.:El Templo Rojo:.
Daenerys I
"Eres mi reina, ahora y siempre"
La voz repetía las mismas palabras, en un ciclo aparentemente infinito. Las escuchaba, pero no era capaz de entenderlas, era como si el sonido de la boca de alguien se esforzara por hacerla comprender algo que en esos momentos sólo podía significar un ruido incomprensible. Se esforzó por ignorar y callar la voz, que seguía emanando sonidos. Cuando por fin logró vencer las palabras, se sintió liviana, como un ave que surca los cielos, pero ¿cómo era capaz de saber que las aves se sentían de esa forma? ¿cómo estaba segura de lo gratificante que era sentir el viento envolverla? La imagen de las nubes se transformó en un amplio jardín, caminaba junto a una fila de arbustos, que tímidamente mostraban unos pequeños retoños, ella no sabía qué tipo de flor podía estar a punto de descubrirse ante ella. Quiso arrancar un botón, pero la risa de una niña la detuvo.
La pequeña le tiraba el vestido azul celeste, que hacía un encantador juego con sus ojos, bajó la mirada y por más que intentó enfocar a la niña, no lograba reconocerla, ella dejó de jalarle la ropa y corrió hacia dentro de la casa. Quiso correr tras ella, pero no logró dar un solo paso, porque la puerta roja por la cual había ingresado la niña, la detuvo en seco. Se quedó en el mismo lugar lo que pareció una eternidad, con más curiosidad que deseo, caminó hacia la puerta, se detuvo ante ella, por segunda ocasión. Después de vacilar, con un solo movimiento abrió y atravesó el umbral.
"Luna de mi vida"
Una tienda se erguía frente a ella. Sabía lo que le esperaba si la curzaba, y sólo quería estar dentro, era como una polilla ante un gran faro de luz, tenía una gran necesidad de ingresar y no salir, estaba sumamente cansada, sólo quería un lugar donde posarse por el resto de sus días, lejos de guerras, batallas y sangre. Sonrió al entender las razones, miró la tienda y supo que lo que estuviera ahí podría proporcionarle esa misma alegría indefinidamente. Levantó la manta de la entrada, cuando de nueva cuenta la pequeña mano de la niña la detuvo. La pequeña no había dicho una palabra aún, pero no era necesario, ella comprendía lo que quería decirle, le pedía que no ingresara ahí, si lo hacía no podría salir, no volvería con ella.
La indecisión la invadió, no había razón para no seguir su camino, pero la sola presencia de la niña la colocaba en un predicamento. Lentamente y sin ser totalmente consciente de ello, soltó la manta de la tienda y comenzó alejarse, guiada de la mano, mientras más atrás quedaba la tienda, el paisaje seco y caluroso se convertía en uno blanco, la nieve comenzaba a caer del cielo, pero ella no tenía frío, su vestido dejaba mucha piel expuesta, más sin embargo ésta no parecía cambiar de temperatura. La puerta roja hizo acto de presencia nuevamente. La niña quería que la atravesaran juntas, estaba a punto de hacerlo, cuando otra fuerza la retuvo. Se giró en dirección de esta nueva oposición y lo miró, un niño con tez morena y cabello tan platinado como el suyo. Ella sabía perfectamente quién era él, lo supo en el instante en que sus ojos se encontraron, entonces, curiosa miró a la niña nuevamente, pero no podía recordarla, no sabía quién era. El pequeño tenía la misma petición que su similar femenino, quería que cruzara la tienda junto con él.
Soltó a ambos, se quedó anclada, sentía como su corazón se partía, quería complacer a ambos. Los niños le tendieron la mano, uno a cada lado de ella, esperando por su decisión final. Sabía lo que tenía que hacer, su corazón se lo dijo en cuanto la prueba se presentó ante ella, el tiempo que hizo esperar a los niños, sólo era debido a que no podía soportar la idea de alejar al otro, los amaba a ambos, pero no tenía dudas de donde pertenecía, quería quedarse ahí todo el tiempo posible, así podrá estar cerca de ambos, sabía que una vez que les diera a conocer su decisión, jamás podría volver a verle.
"Un poco más" susurró a nadie. "Sólo un poco más, no quiero perderte". Dijo sin mirar a nadie en particular, pero sabiendo de quién se debía despedir. "Te quiero" por fin dijo a manera de despedida. Al tiempo que intentaba tomar una de las manos.
–Bienvenida Daenerys de la Tormenta.
