Tras varias veces de ver Guardianes de la Galaxia y leer nuevamente el cómic se me ocurrió escribir un fic donde se nos de la oportunidad de conocerlos, más al guapísimo de Star-Lord XD ya tenía la idea hace mucho pero hoy se me dio la inspiración necesaria para plasmar la idea. Junté nuevamente cosas del cómic y la película, espero no llegar a confundir.
Enserio espero y les guste y quieran que continúe u.u
Acepto comentarios y críticas constructivas:)
Gracias de ante mano por leer ;D
Las estrellas estaban hermosas. Las observas detenidamente desde la azotea de tu casa. Ya son altas horas de la noche pero realmente no te importa, al igual que el frío que esa en noche se presenta. Acomodas tu sudadera y sigues con tu observación.
—Cariño, ya es muy tarde— dice tu padre desde dentro de la casa. Su rostro está adormilado y te mira con los ojos entre cerrados.
—Sí, ya voy — respondes sin mirarlo.
—Hace frío.
-Nah ...
—Mañana tienes un examen — está tratando de convencerte de entrar a casa.
— ¿Y qué? Es sábado.
—Pero es un examen, no me importa si vale mucho o no, si será en sábado o en navidad, vete a dormir— insiste, esta vez parece molesto.
Sueltas un suspiro cansado.
—Está bien, en cinco minutos entro.
Tu padre te mira, analizándote para ver si dices la verdad.
Finalmente eres lo suficientemente convincente, asiente y se retira a su cuarto.
—...multiplicados por diez...— murmuras para ti con una sonrisa traviesa y vuelves a ver las estrellas con tus binoculares.
¿Qué será vivir allá arriba? Te preguntas. Quizá allá no haya escuelas ni exámenes tontos en sábado. Sería perfecto vivir en el espacio. Podría ver las estrellas de cerca sin necesidad de usar binoculares.
Te pierdes en tus pensamientos espaciales y no te das cuenta que algo o alguien se acerca a tus espaldas. Una ráfaga de aire fresco golpea tu rostro y tu cabello comienza a moverse libremente, acomodas bien tu sudadera para que el frío no se cole.
Entonces sientes la presencia. Piensas que debe de ser tu padre. Te giras y ves la puerta cerrada, lo que te sorprende.
— ¿Papá? — preguntas a la nada. Nadie te responde. Te encoges de hombros y vuelves a tu observación pero unos rasguños en el suelo te interrumpen.
Miras de nuevo hacia la puerta, pero esta vez miras hacia abajo.
Es un mapache.
Te sorprendes al ver al mamífero. Nunca habías visto uno libre en la ciudad, sólo a las afueras.
—Hola amiguito — saludas sin reponerte de la sorpresa, mientras el animal se acerca sigilosamente hacia a ti y suelta unos chillidos. —. ¿Tienes hambre? — preguntas agachándote un poco para tratar acariciar su cabeza, pero este responde hostilmente, dando unos pasos hacia atrás, cuando de nuevo otra presencia se forma a tus espaldas sin que te des cuenta. Tu celular vibra en tu bolsillo. —. Espera…— dices al mapache, como si fuera a responderte. Notas que es un mensaje de tu ex novio. Por favor, como si no hubiera hecho suficiente daño ya. Por su culpa has dejado de creer en el amor. Decides ignorarlo, guardas el teléfono en el bolsillo y prestas de nuevo tu atención al desorientado mapache.
El suelo iluminado tenuemente por la luna se fue oscureciendo y llama tu atención, giras tu cabeza para ver la razón, de inmediato piensas que es una nube, pero no es así, observas un tronco enorme que tiene largas ramas que parece son sus brazos.
Tu garganta se cierra y te prohíbe gritar por el asombro de una cosa así.
—Ya la tenemos Groot — dice una voz, parece venir del mapache. Devuelves la mirada a este y efectivamente es él quién había dicho esa frase, además ya no estaba en cuatro patas, sino en dos y está apuntando una grande y exagerada arma que en tu vida habías visto.
De nuevo piensas en gritar cuando el árbol te toma en sus ramas y una descarga eléctrica azota tu cuerpo dejándote inconsciente.
.
Abres los ojos de par en par. Sientes tu cuerpo muy adolorido. Tratas de incorporarte y entonces recuerdas el sueño tan loco que tuviste anoche. Un árbol viviente y un mapache que hablaba. Sonríes por esa estupidez y de inmediato sientes unos ojos que te observan penetrantemente.
Tu pecho se contrae del susto. El árbol de tus sueños está al frente tuyo y parece estar sentado, te das cuenta que estás en una jaula, en un lugar desconocido y lo suficientemente iluminado para lastimar tu vista.
