Serie: One life, one story.
Rating: M {Violación y lenguaje soez}
Disclaimer: Fujimaki Tadatoshi es el dueño de todo músculo de Kuroko no Basket.
Kise: Nudo.
Me duele la cara.
Cuando abrí los ojos, me sorprendió lo pesados que parecían los párpados. El reflejo borroso de la oscuridad tras ellos se disipaba con lentitud y sólo veía mi propia mano. Moví los dedos, igual de entumecidos que el resto de mis sentidos. Lo intenté con el brazo, y fue inútil. Me duele. No hay centímetro de piel que no esté erizada y me asusta.
Moví los ojos y traté de enfocar más allá de la parcialidad de aquel espacio infinito donde estaba tumbado boca abajo, descubriéndome en un suelo abandonado con un trasfondo que se estrechaba hasta formar un callejón, donde descansaba dramáticamente lo que me pareció mi mochila con los libros de instituto. Y casi inmediatamente pude escuchar la historia que contaba sobre lo ocurrido.
Haizaki. Me recuerdo hablando con él e intentando ignorar sus excentricidades antes de volver al entrenamiento. Recuerdo su puño agarrándome por la pechera y después un forcejeo, donde me echaba en cara cosas que se desligaban cada vez más del hechode haber perdido su puesto en el equipo. Cuando intenté volver una vez más al gimnasio, todo se complicó… Mierda, he bajado la guardia.
—¿Ya estás despierto, Kise-kun? —aquella voz me congeló. Más que el hecho de reconocerla, fue el tono satírico y ácido que empleaba para hablarme con ese falso respeto. Fruncí las cejas y traté de incorporarme todo lo rápido que pude—. ¡Oh, no! —la suela de su bota me pisó el antebrazo con la fuerza justa para hacerme gritar—. No tengas tanta prisa, señorito. Aún tenemos algo pendiente y llevo un buen rato esperando por ti. ¿Te importaría no desmallarte esta vez?
Me pisó la espalda contra el suelo y cernió su cuerpo sobre mí. Noté la hebilla fría de su cinturón en la piel y me di cuenta de que tenía los pantalones bajados hasta medio muslo y la camisa igualmente desaliñada; el dolor que despertó después de reconocerme medio desnudo fue siniestro, espeluznante…
—No quiero volver a follarme a alguien que no reacciona —dijo, e inmediatamente después noté su aliento en mi oreja y el pálpito de su miembro erecto contra mi culo—. Así que compénsame y grita, zorra. O no saldrás de aquí hoy.
Es una broma… Una pesadilla. Incluso antes de que pretendiese metérmela, ya sabía que escocería; que aquella supuesta primera vez que ya lo había hecho no suavizaría precisamente el camino. Y fue lo que pasó después de cumplir con sus expectativas y soltar un aullido de dolor.
Intenté arrastrarme por el suelo, arañándolo, pero me cogía de la camisa a la vez que se daba impulso para penetrarme. Intenté darme la vuelta y quitármelo de encima, pero me empujó la cabeza brutalmente contra el suelo. Me empezó a sangrar la nariz y me maree. Sus manos me abrían y perforaban la piel y su pelvis chocaba contra la mía en un intento por desfogarse y seguir humillándome.
El callejón por donde se salía de la parcela parecía ahora más estrecho que antes.
