Summary: El primer amor, nunca lo olvidarás. Horo Horo vuelve a Tokio, con una misión, no con el afán de acompañar a su hermana. Le pedirá ayuda a Ren. ¿Qué pasará? Advertencia es Yaoi.

Shaman King no me pertenece, ya lo quisiera yo, tampoco la cama donde lo escribí, ni menos la luz que les quite a mis padres por tener mi computador prendido tanto rato. Sólo me pertenece esta retorcida y extraña mente. Dedicado a Xanxisk-chan y a Aga-chan, que les encanta el Yaoi y la idea fue del fin de semana y lo termine el ayer. Incluido el pulido. =)

Reconociendo el Amor

Primer capitulo

By Meems Asakura

Ahh- Fue lo único que pude articular al tocar el cielo con tu ayuda, ahora no sólo sentimentalmente eras mío, sino que yo estaba completo lleno de ti.

¿Cómo habíamos llegado a este a momento?

Todo había partido hace dos días, cuando habías llegado de Hokkaîdo con tu hermana porque ya habían quedado todos los planes de su matrimonio completamente listos. Quién creería que el peli verde inglés quedaría prendado por tu hermana. Por lo menos a mi me sorprendió bastante, pero aún más porque tú estabas bastante tranquilo y no celándola a cada momento. Realmente pensé que serías ese tipo de hermanos que no le deja ni un momento a solas a la pequeña que esta asechada por asquerosos y babosos hombres. Por lo menos yo siempre me he sentido así con mi hermana.

Len, a la tarde ¿Qué te parece que salgamos a caminar? – Preguntaste después de almuerzo.

Claro Hoto Hoto – Dije mientras tomaba un sorbo de leche que me había dejado adrede Tamao.

Hey! Tiburonsín entonces te espero a las cuatro, mientras voy a desempacar – Dijiste, mientras te ibas.

A ¿Quién le dices Tiburonsín? ¡Hoto Hoto!

No me digas así, es Horo Horo – Un nombre precioso aparte es la única parte en donde veo una aleta de tiburón es en tu cabeza.

¡Cállate! Hoto Hoto…ya lo verás – Dije mientras comenzaba nuestra típica persecución, ahora sentía que estaba en casa, con todos y contigo especialmente peleando.

Al Final terminamos la persecución por culpa de Pilika que necesitaba hablar contigo y te escondió en alguna parte, enigma para mí y vi el reloj, eran las tres de la tarde así que fui al patio de la entrada de la posada Funbari, es bueno estar ahí, lo espíritus pasan con total libertad y tranquilidad, me sorprendió ver una sacerdotisa muy preciosa por allí ya que su vestuario era chino, no japonés como debería haber sido.

Aquí estas Tiburonsín – Dijiste al salir de la posada -Lamento el retraso, Pilika no me quería soltar - Vi tu rostro que estaba un poco colorado y no lo entendí – Así que por eso me demoré, ¿Vamos? – Me miraste con cara sugerente.

Claro, ¿Hacia adonde? – Pregunte al estar ya en la entrada de la posada.

Vamos hacia las afueras, prefiero la naturaleza para este tipo de cosas – Dijiste mientras te ponías más colorado.

Oye Hoto Hoto, ¿Te sientes mal? – Te pregunte parando mi caminar, ya estábamos en el mirador de la ciudad.

Ehh, no no, no te preocupes – Dijiste con nerviosismo.

Pero estas rojo, debes tener fiebre o algo así – Te dije mientras chocaba mi frente con la tuya – No al parecer no es fiebre, aunque tienes algo de temperatura extra – Te dije mientras te mire a tus ojos y estabas con todas tu mejillas sonrojadas.

No te preocupes Ren – Me dijiste con seriedad y con bastante determinación al mirarme, tomaste mi mano entre las tuyas, ahora había sido yo el que me sonroje. ¿Desde cuándo tu roce o toque me ponía nervioso? ¿Cuándo había comenzado el nerviosismo por tu cercanía? Realmente esta y otras preguntas aquejaban a mi mente en ese corto instante que se me hizo eterno.

Ren, vine para acá, no con el propósito de acompañar a mi hermana – Sentí tu aliento en mi cara. ¿Cuándo me empezó a faltar el aliento por ti? – Vine para acá, con la misión de poder completar mi corazón – Dijiste en un susurro.

En ese instante me moleste y me enojé totalmente irracional contigo, por Kami, ¿Por qué cuando sabías que me quitabas el aliento me decías esto? ¿Por qué me tenías que pedir tanta cercanía para decirme que buscabas a otro?

Y para que me necesitas a mí – Dije, sin esconder mí enojo. Me alejé de ti en ese instante, no podía soportar tu roce con tanta rabia y tristeza en el corazón.

