GENDERBENDER
1.- La calma antes de la tormenta
-Luna, querida, ¿estás segura de que llevas todas tus cosas?
-Por supuesto mamá, empaqué todo.
-Por favor Luna, nada de travesuras en el colegio, ¿entendido?
-Si mamá… ¿porqué no le dices lo mismo a Allen?
-Porque se parece lo suficiente a MI como para tenerle confianza.
-¿Cómo se supone que tome eso?
-Bueno hija… eres tan parecida a tu padre… tómalo como quieras.
Luna Frost era una jovencita de doce años cuyo cabello rubio era casi tan blanco como el cabello de su padre y tan pulcramente peinado en una trenza de lado como la de su madre, su piel nívea con ojos azules de un brillante intenso solo hacía resaltar sus mejillas eternamente sonrojadas, en aquel momento portaba un short azul cobalto así como una playera blanca con los hombros y las mangas en el mismo tono de azul, la cual llevaba la palabra FROST al frente con grandes letras negras mientras en la espalda se podía leer LUNA y debajo un número 3, en rosado con algunos copos de nieve para decorar, todo a juego con su gorra, blanca con la vicera y el frente en azul cobalto y la palabra FROST en letras pequeñas y rosadas justo por encima de la vicera del lado derecho, como si se preparara para ir a un partido de tenis.
Un poco más adelante, dentro de la estación del tren donde se desarrollaba la escena se encontraba Allen, el mellizo de Luna, su cabello rubio platinado, su figura delgada y sus movimientos calmados y elegantes recordaban eternamente a su progenitora, él también iba vestido con shorts, playera y gorra igual que su hermana, aunque en esta las palabras ALLEN 4 de la playera y FROST en la gorra estaban diseñadas en azul grisáceo.
El chico se detuvo con su carrito frente a una columna antes de sacar un boleto de tren de su bolsillo para verificar el número con el enorme 9 que colgaba del pilar, luego de lo cual volteó a ver a su padre y de nuevo al pilar.
-¿No hay una manera menos traumática de hacer esto? – Preguntó el joven sin dejar de observar los sólidos ladrillos frente a su carrito.
-Bueno, podrías correr, o solo pasar despacio para estar seguro de que no chocarás.
El chiquillo dudó de nuevo antes de observar el carrito que empujaba con sus cosas, ahí estaban su baúl con la ropa y los libros de su nueva escuela, la jaula con su lechuza blanca, Snowflake y una capa de viaje pulcramente doblada.
-¿Mi lechuza estará bien, verdad papá?
-Por supuesto Allen, no te preocupes.
-De acuerdo – Suspiró el niño de ojos azules antes de hacerse ligeramente para atrás a fin de tomar impulso.
-Si te asusta yo puedo ir primero – Murmuró Luna al oído de su hermano haciéndole un guiño travieso, el chico sonrió levemente antes de afirmar con su cabeza y hacerse un poco más para atrás.
-¿Tú primero Luna? – Preguntó el padre de ambos.
-Ya sabes lo que dicen papá, las damas primero.
-¿Damas? Pensé que serías una auror.
-Y mamá cree que seré una dama… así que me aprovecharé de los dos.
-Como siempre – Suspiró el padre con una sonrisa ladeada mientras la pequeña de cabellos plateados salía corriendo a buena velocidad con el carrito de viaje donde cargaba su baúl de madera, la jaula con su rata blanca Iskra y una capa de viaje idéntica a la que llevaba su gemelo, pero hecha bola a un lado de la jaula.
Luego de un rato ambos gemelos se encontraban instalados en el tren, asomados a la ventana desde donde gritaban la despedida a sus padres, los cuales permanecieron en su sitio, despidiéndose con las manos, la madre haciendo algunos recordatorios cerca de la ventana antes de que el tren comenzara a silbar su aviso de salida, finalmente partiendo con rumbo a Hogwarts.
Elsa Arendalle, actual Ministra de Relaciones Muggles, a pesar de sentirse inmensamente preocupada se veía tranquila, a pesar de contar ya con 35 años, se le notaba joven y radiante, llevaba el cabello recogido en una larga trenza y ésta en un pequeño chongo en la base de su nuca, cubierta parcialmente por un sombrero color lila con unas florecillas azules a un lado, la blusa verde esmeralda que se ceñía a su figura dejaba ver un escote de corazón, a pesar de las largas mangas acampanadas, era imposible distinguir la unión de estas con el resto de la blusa, una capa corta de color lila con encajes negros la cubría en esa área específica, finalmente, su falda azul larga, unida por un listón azul celeste brillante y unas botas negras completaban el atuendo, haciéndola ver refinada y recatada, como una bruja de la nobleza.
