Empezamos otro fic. Este se titula Una rosa, su original es en francés y su autora en Low93, la misma de Operación True Love y Protección cercana, también traducidas por mí. Ya me conocéis, y mis elecciones no son miel sobre hojuelas, algo de drama hay, pero por supuesto este fic está totalmente alejado de las tragedias vividas con Yin & Yang y El castigo del silencio, y de la tensión que viviremos con Tintas y sombras (spoiler, jajajajaja) Si tuviera que calificarlo con los adjetivos típicos de las películas, diría que es un melodrama romántico. Un amor que se construirá paso a paso con su carga de dolores pasados y presentes. Tiene 21 capítulos. Espero que os guste.
Un encuentro que lleva a la reflexión
Semana 1: jueves por la tarde
Desde hace dos meses, Emma Swan, una joven con aires masculinos que se acerca a la treintena, es aprendiz en la tienda de su tío Marco. Ha pasado por muchas pruebas en su vida, pero eso es lo que ha forjado a la mujer que hoy es. Fuerte e independiente.
Desde el comienzo de su formación, Emma trabajaba, sobre todo, en la trastienda con los arreglos florales, siguiendo las consignas de su tío, y también estaba encargada de reponer el stock en la misma tienda.
«Emma, ven un momento, por favor…» le dijo su tío cuando ya la tienda estaba cerrada desde hacía unos minutos y él hacía la caja.
«Ya voy, tío» gritó ella desde la trastienda «¿Sí?» dijo con una sonrisa alegre una vez estuvo delante del hombre.
«Mañana te confío la tienda. Hay una exposición floral en Albany»
«Son más de dos horas y media de viaje…»
«Lo sé. Y por eso te confío la tienda todo el día»
«¿Todo el día?» dijo Emma con una inmensa sonrisa que también hizo sonreír a su tío «¿Estás seguro?»
«Confío en ti, Emma. Sé que ya estás preparada y que puedes hacerlo»
Había dicho esas palabras con un tono paternal como siempre lo hacía delante de Emma. Y por eso ella avanzó hacia él y lo abrazó.
«No te decepcionaré, lo prometo» dijo ella a su oído mientras Marco le devolvía el abrazo
«¡Venga, ven, voy a enseñarte varias cosas que nunca deberás olvidar!» dijo con expresión fingida de gravedad, que divirtió a Emma antes de volver a concentrarse.
«Voy a tomar nota en ese caso…» dijo ella cogiendo una hoja y un bolígrafo de la caja registradora
«Haces bien…» susurró su tío antes de caminar hacia la puerta.
«Bien, el toldo sabes cómo abrirlo, la barra está ahí» dijo señalando el objeto que permitía extender el trozo de tela que sobresalía un metro de la pared para cubrir las plantas en el exterior durante el día «Bien, ahora la alarma…¡no la olvides en absoluto!»
«Sí, tío» respondió su sobrina mientras cogía nota de todo seriamente
A continuación le mostró cómo usar la caja registradora que era de las más básicas y que no tenía nada de complicado para la joven rubia, y después la llevó a la trastienda y siguió indicándole algunas consignas.
«Todo irá bien, Emma, sé que puedo marcharme tranquilamente»
«¡Exactamente, tío! ¡Haré todo para que estés orgulloso de mí!» dijo ella sacando ligeramente pecho, con la cabeza alta.
«¡Ya lo estoy, pequeñaja!» dijo él con una acogedora sonrisa poniendo su mano en su hombro «Vamos, voy a preparar un sabroso plato. ¿Te apetece un pastel de carne gratinado?»
Emma sonrió, emocionada por las palabras de su tío y lo siguió, hombro con hombro, mientras le decía
«Sabes bien que nunca diría que no a tu cocina…»
Semana 1: viernes por la mañana
Al día siguiente por la mañana, Emma se levantó antes de lo habitual, hoy a las 06:00, y fue directamente a tomar una ducha. A continuación, se vistió, se cepilló los dientes y el pelo, después fue a la cocina a prepararse un buen café y dos tostadas con mantequilla de cacahuete, que degustó mientras veía las noticias en la tele.
