***Exención de responsabilidad: La historia y los personajes son de The Walt Disney Company. Esta historia fue escrita por WordsAreTrulyBeautiful, y también le pertenecen sus personajes OC; yo sólo me adjudico la traducción, ya que tengo el permiso del autor.
Perfil del autor:
u/5665591/WordsAreTrulyBeautiful
Historia original:
s/10582591/1/Where-Freedom-Sails
Todo lo que Arabella siempre quiso fue una aventura. Libertad. Nunca hubo un momento en su vida donde no fantaseara sobre escabullirse en el medio de la noche. Esta noche no era diferente. Ella se encontraba sentada junto a la ventana, mirando las estrellas en el cielo. Sus ojos reflejaban su resplandor y deseaba estar debajo de ellas, no atrapada en su alcoba.
Había pasos acercándose en el pasillo, y ella sabía a quienes pertenecían. Corriendo a la cama, Arabella apagó la vela en su mesita de noche. Cerró sus ojos y trató de estabilizar su respiración, para imitar las respiraciones superficiales de alguien en un sueño profundo.
Cuando la puerta se abrió y la luz del pasillo se filtró dentro de su habitación, ella contuvo su aliento. Las pisadas eran pesadas al acercarse a ella. Podía sentir a su tío estudiándola, esperando a que cometa un error y revelar que estaba despierta. Se forzó a mantenerse calmada mientras él se quedó allí por lo que pareció horas, pero en realidad no podían haber sido más que un par de minutos. Él debe haber quedado satisfecho porque ella estaba dormida, porque se volvió y se fue, saliendo y cerrando la puerta toscamente. Ella soltó un suspiro.
Arabella despertó el siguiente día por medio de manos toscas sacándola a tirones de la cama. Era uno de, como ella los llamaba, los secuaces de su padre. Él la miró con despiadados ojos negros, una mueca de desprecio en sus labios. Ella ya casi se había acostumbrado a ello. Desde que su padre había muerto, había vivido con su tío, y sus secuaces estaban siempre alrededor.
Su tío era un hombre cruel. Él vivía en una casa grande en el lado este de Londres. Despreciaba a Arabella, la única razón por la que la acogió fue porque no tenía opción. Con la madre de la niña muriendo cuando era una párvula y su padre muriendo cuando la niña tenía diez. La ley la había entregado a su tío. El único pariente vivo que quedaba.
"Vístase y apúrese. El tren a Plymouth se va en dos horas," el secuaz gruñó.
"Si se puede saber, ¿el tío me acompañará a la estación?" Arabella cuestionó mientras se ponía, detrás de una pantalla de privacidad, el vestido que había preparado la noche anterior.
"No, él tiene asuntos que atender, no es que sea de su incumbencia," dijo ásperamente mientras tomaba un par de maletas que ella tenía y salía de su alcoba.
Arabella suspiró para sí misma mientras terminaba de arreglarse, levantando su pelo elegantemente y dejando que un par de rizos sueltos caigan y enmarquen su rostro. Antes de tomar su cartera, comprobó su apariencia en el espejo y se dirigió afuera.
En el piso de abajo, algunos secuaces y una criada esperaban, su tío no estaba en ninguna parte para ser visto. A ella no le importó.
"El carruaje está aquí, señorita," la criada dijo amablemente, siendo segura de permanecer formal con los secuaces presentes. Ella siempre había sido amable con Arabella; la ha conocido desde que llegó por primera vez. De hecho, ella había sido la que fue a recogerla y la trajo a la casa de su tío.
Era un día frío y lluvioso, y el viento era cortante. Arabella estaba sentada en un banco de madera dentro del orfanato Saint Emiliani's, mirando por la ventana escarchada. La gente en las calles caminaba apresuradamente con paraguas tratando de encontrar cubierta de la lluvia torrencial y fría como el hielo. Un carruaje frenó fuera del edificio musgoso y cubierto de parra. Una mujer usando un vestido simple y un abrigo de lluvia corrió desde el carruaje dentro del edificio.