Porque te necesito a ti – Me dijiste mientras tomabas mi mano nuevamente con dulzura.

¿Para qué? ¿Celos? – Pregunte irritado, hacia mucho que alguien no me irritaba tanto y definitivamente ese eras tú. No lo podía permitir.

No para esto – Dijiste mientras te acercabas a mí, totalmente sonrojados los dos y nuestras distancias se separaron.

Nunca había besado a alguien, nunca me había gustado alguien, siempre fui demasiado egoísta con mi corazón para permitir que estúpidos como tu entraras a mí corazón, pero eras tú.

Mi primer beso, el tan esperado por las colegialas y jovencitas cuando les gusta ese profesor que las mira de manera diferente o ese compañerito mayor que les hacía revolotear mariposas en el estomago.

Ahí estaba yo, con 18 años, sonrojado y dejando que tú ocuparas ese vacío que tenía mi corazón desde el momento que te habías marchado a los 15 años. Con mariposas visitando a mi estomago y con el corazón que se salía del nerviosismo.

Me aferre a tu camisa, para no caerme. Mis piernas temblaban y mis zapatos que querían defraudar para hacerme caer, pero ahí estabas nuevamente conmigo, me sujetabas por la cintura y me hacías más fácil el trabajo de explorar tu jugosa y tierna boca a sabor a piña, un poco ácida, pero totalmente dulce.

¿Qué estaba pasando? ¿Cuándo habíamos dejado de ser simplemente amigos para poder llegar a pensar que no podré hacer nada sin ti?

Pedía explicaciones a todos los fantasmas que aquejaban mi mente desde mi infancia y le único que respondía era uno que me decía simplemente – "Disfruta, que es amor"-.

Nos tuvimos que separar porque nuestros organismos necesitaban ese elemento llamado Oxígeno. Mire tus pupilas que estaban dilatadas por la excitación, te veías tan adorable. No pude resistir y mis manos te tomaron por tu cuello. Relamí mis labios expectantes a que me volvieras a besar y así lo hiciste. Volvimos a juntar nuestros labios una y otra vez, tú con una agilidad gatuna me enseñaste a abrir mi boca para poder recibir tu sabrosa lengua y estuvimos así entreteniéndonos por bastante tiempo. Por mí que ese sueño nunca acabará, pero la lluvia nos empapó, tu camisa blanca mostró todo tu torso y nuestra ropa se apego a nuestros cuerpos. Nunca pensé que podría sonrojarme por ver tu ropa mojada, deseando sacarla.

Maldición Anna, nos matará si nos ve con la ropa empapada – Dijiste rompiendo la burbuja que se había creado sin siquiera mover nuestras cuerdas vocales para pronunciar palabra, al fin y al cabo "la imagen vale más que mil palabras".

Si quieres puedes quedarte en mi departamento en el centro, por hoy. El ama de llaves se encargará de llamar a Anna diciendo que no llegarás y te podrá lavar esa ropa que tienes tan mojada. Ahí buscamos alguna pijama que te pongas – Dije ajeno a mí, eso no era lo importante. Esta vez no te soltaría ni por un millón de yenes.

Si a ti no te molesta, pero… ¿No estamos más cerca de la pensión? – Preguntaste de manera confusa.

No, porque hay un atajo hasta el centro desde este mirador. Por acá vuelvo cuando voy a la casa de Yoh.

Bueno, si insistes – Dijiste mientras me seguías por el atajo. Lo que no recordé en ese instante es que la semana pasada me había caído entrenando con Basón y pues claro mi tobillo estaba un poco lastimado. Fue en el instante en que metí el pie en un orificio en el pasto cuando volvió el dolor a mí.

¡Auch! – Fue lo que dije mientras acercaba el tobillo hacia mi mano para poder tocarlo, al parecer me había torcido el pie, por lo menos eso era lo que sentía.

¿Qué te paso? – me preguntaste, sentí la preocupación en el punto culmine de tu existencia, sería posible que te preocupará lo que pasaba conmigo, más que tu hermana o familia.

Tan solo fue una torcedura, nada importante baka - te dije, ya estaba bastante avergonzado con la infinidad de besos que me habías dado en el mirador para que te volvieras a preocupar.

Nada que no es importante, ¿te duele no? Si te duele, no podrás caminar bien, así que mejor súbete – Me dijiste, tu ropa seguía mojándose y tu camisa blanca se me hacía más incitante.

Pe-pero –Intente detener mis hormonas, que por primera vez en mi vida se hacían presentes.

Nada de peros, súbete, aparte llegaremos más rápido y tengo mucha hambre – Me dijiste con una gran sonrisa. Intente, ¡Lo juro Kami! Intente detener ese suplicio de hormonas en mi cuerpo, pero eras tú el que se ofrecía en bandeja para mí.

