Primer Capítulo: Mi cumpleaños.
Ugh, diecinueve. Me daba escalofríos con solo pensar el número de años que estaba por cumplir. No quería abrir los ojos para ver esa infernal luz del día que tanto odiaba, mi padre, Carlisle, siempre decía que yo era una criatura de la noche y yo nunca me atreví a refutárselo porque es la pura verdad. Siempre me gustó vivir en sombras, mi cuarto está pintado de negro y mi auto tiene los cristales tintados. Bueno, no podía seguir escondiéndome entre cortinas todo el día, mi hermana Alice se molestaría y bueno, nadie y absolutamente nadie quiere hacerla enojar.
Soy el menor de mis cuatro hermanos, sí, el menor, el bebé que iba a cumplir diecinueve, decía mi madre Esme mientras yo replicaba: Mamá ya no tengo cuatro años, sé conducir. Pero nada hace que mi madre se dé por vencida, ni siquiera Alice. Emmett, es mi hermano mayor, no es tan responsable pero tiene una fuerza admirable, Rosalie le pisa los talones, es la hermana mayor y siempre lo quiere controlar por eso es la favorita de él y de la vajilla de mi madre.
Jasper, el que le sigue a Rosalie, es el más competitivo en especial conmigo. Tiene veinte años pero eso no evita que se salga de sus casillas de vez en cuando y que se desquite conmigo presumiendo que sabe luchar. Y ya conocerán a Alice. A pesar de que voy a tener su misma edad en unas pocas horas, parece una chiquilla de cinco cuando dicen la palabra "compras", arma un caos hasta que alguno de mis hermanos se desespera y la calla yendo con ella al centro comercial. Esme siempre le dice que cuide su dinero pero ella hizo muy buenas inversiones en estos dos años y digamos que le sobra el dinero así que no hace caso.
-Ay Edward, Edward, levántate y se hombre-. Me dije a mí mismo mientras apartaba mi brazo de los ojos y los abría con sumo cuidado. Bueno, exactamente el sol no me hace daño pero sí me repele.
-Edward Anthony Cullen, levántate o iré por ti y tu regalo quedará en la basura-. Gritó Alice desde la parte baja de las escaleras. Me levanté de la cama lanzando un profundo y estruendoso suspiro, no sé si me oyó pero más le vale, despeiné mi pelo cobrizo y bostecé. No había dormido bien esa noche, sentía un presentimiento que se me calaba en los huesos y eso no me dejó dormir. Por un lado, el presentimiento decía que hoy iba a ser un día terrible y eso me asustaba, y por otro lado, me decía que iba a ser el mejor día de toda mi vida, y esa era la parte más fuerte y la única que quería vivir.
-En un segundo Alice, me voy a bañar-. Le grité de vuelta lo suficientemente alto para que no tuviera excusa de que no me hubiera oído.
-Vale, pero te apuras-. Gritó en cuestión de segundos.
-Alice, baja la voz-. Regañó Esme en el mismo todo de voz que estábamos utilizando, probablemente estuviera en la cocina o algo parecido.
-¿Por qué no regañas a Edward también? Él estaba gritando al igual que yo-. Casi pude presenciar el puchero que debió hacer, si es que la conocía bien.
-Alice, no hagas pucheros, sabes que Edward es el cumplimentado-. Dijo Rosalie en un tono moderado de voz. Sonreí para mis adentros, que bien conocía a mi hermanita. Cogí de mi armario la primera camisa y el primer jean que encontré y me metí al baño cerrando la puerta bien fuerte para que no me molestaran más. Mientras me daba la ducha el mismo presentimiento volvió a recorrer mi espina dorsal en forma de escalofrío. No podía dejar de pensar en lo que pasaría que haría mi día el peor de mi vida, pero tampoco podía dejar de insinuar que ese mal presentimiento conllevaría a la parte buena y eso era lo que contaba, ¿no?
Salí del baño con la toalla envuelta y me sacudí el cabello sin preocuparme si quedaría seco en una hora o si no. Me cambié fugazmente y eché vista a mi vestuario. Camisa blanca y jeans azul obscuro, nada mal, opté por colocarme una chaqueta café y unos tenis blancos ya que hacía mucho frío en Forks como para andar en camiseta por ahí. Bajé las escaleras al trote y sorpresa, no la que me llevé, si no porque todos gritaron sorpresa al verme.
-Ah vaya, lo mismo de siempre-. Susurré para mí mismo, estoy seguro que nadie me oyó porque nadie protestó mi mal humor.
-Cariño sonríe a la foto-. Dijo mi madre señalando la cámara que mi padre tenía en las manos. Yo sonreí con mi típica sonrisa torcida que según mis hermanos, causaba furor en las chicas pero yo nunca me tragaría ese cuento. Yo era el único soltero de la familia, por favor, Esme & Carlisle, Emmett & Angela, Rosalie & Mike, Jasper & Jane, Alice & Alec, yo & la vajilla de Esme. Vaya pareja divina, como me encantaba bailar con ella todo el tiempo.
Vi como Alice había dejado el gran salón principal y gruñí. Gasa azul por toda parte existente y uno que otro globito que rezaba: "It's a boy". Mierda. Sí soy un varón pero no un bebé, parece que en esta casa no contaba con voz ni voto. El piso estaba decorado con velas azules, también; no sé para qué Alice compraba cosas azules si bien sabía que no me gustaba mucho ese color.
