy seco y abrigado en mi casa.

-¿Acaso no te sientes libre con las gotas de agua cayendo sobre ti?

Ella era increíble, en invierno y helada, aun era capaz de encontrar la belleza en la lluvia.

Cuando llegamos a su apartamento me invitó a entrar, ambos estábamos empapados y no nos vendría mal secarnos un poco. Realmente me estaba congelando, pero en ese momento todo perdió importancia salvo ella.

Fui incapaz de apartar la vista cuando se sacó su abrigó, algunas gotas resbalaban traviesas desde su pelo, pasando por su cuello y perdiéndose por la camisa.

Y no pude –ni quise- evitarlo… agarré suavemente su brazo e hice que me mirara, antes de que me pudiera arrepentir la besé, un roce suave, casi se podía decir inocente… algo que yo Uchiha Sasuke no acostumbro a hacer… pero esa vez era diferente, Sakura es especial… temía su reacción y cuando nos separamos no podía mirarla a los ojos.

Ella agarró mis mejillas y me obligó a mirarla, estaba sonriendo, eso es bueno ¿no? No me dio tiempo a sonreír… ya que enseguida sentí sus labios rozándose otra vez con los míos. Me sentí completamente feliz. Y desde ese momento me hice adicto a sus besos.

Sentí como enredaba sus brazos en mi cuello, quería profundizar el beso… ¿he dicho que en ese momento era el hombre más feliz del mundo?

No me podía creer lo que me estaba pasando, torpemente entre besos y caricias, abrazos llegamos a su habitación, para ese momento mi camisa ya estaba perdida por algún rincón de su casa, la agarré por los muslos y la cargué hasta la cama.

Esa noche fue la primera vez que hicimos el amor -si hacer el amor. ¿Algún problema?-.

Besos, abrazos, caricias, susurros, gemidos…

Fue especial, fue diferente. Jamás olvidaré esa noche. Y tampoco la mañana siguiente cuando desperté y la vi con una bandeja con nuestro desayuno y vestida únicamente con mi camisa, se inclinó para besarme y desayunamos juntos, ella acurrucada entre mis brazos.

-

No pasó ni una semana y yo ya le había pedido que fuera mi novia. Todo el mundo quería conocerla… la chica que consiguió ser novia de Uchiha Sasuke, mi hermano Itachi no se lo podía creer.

-Tengo novia.

El simplemente se rió -a carcajadas- hasta que me miró y me preguntó:

-¿En serio?

-Sí, se llama Sakura es preciosa y te quiero alejado de ella.

-Como usted ordene hermanito.

-

Y como dos tontos enamorados empezamos a tener una relación más seria, todo era perfecto. Hacíamos el amor todas las noches, y la mayoría de las mañanas. Salíamos al cine, a cenar, a pasear… pronto descubrí que no sólo era un estupenda novia y amante, era una gran amiga.

Y llegó ese día… el día en que me di cuenta de que no quería a Haruno Sakura, no la quería.

La amaba… la amaba más que a nada en el mundo y si hiciese falta daría mi vida por ella.

Nos habíamos quedado a dormir en mi casa, la claridad de la mañana iluminaba mi habitación y entre las sábanas blancas estaba mi Sakura… desnuda envuelta entre ellas, con su pelo regado por la cama, los ojos cerrados y la respiración constante, durmiendo plácidamente. Yo estaba tumbado a su lado, me debí pasar una hora observándola, sólo pensaba en como sería mi vida sin ella.

-¿Qué me has hecho Sakura? –le susurré-

Temía que llegara el día en que, al despertarme, no viera esa imagen… y me entró miedo, pánico a perderla, a quedarme sin ella. Y me asusté. No quería vivir sin ella, no podía vivir sin ella, me sentí ahogado, como si me faltara la respiración.

La abracé por la espalda, ella era el aire que tanto necesitaba.

Por aquel entonces, debíamos llevar como unos seis meses saliendo. Cuando despertó y vi sus impresionantes ojos verdes, supe que teníamos que dar otro paso en nuestra relación.

-

-Buenos días amor… ¿llevas mucho despierto?

-Un rato.

-Deberías haberme despertado –me dijo con una sonrisa-

-Me gusta verte dormir.

Se incorporó todavía adormecida y me besó suavemente en los labios.

-Sakura, ¿porqué aun no conozco a tu padre?

-Nunca habíamos hablo de ello amor… ¿Quieres que te lo presente?

-Si, además mi familia quiere conocerte.

Un pensamiento gracioso debió cruzarle por la mente, porque rió suavemente.

-Yo no estoy tan segura de que mi padre quiera conocer al crápula que robó el corazón de su hija. –Terminó la frase con un tono dramático y otro beso en los labios-

Oh, Dios… adoro sus besos.

-

Poco después sí me arrepentí de pedirle conocer a su familia.

Su madre había fallecido hacía tiempo, y su padre Kakashi Haruno, comenzó odiándome con todo su corazón. Lógico, pues estaba con la niñita de sus ojos… pero poco a poco y con el paso del tiempo empezó a aceptarme y ahora nos llevamos bien. –Mentira cochina, me odia… pero aparentamos una maravillosa cordialidad delante de su hija-

Y bueno, lo de Sakura con mi familia ya era un caso a parte, mi madre Mikoto y ella se habían hecho amigas. Salían de compras, a cenar y mi madre se había encomendado la divertida tarea de contarle todos los momentos vergonzosos de mi infancia.

-¿Enserio? –Sakura estalló en risas sonrojada-

-Si, créetelo. Corrió desnudo por toda la casa, pasó enfrente de las visitas y no se detuvo hasta llegar a la piscina.

-¿E Itachi?