La vieja puerta chirrió al abrirse y dejó entrar una ráfaga de viento lluvioso, mientras la mujer sacudía su abrigo y lo colgaba. Sus zapatos taconeaban en el piso al andar hacia el escritorio, haciendo los únicos sonidos en la habitación terriblemente silenciosa, y esperó pacientemente a que alguien la sirviera. Mirando alrededor, encontró a la niña en el banco. Le dio una pequeña sonrisa, pero la niña simplemente volteó sus ojos vacíos hacia la ventana una vez más.
Una mujer que se veía hosca, llamada Sra. Chapment, llegó al escritorio. Ella era lo suficientemente amable, y Arabella recordó sus intentos de condolencias cuando había llegado por primera vez hace dos meses. Ella había pasado la mayoría de su tiempo con ella, disfrutando del confort de su acento muy marcado, el cual le recordaba a su padre. La Sra. Chapment era la directora del orfanato, hacía que las cosas funcionaran sin problemas. Si estaba sucediendo algo ella sabía sobre ello. Especialmente si se trataba de bullying entre los huérfanos. Más de una vez la amable mujer había salvado a Arabella de las crueles palabras de otros niños. Los cuales estaban ahí sólo hasta que alguien los adoptara, desemejante a Arabella, que estaba ahí temporalmente.
"¿Qué puedo hacer por usted, encanto?" La Sra. Chapment preguntó.
"Estoy aquí para recoger a la Señorita Andrews," la otra mujer dijo. "Fui enviada por Sir Andrews, su tío, tengo el papeleo aquí mismo." Buscó a tientas en su bolso por los papeles mientras hablaba.
"Ah, sí. La hemos estado esperando. Si me sigue, podemos hacer todo eso en la oficina," ella dijo al recibir el papeleo y caminó alrededor del escritorio, haciendo señas para que la mujer la siga.
Desaparecieron al final del corredor poco después. Arabella bajó sus ojos y trató de enfocarse en una marca en el suelo a través del vidrio empañado. Extendió la mano para enjugar una lágrima. Si esa mujer estaba ahí por ella, entonces no había duda, no había escape. Su padre realmente se había ido. Ella estaba sola.
Las dos mujeres volvieron luego de un corto tiempo, una con una sonrisa, la otra con una mirada nerviosa.
"Ahora, Arabella, esta es la Señorita Westmore. Ella te llevará a la casa de tu tío, ¿de acuerdo? Recogeré tus cosas, y puedes esperar con ella," dijo mientras dirigía a la joven hacia la mujer.
"Hola, Arabella. Es un placer conocerte. Puedes llamarme Nancy, si quieres," la Sra. Westmore dijo amablemente.
Arabella miró inexpresivamente y asintió lentamente. Permanecieron ahí paradas mientras esperaban, aunque no pasó mucho tiempo antes de que la mujer del orfanato volviera. Arabella tenía pocas posesiones. Ella y su padre no estaban muy bien económicamente, pero muchas de las cosas que ella tenía fueron dejadas en su hogar. Los funerales eran caros y su tío decidió vender las cosas de su hermano así no tendría que pagar por él.
Cuando Nancy se puso su abrigo, llamaron al chofer para que tome los bolsos de Arabella. Nancy se dirigió al carruaje y veía como la niña caminaba por delante en silencio. Arabella entró y se sentó silenciosamente, sus manos pulcramente apoyadas en su falda. Nancy se encontraba sentada igualmente silenciosa a su lado. La lluvia se había puesto más fuerte y las calles estaban vacías, a excepción de un par de personas yendo rápidamente de edificio a edificio. El chofer había regresado al carruaje y los caballos comenzaron a moverse. Arabella miró fuera de la ventanilla inexpresivamente mientras intentaba no llorar, y aun así calientes lágrimas caían por sus mejillas.
Nancy no sabía qué hacer, ¿qué hace uno cuando una niña de diez años pierde a su padre? Miró a la chica y vio su reflejo en la ventanilla. Sus ojos aún estaban rojos e hinchados, sin embargo estaba sentada recta, las manos unidas en su regazo. Estaba intentado ser fuerte, pero su estremecimiento la traicionó. Nancy extendió su mano y gentilmente la apoyó sobre las de Arabella.