Está bien, pero si peso mucho, me dices y me bajo inmediatamente – Te dije, mientras el rojo invadía mi cara.

Al llegar a la altura encima de ti, no lo podía creer, el suplicio sería más grande, tu varonil aroma se sentía en todo tu cuello y tus músculos me sujetaban fuertemente. Me sentía nuevamente un pequeño de 5 años con hormonas despertando.

Viste, no pesas nada. Recuerda que trabajo en el campo ridículo, eres menos que medio costal de patatas. – No pude decir nada, estaba tan ensimismado en tu olor que parecía un somnífero para mí, no tarde mucho en que el cansancio me ganará y terminará durmiendo con tu aroma y tu cuerpo arropándome.

No desperté hasta que deje de sentir frío en todo mi cuerpo, y estabas tú, con tu cabello mojado y con una toalla cubriéndote mientras sacabas cuidadosamente mi camisa, estabas sonrojado, pero el que realmente parecía el tomate maduro de la huerta era yo.

Tus manos frías tocaban partes de torso que se calentaban al simple roce con tus grandes manos. Me quedé un momento viendo lo que hacías con tus afanosas manos, hasta que captaste mi atención y mis violetas ojos con un gran sonrojo de subrayado.

Lo siento, tu ama de llaves me dijo que te sacará la ropa pronto, porque si no te enfermarías – Me dijiste con nerviosismo, tal cual le diría un ladrón pillado por un policía.

No te preocupes, ya termino yo. Voy a decirle que te busque ropa para después, tu anda a ducharte, también te puedes enfermar. Mientras me pondré la bata. – Te dije, me tenía que alejar si sabía que tocarías agua caliente y no podría hacer nada.

Bueno, ¿Ocupo tu ducha? –

Si, la llave roja es el agua caliente – Te dije esquivando mi cara, si supieras como iba mi imaginación de tan solo mirarte.

Ya…te aviso cuando salga – Me dijiste mientras te ibas a mi baño, por suerte mi alcoba es bastante grande como para no tener que ver tú salida del baño.

Ya – te dije mientras iba en mi rescate con Miyako-san para que buscara algo de ropa que te pusieras.

Esperé pacientemente tu larga ducha, luego me explicaste que nunca te salía el agua así en Hokkaîdo, cómo había nieve siempre nunca lograba calentar tanto el agua.

El aliento se escapo de mi boca al instante en que te vi, tu torso totalmente desnudo y la toalla quería escapar traviesamente de tu cuerpo que tapaba lo más importante de ti.

Me acerqué a ti para pasarte el pijama de un primo que debería quedar bueno, pero en vez de eso, tomaste mi mano.

Me introdujiste al lujoso baño y tiraste de mi bata. Que luego se encontraba totalmente en el piso y me di cuenta que la ducha seguía corriendo.

Si que no ahorrabas agua, pensé.

No era eso, querías que me duchara contigo y me tironeabas con una sonrisa juguetona.

Y cómo yo no era el que menos quería hacer, accedí a tu petición e ingresé a la ducha.

Frente a frente, me di cuenta. Caí por fin en todo lo que sentía, a pesar que era unos centímetros más pequeños a ti, estabas igual que yo. Temblabas del nerviosismo y para hacerte el trabajo más fácil y terminar con mis ansias puse mis brazos en tu cuello y cómo si fuese una especie de código entre los dos.

Me besaste

El beso lo sentí más urgente, quería tocarte, pero no estaba preparado.

¿Cómo hacerlo?

Si hace menos de 6 horas estaba dando mi primer beso.

Sé que mentalmente me esperaste, tan sólo me abrasaste fuertemente. Allí el agua caliente calmó mi cuerpo y tú lo volviste a tensar una y otra vez, cuando ya me sentí totalmente descansado te dije en gemidos que saliéramos de la ducha.

Y obedientemente dijiste que "Bueno"

Me tome el trabajo de tomar nuevamente tu toalla y secar todo tu torso, era como un ritual lento y tortuoso, pero delicioso.

También hiciste lo mismo conmigo y con mi cabello. Sin pijama que nos estorbara nos acostamos en mi gran cama.

Nunca había entendido el tener una cama grande

Ahora sí, casi como instantáneo me abrace de ti y volví a aspirar tu delicioso y azuloso olor que inundaba todos mis sentidos.

Tu cabello celeste se entremezclaba con mis violetas y sonreímos una y mil veces cuando al juntarnos se mezclaban.

Y entre besos, caricias y risas. Terminamos perdiendo la batalla contra Morfeo por el cansancio y el largo día.