Disclaimer: No son míos. Solo la trama.

Género: Drama, romance.

Pareja: Muchas.

Canción: I don't understand by U-Kiss


Lazos; capítulo I

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El gélido viento golpeaba su rostro con suavidad, el olor a tierra mojada inundaba sus fosas nasales. Sus dientes castañeaban un poco, pero nada de eso le iba a quitar las ganas de ir a trabajar. Ejerció más presión en su torso con sus brazos cruzados contra él. Caminó observando el paisaje invernal que se le ofrecía, no había mucha gente a esa hora, pero en cuanto llegara a la tienda de comestibles, de seguro el lugar estaría repleto, ya que era uno de los pocos locales de aquel barrio que contenía calefacción.

Con pesar sacó su mano al frío ambiente para abrir la puerta, ya había llegado, la campanilla de la puerta tintineó, provocando que las pocas personas que había dentro le mirasen. Saludo educadamente a todos dentro y cogió el delantal de trabajo y tocó el hombro de su amigo para que notase que había llegado.

—Déjame estos últimos a mí —le dijo Kikwang al cansando chico. Este asintió desapareciendo de la caja registradora —Vete a casa y descansa. El muchacho se fue dejando a Kikwang solo. Este comenzó a atender a las pocas personas que había a esa hora de la mañana.

Soltó un suspiro en cuanto el último cliente se fue. Volteó a ver el reloj de pared, eran las nueve con quince.

El lugar estaba en completo silencio, Kikwang suspiró una vez más antes de comenzar a limpiar un poco el lugar. Tomó los cereales ordenándolos por color, se colocó los audífonos —aunque lo tenía prohibido — y se dejó guiar por la música, estaban tan centrado en la canción que no sintió el tintineó de la campana que anunciaba un nuevo cliente.

Era alto, mirada penetrante y cabello negro. A primera vista se veía frío, pero tenía un gran corazón. El apuesto muchacho miró el lugar, viéndolo completamente vació. Tomó un canasto para compras y recorrió el lugar poniendo dentro todo lo que necesitaba. Sonrió en cuanto vio a un delgado y pequeño muchacho bailar mientras ordenaba los cereales. Dejó el canasto en el suelo y se quedó mirando al muchacho con una sonrisa en su rostro. Para su gusto bailaba bien. No pudo evitar soltar una risa al ver que el joven bailarín no notaba su presencia. Se acercó cuidadosamente y tocó su hombro. Kikwang se sobresaltó, al voltear sus mejillas se tiñeron de rojo. Quitó sus audífonos rápidamente.

—Lo siento, lo siento, lo siento —se disculpaba el avergonzado joven. El pelinegro sonrió dejando levemente aturdido a Kikwang.

—No, no te preocupes —le comentó sonriendo nuevamente—.Sólo quiero pagar esto —le mostró la canasta de productos. Kikwang caminó hasta la caja registradora, marcando cada producto, presionando botones, le entregó la cuenta. Las manos de Doojoon rozaron levemente las de Kikwang, este último se sonrojo por el contacto, después de todo el pelinegro era bastante atractivo.

—Gracias…—entrecerró un poco sus ojos y acercó su rostro para leer la piocha que traía el muchacho—Kikwang—le sonrió.

—De nada señor —asintió.

Doojoon rió ante la mención de aquella palabra. ¿De verdad se veía tan viejo? Quizás las noches en velas le estaban pasando la cuenta a su piel y la juventud sólo iba quedando en el escenario.

—Sólo Doojoon, nada de señor —comentó dejando las bolsas de sus comprar en el suelo, tenía tiempo de sobra— ¿Hay mucha gente en las mañanas? —preguntó buscando tema de conversación.

Kikwang negó con la cabeza. Su garganta estaba seca, en su joven vida había visto un hombre tan atractivo como él.

El muchacho sonrojado aclaró un poco su garganta para poder decir algo.

—A esta hora no hay mucha clientela...llegan como a las doce o más tarde —comentó mirando su reloj blanco de pulsera, el cual marcaba las diez con cuarenta. La melodía de un teléfono móvil interrumpió la escueta conversación que estaban manteniendo los jóvenes.

El pelinegro contestó mientras Kikwang le miraba de reojo, fijándose en sus oscuros ojos, pálida piel y como sus cejas estaban curvadas hacia abajo dándole un toque de enfado.