A su lado se encontraba Jack Frost, Auror y guardaespaldas, amigo, amante, compañero y marido, el peliblanco de 34 años había tomado ventaja de todo, ya no se notaba como un joven largirucho y escuálido como en sus años de escuela, el entrenamiento del departamento de aurores lo había obligado a fortalecerse mental y mágicamente, el hecho de ingresar al equipo de Quidditch del departamento de Aurores para participar en amistosos contra otros equipos del Ministerio de Magia cuando no había mucho que hacer, le había embarnecido lo suficiente para tener una espalda algo más amplia y trabajada que cuando se graduó del colegio, sus piernas y brazos habían ganado también un poco de musculatura, además de mejorar su agilidad y agudizar sus reflejos, aun así, su carácter travieso no había cambiado mucho, si bien podía guardar la compostura durante las horas de trabajo, eso no le evitaba hacerle algunas jugarretas a sus familiares y amigos de vez en cuando, además, ese mismo carácter había hecho desistir a Elsa en sus súplicas para que se pusiera alguna otra cosa diferente a sus pantalones azul cobalto, la gorra y la playera a juego con las prendas de sus hijos, el nombre JACK con el número 1 podían verse a su espalda de manera radiante en café, espantando a su mujer lo suficiente para mantener la distancia con él mientras entraban con los niños y los despedían, aunque no la suficiente distancia para que Jack no pudiera jalarla por la cintura con el bastón arqueado donde el albino guardaba su varita.
-Y allá van los dos pillos – Comentó Jack en voz baja.
-¡No sufras tanto! – Soltó Elsa sarcástica – sé que esperabas esto con ansias.
-Sí, bueno, es genial tener a los niños con nosotros y jugar con ellos pero… - el brillo seductor en la mirada de Jack así como su avance se vieron interrumpidos repentinamente por una intrusa con un vestido verde musgo y características trenzas castañas.
Anna acababa de saltar a los brazos de su hermana con unas pocas lágrimas en los ojos, haciendo que Elsa la recibiera y mimara mientras Jack soltaba un suspiro de desolación luego de perder su objetivo.
-Anna, ¿estás bien? – Preguntó Elsa confundida.
-Mi Aaron acaba de irse… ¡a Hogwarts! – lloriqueó la castaña en el regazo de su hermana.
-Vamos Anna, estará bien – Dijo Jack acercándose – los gemelos también se fueron este año, además seguro que Evangeline le echa un ojo a su hermano menor.
-Calma chicos, calma – Se escuchó la voz de Kristoff mientras se acercaba con sus pantalones negros, una camisa azul de manga larga y un chaleco gris, cargando a su pequeño Paul de 10 años con una varita de regaliz en las manos y sus rizos castaños cayéndole más arreglados de lo usual a ambos lados de la cabeza – hizo lo mismo cuando se fue Evangeline, y hará lo mismo cuando este vago de aquí se vaya a Hogwarts.
Paul simplemente observó a su padre con cara de pocos amigos antes de darle una buena mordida a su varita, decidido a no decir ni pío para protestar.
-Lo siento chicos, es que… creo que echaré de menos a mis hijos.
-¡ANNA ARENDALLE, SIKU O COMO QUIERA QUE TE LLAMES AHORA! – Bramó una voz con un marcado acento escocés desviando la atención de todos - ¿De qué demonios estás haciendo escándalo? – Dijo Mérida cuando al fin había alcanzado al pequeño grupo de padres restándole importancia a las miradas que se habían posado sobre ella.
-Hola Mérida, ¿dejando a Collie? – Dijo la platina para dar tiempo a su hermana de recomponerse.
-Sí, dejando a Collie; Annie está por ahí comprando algunos dulces.
-Te ves genial manzana – Soltó Kristoff ofreciéndole la mano para estrecharla - ¿Dónde está gigante?
-Trabajando, ya saben, trabajo, trabajo, trabajo, al parecer se pusieron de acuerdo en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional para que no podamos estar juntos y fuera en horas de trabajo – soltó la pelirroja ligeramente molesta y buscando con la mirada.
