CAMINOS ENTRELAZADOS

Capítulo 1

El choque


Era de noche, y la calma se podía sentir en el aire. Las luces que alumbraban la avenida que daba al mar, revelaban a aquellas parejas que caminaban tranquilamente, abrigadas por la frescura veraniega de la temporada. La mayoría de los locales ya estaban cerrados, pues el pueblo de Ibusuki era todavía tan pequeño y tradicional, que los grandes edificios y las escandalosas discotecas aún no habían corrompido la tranquilidad de aquel pueblo pesquero.

En el restaurante "The Clow", un pequeño local de mariscos y demás, las puertas se encontraban ya cerradas, y los empleados se disponían a dejar todo limpio, para poder iniciar la jornada, nuevamente, al día siguiente. La cajera, una muchacha de cabello corto color castaño, hermosos ojos verdes, y que acababa de cumplir los veinte años, se encontraba concentrada en su libro de cuentas. Tenía un buen cuerpo, no muy alta, no con muchas curvas, pero bonita y delicada, a fin de cuentas. Mientras terminaba de realizar las cuentas de aquella noche, ayudada con su calculadora, un lápiz y su cuadernillo, podía ver a los meseros barrer y acomodar las mesas y sillas. Detrás de ella, se escuchaba como los cocineros y ayudantes limpiaban los platos y demás utensilios, en la cocina; como los secaban y acomodaban en sus respectivos sitios. Era una noche como cualquier otra en el restaurante de mariscos, donde trabajaba como cajera, desde hacía dos años, cuando se había mudado al pequeño y tranquilo pueblito de Ibusuki.

-Oye Sakura –le dijo uno de los meseros, mientras se acercaba a su mesa de trabajo.

La muchacha de ojos verdes dejó de mirar su cuadernillo y miró a su compañero de trabajo.

-¿Qué pasa Terada? –le preguntó tranquilamente, mientras le regalaba una sonrisa.

-¿Te falta mucho? Nosotros ya terminamos acá…

-No, no. Esto ya está –volvió a mirar su cuaderno, y anotó unas cifras-. ¿Terminaron ya en la cocina?

-Iré a ver –y con esto, el tal Terada se deslizó detrás de la barra, y entró a la cocina. Sakura volvió a comprobar sus cuentas, antes de guardar su lápiz, la calculadora y el cuaderno, en el cajón superior de su estación de trabajo, justo abajo de la caja registradora.

El reloj anunciaba ya la media noche, y como la rutina indicaba, todos los empleados salieron por la puerta trasera del local. Se felicitaron por el buen servicio, los abundantes clientes, se dijeron buenas noches, y se despidieron con la típica promesa de verse al día siguiente. Sakura, al ser de total confianza del dueño, Clow Reed, poseía una copia de las llaves del local, así que igual que cada noche, desde hacía un año, fue ella la que apagó todas las luces, y cerró el local.

Cansada como cada noche de viernes (la más ajetreada de la semana), subió a su pequeño auto, se ajustó el cinturón de seguridad, y arrancó. Recorrió un tramo del camino que corría paralelo a la costa, pero poco después, entró al pueblo y lo atravesó. Un par de minutos después, se encontraba ya manejando rumbo a su casa, por el solitario camino que pasaba por un pequeño tramo en medio del bosque. Era una carretera de poco menos de cinco kilómetros, pero era verdaderamente oscura. Pese a ser el escenario perfecto para una película de terror, Sakura se sentía en calma con la soledad que se respiraba en el ambiente, y desaceleró. Le gustaba la sensación de perderse del mundo, y no preocuparse por nada.

Esa noche venía un poco distraída. Había sido una tarde realmente extenuante en el restaurante. Las vacaciones de verano habían comenzado y tenían turistas llenando el local. Así que, lo único que Sakura deseaba, era llegar a su casa, darse un baño con agua fresca, y dirigirse a su cama, para dormir el resto de la noche, y gran parte de la mañana. Se puso a tamborilear los dedos en el volante, cuando se dio cuenta de que no había puesto música en la radio. Algo confundida, miró al aparato, para encenderlo.

Sin embargo, ese segundo de distracción no la dejó apreciar aquella sombra que cruzó por delante del carro. El repentino golpe que siguió, la asustaron por completo, con lo que no pudo evitar gritar. Pisó el freno a toda velocidad, y el auto se detuvo en seco. Se quedó aferrada al volante, durante un par de segundos, en estado de shock, sin saber qué hacer.

