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Título original: Atomic Dawg
Autor: Agent Orange
Traducción: Miguel García - garcia.m (arroba) gmx (punto) net
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Atomic Dawg

[Perro atómico]

Escrito por Agent Orange

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En cierto punto del curso de la historia humana, se concluyó que la vida
de un perro es cosa fácil. No me puedo imaginar de dónde sacaron esa
idea, aunque los humanos tienen la irritante costumbre de inventar cosas
al antojo de ellos. Como esa disparatada noción de que yo de verdad gozo
el revoltijo de partes animales untadas de grasa solidificada y moldeadas
con forma de cilindro, de manera tal que tengo que roerla a lo castor
comiéndose un tronco. Y luego se creen que a mí me fascina.

Faye encuentra comiquísimo esconderme la comida, o fingir que se la va
a comer ella o, en momentos de más debilidad, comérsela de verdad.
Parece tener la convicción de que la comida es el alfa y el omega de mi
existencia. El pináculo absoluto de mi día. Casi toda la gente parece
pensar eso de los perros. Supongo que, bien mirado el asunto, tiene
bastante de cierto. Pero es solo por la falta de alguna alternativa más
estimulante.

Del Bebop voy a decir lo siguiente: no hay nunca un momento aburrido.
Siempre hay algún nuevo e insospechado método de tortura que alguno
de mis compañeros de vivienda puede fraguar para mí, siendo Ed, desde
luego, la maestra de aquello. Todos los demás se preguntan por qué
ando para todos lados con Ed. Esa vibra me viene sobre todo de Spike.
Hay veces en que los zangoloteos que Ed está propinándome son tan
ridículos, que hasta Spike se ve compelido a quitar el culo del sofá y
ponerle coto al asunto. Y es en esos momentos —cuando Spike me está
liberando de, digamos, una hamaca hecha con los calzones de Faye— que
él me mira con esa expresión. Los perros somos muy sensibles a las
expresiones, muchísimo más que los humanos, cosa poco afortunada para
Spike. Prácticamente toda comunicación que provenga de Spike es por la
cara. Es más, uno puede más o menos desestimar como un 99 por ciento
de las cosas que le salen por la boca. Su cara siempre habla un idioma
totalmente distinto.

En fin, Spike me mira con cierta expresión. Esa cara que dice, "¿Qué
carajo haces?". Y con eso se refiere a juntarme con Edward. La verdad
sea dicha, Edward me cae bien. Porque sucede que Edward es la única
persona de esta nave que tiene las ideas bien puestas. Todos los demás
tienen un surtido de planes y motivos secretos, pero no Ed. Todo lo que
Ed hace es porque lo quiere hacer. En el lugar e instante que le venga
en gana.

Spike cree que él vive del mismo modo, pero no se la creo. De nuevo: la
cara. Faye también se considera libre como un pájaro del cielo, pero es
más estrecha que esas tenidas que se pone. Se tiene convencida de ser
de una cierta manera cuando resulta obvio que no lo es. Jet... Pues...
Jet ya tiene prácticamente aceptado el hecho de que este zoológico es
su vida, y eso es en cierto modo digno de respetar.

Pero Ed... Ed sabe cómo es la cosa. Me explico: Ed piensa como perro.
¿Que me dieron ganas de lamerme las pelotas? Pum. Lamidas. ¿Refregarme
el culo en la alfombra? Pam. Culo oficialmente refregado. A lo mejor me da
por ponerme cariñoso con la pierna de aquel policía. Démosle. Así hay que
vivir la vida. Y no hablo de la idiotez esa de tomar el toro por las astas o la
caca de que solo se vive una vez. Eso lo inventaron los humanos.

Verán ustedes, los humanos viven tan preocupados de sus dramas
autoinfligidos, que hasta tienen que estarse recordando que viven una
sola vez. Eso sí que da lástima. Si a Ed se le antoja el disparate de
circular patas arriba y cantar "Era la piragua de Guillermo Cubillos", lo hace.
¿Y por qué no? ¿Le hace daño a alguien? ¿Se ve disminuida la calidad de
vida de alguna persona por el hecho de que ella haya decidido que va a
hablar al revés el resto del día, o por mi necesidad de lengüetearme? No.

Los humanos viven diciendo que no hay que calentarse la cabeza por
pequeñeces, pero esta vida está hecha de pequeñeces. La gente cree que
los perros viven *para* la comida y *para* dormir, pero están mal. Los
perros viven *de* la comida y *de* dormir. Nosotros vivimos *para* que
nos rasquen en ese lugarcito detrás de las orejas. O, más específicamente,
para las sobras de la mesa que Spike siempre me tira cuando nadie lo ve.
O para el olor de la toalla de Faye cuando sale de la ducha y yo me revuelco
encima. O cuando por fin logro sacarle la cuerda de la mano a Jet y el pone
esa cara de vergüenza. O lo mucho más cómodo que queda mi lado del
piso después de que le doy tres vueltas. Vivo para Ed. Vivo para Ed porque
ella sabe cómo es cuando todo el mundo te subestima, y sabe la clase de
liberad que eso otorga. Porque ella sabe que la regla de los tres segundos
no existe. Que la comida es comida venga de donde venga. Porque ella
no me mira en menos si tomo agua del retrete. Y, más que nada, porque
Ed está hecha de pequeñeces.

A veces me siento mal por los otros. Se están perdiendo de mucho. Uy.
Oigo que Jet encendió el abrelatas. Creo que mejor voy a echar un vistazo.

Eso que decía Pavlov es caca. Nosotros llegamos corriendo únicamente
porque eso es lo que quieren ellos que hagamos. Les divierte, por algún
motivo. Así que no son totalmente ignorantes de los pequeños placeres
de la vida. Supongo que eso le da un poquito de esperanza a esa raza.

—La voz del amo, ¿cierto, muchachín? —me dice Jet, sonriendo al poner
la cena delante mío.

Hummm... El cilindro de grasa. No importa. Voy a ver qué está comiendo
Spike.

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NOTHIN' BUT THE DOG IN ME

[NA' MÁS QUE EL PERRO EN MÍ]