-Parece que Annie se tomó muy bien la separación con su hermana – Comentó el albino observando al mismo punto que Mérida solo para localizar a una niña pelirroja de 11 años con un vestido típico escocés, pagando una caja de grajeas Bertie Bop.
-No te dejes engañar Jack – Suspiró la pelirroja – lloró ayer toda la noche, tuvimos que sobornarla con algunos knuts, además su padre ofreció llevarle lo que quisiera de cenar… aun si solo se trata del postre.
-Mérida, no le des ideas a Paul – Bromeó el rubio despeinando un poco los rizos de su hijo menor antes de bajarlo al suelo y entregarle un knut.
-No fui yo quien hizo semejante trato con ella – Respondió la pelirroja en un suspiro antes de volver a posar sus ojos en Anna mientras negaba lentamente con la cabeza – y tú, ¡ya corta el cordón umbilical, ¿quieres?! ya lo tuviste detrás de tu falda doce años, es hora de que salga y aprenda un par de cosas fuera de casa.
-¿Cómo puedes ser tan cruel Mérida? – Comentó Anna entre sorprendida y molesta con restos de lágrimas en sus ojos.
-Ay no, ¡Mérida! – Se quejó Kristoff antes de jalar a Anna para tratar de abrazarla… más por contenerla que por consolarla.
-Aaron es un pequeño dulce, bueno y tranquilo…
-¿Estamos hablando del mismo Aaron que decidió que era buena idea guardar gnomos de jardín en tu closet? – Soltó Jack con un poco de ironía… aunque Anna lo ignorara.
-… y es un gran chico, con un enorme corazón…
-Le dijo "estúpida" a Luna la semana pasada porque no le entregó toda su rana de chocolate – Comentó Jack ligeramente divertido ante las palabras de su cuñada.
-… ¡Y NO QUIERO NI PENSAR LO QUE LE PUEDAN HACER LOS ABUSIVOS DE LA ESCUELA!
-¿Correr por sus vidas? – Preguntó Jack un poco esperanzado.
-¡CIERRA EL PICO JACK! … esto es serio.
-Nunca dije que no lo fuera, es más ¿quieres que te haga un espacio junto a la chimenea por si el director Longbottom nos llama a los dos para reportarnos que Luna y Aaron volaron la escuela en pedacitos?
Anna estaba roja de furia mientras los demás hacían lo posible por aguantar la risa, Anna tenía que admitir que Aaron no se portaba tan bien y hacía travesuras menores cuando Luna no estaba cerca… también debía admitir que había una enorme posibilidad de que esos dos se las ingeniaran para dejar todas las bromas de Jack y de los legendarios gemelos Weasley en ridículo por completo.
-Sigo sin encontrarle la gracia a todo esto Jack – Contestó Anna luego de hacer acopio de todo su autocontrol para no golpear a su cuñado – además… ¡tus dos hijos acaban de subir a ese tren por primera vez!, ¿no estás ni un poco preocupado por ellos?
-No
-¿Y si les pasa algo malo?
-Están juntos, se cuidarán entre ellos.
-¿Y si se meten en problemas?
-La sala de detención no es realmente tan mala, deberías saberlo, estuviste ahí también.
-¿Y SI ALGUIEN SE PROPASA CON LUNA?
-… pues pobre del que se le ocurra hacerle algo a mi nenita, no quisiera estar en sus zapatos cuando Luna le responda furiosa y Allen se entere.
Anna ya no dijo nada, había una sombra un poco siniestra en los ojos de Jack, cuyo rostro había perdido por completo todo rastro de humor, era una de esas cosas que te recordaba a que se dedicaba el albino.
-Bueno, chicos, me encantaría quedarme a conversar – Se apresuró a mencionar la pelirroja antes de posar sus manos en los hombros de Jack y de Anna, los cuales parecieron calmarse al momento – pero, ya saben… hay trabajo en el ministerio y aun tengo que pasar a casa de Rapy para dejarle a Annie.
-Si quieres nosotros podemos pasar a dejarla – Se ofreció Anna repentinamente calmada y entusiasta – creo que a Paul podría hacerle bien quedarse a jugar con otros niños el día de hoy.
-¿En serio puedes Anna?
-Por supuesto, Kristoff puede dejarnos antes de seguir a su trabajo.
