LA MORAL DEL ENGENDRO
Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.
Este fic participa en el reto anual "Long Story 3.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Prólogo
Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho. —Isaac Asimov.
Kiefer contó las monedas antes de entregárselas a la dependienta y miró sonriendo su bolsa llena de chuches.
Salió de la tienda y se sentó en el bordillo mientras decidía cuál sería la primera que probaría; tras decidirse por un dulce en forma de delfín y cubierto de azúcar, se lo llevó a la boca. Sonrió, saboreándolo. Poco después torció el gesto al descubrir que la cubierta de azúcar picaba. Abrió la boca, creyendo que así el picor se iría antes, y se levantó.
Mamá debe estar preocupada —pensó mientras se limpiaba el pantalón para que no le regañaran y emprendía el camino hacia casa degustando las otras golosinas.
Miró hacia el cielo despejado y al sol que brillaba en él, y decidió que cuando llegara a casa llamaría a sus amigos para salir a jugar al fútbol. Hacía un día perfecto para ello. Pero evitaría que Mark estuviera en su equipo, él era malísimo jugando al fútbol y provocó que perdieran la otra vez. Definitivamente se esforzaría en ganar a piedra, papel y tijeras para evitar que le tocara.
El sonido de algo volcándose, captó la atención del pequeño que tenía una chuche mordisqueada en la mano. Curioso, se acercó al lugar de dónde provenía el sonido, y descubrió a dos hombres forcejeando en la pequeña callejuela. Ambos llevaban palos de madera en sus manos y de ellos salían rayos de luces que eran esquivados por el otro.
Kiefer dejó de mordisquear el dulce y miró asombrado a los dos hombres. Era como en las películas que tanto le gustaban. Se guardó la bolsa con el resto de las chuches en el bolsillo y corrió de vuelta a casa. Tenía que contárselo a sus padres.
Tras entrar apresuradamente en su casa, olvidando sacudirse los zapatos, corrió hacia la cocina, donde había dejado a su padre colocando la compra.
—¡Papá! —gritó mientras entraba rápidamente. Su padre se giró y gruñó al ver los zapatos llenos de polvo.
—Kiefer, cuantas veces te hemos dicho que sacudas los zapatos en el felp… —el niño no dejó que su padre terminara. Volvió corriendo a la puerta de entrada, la abrió y sacudió los zapatos, luego se los quitó y los dejó en el descansillo. Regresó a la cocina, derrapando con los calcetines.
—Papá —le llamó y este sonrió al ver que su hijo se había quitado los zapatos—, he visto a dos hombres luchando con varitas. ¡Podían hacer magia! Era… era… —empezó a balbucear mientras imitaba los movimientos de ambas personas y emitía sonidos de emoción. Su padre soltó una carcajada, le revolvió el pelo y se giró a colocar de nuevo la compra.
—¿Ya has estado otra vez viendo esas películas que tanto te gustan? Sal a jugar con tus amigos, que hoy hace muy buen día.
Kiefer chasqueó la lengua, mientras se daba la vuelta y subía a su habitación.
Los adultos siempre creían que tenía una gran imaginación.
Nota de la autora: Pues hasta aquí el prólogo. Esta historia tiene que ver con una petición que se hizo en un AI que participé; de hecho, la historia Experimentos está relacionada con esta, aunque no es necesario leerla, puesto que no sé si al final haré igual esa parte o la modificaré.
Le doy las gracias a Miss Lefroy por betearme el prólogo y por aguantarme, básicamente xD
¡Nos leemos!