Después de eso, salió de su apartamento, cogió su coche y condujo hacia la tienda de su tío. Se dio cuenta de que a esa hora había menos tráfico que cuando ella llegaba a las nueve.
06:40. Emma llegó a la tienda, estacionó su coche en su sitio habitual, salió del coche, lo cerró, después buscó las llaves de la tienda y abrió la puerta de la entrada. Entró y cerró tras ella. Aún no era la hora para abrir la tienda, primero tenía que organizar las flores antes de abrir.
06:55. Emma abrió la puerta, extendió el toldo sobre su cabeza y colocó algunos recipientes sobre los estantes exteriores, después volvió a la tienda, pasó tras el mostrador, se sentó en el alto taburete y se puso a leer el periódico del día.
«¡Estoy lista! Cuando quieran…» soltó bajito Emma mirando a los paseantes que caminaban por la calle.
No entró nadie en la primera media hora, después entró un hombre encargándole una corona fúnebre para el final del día que Emma le aseguró tener y tras despedirse, abrió la puerta y dejó entrar primero a una joven, saliendo él después.
Emma, que había escuchado el ruido de los tacones sobre las baldosas, saludó a su cliente con un «Buenos días, señora, estoy con usted enseguida» sin alzar la cabeza, aún ocupada con el pedido del anterior cliente.
Extrañamente, Emma no recibió respuesta. Levantó entonces la cabeza y vio a una mujer, de 1, 65 más o menos, talle fino, toda de negro, media melena oscura, de perfil hacia ella, parada delante del estante de las rosas. Acabó de anotar lo que tenía en la cabeza, y se dio cuenta, al mirar a esta mujer con más atención, de un detalle que le llamó la atención. Esa mujer era la mujer más triste que nunca había conocido en su vida.
Ella miraba las rosas rojas, con los ojos empañados en lágrimas, y los labios en una expresión de abatimiento, y no se movía un milímetro. No hacía sino mirar las rosas.
Emma, entonces, comenzó a dudar. ¿Debía dejar a esa clienta tranquila o debía ir a ver y quizás aconsejarla?
Rápidamente, otra clienta entró en la tienda y llamó la atención de Emma cuando esta lanzó un alegre
«¡Buenos días!»
Entonces, Emma se ocupó de esta clienta que venía a por un ramo de hortensias. Emma confeccionó el ramo mientras preguntaba a la clienta si podía añadir tal o cual flor para embellecer el ramo. A continuación lo embaló, la clienta pagó y dejó la tienda con una sonrisa compartida con Emma deseándose un buen día.
Cuando ella hubo salido de la tienda, Emma se concentró de nuevo en esa mujer de rostro apesadumbrado y se disponía a dirigirle la palabra cuando, de repente, la joven levantó la mano derecha para coger una rosa, y a continuación girarse hacia Emma, en silencio, para pagarle.
«¿Desea que se le envuelva?» preguntó Emma en tono neutro
La clienta movió la cabeza sin mirarla a los ojos, solo a esa rosa, y Emma sintió su corazón estrecharse ante la visión de esa mujer que parecía desgraciada a un nivel extremo. Emma le dijo el precio, que la clienta aparentemente ya conocía, porque tenía la cantidad exacta en la mano, después soltó un «gracias» casi inaudible, pero que Emma aun así escuchó, y salió de la tienda. Emma le respondió en el último segundo «¡Gracias a usted!» Pero se preguntó si la misteriosa clienta la habría escuchado.
Tras ese episodio algo triste, el día transcurrió con normalidad, Emma tuvo bastantes clientes y algunos pedidos. En su descanso del mediodía, había cerrado la tienda, atravesado la calle y había ido a comprar un sandwich como todos los mediodías, y lo había degustado mientras confeccionaba los diferentes pedidos que debían estar listos al acabar el día.
Alrededor de las siete de la tarde, Emma cerró la tienda y en ese momento llegó su tío.
«¡Hola, tío!» dijo ella mientras entraba las últimas flores que estaban expuestas en el exterior de la tienda «Entonces, ¿cómo ha ido?»
