Disclaimer: Oh, Cersey, yo sí te entiendo. (Y justo por eso no eres mía y no perteneces más que a Martin… pura ironía de la vida, xdddd).
Esta historia participa en el Reto #42: "Oye mi rugido", del Foro "Alas Negras, Palabras Negras". Espero la disfrutéis.
Bajo la parpadeante antorcha, echa un vistazo.
Dos ojos centelleantes le devuelven la mirada, gemas frías, ultrajadas, funerales de toda esperanza.
Su boca se curva en una sonrisa retocada, privada de todo color y rastro de alegría.
Tras la ventana ruge la tormenta.
Ella también quiere gritar. Quiere rugir. Quiere estallar en mil gotas de plata. Refugiarse en las sombras. Aovillarse contra la soledad sujetándose las rodillas como niña asustada.
Pero el despecho no es respuesta.
Porque el dolor araña. Desgarra.
Algo ha muerto dentro de su ser, lo nota, percibe el alma destrozada en mil esquirlas afiladas: mil fragmentos de ira; de humillación; de violación; de burla.
Se gira.
Y lo ve: Tendido. Borracho. ruin despojo del caballero que aparentara ser en el septo.
Figura esbelta, envoltorio de piel ebria enmascarando un hombre de esencia putrefacta.
Traición. Hiel en el pecho.
Cuánto lo odia. Cuánto le asquea.
¡Lyana! ¿A ella?
¡Ah! Nunca lo perdonará.