Daenerys abrió tan rápido los parpados, que la luz de las llamas la cegó momentáneamente. Sus ojos trataban de acostumbrarse a la gran cantidad de luz que intentaba entrar por ellos. Distinguía diversos tonos amarillos, naranjas y rojizos. Era difícil buscar algo que enfocar, sus parpados no le respondían de forma adecuada. La desesperación se apoderó de ella y con dificultad se incorporó, tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas y concentrarlas en los antebrazos para soportar su propio peso.
–Le diría que no se esfuerce, pero lo hará de todas formas, así que cuando requiera mi ayuda sólo pídala.
Dany ignoró las instrucciones que recibió e intento levantarse. Cayó de rodillas frente a los trozos de madera incandescentes. No experimentó dolor alguno, más la sorpresa pudo con ella, haciéndola caer de completamente hacia delante, su platinada cabellera cubrió su rostro, sus trenzas habían desaparecido. Cuando su cuerpo tocó de llenó el suelo caliente, notó que se encontraba desnuda. Un hombre con túnica roja se abrió paso entre las llamas y le ayudó. Cuando Daenerys miró a su alrededor, descubrió que se encontraba dentro de lo que podía describir como una pira funeraria. La Targaryen aceptó el apoyo del hombre de rojo, comprendió que no estaba en condiciones de hacer nada por sí misma.
– ¿Qué ocurrió? - le preguntó en Valyrio.
–Sólo tome su tiempo.
La mujer con vestimenta escarlata le respondió, era la misma voz de hacía unos instantes. Jamás la había visto, pero sentía que se conocían. Dany preguntó de nueva cuenta, pero no obtuvo respuesta. El hombre que le ayudaba a sostenerse, la acercó a una cama y la dejó reposar ahí. Hizo una leve reverencia a la mujer roja y se retiró de la enorme habitación. La Khaleesi, por tercera vez iba a formular su pregunta cuando una lluvia de imágenes la azotó. Cientos de recuerdos tomaron su respectivo lugar en su mente: Pentos, Vaes Dothrak, Qarth, Astapor, Yunkai, Meereen, Rocadragón, Pozo Dragón, Invernalia, Desembarco del Rey. Jon.
Respiraba con suma dificultad, sus brazos temblaban, la combinación de debilidad física aunada a la lluvia de emociones que la empapaba, no le permitían hacer otra cosa. Sus ojos no dejaban duda del asombro y terror que estaba experimentando. Recordaba cada una de sus últimas palabras, recordaba el juramento que él le hizo.
– ¿Cómo? - logró recabar las fuerzas para preguntar.
–Lo sabe. Ha estado frente a uno, de los tantos milagros del Señor de la Luz- la sacerdotisa seguía hablando en Valyrio.
– ¡Drogon!
Recordó al instante. Su último hijo, su amado compañero de vida. El único que le fue leal hasta el último de sus días.
–Gracias a él, usted está aquí, el señor de la Luz le mostró el camino hasta Volantis, hasta este templo, hasta mí.
– ¿Cuánto? - no era capaz de formular una pregunta completa, pero la sacerdotisa comprendía y respondía.
–No estoy segura cuanto tiempo ha tardado el dragón en volar desde la capital de Poniente hasta aquí, cuando no parecía haber señales del Señor de la Luz, creí que habíamos dejado pasar demasiado tiempo. Me tomó dos lunas traerle de vuelta.
Su respiración era mucho más pausada y con mejor ritmo. Demasiadas cosas la agobiaban, muchos recuerdos seguían intentando buscar su lugar, mientras lo hacían ella los veía: "Por favor, Dany", "Yo te amo, siempre serás mi reina", "Me reusaré, eres mi reina", "Hace frío aquí para una chica del sur", "Seríamos bastante viejos", "No eres como los demás", "No puedo servir a dos reinas", "No Dany, ¿qué te parece 'mi reina'?", "Al menos no tendrá que lidiar con el Rey en el Norte nunca más", "Le estoy pidiendo que confíe en un extraño", "Entonces me cree acerca del Rey de la Noche y el ejército de los muertos", "No quiero ofenderla, su alteza, pero no la conozco", "Los vientos fueron amables".
–Su corazón recobró los latidos, sus heridas físicas sanaron- la sacerdotisa señaló justo debajo del pecho de Daenerys-, pero su mente aún no había terminado el proceso de curación, por lo que ha estado en ese estado por al menos diez lunas.
