holasssss a todos! soy nueva en esto de redactar ff, pero estoy haciendo mi exfuerzito :) dejenme reviews para saber que piensan de este fic, criticas constructivas, comentarios y too lo que me kieran decir sera bien aceptado, si quieren visiten mi otro fic, se titula: MERODEADORES, EL COMIENZO DE LA HISTORIA
un beso, cuidense!
ALDA
Cap 1: Buenas Noticias
Se oyeron unos golpes a la puerta y Albus Dumbledore levantó la mirada. Era demasiado tarde para que alguien tocase a la puerta, pero aún así el sabio director de Hogwarts se incorporó suavemente de su escritorio y cruzó el salón, dirigiéndose a la puerta. Para cuando la abrió, tenía delante de él a una lechuza púrpura que sostenía entre sus garras 5 pergaminos muy viejos y raídos, 4 de los cuales eran ocres. Dumbledore tomó entre sus manos el pergamino diferente y el más corto de todos, se acomodó sus gafas de media luna, y leyó cuidadosamente el mensaje. Después de volverlo a doblar, se lo guardó en el bolsillo de la túnica y llevó a la lechuzita en sus manos, con los pergaminos todavía atados. En vez de retirar los pergaminos de la lechuza, el director ató uno más a sus garritas. Entonces le susurró:
- Vuelve al valle por el camino de los alpes y entrega estos pergaminos sólo en manos de James Potter, ¿me entendiste?
La lechuzita ululo muy alegremente y salió a través de la ventana más alta del salón. Albus Dumbledore se quitó las gafas y se restregó los ojos. Después se dirigió a un armario muy alto y hecho de madera de sauce que tenía en una de las esquinas del salón. De allí extrajo una vasija plateada que tenía escrito runas antiguas en los bordes. Dumbledore se llevó la varita al final de su frente, justo donde comenzaban las raíces de su cabello blanco. Suavemente, fue retirando la varita, y de ella salía un hilo plateado, como una cana semitransparente, la cual coloco en la vasija. Hizo esta operación unas 5 veces más, hasta que estuvo demasiado exhausto como para poder continuar. Al día siguiente sería un martes con muchas cosas que hacer: tendría gestiones en el ministerio, juicios en el wizengamot, y asuntos de Hogwarts que no podían seguir esperando más para ser atendidos. Se puso el camisón de estrellas celestes, y durmió profundamente, acomodándose sobre el colchón de plumas de fénix que tenía bajo suyo.
El director descansó placidamente esa noche, sin imaginar que horas más tarde estaría dejando al pequeño Harry Potter en el umbral de la puerta de los Dursley, con una nota para el Sr. Vernon Dursley explicándole todo lo que había acontecido la madrugada del martes en que los Potter perdieron la vida a causa de Lord Voldemort.
Harry no podía contenerse por más tiempo. Apuró la taza de chocolate para no estallar de la risa. Anoche había cumplido 16 años de vivir con los Dursley, y, aún así, el muchacho de cabello alborotado y ojos verdes brillantes no se acostumbraba a las ridículas vidas de sus tíos y de su primo Dudley, que había roto todos los límites de la gordura alcanzando nada menos que 120 kilos este verano. Ahora mismo, Dudley estaba quejándose de hambre, o al menos eso parecía, por que tenía tantos trozos de tocino sobre las papadas que era muy difícil entender lo que estaba gritando. Mientras, tía Petunia intentaba sacar los pedazos de huevos fritos que habían viajado desde la gran boca de Dudley hasta la camisa y el rostro y bigotes de tío Vernon, este estaba tan rojo de ira que podría haber refrito los huevos en su frente.
Harry terminó el chocolate y llevó su taza a la cocina. Lavó los trastes sucios, limpió el fregadero, barrió dos veces la cocina (¿Crees realmente que este piso esta limpio? había exclamado Tía Petunia) y todo esto con una sonrisa de oreja a oreja. Esta sonrisa no se debía a la lluvia de huevo en el desayuno, sino porque la noche anterior había recibido cartas de sus dos mejores amigos y de Hagrid, con muy buenas noticias.
Hagrid se había esmerado: sus garabatos eran ya bastante legibles: Harry entendía que él, junto a los demás integrantes de la Orden del Fénix, habían estado reclutando a magos y brujas de distintas nacionalidades, para que se unieran y formen parte de la Orden también.
Harry estaba muy feliz por los avances de la Orden, pero se puso aún más contento cuando leyó la carta de Ron, la noche anterior. Su mejor amigo además de desearle un muy feliz cumpleaños, le contaba que él también había contribuido para los fines de la Orden. Él, junto con todos los Weasley, habían pasado unas calurosas dos primeras semanas en Francia, donde, junto con Ginny, había visitado los colegios de magia de todo París. Sin embargo, esto último no parecía ser la razón de tanta felicidad por parte de Ron; la verdadera causa de alegría de su amigo había sido que los Granger los habían alcanzado a la primera semana de estadía en París, y, por supuesto, Hermione llegó junto con ellos. El Sr. Granger invitó a los Weasley a quedarse en la casa de campo que tenían a las afueras de la capital francesa, y todos los hermanos de Ron, junto con sus padres, lechuzas y demás se habían movilizado desde el hotel hasta la casita de los padres de Hermione con mucho gusto, en especial por parte de Ron y del Sr. Weasley (¡viviremos como verdaderos muggles!)
Harry restregaba el óxido de los cubiertos de plata, cuando recordó la desazón de la noche anterior. Había estado tan feliz de recibir las cartas de Ron y Hagrid, que al leer la de Hermione se llevó una sorpresa desagradable. En un pedacito de pergamino, con letra deforme y mala ortografía, Hermione le había deseado feliz cumpleaños, sin más que decir. Harry había pensado que era una broma todo eso, y hasta ese momento quería convencerse de que Hermione no habría tenido tiempo de escribirle. "Pero, ¿cómo no va a tener tiempo, si es que Ron te ha escrito tanto?" Harry escuchaba siempre la misma vocecita en su cabeza... ¿Es que él había hecho algo para que su mejor amiga lo tratase de ese modo? no, él había estado en Privet Drive desde el termino del quinto curso en Hogwarts, así que practicamente, no se había comunicado con Hermione desde ese día...
- ¿QUÉ CREES QUE HACES CON LOS CODOS MUGRIENTOS SOBRE EL REPOSTERO? - chilló una voz desde la puerta de la cocina.
Harry se levantó de golpe. Había estado ensuciando el perfecto repostero de Tía Petunia por lo menos unos quince minutos antes de que ésta le gritara.
- lo-lo siento - balbuceó apenas
- LO VAS A SENTIR PEOR! VE A TU CUARTO!
Harry dejó los cubiertos sobre la mesa y subió a toda máquina las escaleras. Concentró todas sus fuerzas en no gritarle a su tía que ya había tenido suficiente limpiando la casa entera, pero se contuvo. Hagrid, al final de su carta, le prometia una sorpresa para el día siguiente de su cumpleaños, es decir, ese día, y esperaba con ansias que el guardabosques cumpliera lo prometido, pues hasta ese momento, el día se iba de mal en peor.
Harry se estremeció en su cuarto... ¿cual sería la idea de Hagrid de una "sopresa agradable"? la verdad, no lo sabía. Trató de no imaginarse a Hagrid haciendo magia en Privet Drive, porque de cualquier forma, lo perjudicaría. Entonces, se dedicó a pensar en que muy pronto vería a sus amigos...
