Capítulo Uno
Tipos de acercamiento
Sakura Haruno ya ocupaba uno de los asientos ubicado en el centro del pequeño auditorio en el que se impartía la cátedra de Biología III, el último bloque de ciencias para los estudiantes de Medicina, Ciencias Naturales y Nutrición de la Universidad de Konoha.
Desde que había iniciado su vida como estudiante, la señorita Haruno había creado y desarrollado el hábito de llegar con un margen de 15 minutos de anticipación a las clases que calificaba de favoritas o porque de alguna manera se presentaban como un filtro importante en el avance de sus estudios académicos.
Sin embargo, Sakura tuvo que replantearse ciertas cosas, para sumar un peso nuevo a su hábito de estudio: el bien conocido nivel de exigencia requerido y exigido por el profesor de la asignatura. Lo que se traducía en montones de horas sumida en la biblioteca y el laboratorio. A Sakura le habían valido lo suficiente los dos y únicos traspiés que se había llevado con el profesor o sensei Uchiha.
El primero de ellos tuvo lugar en nada más y nada menos que la primera clase, aquel había sido uno de esos días en que su amiga Ino no había logrado aguantar las ganas de contarle los detalles sobre su nueva conquista dentro del campus universitario, mientras el profesor daba un repaso muy útil sobre como otras asignaturas se complementaban con Biología III. El tono neutro, gélido y desinteresado con el que las había instado a guardar silencio o abandonar el auditorio, le hizo sentir un bochorno tan grande que por un instante deseó que su cerebro se hubiese quedado sin oxígeno.
La segunda y última vez, derivó de la calificación que le fue asignada del primer examen. Un pulcro siete adornó la esquina superior derecha de su examen, por lo que esperó que la clase finalizara para dirigirse educadamente a aclarar las dudas sobre su calificación porque:
Es una sabelotodo insufrible que no acepta calificaciones por debajo de 9 y un 7 era una puntuación que ella y su elevado promedio se rehusaban aceptar.
Estaba 99% segura de que las respuestas vaciadas en el examen eran correctas y que ningún otro estudiante en el curso había sacado más puntos que ella, después de todo los grupos de WhatsApp sirven para algo.
–Tiene que revisar y mejorar su nivel de redacción y respuesta señorita Haruno –fue la respuesta que le dio el profesor en aquel momento.
Dos minutos de silencio. En los que por supuesto, Sakura quiso fulminarlo.
–Lo haré –respondió perforándolo con la mirada, deseándole que algún día se despertara con un cuadro de congestión nasal que le aflojara otras cosas aparte de la nariz.
–Dependiendo de cuál se sea la calificación final que obtenga al finalizar la asignatura, puede sustituir la prueba con la calificación más baja, para que su promedio no se vea afectado –finalizó, extendiéndole el examen de vuelta.
Oh. Porqué él si estaba al tanto de lo que un 7 le hacía a su promedio.
–Lo tendré en cuenta sensei y muchas gracias por sus recomendaciones, hasta la próxima clase –se despidió dando la espalda, masticando un montón de improperios.
Desde ese entonces, se había desarrollado una especie de ritual entre el profesor y la estudiante entre clases, el cual consistía:
El sensei le hace una pregunta directa del contenido de la clase.
Redirige a ella la pregunta no respondida por alguno de sus compañeros de la clase.
Y esa es la razón por la que sus compañeros evadían sentarse cerca de ella en el transcurso de la clase, a excepción de Hinata Hyuga e Ino Yamanaka. Aunque era válido señalar que, había ocasiones en las que voluntariamente se alejaban de Ino, ocasiones en las que la rubia tiene mucho que contar, por ejemplo. Alrededor de cuatro clases habían bastado para que Ino determinara que aquel ritual entre el profesor y su amiga era síntoma de que la pelirrosa se había convertido en la estudiante favorita del Uchiha. En su momento, aquello no tuvo sentido en la mente de Sakura, ya que ella juraba que la relación incluidas las respuestas que daba a cada interrogante lanzada en clases, eran bastante hostiles, educadas, pero hostiles.