—Yo soy Groot — dice el árbol, tanquilo. Parece estar saludando, pero tú estás demasiado sorprendida y asustada para responder.
—Yo soy...— haces el intento de responder, pero una voz los interrumpe.
—Ya dejen de presentarse, que aburridos — dice el mapache, lo observas, ahora lleva ropa y está en dos patas como un humano.
— ¡¿Eres un mapache que habla?! — exclamas sorprendida y el mamífero parece molestarse.
Frunce el ceño y empuña el arma que cargaba en su pequeña espalda.
— ¿Qué dijiste terrícola? No me hables con palabras que no entiendo.
Instintivamente cierras tus ojos y levantas tus manos como protección contra el arma, por si llegaba a disparar, pero esa defensa no serviría de nada.
—No, no, no, no quise ofenderte, yo…
—Yo soy Groot — dice el árbol, lo que te sorprende y saca de onda. El mapache baja el arma a regañadientes.
—Cierto — responde el mapache sin mirar al árbol. -. Te has salvado, Star-Lord te quiere viva.
— ¿Q-quién es Star-Lord? — preguntas nerviosa y confundida.
El mapache suelta una carcajada. El árbol menea la cabeza, como si le pesara la actitud de su amigo o tu pregunta, o quizá eran ambas.
—Yo soy Groot — dice como si estuviera regañando al mapache, y éste deja de reír. Toma una bocanada de aire y tú sigues confundida. No entiendes por qué reía, o porqué este tal Star-Lord te quiere viva, o simplemente porqué estás ahí y no en la azotea de tu casa.
—Sí, sí, aguafiestas — dice el mapache al árbol, a Groot. —. Tú, terrícola — ahora se dirige a ti y nerviosa le prestas atención. —. Cuando estés frente a él procura llamarlo Star-Lord o fingir que has oído hablar de él, si no destruirás su pequeño orgullo.
Confundida, asientes con la cabeza.
— ¿En dónde estoy? — preguntas observando el lugar.
—En una nave — responde el mapache indiferente.
—Una nave, wow — sueltas sarcástica, eso no te dice nada. Podría ser un avión, o un barco, incluso un auto, esa palabra es un sinónimo de aquellos vehículos.
El mapache se golpea su peluda frente con su pata, o mano.
—Ugh, ¡una nave espacial! — exclama en un tono molesto.
Te sorprendes. Lo miras atónita. ¿Está hablando enserio?
—Una nave que navega por el espacio y que tiene muchas…
— ¡Sí, sí, ya entendí, entendí! — interrumpiste levantando la voz. —. Solo que… ¿por qué me llevan a mí? Digo, somos billones de gentes y me tuvieron que llevar a mí — dices haciendo énfasis.
El mapache te mira y parece estar pensando una respuesta.
—Yo que sé — responde finalmente y un poco altanero —. Él quiso que viniéramos por ti — te da la espalda y comienza a caminar por la habitación. —. No entiendo por qué no vino él a buscarte, tal vez tenga más paciencia para responder tus preguntas, son muy estúpidas ¿sabes?...
Está hablando demasiado. Te recargas en la pared y sueltas un suspiro. De cierta forma terminaste como prisionera en una nave extraterrestre y te cuesta creerlo.
Recuerdas el mensaje de tu ex. Tomas tu teléfono. Presionas el botón con el que se desbloquea la pantalla y esta no responde. Te sorprendes. Presionas más veces y el teléfono sigue sin responder. Dejas presionado el botón de encendido y no funciona. Está muerto.
— ¡Hey! —exclama el mapache al verte con el teléfono en la mano. Tú te sorprendes y lo miras con esa expresión, además de un poco de miedo. —. Groot, ¿no la registraste?
—Yo soy Groot — Groot se encogió de hombros.
— ¡No, no, no! — los interrumpes para explicar, tienes miedo que hagan algo en tu contra. —. No es un arma, es un celular… para… ¿comunicarse? Pero no funciona…
Los seres parecen comprenderte y se calman, al menos el mapache.
— ¿Un comunicador? ¿Puedes comunicarte con tus refuerzos de la tierra con esa cosa obsoleta?
De cierta forma te sientes ofendida. Recuerdas que ellos tienen mucha tecnología, al menos lo sabes por las armas sofisticadas que has visto portar en él. El teléfono o comunicador que creíste era de última moda, es un dinosaurio para ellos.
—No, no funciona — respondes.
El mapache se vuelve a dar la media vuelta. Te preguntas si tiene nombre.
—Oye, ¿cómo te llamas? — dices antes de que el mamífero cruce la puerta, parece que va a irse.
El mapache voltea a verte y se piensa en responderte o no.
—Mis amigos me dicen Rocket.