—Bien hora de partir —sonrió nuevamente mientras anotaba algo en un papel—.Me agradó conversar contigo Kikwang, ten —dijo deslizando su numeró móvil a través del mesón —llámame cuando estés aburrido —le guiñó tomando sus bolsas nuevamente y abandonando la vacía tienda.

Kikwang se quedó mirando la puerta, suspirando. Tomó el papel entre sus dedos, jugueteando con las puntas, quizás le llamaría, tan sólo…quizás.

La campanilla de la tienda tintineo alertando a Kikwang de la llegada de nuevos clientes.

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Abrió la puerta de su hogar con lentitud, estaba agotado. Ese día habían ido más personas de lo habitual.

Al entrar notó el silencio sepulcral en su hogar. Su madre no debía estar y menos su padre.

Kikwang caminó hasta la cocina y encontró una nota escrita por su madre en donde le indicaba que se iban por una segunda luna de miel, que había dinero suficiente para que viviera por dos semanas y los teléfonos de emergencias estaban pegados en la alacena. Y como última advertencia que su desastroso novio no durmiera en casa.

Kikwang rió con lo último. Su madre no aprobaba del todo su relación con Junhyung, le decía que ese chico le rompería el corazón, que buscara algo mejor, pero Kikwang no le haría caso, quería mucho a Junnie como para dejarlo. Pegó un salto al oír como la ventana de la sala era abierta y algo caía con peso al suelo. Camino con suavidad para no hacer ruido y su corazón comenzó a bombear de forma normal al ver a Junhyung tirado en el suelo, levantándose con cuidado.

— ¿No puedes golpear la puerta como alguien normal? —preguntó mientras se cruzaba de brazos. Junhyung sonrió y avanzó hasta donde estaba él.

—Recuerda, según tu madre no soy normal —comentó burlonamente—.Y pensé que estarían tus padres— rápidamente demandó los labios de Kikwang, fundiéndose en un meloso beso. Las manos del más bajo recorrieron con ternura el pecho del mayor. Se separaron por la falta de aire.

— ¿Tienes hambre? —preguntó Kikwang adentrándose a la cocina, en busca de algo de comer.

—De ti —le susurró Junhyung rodeándolo por detrás, podía sentir la cálida y acompasada respiración de su novio en su cuello. Un escalofrío recorrió su espalda.

Kikwang volteó haciendo un puchero. Había hablado cientos de veces que él no se sentía preparado aún. Junhyung lo entendía pero se estaba aburriendo un poco.

—Perdón…Yo

—Lo entiendo, no te preocupes —le dijo Junhyung sonriendo forzadamente. Preparó algo de comer y sirvió ambos platos. La comida transcurrió sin problemas, el menor no sabía si contarle sobre el atractivo muchacho que había visitado su tienda. Masticando el último trozo de pollo, decidió no decirle nada. No quería problemas.

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—Cariño —llamó una dulce voz desde la sala de estar. Doojoon dejó el libro que estaba leyendo y bajó ante el llamado de su progenitora. Esta le entrego un sobre que le había llegado hacia pocos minutos, mientras el joven leía. Doojoon tomó el sobre y se marchó a su cuarto sin decir nada.

Se sentó sobre su cama con las piernas cruzadas. No sabía porque un extraño miedo le había invadido de pronto, sus dedos rozaron los pliegues del sobre y se decidió a abrirlo.

Leyó aquellas palabras una, dos, tres, hasta siete veces. No podía creerlo. Lanzó la carta lejos, pensando que era una broma de pésimo gusto.

Pasaban las horas y todavía aquellas palabras seguían en su mente. Con la desesperación a flor de piel, buscó un cigarrillo, prendiéndolo y fumando de él de forma inmediata.

"Eres adoptado" "Adoptado" era lo único que su mente repetía. ¿Quién le estaba jugando esta broma? No quería preguntar a su madre, quizás la haría sentir mal. Decidió dejar el tema mientras daba otra calada a su cigarrillo. Con la mano libre buscó su móvil y marcó a la única persona que podría comprenderle en estos momentos.

— ¿Diga?

—Sé que es tarde, pero… ¿podemos vernos? —preguntó y luego botó el humo del cigarro. Esperaba una afirmación.

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Mahgad. Espero que les guste. Este lo terminaré, lo juro. Quiero un hermoso RR, besitos.

PD: "Grita" estará en hiatus indefinido xDDD