Arabella se volteó y encontró sus ojos. Vio la sinceridad en ellos, acompañado por una amable sonrisa. Eso fue todo lo que necesitó. Su rostro se desmoronó y antes de que pasara mucho tiempo se encontraba envuelta en un abrazo. Lloró entre los brazos de la mujer y dejó que la consolara, frotando círculos en su espalda y susurrando palabras tranquilizadoras.
Mientras Nancy sostenía a la niña sollozante, ella tomó la decisión de cuidar de ella. La niña necesitaba a alguien, después de todo, ella estaba sola ahora.
Desde ese momento, han estado tan cerca como madre e hija. Lo cual es la razón por la que acompañaría a Arabella a Port Royal. No la dejaría.
"Gracias, Nancy." Arabella dijo al darle a su mano un pequeño apretón. Salieron juntas, con los brazos enlazados.
El viaje fue extremadamente corto para Arabella, principalmente porque estaba fantaseando sobre cómo sería su nueva vida. Ella estaba emocionada por alejarse de su tío, y de sus secuaces. Se preguntaba cómo sería el gobernador Swann. Ella se quedaría con él y su hija Elizabeth. Su tío le había dicho que ellos estarían felices de que Arabella se quede con ellos mientras él viaja por tres años por negocios. Ella había estado emocionada cuando se lo dijo, la idea de ser libre, lejos de su tío. Y sin mencionar la aventura del viaje en sí mismo.
"¿Señorita? El tren ha llegado," el conductor dijo golpeteando suavemente a Arabella. Ella sintió sus mejillas ruborizarse de vergüenza. ¿Realmente había fantaseado todo el viaje en carruaje y en tren?
"Gracias, Sir," dijo sonriéndole. Arabella se volvió hacia Nancy. "Ni siquiera puedo recordar el viaje en tren en absoluto. Oh, debo haber parecido una idiota, mirando hacia el espacio todo este tiempo," dijo tímidamente.
"No te preocupes, querida, nadie habría tenido idea. Ciertamente yo no la tuve," Nancy dijo tranquilizadora. "Ven entonces, es mejor que vayamos yendo, no queremos perder el bote ahora."
Arabella se paró y alisó su vestido color crema. Tomó su cartera y siguió a Nancy fuera del tren. Entrelazaron sus brazos una vez más y comenzaron a caminar hacia el equipaje. Al acercarse, vieron tres hombres, definitivamente marineros, esperando con un letrero.
"¿Arabella Andrews?" Uno de ellos preguntó, su acento sonaba muy común.
"Sí, esa soy yo," Arabella dijo sonriendo mientras miraba al marinero. Su ropa estaba rasgada en algunos lugares y sucia de trabajar en los muelles.
"Correcto, bueno, mi nombre es Tom, este aquí es Bert y ese de allí es Percy," el hombre de aspecto hosco dijo apuntando a los hombre igualmente hoscos. "Estamos aquí para llevarla a usted y sus maletas al barco. Síganos, por favor." Arabella asintió y los siguió. Podía sentir a Nancy tensarse un poco, sintiéndose incomoda en medio de un grupo tan hosco de personas. Arabella se rio para sí misma. Ella pensaba que era muy emocionante.
Llegaron al barco no mucho después. Se quedó sin aliento al ver el agua brillante. Era hermoso. Ella nunca había podido ir al mar, había vivió en la ciudad toda su vidas con su padre. Y su tío pensaba que era una pérdida de tiempo que ella vaya a una cuadra de su casa, viendo que podía hacer muchas cosas sin irse de ella. Sonrió para sí misma cuando embarcó, preguntándose como se sentiría el agua.
Fueron llevadas a sus aposentos y les dieron tiempo para refrescarse antes de unirse al capitán para la cena. Nancy se había visto ligeramente asustada cuando le dijeron que su habitación estaba al final del pasillo y no al lado de la habitación de Arabella. La había mirado como pidiéndole que dijera algo. Pero Arabella simplemente le dijo que estaba bien y que se encontrarían fuera de su alcoba antes de ir arriba.
Ella entró a su habitación y miró a su alrededor. Era bastante sencilla. Una cama, sus maletas, una mesita de noche y un baúl. Se refrescó y se cambió en un vestido más formal antes de encontrarse con Nancy.