–Tienes metida la idea de que el profesor quiere sabotearte que no ves más allá –comentó Hinata, demostrando su apoyo a la teoría de Ino.
–Es más, puedo jurar que le he pillado su expresión de desconcierto cuando le respondes con hostilidad –agregó la rubia.
– ¿Recuerdas la vez que le respondió sin ni siquiera apartar la vista de la diapositiva? –rememoró Hinata, soltándose a reír con Ino siguiéndole.
La pelirrosa se quedó en silencio, meditando lo que sus amigas acababan de comentar. Hinata lo había resumido muy bien, se había enfrascado tanto en la idea de que el profesor quería joderle el promedio, que no había reparado en el comportamiento evasivo e inmaduro que había desarrollado. Porque, el 7 obtenido en Biología III no bastaba para amenazar por completo su promedio, tal vez, solo tal vez el profesor Uchiha quería realmente que ella mejorara un poco más.
–Puede que debajo de ese comportamiento, el profesor te guste o te llame la atención –acotó la muchacha de ojos grises.
–Oh, eso sería interesante –alabó la rubia, viendo a Hinata como si fuera un ser iluminado.
Mientras Sakura acariciaba la consecuencia de tener una amiga que era guardaba una severa inclinación por establecer nexos entre proyección y comportamiento. Estaba a punto de defenderse cuando una horda de estudiantes ingreso apresuradamente al auditorio, advirtiendo sobre la llegada del profesor.
Se podría decir que, Hinata no estaba equivocada sobre el origen del comportamiento hostil que Sakura había desarrollado hacia el profesor. Pues, a partir de ese día su atención se centró en apreciarlo y contemplarlo con detalle. Y sí, por donde lo viera el condenado era demasiado guapo, al nivel de generarle un conflicto entre dos deseos:
Que el semestre de carrera transcurriera lo más rápido posible.
Que el semestre de carrera se extendiera un poco más para seguir contemplando aquel espécimen con el fenotipo requerido para alborotar las hormonas.
Llegado este punto es necesario comentar un poco sobre el sensei de Biología III.
Sasuke Uchiha era un hombre de 29 años, egresado en medicina de la Universidad de Konoha, hijo menor del matrimonio de una psicóloga y un doctor reconocidos. A diferencia de su hermano, quien decantó por la arquitectura, Sasuke decidió desde muy pequeño que su futuro iba a estar vinculado con las ciencias de la salud, vocación que su padre había alimentado y canalizado desde que le percibió el interés, sin embargo su especialización en neurofisiología y nutrición, intereses y causas que su madre defendía y ejercía de manera espléndida.
Como estudiante de comportamiento casi impecable y promedio brillante Sasuke trascendió muchas etapas de su vida superando expectativas y exigencias familiares y las propias. Grata fue su sorpresa cuando al término de su segundo máster el decano de su alma máter le llamó para ofrecerle la oportunidad de impartir clases, dándole carta blanca para que estableciera el horario más conveniente para impartir clases, pues su puesto de residente encargado de neurocirugía en el hospital de Konoha comprendía turnos complicados de consultas y operaciones.
Aceptar fue la parte sencilla, sin embargo, le costó un semestre de enseñanza en la universidad adaptar y crear un ritmo sano de trabajo para cumplir con ambos trabajos, desde el hospital podía contribuir a la salud de las personas pero, enseñando podía contribuir a la formación de jóvenes médicos que podían dar muchas respuestas y soluciones en el campo de las ciencias de la salud. Ésa faceta de doctor – profesor, profesor – doctor le había generado la diatriba de reconocer que le gustaba más: la salud o la enseñanza.
Sus labios se torcieron en una mueca burlona cuando se adentró en el pasillo que conducía al pequeño auditorio de clases, sus estudiantes prácticamente salieron corriendo al salón generando gran estruendo, incluso quienes venían tras él pasaron a pasaron por su lado atropelladamente.
Porque él era poco flexible con el horario de clases.
