¡HOLA HUMANOS! Si, ya sé... otra historia y aun no termino la primera que empecé. Me odio pero esta idea llegó asi de pronto y salio todo tan natural que no pude ignorarla. Es una historia de amors, no solo entre un hombre y una mujer pero ya me callo que no quiero andar con spoilers. Espero les guste n_n le he catalogado como T debido a que en el futuro tratare tematica levemente fuerte y lemon OH SI.
Mientras tanto disfruten el inocente primer capítulo.
Disclaimer: No me pertenece Digimón, pero esta historia sí. (¡Toma eso Akiyoshi Hongo!)
Summary:
Él, empezaba a saborear el dulce néctar del éxito en América. Ella, se había metido en grandes problemas. Iría a buscar a su mejor amigo al otro lado del mundo, mas no iría sola.
Una historia que demuestra que los mejores regalos de la vida vienen de manera inesperada y las complicaciones solo te hacen amarlos más.
TRES.
Capítulo 1: Reencuentro
¿Así lucía Nueva York?
Apenas había bajado del avión que la había traído supuestamente a Nueva York. En si el Aeropuerto era extremadamente grande pero a pesar que volteaba hacia todas partes de lo que podía ver por los grandes ventanales, no veía la estatua de la libertad, ni los grandes rascacielos.
Refunfuño, tendría que hacer uso de su básico inglés y preguntar.
Se acercó al mostrador arrastrando su única, pero pesada, maleta.
El hombre amablemente le había explicado que ahora se encontraban en el aeropuerto de Newark, New Jersey. Que habría que tomar un autobús o taxi que la llevara a la ciudad de Nueva York.
Sentada en una de las bancas del aeropuerto sacó su monedero de su equipaje de mano y empezó a contar el dinero que tenia, la frente se le arrugo y luego miro hacia la ventana donde ya el cielo estaba oscuro. Suspiró.
Tenía todo planeado, pero no contaba que el maldito aeropuerto estuviera tan alejado de la maldita ciudad. Ahora solo tenía dinero suficiente para ir a la gran manzana en la mañana. ¿Donde pasaría la noche? ¿Que comería?
Suspiro de nuevo, enfadada.
Sintió el impulso de sacar la cajetilla de cigarros que tenía en su equipaje pero se detuvo, miraba hacia todas partes para asegurarse que nadie estuviera cerca, a pesar que no conocía a nadie allí, y dejo escapar unas lágrimas de rabia.
—Maldita Sea.
Desde hace algún tiempo que a Sora Takenouchi no le salían las cosas como ella las planeaba.
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El despertador sonó.
Al contrario de toda su vida, a Taichi Yagami ya no se le dificultaba despertarse temprano.
Se sentó en el borde de la cama, apago el 'Beep-Beep' de la alarma y estiro los brazos al mismo tiempo que dejaba salir un potente bostezo.
Al levantarse se dirigió al baño de su habitación a darse una ducha, su traje color oscuro y satinado ya estaba preparado en el closet.
Al salir de la regadera, se vistió. Habiendo terminado de colocarse la camisa, hizo una mueca de inconformidad. Lo único que odiaba de su trabajo era usar corbata, refunfuñando abrió una puertecilla del gran closet donde colgaban numerosas corbatas de todos los colores.
Tomo una de color azul fuerte, hizo mil nudos hasta que por fin pudo atarla como debe de ser y se miro al espejo.
—Perfecto.- se jactó.
Salió de su habitación y se dirigió a la cocina, abrió la nevera y saco el desayuno que había preparado la noche anterior.
Comió sin prisas mientras leía el New York Times.
Habiendo terminado tomo su saco del gigantesco closet, se hecho una ultima mirada en el espejo, se acomodo un poco su castaño cabello que alguna vez había lucido alborotado y salió de su apartamento.
La misma rutina de todas las mañanas.
Vivía en un tercer piso, así que no le importo usar las escaleras en lugar de esperar al ascensor que probablemente estaría a reventar.
Al llegar a la salida de su edificio saludo a su portero amablemente mientras subía a un automóvil de color negro que ya le esperaba en la acera.
–Buenos Días señor Yagami.- saludo el chofer desde el asiento del conductor.