Finalmente, decidió salir del auto, para ver qué había golpeado. Si mal no recordaba, había sido algo muy grande. Quizá un ciervo. Pero, ¿había ciervos en la zona? Se puso nerviosa, pero decidió ver de cualquier manera. Si había matado al pobre animal, lo menos que podía hacer era quitarlo del camino, para que ningún auto chocara contra él.

No apagó el motor, y dejó las luces encendidas. Se apeó el del vehículo, lentamente, caminando nerviosa. El cuerpo del pobre animal se encontraba a un metro más o menos, a la derecha del frente del auto. El impacto lo había hecho rebotar y caer de lado, casi afuera del camino. Sakura se sintió mareada al ver sangre extenderse por el pavimento.

Pero había algo ahí que no cuadraba.

El animal soltaba pequeños quejidos de dolor. Y Sakura los identificó perfectamente. Ese no era un animal, era una persona.

Corrió el corto tramo que aún la separaba de él, y se dejó caer junto al cuerpo de lo que parecía ser un joven de mediana edad. Vestía jeans oscuros, una camisa negra de mangas cortas, y tenía el cabello alborotado, probablemente por el impacto, quizá porque así le gustaba. Usaba converse negros y se encontraba en posición fetal, mientras se sujetaba la pierna izquierda.

-¡Oh por dios! –exclamó Sakura, aterrada por lo que había hecho, sin atreverse a tocarlo-. ¿Te encuentras bien? ¿De dónde saliste? ¡No te vi venir! ¡Responde! ¿Estás bien? ¡Dios mío! ¿Puedes tenerte en pie? ¡Te llevaré a un hospital!

Estaba por sujetar al muchacho de los hombros, para jalarlo por la camisa, y llevarlo al auto, cuando las manos del chico se aferraron de sus brazos, obligándola a ponerse a cuatro patas. Se había golpeado las rodillas al caer, pero debido al susto, la muchacha no había sentido nada. Con la potente luz que ofrecían los faros del auto, pudo ver que aquel muchacho era de piel algo pálida, mientras que su cabello era castaño, del mismo tono que sus ojos avellana.

-No me… lleves… hospital… -jadeó el muchacho, que parecía rondar la misma edad que Sakura.

-¿Qué? ¡Pero estás herido! ¡Tengo que llevarte! ¡No sé qué tan herido estés! ¡¿Y si te mueres?!

-No… lleves… al… hospital… -repitió el chico, aun sujetándola de los brazos. Clavó su penetrante mirada en los ojos asustados de la chica. Sakura no sabía qué hacer.

-¿Cómo te llamas? ¿Tienes familia? –preguntó en voz baja, intentando hacer tiempo, para revisar la herida del muchacho.

Sakura pudo ver que se había hecho un corte en la pierna derecha. Eso explicaba porque se había aferrado a ella con tanta fuerza; probablemente no podía tenerse en pie. Se preguntó si no tendría alguna costilla rota.

-¿Cómo te llamas? –repitió, intentando sonar tranquila.

-Por favor –dijo el chico en un quejido-. No me lleves a un hospital…

Y tras repetir el mensaje por tercera vez, el muchacho se desmayó.

Se quedó un momento así, sentada en medio de la carretera, mientras miraba al muchacho inconsciente. Su respiración estaba agitada. No supo si fue la adrenalina del momento, o el temor de que se descubriera que por poco matara a alguien, pero armándose de una fuerza y paciencia sobrehumana, Sakura subió al muchacho de cabello castaño al asiento trasero del auto, y sin saber porque no se dirigía de vuelta al pueblo, al hospital, siguió el camino oscuro, y condujo hasta su casa.


La casa de Sakura era una pequeña casita color azul pálido, a orillas de la playa, que su jefe en el restaurante, Clow Reed, le rentaba por una pequeña cantidad de dinero, que se descontaba mensualmente de su cheque como cajera. Se trataba de una pequeña casita con una salita, cocina-comedor, un pequeño baño debajo de las escaleras, y dos pequeñas habitaciones en el piso superior, que compartían un balcón en la parte posterior, que dejaba a la chica contemplar el mar, cuando tenía días libres.

