SWATCHMEN
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Un misterioso personaje reúne a un grupo de justicieros enmascarados para acabar con el mal en el mundo. ¿Quedará alguien vivo para verlo?
Parodia humorística, con un punto de amargura.
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1 - Hacen falta héroes o más heroína
Mi reloj marca las 95 y 8 minutos. No importa el día, ni menos aún el año (el mes sí, estamos en febrero). Hoy he presenciado un crimen. Hoy he presenciado un crimen otra vez. Hoy he presenciado un crimen otra vez, y no he hecho nada. Pude hacer algo, pero no lo hice; dejé que ocurriera. Hacen falta héroes…
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Mi nombre ya ha sido olvidado por todos. Pero podéis llamarme El Vigilante. Desde tiempos…
- ¡Jon!
- ¡Estoy ocupado!
- ¿Has merendado ya, Jon?
- ¡Si!
- ¿Y has sacado el perro?
- Mamá, que estoy intentando crear un ambiente apropiado…
- Vale, vale…
Ehem… desde tiempos inmemoriales he observado esta canica azulada que flota en la oscuridad del espacio. Y a la que vosotros llamáis planeta Tierra. He contemplado como nacían y morían civilizaciones enteras, y como se pasaban esos yogures que tienes en la nevera; y también te he visto hacer cosas sucias bajo las sábanas. A mí no se me escapa nada.
Hace mucho que vengo observando el mundo (por suerte también tengo tele por cable, que sino…).
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El 11 de setiembre del 2001 marcó un antes y un después en el devenir del mundo.
Recuerdo vivamente la gran catástrofe que sufrí ese día: ¡perdí 10 céntimos! Resulta que había ido a comprar brócoli al súper, y mientras echaba monedas al parquímetro, una moneda de diez céntimos se me fue de los dedos y desapareció por la alcantarilla. ¡Pero a quien se le ocurre poner una alcantarilla al lado de un parquímetro!
Pero ese 11S también afectó al resto del mundo (creo que dieron al respecto por algún canal de tv). A partir de ese día, vi cómo ciudadanos anónimos se convertían en héroes. En sus países, en sus ciudades, en sus habitaciones, vi a hombres y mujeres tomar la decisión de hacer justicia (una decisión que tiene vuelta atrás). Les vi entrenarse, les vi teñir su ropa interior y ponérsela por encima de los pantalones (¿veis? Cuando sales a la calle con la ropa interior por encima los pantalones ya no hay vuelta atrás), y les vi salir a patrullar…
Recuerdo a uno en especial. Se escondió el rostro bajo una brochada de pintura blanca y negra. Primero creí que era el bajista de KISS, pero al salir sin probar una gota de alcohol, supe que no podía serlo. Era un superhéroe y se hacía llamar El Cuervo.
En la esquina de su calle, El Cuervo tuvo su primera actuación justiciera. Dos hermanos se peleaban por un póster Pamela Anderson. El Cuervo les pegó un puñetazo salvaje a cada uno (¡adiós ortodoncia!) y luego agarró el póster de Pamela Anderson, y rompiéndolo en dos mitades, les entregó un pecho a cada uno.
Eso no cambió el mundo, es cierto. Pero fue un primer paso.
El siguiente paso no fue tan afortunado. El Cuervo, al que la pintura facial se le metía en los ojos, no vio el semáforo de la esquina, y al cruzar, fue arrollado por un camión de almohadas.
Pero en otros barrios, en otras ciudades, en otros ascensores y en otros baños públicos, enmascarados esperaban pacientemente su oportunidad para hacer justicia (o eso decían ellos).
Y todo esto, en unos años en que la subida del precio del petróleo, la caída de la pureza de la heroína y una nueva gira mundial de Hannah Montana amenazaban con las más terrible de las crisis desde el final de la segunda guerra mundial (acontecimiento bélico que yo me perdí, porque tenía dentista).
Lo que sigue es la humilde historia de algunos de esos héroes enmascarados y anónimos, y cómo, al final, –toma spoiler-, salvan el mundo (gracias a mí, claro está).
Puse el agua del té a calentar, programé el vídeo y descendí al mundo para intervenir en vuestro futuro…
-Continuará…-
"Las injusticias no ocurren porque haya malas personas, sino porque las buenas personas no hacen nada". El panadero de la esquina.
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