«Buenas tardes, cariño. Estuvo muy interesante, he traído no pocas muestras de fertilizante»
«¡Ah, genial!»
«¿Y tú, qué tal el día? ¡Cuéntamelo todo!»
«¡Ha estado bien! ¡Creo que me las he apañado bien! Aún no he hecho la caja, pero creo que he vendido mucho»
«Eso está bien…he pasado por el chino, te he cogido pato»
«¡Oh, qué amable, gracias!»
«Ven, vamos a comer, haremos la caja después»
Emma cerró la puerta con doble cerrojo, apagó las luces mientras su tío ya marchaba hacia la trastienda para tomar las escaleras que llevaban hacia su apartamento privado.
Durante la comida, él le contó las novedades tecnológicas que habían captado su atención y parecía entusiasmado con todo lo que había visto, Emma estaba pendiente de cada palabra.
«¡Ya he hablado bastante! ¡Te toca!»
«Bueno, no hay mucho que contar…estoy contenta con el día, pero también estoy contenta de que se haya acabado»
Marco se echó a reír mientras Emma enarbolaba una expresión de cansancio
«No ha sido un día de descanso, ¿eh?»
«No, realmente no…no sé cómo haces para aguantar toda la semana…»
«¡Es cuestión de coger el ritmo, es todo! ¡Un día lo lograrás, créeme!»
«Ya…»
Mientras continuaban comiendo, Emma, sin saber por qué comenzó a pensar en la joven misteriosa que había visto esa mañana.
«Di, tío…» dijo mientras picoteaba su pollo con el tenedor
«¿Sí?» preguntó él alzando la cabeza antes de que Emma lo hiciera también
«Esta mañana vino una clienta y…es de locos lo que voy a decir, pero…tuve la impresión de que era la mujer más triste de la tierra…»
«Déjame adivinar. ¿Entró y compró una rosa?» dijo él volviendo a comer
«¡Sí! ¿Cómo lo sabes?»
«Bueno, porque hace ya ocho semanas que todos los viernes a las 07:30, se coloca delante de las rosas y se queda ahí unos diez minutos antes de elegir una, pagarla y marcharse sin jamás decir nada más que gracias con una expresión tan triste que siento pena por ella»
«¿Y sabes por qué?»
«No…pero creo que es porque está de luto. Ahora por quién, no lo sé…»
«Ok…» Emma parecía de nuevo perdida en sus pensamientos, y estos estaban únicamente concentrados en esa morena encontrada esa mañana. ¿Qué extraño misterio planeaba sobre ella?
Semana 2: viernes por la mañana
Ya hacía más de una semana que Emma abría la tienda con su tío y se ponía en el mismo sitio que él, tras el mostrador. Ya no se ocupaba solo de reponer el stock o de los arreglos florales, también hacía la caja, las entregas, tomaba nota de los pedidos…sí, se podría decir que Marco confiaba plenamente en ella para encargarle lo mismo que él hacía.
Mientras Emma estaba al teléfono, una clienta entró y Emma la reconoció al segundo que sus ojos se posaron en ella. Emma miró el reloj sobre la caja registradora y vio las 07:30. Su tío no había mentido cuando decía que venía todos los viernes a la misma hora.
Emma saludó a la morena con un «Buenos días», toda sonriente cuando esta pasó por delante de ella para ir directamente hacia las rosas, y la clienta se conformó con un asentimiento de cabeza, lo que fue suficiente para Emma que volvió a centrarse en su llamada
«Sí, sí, aún estoy aquí. Entonces, decíamos, un centro para una boda. ¿Ya tiene una idea o bien…? Ah…bien, escuche, le propongo que pase por la tienda y podré darle algunos consejos, ¿sabe qué flores prefiere su prometida? Ok…¡eso es un buen comienzo! Estamos abiertos hasta las siete. Muy bien, hasta luego»
Cuando colgó, su tío la llamó a la trastienda, no tardó en ir a ver lo que quería, y volvió cinco minutos después al mostrador para anotar algo en la agenda.
A continuación, elevó la mirada cuando escucho el ruido característico de los tacones que llevaba la morena.