Pero Sakura no se preocupaba por la bonita visión que era su pequeña casita de playa. Detuvo el auto frente a la casa y apagó el motor. Entonces, se apuró a sacar el cuerpo inconsciente del muchacho, y como pudo, lo arrastró hacia dentro de la casa. Dando tumbos por las escaleras, logró subirlo y acomodarlo en la cama de la habitación que ella no utilizaba. ¡Qué fortuna que la casa hubiera venido ya amueblada!

Cuando el muchacho cayó en el mullido colchón de la cama, soltó un pequeño quejido, y abrió un poco los ojos. Miró a Sakura directamente a los ojos, y le sonrió.

-Muchas gracias por no llevarme al hospital –le dijo lentamente. Sakura no pudo evitar sonreírle de vuelta.

-Si noto que te pones peor, te llevaré. No lo dudes –lo amenazó ella. El chico soltó una ligera risita.

-Estoy bien –se defendió-. Me golpeaste con la defensa la pierna, y sangró un poco. Pero no fue nada grave. Más bien fue el susto lo que me quitó el aliento…

-Te lo advierto, si no te pones bien…

-Me pondré. Soy un muchacho fuerte –y reprimió otra risita-. Solo estoy cansado. Llevo corriendo todo el día.

-¿Corriendo? –se extrañó Sakura.

-No sé si debería contártelo –dijo el muchacho, adoptando un tono de misterio, que se vio arruinado cuando otro quejido salió involuntariamente de sus labios.

-No diré nada. No tengo a quién contarlo –replicó ella, alzando la mano en el aire, como si lo jurara. El muchacho suspiró.

-Estoy huyendo de la justicia.

-¡¿Eres un criminal?! –el muchacho volvió a reír.

-Te la creíste.

-¡Oye! ¡Esto es serio!

-Era una pequeña broma. Disculpa. No te preocupes, no soy un criminal. Y no estoy huyendo de la justicia.

-¿Entonces…?

-Bueno, simplemente tenía ganas de huir de todo. ¿Nunca te has sentido así? ¿Qué necesitas escapar?

Sakura se quedó callada y se mordió el labio. Por la expresión de su rostro, aquel muchacho se dio cuenta de que había dado justo en el blanco.

-Oye, siento mucho causarte estas molestias. Déjame pasar la noche aquí, y mañana mismo me voy…

-No, yo… No te preocupes –dijo Sakura, nerviosa, mientras se dirigía con paso tembloroso a la puerta de la habitación-. Claro que puedes pasar aquí la noche. De lo demás ya nos ocuparemos mañana.

-Muchísimas gracias –dijo el chico. Esta vez, se le escapó un bostezo.

-Estás cansado. Te dejaré dormir. Ya es muy tarde… -Sakura abrió la puerta de la habitación y se preparó para apagar la luz.

-Lo digo en serio. Muchísimas gracias. Por cierto, ¿puedo preguntarte tu nombre?

-Me llamo Sakura. ¿Y tú?

-¿Yo? Pues… -ahora fue el turno del muchacho de morderse el labio-. Me llamo Syaoran.

-Gusto en conocerte, Syaoran.

-El gusto es mío, Sakura.

-Buenas noches –dijo la chica en un susurro. Apagó las luces, y salió de la habitación.


A la mañana siguiente, la luz que entraba por la ventana de su habitación, el siseo de las olas, y la fresca brisa de playa, despertó a Sakura de su cálido sueño. La muchacha se estiró y se levantó de la cama. Abrió las puertas de su habitación, que llevaban al balcón, y admiró la tranquilidad de la playa, como todas las mañanas.

Inició su rutina diaria cambiándose el pijama por ropa de playa. El clima en Ibusuki, en verano, era siempre de una frescura agradable. Un simple short y una camisa sin mangas serían suficiente. Se puso las sandalias, se cepilló el cabello frente al espejo, y bajó a desayunar.

Sin embargo, apenas salió al pequeño rellano del segundo piso, la recibió el agradable aroma de waffles, saliendo de la cocina. Extrañada, bajó las escaleras lentamente, y se dirigió a la pequeña cocina.

Pudo ver la espalda de un chico, que se encontraba utilizando la wafflera. Sakura se asustó, hasta que recordó el incidente de la noche anterior. Algo nerviosa, se aclaró la garganta, y dijo:

-Bue… buenos días.

El muchacho de cabello castaño y ojos avellana, se dio media vuelta y le dedicó una cálida sonrisa. Sakura no pudo evitar el sonreír igual.