-Oye, oye – Comenzó el aludido al darse cuenta de la situación – el hecho de que pueda llegar a la oficina a cualquier hora, no significa que puedas ocuparme como tu transporte personal… o como tu chofer.
-Oh vamos, solo será un pequeño desvío antes de que pases a la reserva.
-Bien, bien, de acuerdo, tú ganas – Kristoff sonrió para Anna antes de voltear a ver a Mérida – llevaremos a Annie también, no te preocupes manzana.
-Muchas gracias chicos, prometo pagarles el favor algún día.
-No imagino cóm… ouch – Murmuró Jack en tono divertido antes de sentir un pellizco en uno de sus brazos y guardar silencio.
-Antes de irme… Jack
-¿Sí Mérida?
-Los uniformes de juego para el gobbstone solo deberían usarse… para los partidos y juegos de gobbstone.
-Aguafiestas… ¿tú y Elsa se pusieron de acuerdo hoy?
Mérida se observó un momento, su atuendo sin duda era similar al de Elsa, aunque sin el sombrero y todo en diversos tonos de verde con bordados célticos de osos dorados a todo lo largo del conjunto.
-¿Celoso Jack? – Dijo la pelirroja mientras jalaba a Elsa a su lado – lamento que nadie más quiera andar vestido igual que tú.
-Bueno, venía con mi equipo ganador, pero tuve que dejarlos en el tren, ya sabes, o consiguen papeles de acreditación o no los contratarán en ningún lugar del mundo mágico.
-Cómo digas Jack, me retiro… Elsa, nos veremos el viernes en la junta.
-Ahí estaré Mérida, salúdame a Finley.
-Lo haré… ¡ANNIE MCGUFFIN, VEN ACÁ Y DEJA ESO EN PAZ!
-Bueno, nosotros también nos retiramos, -Dijo Jack en son de paz - Anna, Kristoff, un placer verlos.
-Lo mismo digo Jack, - Se despidió el rubio mientras apretaba la mano que se le ofrecía - ¿les parece si nos reunimos el fin de semana con unas cervezas de mantequilla?
-Sería grandioso Kristoff, pero Jack y yo tenemos que hacer un viaje a Estados Unidos.
-¿Es este fin de semana? – Preguntó Anna ligeramente triste mientras tomaba la mano de su hijo menor - ¿no pueden posponerlo?
-Hemos venido posponiendo esa visita demasiado tiempo Anna, en verdad lo lamento – Comentó Elsa en el mismo tono triste.
-Bueno, creo que podemos tomar esas cervezas cuando volvamos, solo nos iremos una semana.
-¡Suerte con las negociaciones al otro lado del charco! – Se apresuró a decir Kristoff abrazando a Elsa para despedirse – y no olviden pasar a la casa cuando regresen.
-Lo haremos, no se preocupen – Contestó Elsa antes de comenzar a caminar junto con Jack.
-¿Y bien Majestad? ¿A dónde vamos primero?
-A terminar los trámites para las visas… en verdad quiero subir a uno de esos "avines" que usan los muggles para viajar.
-Se llaman "aviones" majestad, y son mucho más lentos que los trasladores… ¿estás completamente segura?
-Por supuesto Jack, será algo interesante.
-Escuché que es un vuelo de al menos 12 horas, podríamos quedarnos ahí casi tooooooooooodo el día…
-No me vas a convencer Jack, llevo esperando este viaje mucho tiempo.
-Discúlpame si la perspectiva de estar encerrado en una de esas latas voladoras no me entusiasma.
-Vamos Jack, ¡será divertido!
-… lo que digas, vamos, debo escoltarte, el auto nos espera.
…
Aquel había sido en definitiva, un día muy largo, ambos habían estado en la embajada mágica y en la muggle, habían debido volver al ministerio para que Elsa terminara algo de papeleo en su oficina mientras Jack hacía algunas rondas por el lugar antes de recibir algunos informes sobre los puristas, si aquellos papeles no hubieran sido de gran importancia, el albino habría podido divertirse un poco a costa de Bunnymund, quien había sido el encargado de entregarle sus copias a Jack para ponerlo al tanto de algunos incidentes en el Comité de Excusas, en definitiva, aquel había sido un día muy largo.
-Estaba pensando… - Soltó Jack mientras le ayudaba a su esposa a colocar algunos papeles en el maletín que ella solía utilizar para llevarse trabajo a la casa – que bueno… no sé tú pero yo estoy realmente cansado y…
-¿Me dejarás dormir hoy? – Bromeó la platina cerrando el maletín.
