Introducción

Soldados, protectores de de las tierras del reino de Hyrule, guerreros bravos y valientes, dispuestos a arriesgar su vida por el bien de la gente. Se cuenta que su valor viene de generaciones pasadas de tiempos en los que el reino estuvo a punto de desaparecer por la maldad. Historias se cuentan y otras se olvidan en el tiempo.

Un joven se dará cuenta de lo difícil que puede ser formar parte de los mejores soldados, pero descubrirá que su destino es mayor que el de cualquier soldado, guardia o caballero… el destino de un héroe.


Capítulo 1 Un día amargo

En las afueras del castillo de Hyrule se está llevando a cabo un torneo, un evento el cual es muy esperado por las personas, celebrado entre quienes desean formar parte de la guardia del castillo, ya que aquel que logre demostrar una superioridad en fuerza y habilidad podrá llegar a ser parte de la guardia real, el cual es un puesto de gran honor y lucro.

Los pobladores de los alrededores y viajeros todos se reúnen presurosamente en el lugar de los combates para mirar las últimas peleas, mientras un niño de unos diez años cruzaba entre las personas dirigiéndose a la herrería del pueblo.

Dentro de la herrería se encontraban dos personas, un hombre sentado cerca de la entrada, adulto, robusto aunque un poco pasado de peso, seguramente un cliente de la herrería esperando, en el fondo se encontraba un señor corpulento al lado de la forja cerca del horno usado para calentar el acero.

Ambos llevan una conversación cuando se escuchó la puerta y entró el niño gritando con emoción - ¡Papá!-.

A lo cual el hombre que se encontraba esperando respondió.

- ¿Qué sucede Heri?-, con voz un tanto ronca y tosca denotando una edad madura, mientras volteaba a ver al niño.

- El torneo está por terminar- dijo con gran emoción y entusiasmo - Acabo de ver una de las últimas peleas- el niño tomo un poco de aire antes de seguir – La pelea final empezara pronto.

El padre del niño volteo su mirada al herrero y preguntó.

– Joseph ¿Crees que estarán listas para hoy?-.

– No, no lo creo, mis ayudantes no vinieron hoy, seguramente para ver los combates, si quieres puedes irte, mañana las tendré listas- el herrero respondió.

– Esta bien, nos veremos mañana- dice su cliente mientras se levanta y se dirige a la puerta.

- Adiós Tanel- se despide el herrero antes de que salga el señor por la puerta.

Al salir el niño se acerca a su padre y éste lo levanta para llevarlo en hombros.

- Sabes papá, había un chico muy joven que estaba peleando…- el señor se fue escuchando las historias de su hijo en el camino hacia el lugar de los encuentros.

En el lugar de la pelea final, la cual ya había comenzado, contaba con muchos espectadores pero no había tanta emoción como se esperaría de la batalla entre los dos mejores competidores, el problema era que con simplemente mirar a aquellos combatientes cualquiera podía saber quién sería el ganador.

En la pelea se encontraba un hombre bastante alto comparado con su oponente con el escudo en el brazo izquierdo y blandiendo la espada con la diestra, llevaba una armadura ligera la cual lo resguardaba lo suficiente sin perder demasiada movilidad. Mientras que su oponente era un chico de ni siquiera dieciocho años, tenía el cabello castaño claro aunque por lo sucio y el polvo no se podía estar seguro, no portaba casco y en lugar de armadura portaba vestimentas de un campesino, nadie se encontraba animándolo, por lo cual se infería que era de algún pueblo algo lejano, este peleador llevaba un escudo mal cuidado en su brazo derecho y blandía la espada con su mano izquierda, la cual por algunos momentos parecía demasiado pesada para él, debido al esfuerzo que hacia al levantar el arma.

A pesar de los inconvenientes el joven sin armadura mostraba una gran agilidad que le daba una oportunidad de ganar, pero la fuerza de los golpes del oponente lo dejaron cansado y en un momento, justo después de haber dado un gran golpe, su oponente por fin bajo la guardia dando la oportunidad al chico de asestar un golpe limpio, sin embargo dejó caer aquella espada por el cansancio, desperdiciando su oportunidad victoria.

La lucha llego a su fin y el hombre que había llegado con su hijo en hombros se quedo viendo un momento al joven campesino, sin duda tenía algo que le llamaba la atención. Los espectadores que habían llegado con tanta emoción e ilusión empezaban a marcharse del lugar mientras quienes conocían al vencedor se dirigían con él y lo felicitaban, entre la gente el señor y su hijo perdieron de vista al chico que había quedado en segundo lugar.

El sol ya caí y Tanel no podía dejar de pensar en el joven campesino, después de un tiempo de darle vueltas al asunto decidió salir, así que dejo a su esposa e hijo diciendo solamente que tenía algunos asuntos y que regresaría para la cena. Salió a buscar al joven, durante todo el tiempo que estuvo pensando dedujo que al ser un forastero era poco probable que tuviera una casa en el lugar, por lo cual se dirigió a la posada más cercana a la entrada del pueblo.