El devolvió el saludo amistosamente y ambos se embarcaron al trafico neoyorkino para dirigirse hacia la sede de su trabajo, nada mas y nada menos que el edificio de las Naciones Unidas.
Taichi Yagami era ya un hombre de veintisiete años. Hace aproximadamente cinco años que había llegado al continente americano, específicamente a la ciudad de Nueva York.
Tenía un buen trabajo asistiendo al embajador de Japón ante la ONU; Se sentía orgulloso de la manera en que había logrado escalar tan rápido y si el cielo lo ayudaba, todo su esfuerzo se vería recompensado en unos cuantos años... Cuando nombraran al siguiente embajador nipón en turno.
Si esa era su meta más próxima profesionalmente hablando, la vida personal del joven y afortunado Taichi transcurría sin contratiempos. Sus mayores problemas en la vida serian estar lejos de su familia, a la que extrañaba montones; y el hecho de no poder conseguir comida japonesa que valiera la pena en América.
Extrañaba mucho su amado Japón, había estado ahorrando dinero para en sus vacaciones que estaban próximas irse a casa por alrededor de un mes.
El auto aparco, esbozo una sonrisa de agradecimiento al chofer y salió directo hacia su oficina.
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Le crujía la espalda. Trataba de sobarse pero después le dolió el hombro de tanto estirar el brazo.
—Ugh.- Se quejó.
Dormir en la sala de esperar del aeropuerto había sido su única opción y había sido indescriptiblemente incomoda.
Trataba de estirar sus engarrotados músculos mientras veía por la ventana del autobús que la llevaba hacia Nueva York, estaban cruzando un puente enorme que los llevaba hacia la isla repleta de edificios y rascacielos.
Ya no faltaba mucho para llegar y eso la estaba poniendo nerviosa. Abrió su equipaje de mano y saco una fotografía donde estaba ella de aproximadamente once años junto a un chico moreno de la misma edad con cabellos castaños desordenados que sostenía un balón de futbol; volteo la foto y leyó la dirección que estaba anotada allí.
Trago saliva y volteo de nuevo hacia la ventana, el tiempo había pasado muy rápido sin que ella se diera cuenta pues ahora se encontraba llegando a la estación.
Su suerte parecía mejorar, ya que al preguntar por la dirección se dio cuenta que no estaba muy lejos de la estación, la chica sonrió pues se ahorraría el viaje en metro.
Y en unos cuantos minutos se encontró frente al gran edificio de apartamentos, reviso la dirección escrita tras la fotografía para asegurarse que en realidad había llegado al lugar correcto. Así parecía ser.
De nuevo los nervios se apoderaron de ella. ¿Hace cuanto no veía a Taichi? Cerro los ojos y...
*FLASHBACK*
-Eres mi mejor amigo Tai.- susurro mientras trataba de tomarle la mano a su castaño amigo. -Necesito tu apoyo en esto.
-Precisamente por eso trato de hacerte entrar en razón Sora.- dijo un molesto Taichi. - Seria ilógico que siendo tu mejor amigo te apoye en algo tan tan idiota como escaparte de casa con El... ¡Piensa las cosas por el amor de dios Sora!
Sora le había confesado momentos antes su plan de huir con Kouji, su novio, la noche del día siguiente. Un chico que a Tai no le hacia ninguna gracia.
—El me ama Tai. Yo quiero irme con el. Lo tenemos todo planeado, todo saldrá bien.
El moreno la vio, arrugo más la frente totalmente molesto y agarro con más fuerza la mano que Sora le había tomado momentos antes.
–No. Cometerás un grave error Sora, ese tipo no es de fiar. – apretó mas la mandíbula. –Sora, no lo hagas...
Sora estaba ya al borde de las lágrimas.
—Lo siento tanto...
Tai entonces soltó su mano, la miro intensa y profundamente una ultima vez. Y entonces le deseo buena suerte mientras se daba media vuelta.
Sora tenía dieciocho años.
*FIN DEL FLASHBACK*
La pelirroja volvió al presente al sentir los empujones de la gente que estaba cruzando la calle, pues la
Luz del semáforo había cambiado ya.
Cruzo arrastrando su pesada maleta, el portero la saludo con una sonrisa al irse acercando pero al querer entrar el tuvo que detenerla.