-Invitamos a todos los de la universidad, Edward-. Dijo Alice dando saltitos en su sitio. Un momento… ¿Todos? Esta chica se estaba volviendo loca. Por mi rostro pasó una serie de emociones entre ellas estaban: Rabia, Odio, Incredulidad, Asombro, etc.- Ay Dios, es un decir, invitamos a algunos salones que estaban presentes cuando pasamos las invitaciones.
-¿Cuáles eran esos exactamente?
-No recuerdo, pero vamos, ¿no se te ocurrió ponerte más rebelde, eh hermanito?- Dijo con sarcasmo evidente.
-¿Qué tiene de malo esta ropa?- Tomé mi chaqueta café de cuero entre los dedos y miré hacia ese punto haciéndome el inocente.
-Que, hermanito de mi corazón, ¡NO VA CON EL ESTILO DE LA FIESTA!
-Y que se supone que deba usar, ¿un babero?
-No sería mala idea-. Soltó Emmett con una carcajada, pero nadie más se rió de su chiste malo. Alice negó con la cabeza ya desesperada y me arrastró de nuevo a mi cuarto, no sé cuántos años pensaría que tenía yo pero me empezó a desvestir como si tuviera cinco y luego miró mi armario en busca de algo hasta que exclamó un ajá. Se volvió hacia mí con una sonrisa triunfante y un smoking turquí en sus manos, yo empecé a negar con la cabeza solemnemente pero desapareció la sonrisa de su cara y me lanzó la mirada más penetrante que había utilizado conmigo hasta ahora. Me puse el smoking y bajé las escaleras por segunda vez en ese día, y oh maravilloso, todo el mundo se me quedó mirando con cara de WTF y yo simplemente les lancé cuchillos por los ojos.
La gente llegó a las 6:30 pm, no había ni empezado la fiesta y ya me había arrinconado en una silla a la espera de mi desgracia, tal vez era el hecho de tener que usar smoking en una fiesta de camisetas y pescadores. Entonces vi algo raro moviéndose hacia mí, algo no, alguien que no había visto en toda mi vida. Cabello obscuro al igual que sus ojos, pero con ese humor que padecía nada me podría parecer bonito en estos instantes, la chica me sonrió y yo solo me limité a mirarla.
-Hola, soy Jessica, tú eres el cumplimentado ¿cierto?
-Ojalá no fuera así-. Lanzó una risa tonta y por un milisegundo la fulminé con la mirada.- Si me disculpas, tengo que hablar con mi hermana y de paso ir por algo de ponche-. Me alejé de ella que había quedado con la boca abierta y ese pensamiento me hizo sonreír, no veía el final de la fiesta ni a ninguno de mis hermanos a los alrededores.
Abandoné el intento de buscarlos y fui por ponche, justo cuando mi mano iba a agarrar el cucharón para servirse, otra mano más delicada hizo el mismo movimiento y terminamos entrelazados de manos encima del cucharon, esa mano, la que reconocí como de mujer, se apartó en un segundo y luego aparté yo la mía.
-Lo siento-. Dije mirando el rojo sangre del ponche casi sin expresión en la voz, y me giré en redondo y me concentré en buscar a mis hermanos.
-Oye, espera-. No hice caso alguno a la voz de aquella chica.- ¿No querías ponche?- Seguí caminando sin voltear atrás.- Edward Cullen, voltéate a mirarme, no te he dicho felicidades-. Me sorprendí al escuchar mi nombre completo y me giré en redondo, esa voz poseía autoridad y vaya que se notaba mucho. Miré hacia su cara y no pude creer lo que vi. Ojos azules, cabello rubio-rojizo, cuerpo esbelto y estirado, facciones finas y ligeras; una mujer en verdad hermosa.
-Tanya, no sabía que eras tú-. Miré sus zapatos de tacón rojos y luego volví a su cara pecosa.
-Bueno, ya lo sabes, tu hermana me invitó, por cierto te ves muy guapo con ese smoking.
-Si, como sea-. Tanya era la mejor amiga de Alice desde que yo poseía memoria, habían compartido los pañales y me daba miedo saber que otras cosas compartían.
-Ven a darme un abrazo, no me digas que eres así de frío con todos los invitados-. No, creo que solo con esa tal Jessica. La abracé sin ganas y me aparté torpemente.
-Circunstancias.
-Alice te echó a perder el día, ¿adiviné?- Yo asentí levemente con la cabeza. Tanya era una buena conversadora y era muy suspicaz, cosa que me gustaba de ella, no era que ella me volviera loco pero de todas las amigas de Alice, la erigiría a ella de seguro.
La noche pasó bastante rápido conversando con Tanya que ni me di cuenta en el momento en el que se fueron los invitados hasta que Tanya me dijo que se tenía que ir porque era demasiado tarde. Apenas se fue, fui derechito a mi cuarto, no quería preguntas sobre la fiesta pero Alice me detuvo.
-Linda charla con Tanya, ¿eh?
-No molestes, tengo sueño-. La aparté de un tirón y proseguí con mi camino.
-Mañana no te escaparás de mi interrogatorio-. Dijo enfatizando la palabra interrogatorio. Me tumbé en mi cama y me coloqué los audífonos de mi MP3, le di "play" cuando encontré la canción que buscaba: "Clair De Lune" y cerré los ojos. No sé en qué momento empecé a soñar, pero presentimientos no faltaron.