-No estoy TAN cansado Elsa… en fin, como te iba diciendo… estaba pensando que, no sé, podríamos cenar fuera.
-¿Estás seguro Jack?
-Completamente, mira, escuché de un restaurant nuevo, "Suzetts", me parece que era así…
-¿Jack Frost, has estado cotilleando con las becarias?
-No, no, no, por supuesto que no… ellas hablan demasiado fuerte, ¿qué se supone que haga? ¿taparme los oídos? ¿pedirles que invoquen un muffliato para no escucharlas?
-Muy bien, jajajaja, tranquilo, estaba bromeando.
Jack la miró no muy contento antes de tomar aire y abrirle la puerta de la oficina, asegurándose de mirar en todas direcciones conforme Elsa salía y agudizando un poco todos sus sentidos, desde que trabajaba como guarda espaldas de la platina, le habían tocado suficientes bromas y ataques dentro de la oficina como para saber que la noche, era la hora más propicia para toparse con maldiciones, bombas de humo y algunas otras cosas menos agradables de camino a casa.
-Como decía… aparentemente la comida es buena, yo estoy cansado y me imagino que tú también lo estás, entonces, ¿me permitiría invitarla a cenar Ministra Arendalle?
-Si prometes comportarte…
-Como un adulto maduro, serio y de confianza… ¡lo prometo!… solo no esperes que mantenga mi palabra cuando lleguemos a casa.
-Después de tantos años casados, créeme Jack, no lo espero.
…
Aquella había sido una velada interesante, la comida había sido buena, la música agradable y suave, el ambiente había sido justo lo que ambos necesitaban para relajarse, el postre enviado por cortesía del souchef había resultado ser divino, nada menos que un esponjoso pan de vainilla y ron, cubierto de chocolate amargo y rodeado por un nuevo tipo de helado dulce y espumoso con un par de cerezas por encima, Jack comenzó a sospechar que aquel postre tenía algo cuando salieron del establecimiento, se sentía excitado sin motivo aparente, le habría dado algunas vueltas más al asunto si Elsa no hubiera comenzado a comérselo a besos apenas ingresaron por la chimenea a su propia casa.
Esa noche fue algo especial, algo diferente, ambos estaban tan excitados como si se tratara de dos adolescentes con las hormonas por los cielos, habían pasado de la dulzura a la agresividad en algún punto, habían tenido sexo en el sillón de la sala, por algún motivo, habían repetido al pasar junto al comedor de la casa, Elsa había terminado encima de la mesa, siendo embestida por Jack una y otra vez de la forma más brusca que pudiera recordar, el hecho de subir las escaleras desnudos y con ganas de más le había resultado sospechoso a Jack, quien había terminado dos veces y seguía con la urgencia de tomarla de nuevo, no era normal, Elsa simplemente adjudicó aquel fenómeno a la partida de los gemelos, era la primera vez en 12 años que estaban realmente solos en casa para hacer lo que desearan.
La cama de la habitación principal fue testigo del apasionado comportamiento del matrimonio, aquello no había sido suficiente tampoco, la tina los recibió con agua helada que intentaba relajar a ambos… imposible, el agua terminó desparramada por el piso y Jack dentro de su esposa nuevamente, aquello habría continuado sin descanso toda la noche hasta matarlos si Jack no hubiera disparado un hechizo desmaius sobre la platina cuando esta le saltó encima de vuelta en la cama y sedienta de más, él también tuvo que lanzarse un hechizo para tranquilizarse y no tomarla por quinta vez.
Eran las 2 de la madrugada cuando los hechizos se sucedieron, el silencio finalmente pudo tomar posesión de la casa Frost, el eco de los gemidos incesantes de placer ya no se escuchaba en el jardín, la huerta o la pequeña sala de música que poseían, la calma al fin se había apoderado del lugar de un modo inesperado, mientras la noche era testigo del creciente problema en el interior de la habitación.
La alarma del reloj mágico se activó a eso de las siete de la mañana, había una balada de rock sonando cada vez más fuerte, seguramente, el último sencillo de "Las Arpías del Abismo Encantado", Jack se revolvió entre las sábanas, colocando la almohada sobre su cabeza para dejar de escuchar el ruido, aun cuando fuera su canción favorita, le parecía estridente, como si tuviera una de esas resacas marca Flynn Ryder.