-Buenos días –respondió el chico, que seguía vistiendo los jeans oscuros, la camiseta negra y los converse negros, que había usado la noche anterior-. Espero y tengas hambre.

-Pues, sí… un poco.

-¿Te gustan los waffles? –Sakura asintió, enérgicamente-. En ese caso, siéntate.

Sakura así lo hizo, y el muchacho, Syaoran, no tardó en servirle un plato con dos waffles. Le sirvió también una taza de café, que Sakura agradeció tímidamente.

-Me dediqué a espiar un poco tu cocina –confesó Syaoran, mientras le pasaba a Sakura el tenedor y el cuchillo, la mermelada, miel y servilletas.

-No importa… -respondió Sakura, mientras se relamía los labios. Los waffles se veían exquisitos. Seguramente sabrían aún mejor.

Syaoran sirvió otro plato para él, otra taza de café, y se sentó frente a Sakura.

-¡Provecho! –dijo él, animadamente, y atacó el plato. Sakura agradeció los alimentos del mismo modo, y ella también se dispuso a comer.


Cruzaron varias palabras mientras desayunaban. Sakura se mostraba sorprendida de lo rápido que Syaoran había sanado el golpe. Syaoran confesó que aún le dolía un poco al caminar, pero que no había sido tan malo, y le agradeció por no conducir tan rápido, pues eso también había ayudado. Entonces, Syaoran le preguntó que si Sakura era nativa del pequeño pueblo de Ibusuki, a lo que ella respondió negativamente, aclarando que se había mudado hacía dos años. Con eso, el chico quiso saber porque se había mudado a ese pequeño pueblo, de donde era originaria, a lo que Sakura le respondió diciendo que primero él tendría que explicar que hacía ahí y de qué huía. Y con esto, Syaoran prefirió cambiar de tema, preguntándole que hacía para ganarse la vida.

-Trabajo como cajera en un restaurante de mariscos –respondió la chica, mientras ayudaba a Syaoran a limpiar la mesa, y lavar los platos-. Conseguí el trabajo apenas me mudé, y mi jefe me ayudó rentándome este sitio para vivir.

-Es muy acogedor –respondió Syaoran, mientras ambos muchachos se organizaban para lavar, enjuagar, secar y acomodar los platos, tazas y cubiertos-. ¿Y cómo marcha el negocio?

-Comúnmente es muy tranquilo. Es en verano, cuando la temporada de pesca está en todo su esplendor, que nos llenamos de turistas.

-¿Turistas? ¿Qué clase de turistas? ¿De esos con niños berrinchudos que tiran la comida al piso? ¿Aquellos adolescentes que creen que el universo gira entorno a ellos y no pueden vivir sin el celular? ¿Recién casados? ¿Abuelos que buscan un sitio para retirarse? –Sakura no pudo evitar reír.

-Mayormente de los dos últimos grupos. Los abuelos no traen a sus nietos, y los recién casados aún no tienen hijos. Y al parecer, somos un pueblo demasiado aburrido para que un adolescente nos ubique siquiera en el mapa.

-Eso suena perfecto. ¿Trabajas hoy?

-Pues, sí. De hecho sí. Mi turno es siempre el de la noche, cuando servimos comúnmente cenas para dos, o algunos cumpleaños.

-¿Te importa si te acompaño?

-¿Al trabajo?

-Bueno, no tengo nada más que hacer –se defendió el muchacho, mientras los dos caminaban fuera de la cocina, y se dirigían a la parte posterior de la casa, para caminar por la playa-. Debo reconocer que la casa es muy bella, y la vista increíble, pero si no hago nada productivo, moriré de aburrimiento.

Sakura rio por lo bajo, mientras ambos se quitaban los zapatos, para sentir la cálida arena con los pies. Caminaron así hasta que estuvieron lo suficientemente cerca del agua, y pudieron sentir las frías olas mojarles hasta los tobillos.

-Puedes ir como cliente –respondió ella, finalmente. Se miraron fijamente.

-No tengo ni donde caerme muerto. Excepto en medio de la carretera, por si quieres atropellarme otra vez.

-¡Oye! –Syaoran rió con ganas. Sakura lo hizo igual. La chica lo empujó por el hombro, y el muchacho cayó al agua, con lo que Syaoran aprovechó para salpicarla. Las risas se escucharon durante todo el chapoteo.