El auditorio se encontraba dividido por una rampa que concedía una buena distribución de la iluminación y el sonido, artículos de proyección, profundidad y el espacio suficiente para albergar cerca de 100 estudiantes aunque la matrícula de la clase fuera de 34 cursantes. Dirigiéndose casi por inercia al centro del salón donde descansaba el video beam, reconoció a quien inconscientemente había estado buscando, un punto rosa.
Un punto rosa inconfundible que resultaba ser una de las mejores estudiantes que había tenido en mucho tiempo, el foco en el que buscaba respuesta a las preguntas que ya sabía y que le renovaba la certeza en la educación y en otras cosas, ¿por qué no?
Dejó sus cosas y organizo sus ideas para el tema de la clase, emprendió su acostumbrado pero efectivo recorrido por el salón.
Se encontraba sumida en el tema de las funciones cerebrales que hojeaba en su iPad con la punta de los dedos. Tan concentrada estaba que dio un brinco en su asiento al escuchar el estruendo que generaban las puertas del auditorio cuando los estudiantes ingresaban apresurados. Rápidamente, extrajo el block de notas, su estuche de lápices, silenció su teléfono, lanzándolo al fondo de su bolso. Buscó a Hinata con la mirada y al ubicarla le hizo seña, estirando el brazo para indicarle que le había apartado un puesto, como era costumbre.
Segundos después, ataviado con jeans oscuros, camisa gris claro, chaqueta de gabardina negra y zapatos del mismo color, Uchiha sensei se abrió paso entre la clase. Dejó su termo y maletín de trabajo sobre el escritorio y se dirigió a la laptop y al video beam que descansaban en el medio del salón, encendió, colocó el dispositivo USB en uno de los puertos y espero que el material cargara. Sakura lo vio llevar una mano al bolsillo derecho de su pantalón para extraer el pequeño control remoto que le permitía cambiar las diapositivas desde cualquier rincón del salón.
–Buenas tardes –saludó dando inicio.
–Buenas tardes, sensei –coreó la clase.
–Hoy daremos inicio a la unidad número 3: las funciones cerebrales. Una vez entremos en contexto, pasaremos a la interrelación de dichas funciones en la alimentación –
Hubo un murmullo de aceptación en el auditorio.
– ¿Por dónde empezamos? –preguntó poniéndose de pie, iniciando su acostumbrado recorrido por todo el recinto. Accionó el control y al instante se proyectó una fotografía de una neurona extraída de un microscopio.
–Las neuronas –esbozó. Abriendo el discurso desde el reencuentro histórico del estudio y evolución de las neuronas. –En el capítulo uno, página once del material que les envíe al correo encontramos que… –Sakura siempre se preguntaba por qué ese tono tan formal y autoritario que tenía aquel profesor para dar clases conseguía, de un tiempo para acá, marearla al punto de solo concentrarse en el movimiento de aquellos labios al acariciar palabras sin entender lo que el profesor realmente estaba tratando de explicar.
–Célula nerviosa, unidad estructural y funcional del sistema nervioso –recordó el sensei. Y una vez ella no podía dejar de preguntarse porque era tan guapo. Tal vez fuesen aquellos suspiros o respingos que soltaba en clase que alertaban al profesor que ella no le estaba prestando la suficiente atención.
–Señorita Yamanaka – tanteó– ¿Tiene algo que aportar al tema o a sus compañeros? – preguntó. Sakura vislumbró aquel gesto de fastidio en las facciones de su profesor, la conocía tan bien. Era la misma que le había dirigido a ella en la primera de clases, la que basto para que ella aprendiera de una vez por todas que no debía sentarse cerca de Ino, al menos no en esta clase.
–No, disculpe sensei –se excusó la rubia realmente apenada y es aquel rostro sonrosado lo decía todo.
–Las puertas de este salón siempre estarán abiertas, para aquellos que consideren que lo que lo que se les está tratando de enseñar en esta asignatura es insustancial –y allí estaba el comentario mordaz que soltaba después de ser interrumpido. –Inuzuka, el celular –reprendió sereno dando la espalda para dirigirse a la parta más alta de la estancia.