Como la última vez, la clienta dio la cantidad justa y se marchó dejando a Emma, sola, tras el mostrador, con el corazón apretado ante la idea de que esa mujer parecía sufrir como nadie.
Semana 7: viernes por la mañana
Las semanas pasaban y Emma se disponía estar presente cada vez que esa misteriosa mujer venía a la tienda. Ella no le había dicho nada durante las primeras semanas, contentándose con las fórmulas de educación. Emma, tras su mostrador, parecía siempre ocupada, pero secretamente observaba a la mujer. Y un día, sin saber por qué Emma se decidió a entablar conversación.
Se acercó entonces y se puso al lado de la morena, las manos a la espalda, sus miradas posadas en las rosas rojas.
«¿Sabía usted que la Rosa se remonta a 35 millones de años? Los griegos de la Antigüedad ya la consideraban la reina de las flores por su belleza y su perfume. Existen más de 3000 variedades» la morena no decía una palabra, pero escuchaba atentamente las palabras de Emma, preguntándose, de todas maneras, por qué la florista venía a contarle eso de manera tan espontanea «Esa que usted coge, por ejemplo, se llama la rosa "Papa Meilland" y en 1988 ganó el título de la flor más bella. He de confesar que, de momento, es mi preferida entre las que ya he podido ver. Su rojo carmín proporciona a su textura un aspecto visual que da la impresión de que es de terciopelo…en todo caso, es una flor muy bonita» dijo Emma concluyendo su monólogo antes de dirigirle una sonrisa a la morena que se conformó con una sonrisa rápida y educada.
Sintiéndose algo incómoda, la morena cogió una de las rosas y juntas, sin una palabra, caminaron en dirección del mostrador. Como de costumbre, ella pagó y se marchó habiendo solo pronunciado un «gracias», siempre tímido en un rostro aún bastante entristecido. Emma la despidió con una sonrisa como era su costumbre mientras que la morena dejaba la tienda.
Semana 8: viernes por la mañana
A la semana siguiente, Emma esperaba pacientemente, una vez más, a esa clienta. ¿Era acaso ese misterio que planeaba sobre esa mujer lo que le intrigaba tanto? De momento, no sabría decirlo. Sin embargo, cuando la joven mujer entró en la tienda, Emma le sonrió sinceramente con una sonrisa radiante mientas le deseaba los buenos días mientras la morena se contentó con un asentimiento de cabeza caminando hacia el puesto de las rosas.
Ese día, Emma no sabía qué decirle a su clienta, y no por no haber pensado toda la semana. Emma se sentía bastante tonta en ese momento. La semana anterior le hacía un discurso sobre la rosa y ahora no sabía qué decir…
Salvada por la campana, de alguna manera, pues su tío la llamó a la parte de atrás y cuando volvió vio que otra mujer estaba en la tienda y que observaba las lilas, mientras que la morena esperaba pacientemente en la caja.
«Lo siento…» dijo Emma poniéndose tras la caja
«No hay problema» dijo Regina antes de carraspear, evitando la mirada de Emma. Tendió un billete y algunas monedas a Emma antes de coger su rosa.
«¡Gracias por su visita, y hasta pronto!» dijo Emma con una nueva sonrisa
«Buen día» se contentó en decir la morena antes de dar media vuelta y marcharse
«Pobre mujer…» susurró la mujer de más edad cuando ella y Emma seguían mirando a la morena alejarse
«¿Perdón?» dijo Emma, una vez que se dio cuenta que la anciana había hablado
«Decía: pobre mujer» dijo ella con una mirada desolada
«¿La conoce?»
«No personalmente, pero mi nieta Ruby sí. Ella y Regina Mills trabajaban en la misma empresa hasta hace unos pocos meses…»
Emma se fijó en el nombre pronunciado por la anciana: Regina Mills. Entonces es así como se llamaba. Emma podía, finalmente, ponerle nombre a esa mujer misteriosa
«¿Sabe usted que le ha pasado?»