Cuando finalmente se cansaron de jugar, se sentaron a la sombra de una palmera, mientras dejaban que la brisa fresca de medio día los secara.

-¿Entonces, estás buscando un trabajo? –preguntó Sakura por fin. Syaoran asintió enérgicamente.

-He llegado al final del país –dijo en un tono misterioso-. Ya no puedo ir más al sur de Japón. Y no puedo ir al extranjero.

-¿Por qué?

-Perdí mi pasaporte.

-¿Y no puedes tramitarlo de nuevo?

-No me dan ganas –fue la simple respuesta del muchacho, quien se acostó en la arena, tapándose el rostro con ambas manos, para que el sol que se colaba por las ramas de la palmera, no le pegara de frente-. Además, por lo que me has contado, Ibusuki es un lindo pueblo. Me gustaría conocerlo.

-¿Y piensas trabajar en dónde? ¿Y vivirás en dónde?

-Confiaba en que me llevarías al restaurante donde trabajas. ¿No puedo preguntar ahí?

-¿Y si no tenemos espacio?

-Algún otro lugar necesitará ayuda. Puedo preguntar mientras tú trabajas.

-¿Y dónde vivirás?

-¿Me rentas el otro cuarto? Si consigo trabajo, puedo ayudarte a pagar la electricidad, el agua…

Sakura lo miró en silencio. El chico seguía tapándose el rostro. Ambos se quedaron callados un par de segundos, hasta que Sakura suspiró y miró de nueva cuenta a la playa.

-Tienes tanta suerte –fue su respuesta-. Justamente ayer, Terada dijo que dejaría el pueblo, pues deseaba ir a la ciudad, a intentar entrar a la universidad.

-Siempre he sido un chico con suerte –se burló Syaoran-. ¿De qué trabajaba el tal Terada?

-Era mesero –respondió Sakura-. Y también tenía el turno nocturno, como yo.

-Así que trabajaré contigo, y viviré contigo… Suena interesante.

-Todavía no sabes si te darán el empleo.

-Tranquila. Ya verás cómo lo consigo.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Siempre he sido un chico con mucha suerte, creo.


Así que, aquella tarde, Sakura subió a su auto, mientras Syaoran se sentaba en el asiento del copiloto. Recorrieron el camino que la chica tomaba todos los días, para ir de su casa al trabajo, y viceversa.

-¡Mira, mi charco de sangre! –bromeó el chico. Sakura no pudo evitar gruñirle.

Salieron del tramo que atravesaba el bosque, y entraron al pueblito. Syaoran pudo ver a varios niños pequeños, de no más de diez años, jugando en las calles. Varios ancianos sentados en los pórticos de las casas, disfrutando de la frescura de la tarde.

Sakura atravesó el pueblo, y condujo hasta la costa. El agua era de un azul oscuro, y había decenas de pequeños botes que se encontraban pescando la última tanda del día. Llegaron al restaurante, que se encontraba exactamente frente al mar, y Sakura detuvo el auto en la parte posterior del local, donde había un pequeño estacionamiento. El pueblo era tan pequeño que solo ella y el dueño se veían en la necesidad de usar un auto. Los demás empleados caminaban o utilizaban la bicicleta.

-Hemos llegado –anunció Sakura, mientras ambos bajaban del auto.

-¿Estoy presentable? –preguntó Syaoran, mientras se alisaba la camisa negra, y fingía que se peinaba.

-No creo que puedas verte peor –le dijo la muchacha en broma, haciendo que ahora fuera el joven quien gruñera-. Entremos por adelante.

Dieron la vuelta al local, y se dirigieron al camino frente al mar. El restaurante de mariscos tenía una bonita terraza que daba una buena vista a la costa. Un poco más al fondo se encontraba el restaurante en sí, una cabaña de madera, con unas cuantas mesas en su interior, la barra donde Sakura trabajaba, y más atrás la cocina. Junto a la barra, del lado derecho, se encontraban los baños, y un poco más allá, una puerta indicaba la oficina del gerente.

-Si quieres hablar con Clow Reed lo encontrarás en su oficina –le explicó Sakura a Syaoran, mientras entraban al local.

La chica se dirigió detrás de la barra, para comenzar a prepararse para su turno, mientras el muchacho se acercó a la puerta que le habían señalado.

-Suerte –le susurró Sakura. Syaoran le sonrió.