– ¿Haruno? –se escuchó una vez.
– ¿Haruno? –con la segunda mención de su apellido volvió perezosamente a la realidad. Al levantar la mirada para ubicar a su profesor no pudo dejar de reprenderse mentalmente por pensar que su profesor era la presentación física de una espléndida cadena de ADN.
– ¿Sí, Uchiha sensei? –respondió con toda la tranquilidad que le fue posible reunir al verlo parado muy cerca de ella con los brazos cruzados sobre el pecho y con aquel par de orbes negro que parecían querer taladrar y devanar sus sesos.
– ¿Podría recordarnos la estructura de la neurona? –con lo que implicaba sostenerle la mirada la pelirrosa forzó a la tan mencionada célula a que recordarse como demonios es que estaban compuesta.
–Núcleo, nucléolo, dendritas, cuerpo celular, célula de Schwann, vaina de Mielina, axón, y ramificaciones terminales –recitó de manera ordenada y pausada.
–Perfecto señorita Haruno, gracias –esbozó repitiendo lo que ella acaba de responder para enlazarlo con los estímulos e impulsos del sistema nervioso y antes de sus mejillas pudieran delatarla volvió la vista a sus apuntes.
–Estás coladita por él –Hinata se mofó en un murmulló. La pelirrosa le lanzo un gesto hosco, llevándose el dedo índice a los labios instándola a gastarle ese tipo de bromas en otro momento.
A Sakura Haruno no le gustaban los clichés sin embargo, el mundo estaba lleno de ellos y el mejor ejemplo de ello circulaba por aquel salón bien vestido, preparado, con un físico que arrancaba suspiros y emanaba profesionalismo. Porque todos aquellos pensamientos y deseos que su mente y libido desarrollaban en torno a su profesor de biología serían almacenados en su memoria como sueños o fantasías que su mente en estado consciente o inconsciente diseñaría para atormentarla dentro y fuera de clases.
La pelirrosa no se había atrevido hablar con alguna de sus amigas sobre la mala jugada de sus hormonas y lo que éstas clamaban como alivio, aparte de eso, ella sabía poco de su profesor, como hombre y como persona. Ni idea tiene de cuantos números suman su edad, si está casado, si tiene hijos, que le gusta y como hace para que ella no entienda ni una reverenda palabra de lo que él está diciendo porque solo puede imaginarse aquel par de labios masculinos moviéndose sobre una superficie: la piel de su cuello, por ejemplo.
La clase terminó de transcurrir con la fluidez e intervenciones acostumbradas, el salón estaba casi vacío cuando el sensei reparó en su estudiante estrella se rezagaba para dirigirse al escritorio donde él se encontraba.
–Disculpe sensei –intervino –Sé que lo que estoy por preguntarle no tiene mucho con ver con la asignatura que nos está impartiendo –por unos segundos la imagen de ella tratando de plantearle una propuesta cuasi indecente cruzó su mente. –Pero, me serviría muchísimo si puede recomendarme algún libro o texto sobre los tipos de metabolismo –le pidió de manera tan educada que.
Después de procesar lo que le estaba solicitando y la manera se demoró unos segundos en agregar.
–Estoy seguro de tener unos libros en casa que podrían ayudarle, si los ubico se los facilito en la próxima clase –
–Es usted muy amable sensei, pero no quiero molestarle mucho con lo ocupado que debe estar. Sería suficiente si puede enviarme por correo los autores o títulos y me encargaría de ubicarlos –soltó con cierta agitación, apretando los labios con pena.
–No es ninguna molestia Señorita Haruno, usted es una de mis mejores estudiantes y si está a mi alcance contribuir un poco más y de manera positiva a su formación universitaria, lo haré con gusto –admitió el profesor con aplomo.
–La verdad es que usted ya co… con-t –la pelirrosa se contuvo de seguir pues estaba siendo víctima de la traición de su organismo.
– ¿Decía señorita Haruno? –instó queriendo averiguar de modo superficial porque el titubeo repentino de la pelirrosa.
