Prefacio
Sin lugar a dudas era un secreto demasiado importante como para seguirlo ocultando, sólo faltaba que alguien se diera cuenta y no podía ser otra persona que ella. Fue un día extenuante.
Para ella no bastaron todas las medidas que había tomado, era demasiado observadora. No había forma de seguir quedándome callada; quería ser yo, no pretendía seguir ocupando este maldito disfraz de por vida, el mundo merecía la verdad o al menos aquellos más cercanos.
Capítulo 1: Mis últimos días
Estaba
parada sola entre medio de mucha gente; pero de todos los que me
rodeaban, sólo una persona llamó mi atención. Era perfecto; tenía
la piel pálida y sus ojos resaltaban con su color caoba, su pelo
alocado le daba un toque especial. A lo lejos escuchaba que
pronunciaban mi nombre pero no pude encontrar a quien me llamaba, fue
entonces cuando mi ensueño se esfumó.
– Elizabeth – Dijo
Phanie mientras me golpeaba dulcemente en los brazos.
– ¡¿Qué?!
– Respondí sobresaltada. Me molestaba un poco que no me dejaran
vivir solo un momento en mis sueños.
– Eh... Sólo quería
saber si me acompañarías a comprar algunas cosas al centro
comercial – Me dijo con un poco de timidez mientras agachaba la
mirada.
– Por supuesto – Dije con un toque de alegría para
pasar el mal rato. No iba conmigo ir de compras pero no me podía
negar ante Phanie, mi mejor amiga, mucho menos pensando en que en
unos días llegaría mi partida a la ciudad de Londres.
Me iría a
pasar una temporada con Christina, mi madre y mis hermanos. Aunque me
encontraba muy a gusto viviendo con Mathew; mi padre, aquí en
Boston, no podía negar que amaba Londres. Me gustaba el estilo de
vida de mi madre, no pasaba mucho tiempo en casa por lo que puedo
disfrutar un poco de la soledad. Mi hermana Clyo es solo dos años
mayor que yo, que tengo 17; y mi hermano Thoumas es menor en sólo un
año, por lo que también ellos pasan bastante tiempo fuera.
–
Entonces te paso a buscar a tu casa esta tarde.
– Okey – Dije
con un poco de resignación pero a la vez traté de simular alegría.
Fue entonces cuando comprendí que mis últimos días en Boston
serían una tortura.
Llegué a casa cuando apenas eran las cuatro
de la tarde por lo que tuve tiempo de adelantar los deberes y pude
revisar mi e-mail y apenas lo abrí, vi cuatro mensajes de mi madre
los que básicamente decían que querías que llegara pronto a
Londres y que me amaba. Luego bajé a comer un poco de cereales y
cuando miré el reloj, marcaba las Cinco treinta y a los pocos
segundos llamaron a la puerta. Era Phanie que estaba parada allí con
una cara llena de alegría, me puse mi abrigo y partimos.
–
¿Estás lista para una tarde en el centro
comercial?
– Eh... creo que sí – Dije con timidez – Aunque
creo que no compraré mucho – enseñándole mi precaria
billetera.
– Uhm..., se puede arreglar – Dijo con un brillo
extraño en los ojos. Luego de eso nos subimos al auto y emprendimos
el viaje. Llegamos en quince minutos a nuestro destino, el viaje se
hiso en silencio pero apenas bajamos del auto; Phanie comenzó a dar
saltitos de lo contenta que estaba, mal que mal casi nunca íbamos de
compras.
– Liz, mira esto.
– Lindo – Contesté colgando
un abrigo café en la percha.
– Presiento que será la mejor
tarde de todas.
– Uhm, puede ser.
– Arriba el ánimo –
Dijo con sus ojos brillantes – sólo quedan un par de días para
nosotras, luego te vas. – Continuó agachando la mirada.
– Lo
sé, lo sé – la miré y le di la mejor de mis sonrisas. La tarde
transcurrió rápidamente y Phanie pudo realizar todo lo que tenía
en mente, yo sólo adquirí un nuevo abrigo que e parte es regalo de
Phanie porque pagó la mitad del precio.
– Bueno; ya es tarde,
te llevaré a casa.
– por favor.
– ¿Qué te pasa?
–
Tengo sueño – Contesté, sabía que se daría cuenta que le estaba
mintiendo, pero al parecer no ocurrió.
– Entonces apurémonos.
–
Buena idea – Dije sin mayor problema.
El viaje de vuelta a casa
fue tranquilo y en silencio pero cuando llegamos a mi casa me
preguntó lo que no quería responder.
–
Esta tarde te he notado muy rara,
cuéntame
– Eh... no es nada, sólo cansancio – Dije
nerviosa
– ¡Vamos! no seas así conmigo – Respondió con esa
mirada que me decía "si no lo haces, no te hablaré jamás"
así que decidí contarle lo que nadie sabía.