– ¿Señorita? ¿Busca a alguien?-
Pregunto, deteniéndola en la entrada.
-Taichi Yagami.- se limito a responder.
El amable hombre volteo a ver el reloj, hizo una mueca de insatisfacción por la joven ya que faltaban varias horas para que el señor Yagami llegara.
—Disculpe señorita pero el señor Yagami se encuentra trabajando y llegara dentro de varias horas.
Sora chasqueo la lengua molesta, molesta consigo misma ¿Como no se le había ocurrido que Tai iba a estar trabajando?
"¿Y ahora que?" se pregunto Sora acongojada.
– ¿No hay una manera de contactarlo? Vera es... errr... Una emergencia.
Al portero esa chica le había despertado mucha ternura, tenía un brillo especial en los ojos a pesar de que se notaba que venia de un largo viaje.
Le sonrió y se dirigió a su pequeña mesilla donde saco una libreta y marco en su celular un número.
– ¿Si? con la oficina del señor Taichi Yagami por favor.-
Le pidió paciencia a Sora con la mirada.
-¿Si? Buenas tardes señor Yagami, soy Nial. Si, disculpe que lo moleste pero hay una señorita aquí que le ha venido a buscar y pues dice que es una emergencia.
Del otro lado de la línea Taichi se sorprendió
– ¿Una emergencia? ¿Quien es ella Nial?
El amable empleado tapo el micrófono con su enorme mano y le pregunto a Sora:
— ¿Disculpe, quien lo busca?
Sora trago saliva, ¿Como reaccionaria Tai al oír su nombre? Le entro pánico pero al mismo tiempo se le ocurrió una gran idea.
—Soy Hikari Yagami.
—Dice que es Hikari Yag...
Fue interrumpido por un grito del otro lado del teléfono.
— ¡¿Hikari?!
El ahora casi sordo portero simplemente contesto con un uhu.
—Dale la llave extra Nail, yo terminando aquí voy para allá.
Terminaron de despedirse rápidamente, al acabar la llamada Una llave le fue entregada a Sora.
–Señorita Yagami, aquí tiene. Es el apartamento 3F, tercer piso.
Sora se estremeció cuando le llamo por el apellido Yagami.
El hombre miró la maleta a lado de la pelirroja
—Llamare a alguien que la venga a ayudar a subir su equipaje.
Sora le sonrió agradecía a Nail, vinieron a ayudarla a subir sus cosas al tercer piso, encontró el apartamento 3F y sin esperar mas, entró.
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Apenas dio la hora de su salida y salió disparado de su oficina, el chofer que tenia designado le esperaba en la acera justo como el le había pedido.
—Veo que llevamos prisa señor Yagami.- le comento en cuanto Tai se hubo subido al auto.
—Mi hermana esta en la ciudad, me tiene algo preocupado que haya venido sin decirme. – contesto el castaño con ansias reflejadas en su voz.
–No se diga mas, conozco un atajo para que lleguemos pronto a su casa.
Tai sonrió, todos en América eran muy amables con el.
Y el atajo había funcionado de maravilla, además que su chofer manejaba como loco si se lo proponía. Llego veinte minutos mas temprano de lo que hubiera llegado normalmente.
Al salir saludo a Nail y entro hecho un rayo al edificio, subía saltando dos escalones a la vez y al llegar a su puerta se dio cuenta que necesitaba empezar a volver a hacer ejercicio, pues se había cansado.
Abrió la puerta y vio como su apartamento había sido limpiado, los platos estaban brillantes y colocados en la alacena; y una maleta color rojo yacía en la esquina de la sala.
—¿Hikari?– llamó a su hermana pero no hubo respuesta, se dirigió a su alcoba cuya puerta estaba entreabierta y ahí encontró en su cama profundamente dormida a la pelirroja abrazando una fotografía enmarcada de ellos dos que Tai tenia en su cómoda.
—... ¿Sora?– se pregunto así mismo, totalmente anonadado.
Espero les guste esta primera parte, ya tengo terminada la segunda y estoy tentada a subirla de que en este mismo instante pero tengo que controlarme _ .
Recuerden que sus reviews son sumamente importantes, me encantaría saber su opinión :)
Sayoooo!