–Que la verdad es usted ya contribuye de manera positiva a la formación de sus estudiantes –esbozo recobrando la postura.
–Muy amable de su parte –agradeció el pelinegro. –En la próxima clase le facilitaré el material –
–Muchas gracias sensei –murmuró moviendo los pies hacia la puerta, sin embargo tuvo que volver sobre sus pasos –Tenga –murmuró extendiéndole un papel doblado cuidadosamente. –Para que pueda ubicar mi dirección de correo con facilidad –el profesor aceptó el pequeño papel y se lo guardó en el bolsillo interior de la chaqueta –Buenas noches, sensei –se despidió sonriéndole para luego darle la espalda.
–Buenas noches, señorita Haruno –y lo último que le quedó a Sasuke Uchiha de esa clase fue el contoneo natural de las caderas de su estudiante.
Después de guardar todas sus pertenencias en su maletín Sasuke desconectó todos los equipos, apago las luces y el aire acondicionado del lugar. Bajó las escaleras hasta planta baja, firmó el diario de salida y se encaminó al estacionamiento de profesores del bloque de edificios consagrados a la facultad de medicina. Cuando el pulgar de su mano derecha presionó el botón removía el sistema de seguridad de su auto, cayó en cuenta de que había sido lento ¿por qué no le ofreció a Sakura Haruno el llevarla o acercarla hasta su residencia? Salir a las 7:30 de la noche de una universidad para un estudiante promedio era relativamente peligroso, sobre todo para una joven y más si andaba sola. Subió al vehículo rápidamente, lo encendió y arrancó esperando alcanzar a la señorita Haruno para plantearle la pregunta que él mismo se había hecho.
Condujo hasta la salida con las luces altas, escaneó las paradas de buses en las que los estudiantes solían esperar el transporte de la universidad o el urbano cuando divisó a pocos metros una figura fémina que hablaba por teléfono y que agitaba la mano que tenía libre en sentido contrario al que él se encontraba. De pronto, un auto plateado apareció en el panorama estacionando frente aquella figura, y si, acaba de reconocer que aquella figura era la de Sakura Haruno. Cambiando sustancialmente de planes, aumentó la velocidad y paso por un lado del auto plateado en el momento que la pelirrosa subía, entonces reparó que no se trataba de un chico recogiendo a la joven en la universidad, el piloto del otro auto era otra joven, era otra estudiante, la que le había interrumpido en clases, Ino Yamanaka.
La tranquilidad que le embargó fue momentánea… Ahora bien, ¿qué hacía él preocupándose de cómo o con quien llegaba o se iba Sakura Haruno de la universidad? Irritado piso el acelerador con brusquedad provocando que el motor rugiera, deseando pensar en la señorita Haruno por el resto de la noche y se dirigió a su apartamento.
Dejó su maletín y la chaqueta sobre el mueble del recibidor para dirigirse a la cocina y prepararse un sándwich, encendiendo las luces al pasar. Reconoció el maullido amortiguado de su vecino gatuno, corrió el seguro y deslizó la ventana para darle paso.
–Siempre puntual –saludó.
El felino atigrado respondió con otro maullido buscándole las manos para que le acariciara y así lo hizo, justo detrás de las orejas. El pelinegro buscó en los gabinetes las latas de alimento que se había acostumbrado a comprar para aquel visitante nocturno.
–Aquí tienes –resolvió sirviéndole el contenido en un platito de café.
Bigotes ronroneó y dispuso de la encimera de la cocina a comer. Sasuke sabía que el gato pertenecía a una pareja de mujeres que vivían en el cuarto piso. Hacía meses que a su puerta había llegado la pareja de féminas para preguntarle si por casualidad había visto a un gato cuya descripción coincidía con el gato que ahora se encontraba sobre la encimera. Contentas y agradecidas de haber recuperado al gato, ellas se tomaron el tiempo de aclararle que eran vecinos y que si Bigotes volvía hacer lo mismo, que les avisara. Sin saber exactamente porqué, el gato se convirtió en un visitante nocturno recurrente y en una especie de mascota compartida.