– Eh... es
que...
– ¡Dime!, no me pongas nerviosa.
– Eh... lo que
pasa es que... – Quería salir arrancando, no podía decirle "eso"
a ella.
– ¿Uhm?
– Soy vampiro.
Quedó petrificada a la
entrada de mi casa, no lo podía creer.
– Jajaja – rió con
alegría
– No es broma – Dije con seriedad. Realmente no me
creía, la invité a casa y subimos a mi cuarto inmediatamente.
–
Phanie, soy vampiro hace dos años y no sabes lo difícil que me
resultó no decirte la verdad y tener que usar lentes de contacto
para ocultar mi cambio de color en los ojos – Dije mientras me
despojaba de mis lentes de contacto y dejaba ver mis oscuros ojos que
naturalmente deberían ser Cafés claros. Ella seguía callada, me
comenzaba a poner nerviosa.
– Pero... ¿Cómo? – Se dignó a
hablar al fin.
– Pasó esa vez que fui a Londres, hace dos años.
Estábamos en un paseo al aire libre con mi madre y hermanos, ya era
tarde y comencé a caminar por un sendero cuando...
– ¿Te
mordieron? - continuó mi frase con nerviosismo
– Sí, pase
cuatro días perdida en el bosque mientras me transformaba y cazaba.
Mi familia me buscaba por cielo, mar y tierra y cuando por fin me
encontraron no se dieron cuenta de mis ojos más claros por estar
saciada de mi sed... Hasta el momento no saben nada.
– Uhm...
¡¿Pero cómo?! Todo es tan... extraño, me da pena y rabia que no
me hayas dicho.
– Lo siento, pensaba que si te decía la verdad
ibas a salir corriendo y no me volverías a hablar, no te querrías
acercar a mí, nada - Dije mientras agachaba la mirada.
– Un
momento, si cuando tienes los ojos claros no tienes sed ¿ahora
mueres por un trago de sangre?
– Eh... si – Dije nerviosa al
pensar que sería capaz de tirarse por la ventana con tal de estar
lejos de una vampiro que está sedienta de sangre.
– ¿Cómo es
que no te mataron al momento de morderte? – Dijo con curiosidad.
–
Me querían para un ejército de Neófitos
para masacrar a la ciudad de Londres pero al momento de salir en
busca de sangre humana, un vampiro me advirtió que esa vida era muy
cruel.
– ¿Debería estar asustada? – Dijo con un tono un
tanto cómico.
– Sí – dije enseñándole una sonrisa cariñosa
mientras reíamos.
Ya era tarde y ambas estábamos cansabas así
que luego de saber la verdad Phanie se fue tranquilamente, yo por
supuesto no dormí y toda la noche pensé demasiado mientras cazaba,
no podía seguir arriesgándome. Cuando llegué a casa ya era
temprano pero mi padre aún dormía asique tuve tiempo de desordenar
un poco la cama, enmarañarme el pelo y "hacerme la dormida".
A los pocos minutos conseguí entrar en un estado de
semi-inconsciencia; entonces tocan la puerta de mi cuarto y la abren,
era mi padre que venía a despertarme para ir al instituto. Me
resultaba aterrador tener que enfrentar a Phanie nuevamente, quizás
que preguntas me haría ahora.
– Buenos días preciosa – Dijo
mi padre con voz tierna.
– Uhm... Buenos días - Contesté
mientras estiraba los brazos.
– Tu desayuno está listo
–
Gracias papá, te quiero – Contesté con afectuosidad. Ya me había
acostumbrado a comer la despreciable comida humana y a poner caras
lindas y todo lo demás.
Me levanté apenas mi padre cerró la
puerta de mi cuarto, me puse los lentes de contacto y luego me fui a
duchar rápidamente. Bajé las escaleras casi volando, comí y partí
al instituto.
Mi día fue casi normal porque Phanie me bombardeó
con preguntas cuando estábamos apartadas de la gente.
– ¿Cómo
aún no se dan cuenta tus padres?
– He tomado todas las
precauciones, como con los lentes de contacto, o también que en las
mañanas me enmaraño el pelo y desordeno la cama.
– Uhm...
Inteligente – Dijo mientras reíamos.
– Me ha costado un poco
todo esto, por ejemplo, no es fácil comer comida humana - dije
mientras hacía una mueca de disgusto.
– Me imagino, es como si
yo tuviera que beber sangre
– ¿Y qué más?
– Uhm... Nada
creo, por lo menos quédate tranquila porque no saldré corriendo –
Dijo mientras reíamos.
Los días se me hicieron eternos, más que
de costumbre pero a pesar de las preguntas de Phanie y mis
pensamientos, ya había terminado la semana y ahora me encontraba
sentada en el avión rumbo a Londres.