-Soy un chico con suerte –insistió-. Pero gracias.

Tocó a la puerta, y una calmada voz le indicó que pasase. Le dirigió una última sonrisa a Sakura, abrió la puerta, y se perdió en el interior.


La entrevista duró poco menos de media hora. Cuando Syaoran y Clow Reed salieron del despacho de este último, Reed informó a sus trabajadores que había conseguido un sustituto a la vacante de mesero, que Terada había dejado abierta.

-Los muchachos te indicarán dónde se encuentra todo, y Sakura te proporcionará un uniforme –le dijo Reed, amablemente-. Cualquier cosa que necesiten –ahora les habló a todos sus empleados en general-, ya saben dónde encontrarme –y regresó a su despacho.

Con una sonrisa de oreja a oreja, Syaoran miró a Sakura, con lo que la muchacha no pudo evitar sonrojarse.

-¿Listo para comenzar la noche? –le dijo Sakura, mientras ambos se dirigían a la cocina, y la muchacha sacaba un uniforme de mesero, de un armario.

-Eso creo –respondió Syaoran, mientras tomaba su uniforme-. ¿No puede ser tan difícil, no? Iré a cambiarme…

Ambos salieron de la cocina, y mientras Sakura volvía a ponerse detrás de la barra, y atendía a sus primeros clientes, Syaoran se dirigió a los baños, donde tardó un par de minutos en ponerse el uniforme.

Se trataba de una simple camisa blanca, de mangas cortas, con un moño rojo al cuello. Los pantalones eran negros, y llevaba un medio delantal amarrado a la cintura, que le cubría parte de las piernas.

-¿Cómo me veo? –preguntó el muchacho, al salir de los baños. Sakura lo miró y le aplaudió.

-El mesero más guapo del mundo –le dijo mientras reía.

-Te encanta burlarte de mí –gruñó el chico, sonriente-. Iré por una libreta, una pluma, y comenzaré a atender clientes. Te veo cuando termine el turno.

-¡Que te diviertas! –le dijo Sakura sonriente, mientras el muchacho se perdía nuevamente en la cocina.


!Bonito lunes de vacaciones tengan todos! ¿Me extrañaron? Resultó que no me ausenté durante mucho tiempo. Para los que son ya "clientes" regulares, bienvenidos de nuevo! Para los que apenas me leen por vez primera, pues bienvenidos también! En esta ocasión les traigo una historia de mi autoría :B (Digo, después de la última que fue una adaptación, esto es casi nuevo para mi XD)

Si leyeron el summary antes de entrar de lleno a leer, pudieron notar que la historia girará entorno a Sakura y Syaoran, y varias cuestiones del pasado que nos harán pasar unos cuantos dolores de cabeza :B! Como saben, no me gusta spoilear mucho, así que tendrán que esperar un poco más para saber como va todo n.n

Otro punto importante, es que les recomiendo mucho tener google maps abierto, conforme avanza la historia X) Mencionaré diferentes ciudades de Japón, por lo que si quieren realmente hacerse una idea de cómo se distribuye el espacio, necesitarán un mapa :B

Además, creo que también tengo que aclarar ciertos puntos sobre las edades de nuestros personajes. Al ser un universo alterno, he modificado las edades de diferentes personajes de la historia original de las CLAMP. Intenté que hasta los personajes "extras" fueran personajes de las CLAMP, por lo que sus edades tuvieron que ser modificadas según la necesidad. Además, para acompletar personajes secundarios, tuve que involucrar a personajes de otras series de las CLAMP. Hubiera sido lógico que ubicara esta historia en un crossover, pero al ser demasiadas historias (sus personajes, pues) los involucrados... pues es mejor así.

Vivan tranquilos, a diferencia de mis dos fics anteriores, este es mucho más corto. Acabaremos pronto, lo prometo ;)

Espero y este primer capi haya estado bien. Ahora que lo reviso apenas y explica algo, pero tengan paciencia, después las cosas empezarán a surgir por sí mismas. Como ya saben, no duden en dejar un review, comentando quejas, sugerencias, qué les gustó, que no tanto. Los reviews son mi forma de mejorar, y saben que estoy abierta a cualquier golpe que quieran dejarme caer.

Así que, disfruten de su lunes, las bonitas vacaciones, este capi a cuentagotas, y nos vemos el viernes. Sigan bellos :D!