-Estaba demasiado ocupado riéndose, Itachi podía conseguir todo lo que se propusiese con su hermano, tan solo comenzando la frase con "¿a que no te atreves a…?" –Mikoto a duras penas aguantaba las lágrimas al recordar la escena- Fugaku se lo perdonó por tener solo cinco años, pero no piso la piscina durante un año entero.

Mi padre siempre me recordaba que la cuidara, que una mujer tan guapa, buena y lista no se encontraba fácilmente. Y mi "querido" hermano, la devoraba con la mirada, aunque sé que lo hacía sólo para molestarme, él jamás me haría algo que me hiciese daño, eso si… las manos donde yo pueda verlas.

-

-Sasuke eres un completo celoso.

-Lo sé –y callé sus protestas con un tórrido beso-

Si… soy un celoso.

No sólo de mi hermano, cualquier hombre que mostrara algún interés indebido hacía mi Sakura se estaba buscando problemas, si veía a algún hombre mirarla, la besaba, si hablaban demasiado cerca para mi criterio, deslizaba un brazo por su cintura… como mínimo un metro, es una buena distancia ¿no?.

De Naruto era del único que no sentía celos, de mi mejor amigo, y que con el tiempo se fue haciendo también amigo de Sakura… desde que los presenté se llevaron bien. Alguna que otra vez salimos los tres juntos, era divertido.

-

Mi vida era perfecta, lo tenía todo: salud, dinero, familia, amigos y a mi Sakura.

La noche que cumplimos un año, quise hacerle una sorpresa, nunca se imaginó lo que le tuve preparado.

-Sasuke-kun, nos vamos a caer.

-Shhh, confía en mí.

Un tópico, llevarla con los ojos cerrados hasta una mesa rodeada de pétalos rosas y velas, preparada en la intimidad de nuestro apartamento, pero el tópico funcionó, sus ojos brillaron ante el detalle.

La admiré con devoción, ella era tan… perfecta, sus labios, sus ojos, su cintura. Me quedé embobado observándola hasta que sentí como ella, me abrazaba.

-Gracias por todo Sasuke-kun.

-Llevo ensayando todo lo que tenía que decirte una semana, y ahora siento que se quedan cortas mis palabras.

-Sasuke-kun, puedes decir la mayor tontería del mundo, que a mi me gustará porque sale de tus labios.

Todo mi discurso de fue al garete, pero realmente ninguna de mis interminables frases podrían haber mejorado aquel instante.

-Pues yo deseo que una palabra salga de tus labios. -Supongo que se esperaba un te quiero o un te amo.-

-Dime cual y la diré amor.

-Dime entonces:…

Ella me miró extrañada.

-¿Quieres casarte conmigo?

-

Se tiró a mis brazos y me dijo aquella palabra incontables veces.

-

Durante las siguientes tres semanas fuimos las personas más felices del mundo, sentía que me faltaba algo si no estaba cerca de ella, si pasábamos muchas horas sin vernos la llamaba, y es que me sentía feliz con tan sólo oír su dulce voz.

Un completamente feliz tonto enamorado.

Hasta que llegó ese día, ese maldito día. Llevaba sin ver a mi Sakura dos días, estaba visitando a una prima suya –con motivo de anunciar nuestra boda- fuera de la ciudad y coincidió que esa semana tenía tantas reuniones y tanto trabajo que no podía dejar la empresa para irme con ella. Además, esa noche estaba sumamente cansado.

Llegó mi secretaria, Ino, rubia de ojos azules… yo estaba de pie apoyado en mi escritorio, con el móvil en mi oreja, intentando localizarla, llevaba todo el día sin hablar con Sakura, y no tenía idea de donde coño estaba, me encontraba nervioso, alterado, casado y de mal humor, muy mal humor.

Ino entró a mi despacho, era bastante tarde. Dejó los papeles sobre mi escritorio, a mi lado.

-Parece tenso, Uchiha-san. ¿Quiere que le ayude a relajarse…? –Voz melosa y caderas ondulantes, ¿acaso podía ser más obvia su intención?-

-Gracias pero no… estoy bien.

Seguías sin cogerme el móvil, ¿Dónde demonios estabas Sakura?... me empecé a preocupar, siempre contestabas a mis llamadas.

Cerré con fuerza la tapa de mi móvil, pasé mi mano por mi pelo, para tranquilizarme, en ese momento de debilidad Ino aprovechó para lanzarse a mi cuello, dios… menudo día llevaba.

-Ino para de una vez… -no me hizo caso, que sorpresa-

-¿Me va a decir que no le gusta? -definitivamente ese no era mi día-

-

No sé como, pero me había sacado la corbata en cuestión de segundos y empezó a desabrocharme la camisa, sujeté sus muñecas buscando apartarla de mi, pero me besó, no quería besarla pero tan poco quería hacerle daño, no me encontraba en mi mejor estado de ánimo, y aun encima, se había enganchado a mi cuello… sujeté su cintura… quería separarme de ella, aunque… es difícil resistirse a la tentación.

Pasos, 1… 2… 3… el sonido del picaporte al girar… un susurro ahogado… todo sucedió tan rápido.

Abrí los ojos, al final del pasillo… hebras rosadas, esta vez si me separé bruscamente, había visto su cabello rosado perderse por la escalera, no…

-¡Sakura! -Grité con todas mis fuerzas con el fin de que me escuchara-

Corrí por el pasillo, no sabía por cual de las puertas del edificio había salido, era muy tarde… llegué al aparcamiento y sólo conseguí ver a mi Sakura llorando, llorando por mi culpa… vi como se subía en el coche y arrancaba, no llegué a tiempo… tapé mi cara con mis manos.

Esto no me podía estar pasando a mí…