Quien lo diría, Madara Uchiha, en esa situación, completamente humillante. Estaba cubierto de tierra, con la ropa toda mojada y con el cabello más despeinado de lo usual. Su traje completamente arruinado, su corbata, quien sabe donde había ido a parar y sus zapatos desamarrados. ¿La razón? Simple, una cita a la llegó tarde y una reunión que había acabado después de lo esperado.

"A las 12:15 de la tarde estaré ahí"

No podía sacar las palabras del rubio de su cabeza, estaba desesperado. Y cuando por fin llegó al lugar. El menor no estaba. ¿Acaso se habría ido? Miró su reloj, ya marcaba la 1:25 de la tarde. Una hora y diez minutos tarde. ¿Quién no se iría? Maldijo mil y una veces su mala suerte, para luego sentarse en una de las bancas del parque donde había quedado de encontrarse con el chico.

- Deidara… - repitió su nombre al aire, casi inconcientemente, para luego echar su cabeza hacia atrás. Miró al cielo. Gracias a dios el día era nublado de lo contrario la apresurada caminata hubiese sido lamentable.

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Habían pasado ya varias horas y no se movía de ese lugar. miró nuevamente la hora en su reloj de pulsera. Ya daban las 5:38 de la tarde. No quería moverse, más bien no podía, su cuerpo estaba demasiado cansado por la carrera. Y no es que no tuviera buena condición física, sino que el hecho de saltarse 13 cuadras corriendo, saltando a través de algunos parques para llegar más rápido, golpeándose contra ramas y árboles, sin contar las veces que se fue de frente al piso, dejarían exhausto a cualquiera.

- ¿Madara uhn? – una leve voz perturbó sus pensamientos, trayéndolo de vuelta a la realidad y haciendo que abriera los ojos. Enfocó su vista al frente, encontrándose con la mirada confundida del rubio - ¿Qué te pasó uhn? –preguntó suavemente, calmando al agitado hombre.

- Lo siento… creo que llegué tarde, tuve una reunión y no pude salir a tiempo –

Un extraño silencio se formó entre ambos. Hasta que el rubio se atrevió a hablar.

- ¿No recibiste el mensaje uhn? – sonrió con sorna. Intentaba no reír, pero el asunto sencillamente era tan divertido.

Recordó su celular. Había estado apagado todo el tiempo, a penas empezó la reunión lo había apagado. Lo buscó entre sus bolsillos, encontrándolo y encendiéndolo presuroso. Casi inmediatamente apareció en la pantalla un mensaje, con… remitente, Deidara. Miró el pequeño mensaje de texto, para luego quedar con la boca abierta y mirar al menor, que empezaba a reír.

"Me tendré que quedar en clases, mejor nos vemos a las 6 en el parque"

El mensaje le había llegado bastante tarde. Miró nuevamente del celular al rubio y del rubio al celular, como intentando ver donde estaba la broma en eso

Se acercó con seriedad, para luego esbozar una sonrisa digna del mismo diablo – Conversemos mejor en mi casa – fue lo único que dijo antes de tomar la mano del rubio y llevarlo arrastrando hasta su "pequeña morada".

Donde pudieron hablartranquilamente…