Nuevo fic "multichapter" (iba a poner largo pero sería un timo xD). Tabla amorosa rodaba de musa_hetalia, con el claim Alemania/Italia. Son cinco entradas, la mayoría drabbles o viñetas. Tengo ya la mitad de la tabla escrita (a las siete de la mañana ^^U) así que iré actualizando regularmente.

Primera prompt: Abrazo


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~Primeros instantes~

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1. Agradecimiento

Feliciano pudo oír la puerta de la calle abrirse y cerrarse. Era una puerta grande que sonaba bastante, casi como si fuera un portazo aunque no lo fuera. Escuchó, además, el ruido de una chaqueta al colgarse del perchero que había en la entrada y supuso quien era. ¿Quién más iba a ser?

-¡Doitsu! –lo llamó desde la cocina. Habría ido a saludarle a la puerta, pero ahora no podía, estaba con las manos en la masa, en un momento delicado. La pasta había que saber prepararla y no se la podía dejar sola en momentos como aquel.

Pero él le había oído seguro y apenas unos segundos después lo vio entrar en la cocina. La cara de Ludwig se contrario al ver la encimera llena de harina, un bote de salsa de tomate abierto en una esquina sin ton ni son, un par de cuchillos y tenedores por ahí, etc, etc…

-¿Qué es todo este desorden? –preguntó.

-¿Ve? ¿A Doitsu no le gusta? –preguntó confuso poniendo la pasta a hervir en el agua y volviéndose. Miró a su alrededor, a él no le parecía desordenado pero en las últimas semanas desde que había conocido a Alemania había descubierto que era muy estricto y muy apegado a las normas y el orden.

La mirada de Alemania recayó sobre la pasta en el fuego.

-Estaba haciendo pasta… para la comida, ve. Pensé que llegarías cansado y quería agradecértelo –le explicó recobrando su sonrisa, al fin y al cabo Ludwig no parecía muy enfadado.

-¿Agradecer el qué? –no entendía. Se aproximó y cogió el bote de salsa y lo cerro, tras ver que no se había usado en absoluto.

-Que me acojas en tu casa –Ludwig no pudo evitar pensar que, claro, apenas había tenido otro remedio. El italiano se le había juntado en cuanto lo había capturado y luego soltado, y ya no se había vuelto a ir desde entonces. Pero un detalle era un detalle y lo que contaba era la intención. Al ver cómo guardaba el bote, Feliciano añadió-. Es que la salsa es mejor natural –señaló donde había estado haciendo salsa con unos tomates que había encontrado en la nevera.

-Ya veo… ¿tardará mucho? –lo cierto era que tenía hambre.

-Unos minutos –aseguró Feliciano.

Ludwig asintió y salió, diciendo que iba a sentarse un rato. Parecía cansado. Según sabía Italia, puesto que aún Alemania no le contaba todos los detalles del transcurso de la guerra, estaba siendo una fase de victorias, pero eso no hacía que llegase a casa menos cansado.

Diez minutos después, quince a lo sumo, el italiano salió de la cocina con la olla. La dejó sobre la mesa, ya dispuesta para la cena.

-Ya está listo –exclamó para que Alemania le oyera pero ya antes había captado el delicioso olor que provenía de la cena y se había levantado, yendo al comedor.

Al ver la comida pensó que no solo olía de maravilla si no que tenía un aspecto magnífico. Se le hacía la boca agua. Ahora que lo pensaba era la primera vez que veía cocinar a Italia, no se había imaginado que se le diera tan bien. Había supuesto que sería tan torpe como para correr o combatir. Pero se equivocaba.

-Muchas gracias, Italia –se vio obligado a decir ante tal espectáculo.

Feliciano sonrió ampliamente, contento de aquellas palabras. Había trabajado toda la tarde en preparar una buena cena, haciendo el plato que mejor se le daba. Oír aquello de labios de Alemania era lo mejor. Lo abrazó, rodeándole el pecho con sus brazos.

-De nada, Doitsu –canturreó el italiano.

También era la primera vez que le abrazaba. Azorado el otro lo apartó con la mayor amabilidad, anteponiendo la cena como escusa y musitando otro agradecimiento.