Habían ocasiones en las que Bigotes solo venía a descansar, el Uchiha aceptaba las intromisiones porque para el felino no debía ser fácil vivir con una pareja de mujeres, sobre todo cuando tenían unas discusiones de las que gran parte de los inquilinos se enteraba.
Mientras comía recibió una llamada de su madre para recordarle que bajo ningún concepto podía faltar a la cena familiar del domingo, justo a las 9 de la noche como era costumbre su asistente Rose le llamó para confirmarle sus pacientes y horas de consulta de la semana. Por lo general, el doctor Uchiha atendía consultas y emergencias los lunes, miércoles y jueves, mientras que martes y viernes eran días que ocupaba para asistir a la universidad.
Una alarma en su celular resonó para recordarle que debía preparar el contenido a evaluar en el próximo parcial de Biología III. Lavó los platos, se dio una ducha, se cepilló los dientes, se puso ropa cómoda, encendió la laptop y procedió a diseñar la estructura de la evaluación.
Aproximadamente una hora y media después repasaba rascándose la barba de dos días los planteamientos, ejercicios, preguntas y aspectos a evaluar, asintió conforme… y fue allí cuando recordó lo que le había pedido la señorita Sakura Haruno. Despegando los ojos del documento en pantalla volvió a la sala donde en algún lugar de su basta biblioteca se encontraban los libros con los puntos que podían ayudar a la estudiante. Sin mucho esfuerzo ubicó y tomo lo que estaba buscando. Hurgó en el bolsillo interior de su chaqueta el papelillo cuidadosamente doblado, se sentó de nuevo frente a la laptop y abrió su correo.
Dio click en la opción de redactar un nuevo correo, para tipear la dirección de correo que leyó con una caligrafía muy estilizada, seguido del asunto del mismo. Hojeó las páginas principales recordando a los autores, para adelantarle la información solicitada a la señorita Haruno.
De: Sasuke Uchiha
Fecha: 10 de marzo de 2016 – 21:03
Para: Sakura Haruno
Asunto: Material de apoyo
Buenas noches, señorita Haruno.
Tal como me solicitó le envió los nombres de los autores que pueden ayudarle con el tema que le interesa.
Thompson, George. Anatomía y Metabolismo (1998).
Colins, Allegra. Metabolismo y Nutrición: ciclos, tipos y tratamiento (2003).
Fitzpatrick Michael. El Proceso Digestivo (2007).
Espero le sean de ayuda, de igual manera le facilitaré los libros el próximo martes al finalizar la clase.
Que descanse.
Sasuke Uchiha
Médico Neurofisiológo y Nutricionista, Hospital de Konoha
Profesor de Neurociencias y Biología, Universidad de Konoha
Espero el aviso de "correo enviado" en la pantalla y así dio por terminada la jornada. Apagó la portátil dejando los libros que entregaría el martes sobre ella para irse a descansar. Conectó el iPhone al cargador dejándolo sobre la mesa de noche para tomar el libro de Juego de Tronos y meterse en la cama. Estaba sumido en la ida de Jon Snow al muro cuando el teléfono timbró avisando de la entrada de un correo. Tentado a confirmar la procedencia del correo desplazó su atención al móvil. Sus labios se curvaron en una sonrisa al corroborar sus sospechas.
De: Sakura Haruno
Fecha: 10 de marzo de 2016 – 21:17
Para: Sasuke Uchiha
Asunto: Material de apoyo
Investigaré enseguida, como mencioné no es mi intención generarle molestias. Con los títulos y autores es más que suficiente.
Una vez más, gracias sensei.
Descanse usted también, hasta el martes.
Sakura Haruno
Técnico Superior en Diseño Integral, Instituto Senju
Preparadora de Salud, Nutrición y Dietética, Universidad de Konoha
De: Sasuke Uchiha
Fecha: 11 de marzo de 2016 – 21:22
Para: Sakura Haruno
Asunto: Material de apoyo
Le repito, no es molestia alguna.