«Sí…esa mujer se quedó viuda después de que su marido, que trabajaba en un banco, fuera asesinado durante un atraco hace cuatro meses…»
«¡Oh, Dios mío!» exclamó Emma, llevándose una mano a la boca «¡Es horrible!» dijo ella completamente atónita
«Sí. Su esposo era un hombre bueno, yo me lo había encontrado varias veces, era una de sus clientas. Era encantador, educado, siempre tenía una palabra de ánimo…» dijo la anciana de manera nostálgica «Y además, estaba total y perdidamente enamorado de su mujer y viceversa. Ruby me ha contado que a veces la sorprendía yéndola a buscar al finalizar el día con un ramo de flores y le decía que se la llevaba a comer a un restaurante»
«Un ramo de rosas, imagino…»
«Sí…creo que esa mujer había encontrado la felicidad y se la arrancaron de una manera brutal»
«Pobre mujer…»
«Y qué lo diga» dijo la anciana que constató que Emma pensaba igual que ella
«Debe ser horrible perder al ser que se ama más que a nada en el mundo, y más de esa manera…»
«No me gustaría estar en su lugar, eso seguro»
Después de que Emma hubiera suspirado por enésima vez, sacudió ligeramente la cabeza antes de acercarse a la anciana
«Bien, entonces, ¿qué hacemos con estas lilas?»
Semana ocho: viernes por la tarde
Después de una jornada bien agitada, Emma volvió a su casa. Se había dado un salto al McDonald's y se sentó en su escritorio para encender su ordenador.
Se puso a buscar información sobre el atraco del que le había hablado la anciana esa mañana y no tardó mucho en encontrar lo que buscaba.
«Cinco hombres armados entraron en el edificio, todos de negro y con pasamontañas, tomaron como rehenes a los clientes y dispararon a dos empleados que intentaban alertar a la policía. Logaron escapar con más de 50.000 dólares de botín…»
«¡Oh, mierda!» exclamó Emma cuando terminó de leer la noticia «El mundo ha perdido completamente la cabeza»
Tras sus búsquedas, Emma tiró los restos de su cena, fue a darse una ducha para despejarse la cabeza antes de sentarse delante de una buena película para después ir a acostarse.
Semana 9: viernes por la mañana
07:30. En punto como todas las semanas, la joven entró en la tienda mientras Emma estaba ocupada con una clienta. Cuando hubo acabado, la rubia rodeó el mostrador y caminó hacia la morena.
«Regina Mills, ¿verdad?» dijo Emma con las manos en la espalda, rezando para no parecer más idiota de lo que ya era. La morena, por su parte, había alzado las cejas en señal de incomprensión mientras Emma continuaba «No hemos tenido oportunidad de presentarnos, yo me llamo Emma Swan» la rubia tendió una mano hacia la morena y esta la examinó uno segundos antes de acabar por estrechársela. En ese instante, Emma se dijo que aunque la morena estaba completamente helada, la suavidad de su piel no tenía nada que envidiarle a su carisma.
«¿Cómo sabe mi nombre?» preguntó la morena, aún a la defensiva
«Hm…» comenzó Emma bajando ligeramente la cabeza «Una clienta, el otro día…»
Regina pareció cada vez más sorprendida, pero no acabaron ahí sus sorpresas cuando Emma retomó la palabra.
«También he sabido lo de su marido. Todas mis condolencias…» dijo Emma en un tono de lo más sincero y desolado
Sin embargo, eso no bastó a Regina, que entró en pánico. Cogió entonces la rosa, dio media vuelta, dejó un billete sobre el mostrador antes de poner pies en polvorosa y desparecer de la tienda.
«Mierda…» resopló Emma desolada «Habría sido mejor que cerrara el pico…»
«Emma, ¿puedes venir atrás, por favor? El mayorista ha llegado» dijo su tío pasando la cabeza mientras Emma resopló profundamente antes de ir a su encuentro.
Sí, Emma es florista. No, el fic no tiene nada que ver con la pelí Imagine you & me, o titulada en español, Rosas rojas. Ya hay por ahí un fic francés adaptado de esa película, pero no me acuerdo del título. A mí me gustó mucho la adaptación, si lo encuentro, a lo mejor pido permiso para traducirlo.
