Disclaimer: todo lo que os suene pertenece a nuestro querido J.R.R. Tolkien. Lo demás es cosa de mi mente hiperactiva ^^

Paciente: Elrond

Era el primer día en la consulta de Gandalf. Todavía no había entrado nadie, así que el anciano mago estaba sentado tomándose un té con galletas mientras observaba la ajetreada calle con sus apurados transeúntes. De pronto escuchó como se abría la puerta y vio entrar a su primer cliente: Elrond, señor de Rivendel.

–Buenos días –saludó el elfo mirando hacia fuera a ambos lados antes de cerrar la puerta de la consulta.

–Buenos días. Bienvenido a mi consulta -saludó Gandalf levantándose de su mesa.

–Antes de empezar la sesión, quiero decir que espero que lo que diga quede entre nosotros –dijo Elrond con voz amenazante.

–Por supuesto, la confidencialidad es mi lema –aseguró el viejo mago.

Elrond se tumbó en el diván con desconfianza mientras Gandalf cogía su libreta de apuntes, la pluma y se sentaba en su cómodo sillón al lado del diván.

–Veamos, ¿cuál es el problema? –preguntó diligentemente el mago.

–Desde hace unos meses me siento solo en Rivendel –confesó el elfo.

–Bueno, es normal, ya que todos los elfos han cruzado el mar después de la guerra por la salvación de la Tierra Media –razonó Gandalf con paciencia. –Lo que deberías hacer es venir a vivir a Minas Tirith con tu hija y su esposo.

–No puedo abandonar Rivendel, soy su señor. Jamás podría abandonar mis tierras y mi gente –exclamó enfadado el elfo.

"Pero...¿qué gente, si se han ido todos?" pensó Gandalf.

–Está bien. Podrías pedir entonces a Aragorn que mande a una delegación de hombres a vivir en Rivendel para que no te sientas solo y el lugar no esté tan abandonado –volvió a razonar Gandalf.

–¿Hombres viviendo en una ciudad élfica? –se indignó el señor elfo. –No, imposible.

–Pues hobbits.

–¿Hobbits? Vagos, holgazanes, solo les gusta la comida, la cerveza y la hierba para pipa. Acabarían destrozando Rivendel.

–Podrías convertir la ciudad en una biblioteca gigante y permitir el paso a todo viajero que deseara ampliar sus conocimientos.

–¡Jamás! Los conocimientos guardados en Rivendel no están al alcance de cualquiera.

–Podrías convertir la ciudad en una ciudad de paso para viajeros y cobrar estancia.

–¿Una gran ciudad élfica convertida en una simple posada de paso? –el elfo se indignó tanto que se puso rojo.

–Bien, pues entonces la única solución que queda es atarte a una columna de la ciudad y plantarle fuego a todo Imladris –sugirió ya harto Gandalf.

–¿Quemar una gran ciudad como Rivendel? ¿Cómo te atreves a sugerir semejante atentado contra un gran bastión élfico?

Gandalf, con cara de querer hacerle al elfo una cara nueva a ostias con el sillón, dibujo una horca con el elfo colgado a dos metros del suelo en su libreta. (Como mago no sé, pero dibujando es la ostia el tío...)

–Espera, ya sé que voy a hacer –dijo el elfo de repente. Gandalf lo miró sin interés. –No sé como no se me ocurrió antes. Puedo convertir Rivendel en una ciudad de paso para viajeros.

El señor de Rivendel se levantó y se dirigió a la puerta.

–¡Eh! Págame –protestó Gandalf.

–¿Por qué? No me has ayudado –dijo el elfo saliendo orgullosamente de la consulta.

Un sillón se estrelló contra la puerta de la consulta.

N/A: Buenas! Aquí traigo un nuevo fic. Espero que os guste, que os haga reír un rato y que dejéis un review para hacérmelo saber.. Un abrazo enorme ^^