El hombre se dirigió a una de las posadas preferidas entre los viajeros por su bajo precio sin descuidar la fachada. Recién entrando se dirigió hacia la recepcionista que se encontraba sentada detrás de una mesa, sus palabras fueron.

–Disculpe, ¿Se hospeda aquí un chico de cabello claro y con vestimentas de campesino?- Al decir esto se dio cuenta que no sería algo fácil encontrarlo con una descripción tan vaga.

-Lo siento no se dé quien me esté hablando, por el momento tenemos varias personas que vienen de las cercanías para ver el torneo, o por algún negocio, ¿podría decirme algo más sobre él?- le respondió la recepcionista

Sin poder pensar en algo el señor solo dijo –Es joven de unos dieciocho años-.

La recepcionista lo pensó por un momento pero termino igual que antes. Aquel señor decidió marcharse pero antes de que cruzara la puerta la recepcionista le dijo.

–Si no lo encuentra hoy, no creo que lo encuentre, la mayoría de las personas que vinieron a ver las peleas se irán mañana-.

El rostro de Tanel mostro decepción por un momento antes de que cerrara la puerta.

Al salir se detuvo un momento a pensar si sería conveniente seguir la búsqueda en algún otro hostal, miro por la calle la gente ya había regresado a sus casas y él debería hacer lo mismo si no quería hacer enojar a su esposa.

Antes de empezar a caminar escucho algo de ruido proveniente de la posada que acababa de dejar, volteo su mirada, pero dejo de oírse aquel ruido al instante, pero en ese momento recordó que había olvidado mencionar que el chico que estaba buscando había participado en los combates de ese día, eso debía ser algo notorio, algo que la recepcionista podría conocer.

Entro nuevamente y se dirigió hacia la recepcionista una vez más, en el momento que se encontraba frente al mostrador formulando nuevamente aquella pregunta, una persona pasó por detrás de él.

–Adiós Yulia- dijo aquel extraño dirigiéndose a la recepcionista, pero con un tono bajo para no interrumpir la conversación que sostenía con el señor.

La joven al ver quien era dejo la conversación un momento para responderle amablemente –Espero que vuelva a hospedarse con nosotros, que tenga un buen viaje-.

Tanel al voltear solo alcanzo a ver a un chico de cabellos rubios, pero solamente la espalda. El chico salió mientras el señor le decía todo lo que recordaba sobre el joven a la encargada de la posada.

Después de escucharlo y de meditarlo por un momento Yulia le dijo – Solamente… bueno, escuche de uno de los huéspedes que un chico de aquí participaría en el torneo, si no mal recuerdo me dijo que era el joven que acaba de salir…-

Tanel no pensó más de un segundo, agradeció a la joven recepcionista y se apuro para alcanzar a ese chico, antes de salir la señorita le dijo.

– Pero no estoy muy segura si sea él ya que nunca lo vi con espada o armadura alguna-.

El señor la escucho se detuvo un instante y siguió.

Ya era de noche pero no había pasado mucho tiempo desde que había salido el joven por la puerta, se apresuro para llegar a la salida de la ciudad más cercana a la posada. Por suerte no tardo mucho en encontrarle.

-¡Espera!- dijo Tanel con voz fuerte pero el chico no se detuvo, posiblemente no pensaría que le estuvieran hablando a él.

Hasta que lo alcanzó volvió a decirle que esperara con un tono más bajo pero por la distancia era indudable que se dirigía a él.

-¿Qué necesita?, ¿No se encontraba hace un momento en la posada?- dijo el chico de cabello rubio.

-Si era yo, estoy buscando a alguien y pienso que podrías ser tú-.

-¿A mí?- preguntó confundido el joven – ¿No me estará confundiendo?-.

– Sí, estoy buscando a aquel joven que combatió en la última pelea de esta tarde- El señor le respondió.

El chico bajo un poco la cabeza –Solamente si está buscando al que perdió- se escuchó con voz baja y un poco triste.

-Lo sé, pero eso no es lo que me interesa, vi tu pelea y creo… no, estoy seguro que estabas en desventaja, y aun así me parece que estuviste cerca de la victoria-.

Se sorprendió el joven al oír esto y volteo a ver señor poniendo más atención a lo que decía.

–Quisiera que escucharas lo que tengo que decir- le pidió Tanel al chico.

-Lo siento, se hace cada vez más oscuro y ya no puedo estar más en la posada, tengo que dejar el lugar-.

Pensó Tanel y luego respondió.

– ¿Qué te parece si te quedas hoy en mi casa? Así escuchas lo que tengo que decir, mañana mismo podrías irte, no te pediré dinero y… creo que deberías oírme si es que en verdad quieres ser un caballero de Hyrule-.

El chico lo pensó por unos segundos, la verdad era que no quería marcharse de noche, podría ser peligroso con lo cansado que se encontraba después de aquel día, decidió confiar en el señor ya que no le parecía mala persona.

-Está bien- respondió el chico aceptando la oferta del señor.

-¡Qué bueno!- se sentía aliviado. –Bueno, vallamos… soy Tanel, ¿Cuál es tu nombre chico?-.

-Me llamo Link-.