Elsa se levantó, apagando el reloj mientras se sostenía la cabeza, aun adormilada, dirigiéndose al baño… por alguna razón, un grito de hombre salió de ahí poco después, obligando a Jack a levantarse de un salto y salir corriendo, varita en mano.
-¿Elsa, estás bien?... ¿Quién eres tú? ¿Dónde está mi…
El baño se había vuelto una escena de lo más extraña, sentado en el baño había un hombre blanco, de ojos azules, con los cabellos platinados y revueltos llegándole por debajo de los hombros, su mirada entre horrorizada y confundida no hacía más que pasar del intruso en la puerta a su propio cuerpo, el cual había intentado ocultar con sus manos, Jack volteó hacia el espejo situado frente a la puerta del baño, ahí se veía reflejado el extraño desnudo en la taza y… una chica de cortos y alborotados cabellos blancos, piel pálida y ojos azules con una mano en la garganta y su propia varita en la otra, la mirada llena de consternación, ¿qué estaba sucediendo?
-¿Jack? – Soltó de pronto el hombre sentado en el baño mientras comenzaba a llorar, la temperatura había comenzado a bajar drásticamente - ¿qué está pasando?
-¿Elsa? ¿eres tú? – Se sentía completamente consternado, la voz de aquel hombre era realmente profunda, más incluso que la de Kristoff, sin embargo había algo en sus movimientos, en la manera en que estaba congelando todo a su alrededor… por no decir lo aguda y tierna que sonaba ahora la voz del propio Jack.
-¿Qué le pasa a mi cuerpo, Jack?, ¿es un sueño?, ¿qué vamos a hacer ahora?, ¿cómo se lo vamos a explicar a los niños?
Estaba llorando… y era Elsa, ya no tenía dudas al respecto, se apresuró entonces a ingresar del todo para abrazarla, intentando confortar a su esposa mientras trataba de razonar la situación.
-Sssh, tranquila, tranquila, aquí estoy, tranquila majestad.
-No puedo, Jack… esto es… esto…
-Vamos, no es tan malo, posiblemente sea una de las estúpidas bromas de los puristas, volveremos a la normalidad en unas cuantas horas, ya lo verás.
-¿Estás seguro? ¿Jack?
No lo estaba, estaba confundido, pero ver aquellos ojos que no habían cambiado, mirándolo con una súplica en ellos, fue suficiente para convencerlo de no ser del todo sincero.
-Estaremos bien, lo prometo, y cuando encuentre al culpable… reabriré Azkaban con todo y dementores si es necesario para hacerlo pagar por asustarte tanto.
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NOTAS DE LA AUTORA:
¡My, my!, para todos aquellos que gustan de las comedias… y si, del genderbender que se ha estado haciendo de Jack y de Elsa, bueno, pues ahora hay una historia especial para ustedes.
Lo admito, no me pude resistir, yo sé que hay un sinfín de historias, llámese manga, doujinshi, película o fanfic donde los protagonistas intercambian cuerpos… bueno, aquí no se intercambiaron nada, aunque la situación completa promete ser divertida.
¿Qué harían ustedes si un buen día despertaran encontrándose con que su cuerpo está en otra versión de si mismo? La respuesta puede ser tonta o de lo más interesante, en serio, así que planeo aprovecharme de esta situación para traerles una nueva historia Jelsa solo que, bueno, con un toque distinto de comedia, por supuesto aventura, algo de romance y todo lo que mi cabecita loca pueda inventar, espero que este primer capítulo haya sido de su agrado y, por si alguien se lo pregunta, esta maldición es una cosa sumamente especial, no es poción multijugos, tampoco es una maldición lanzada con varita únicamente, y para deshacerlo, bueno, digamos que eso va a tardar un poco ya que es, de hecho, algo nunca antes visto en el mundo mágico.
Tengo que agradecer también en este punto a mi queridísima Macusita, Alcione que me estuvo dando una mano con esto, muchísimas gracias.
Bueno, pues los espero en el siguiente capítulo, si tienen algún comentario, tomatazo por hacer que Elsa sea hombre y Jack una mujer, tienen alguna sugerencia para lo que se nos viene encima o cualquier otra cosa, no duden en dejarlo, en serio, estoy abierta a todo tipo de comentarios.
SARABA
