AVISO: Esta historia participa en Actividad Especial: "Historias en 155 palabras" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras".

DISCLAIMER: El maravilloso mundo de Canción de Hielo y Fuego pertenece a George R.R. Martin, el resto es mío.

No sé cómo llegué a esto, porque no shippeo el Jonerys (ni creo que lo haga nunca), pero siempre he pensado que una buena escritora debe dejar atrás sus gustos por el bien de una historia.


Fuego de medianoche

Jon suspiró. Cada noche era lo mismo. Cada noche caían en la misma trampa. Pero ¡oh, qué trampa más dulce! Sabía que su unión estaba prohibida, pero como cada noche, las dudas y los arrepentimientos quedaban en la puerta. Allí dentro solo había lugar para el deseo irrefrenable de dos cuerpos jóvenes. Nunca hablaban; se limitaban a dejar que su carne saciara todos sus apetitos.

No deberían estar juntos. De hecho, a ojos del mundo no lo estaban. Pero tenían tanto en común que… Los dos habían amado, habían perdido, habían sido traicionados. Los dos eran familia.

Decían que cuando un Targaryen nacía, los dioses lanzaban una moneda al aire y el mundo entero contenía el aliento, esperando ver de qué lado caía. Grandeza y locura iban de la mano, y tal vez era aquello lo que les pasaba: estaban locos.

Uno de los dos tenía que parar.

Pero Jon sabía que no sería él.