La mujer caminó hasta una mesa rectangular de madera, en ella se encontraban diversas hierbas, frascos con sustancias de colores en su interior. Le dio la espalda a la madre de dragones, tomó un poco de una piedra negra y la vertió en un mortero, comenzando a molerlo delicadamente. Daenerys bajó la mirada donde la daga de Jon se clavó, era una ligera línea rojiza, la daga entró de forma limpia y en un solo movimiento. Ya no sangraba, pero seguía al rojo vivo. Pasó con suma delicadeza los dedos sobre ella, se sorprendió al no sentir dolor alguno.
– ¿Quién eres? - preguntó, sin apartar los dedos de la marca.
–Soy Kinvara, su alteza, soy la Gran Sacerdotisa del Templo Rojo, un templo dedicado…
–A R'hllor- cortó Daenerys-. No me llame "alteza", no soy reina, nunca lo fui.
Sentía una fatiga mortal. Jamás había estado tan cansada. Quería alejar a sus molestas memorias, quería enfocarse en lo que vio antes de despertar rodeada de las llamas. No le era sencillo, su cabeza estaba llena de recuerdos que ahora le eran inútiles y por más que lo intentaba, no era capaz de traer ante ella lo que buscaba.
–Quizá no sea una reina, pero es una princesa.
–Lo fui, pero eso terminó cuando mi padre fue asesinado y mi hermano derrotado ¿Dónde está mi dragón?
Kinvara se giró y colocó el producto del mortero en una copa de plata. Examinó uno de los frascos y vertió un líquido rojizo en él. Lo mezcló perfectamente, meneando la copa. Le volvió a mirar al rostro, mientras seguía mezclando el brebaje.
–En un lugar seguro. Está bajo el cuidado de los sacerdotes, no tiene de que preocuparse.
Caminó hacia ella hasta ofrecerle la copa. Ambas mujeres se miraban, Dany con gran desconfianza, sus ojos pasaban de la mano de la sacerdotisa a su bello rostro.
–Lo necesitará mi princesa.
–Ya le dije- negaba con la cabeza en tono cansino.
–Usted no es cualquier princesa, es la princesa, la que fue prometida.
Daenerys levantó el rostro, sin ocultar la confusión. Kinvara aprovechó la distracción para colocarle la copa entre las manos de la Khaleesi, que por reflejo la tomó.
–Eso no es posible.
–Una de las siervas del Señor de la Luz se lo mencionó, ¿por qué el escepticismo? Yo se lo mencioné al enano, ¿qué le sorprende?
Ante la mención de Tyrion, su corazón sintió un pinchazo, lo recordaba en las escaleras de Desembarco del Rey, recordaba su traición, pero sobre todo su mirada, en aquel momento sólo podía ver a un hombre que rompió su confianza, ahora con todo lo que había vivido, pudo reconocer la ira, el dolor y la decepción.
– ¿Por qué cree que el Señor la de Luz la trajo de vuelta? - la mujer roja se aproximó por segunda vez a la mesa-. Usted aún tiene un destino que cumplir, su participación en la Gran Guerra no ha terminado.
Kinvara tomó algo de la mesa y se redirigió con Daenerys, quién procesaba toda la información que le proporcionaba la Gran Sacerdotisa.
–Yo no, eso es…
–La larga noche apenas ha comenzado.
La mujer roja tendió ambos brazos, con las palmas hacia arriba, le estaba ofreciendo un presente. Daenerys miró la ofrenda que la mujer le daba. La daga que terminó con su vida, la daga de Jon.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a George R.R. Martin y a HBO (aquellos que son exclusivos de la versión televisiva)
Esta historia está basada cien por cien en la serie, aún no leo los libros, pero después del final que nos dieron las razones y motivaciones para leerlos se han aumentado drásticamente. Es por ello que algunos detalles como las apariencias físicas de los personajes estará basada en sus versiones televisivas, es por ello que por ejemplo los ojos de Daenerys se mantienen azules y no violetas.
Como mencioné previamente, en la serie varias visiones de la casa de los Eternos no son las mismas que en los libros, principalmente porque en éstas nos muestran visiones del pasado de Dany, en fin en el cannon de los libros se menciona que Dany recuerda o tiene muy presente la imagen de una casa con la puerta roja y un limonero, y decidí incluirlo porque me parece algo que (aunque no he leído ni se nada de los libros) puede significar algo importante para el desarrollo de Daenerys en la saga literaria.
PD: ya retomaré mis otras historias, lo prometo, es sólo que con el final de la serie y con el horrible desarrollo de esta última temporada de la serie, no pude evitarlo, tenía tanto dentro que debía sacarlo.