Hasta entonces.
Sasuke Uchiha
Médico Neurofisiológo y Nutricionista, Hospital de Konoha
Profesor de Neurociencias y Biología, Universidad de Konoha
La atención del profesor recayó en la firma que ostentaba el correo de la joven estudiante. Ella era técnico superior en diseño integral, aquello era una sorpresa porque no podía esa era una de las carreras más opuestas a lo que ella se estaba formando en este momento, aparte era preparadora de una de las asignaturas de la carrera.
–Interesante –comentó para sí mismo.
A menos de 20 minutos de allí Sakura Haruno repasaba varias opciones de responder el último correo a su profesor.
Acostada en la cama revolviendo las sábanas con sus piernas leyó una vez más.
Le repito, no es molestia alguna.
Hasta entonces.
Por un momento se vio tentada a responderle: ¿por cuál de los libros sugeridos me recomienda empezar?
Al mismo tiempo, se dio cuenta de lo absurdo sonaba aquello.
Se rindió, dejó el móvil cargándose y buscó el iPad que se encontraba a su lado, introdujo en el campo de búsqueda el primer libro que le había recomendado el profesor dando con varias referencias y resúmenes del mismo, al igual que le segundo, y lo mismo para el tercero.
–Al final, si voy a necesitar esos libros –suspiró dejando caer los brazos en la cama.
En lo que pudiera considerarse un parpadeo la Universidad de Konoha se había sumido completamente en la celebración de su aniversario, 110 años de ejercicio educativo para ser exactos. Año tras año, la institución, sus patrocinantes y aliados no escatimaban en gastos para hacer de aquella semana un evento memorable, incluso ningún profesor impartía o aplicaba evaluaciones por esos días, para que los estudiantes pudieran participar en las distintas ferias, stands y actividades programadas.
Con cada año que sumaba dentro del cuerpo docente de la universidad, más ganas tenía el profesor de apoyar con las actividades, de preferencia con las que estuviesen vinculadas con su decanato, sin embargo, había tenido que declinar la invitación varias veces, pues las responsabilidades con el hospital podrían colisionar y a él no le gustaba comprometerse con algo, si de antemano existía algo que le retendría de estar presente en el lugar.
Asistió a la universidad como lo haría normalmente de tener que impartir clases, descendía del estacionamiento cuando se encontró con uno de colegas y buen amigo Naruto Uzumaki, quien es el encargado de las clases de fisioterapia y rehabilitación.
–Pensé que no vendrías –saludó el rubio dándole un palmazo en la espalda.
–He asistido por años –rumió el pelinegro.
–Lo decía por tus estudiantes, andan sueltos por ahí, felices de no tener que verte la cara esta semana, y ahora les honras con tu presencia –bromeó el rubio.
Sasuke se encogió de hombros sonriendo.
Abriéndose paso entre la multitud concentrada en el amplio patio de deportes, ambos profesores fueron recorriendo y admirando las distintas instalaciones, creadas, diseñadas y adaptadas para la ocasión, deteniéndose ciertos minutos para saludar o conversar con otros profesores, profesoras o estudiantes.
Cuando transitaban por el área de ciencias sociales, el Uchiha se dio cuenta de uno o varios detalles.
–Es idea mía o este año la distribución del espacio tiene orden y sentido –comentó.
–Oh sí – soltó el rubio. –Ese es el comentario que corre entre todos los profesores – agregó.
– ¿Quién se encargó esta vez? –quiso saber.
–Una de nuestras estudiantes. Y con nuestra quiero decir que es estudiante de la universidad –aclaró el rubio.
–Ya era hora de que la facultad de arquitectura y diseño se encargará de la logística de la feria –soltó el Uchiha encaminándose al área de ciencias de la salud.
–Allí está el detalle, estimado amigo. La razón por la que los profesores anda comentando, viene de que no fue una estudiante de arquitectura o diseño, fue una estudiante de ciencias de la salud quien ideó todo esto –puntualizó Uzumaki.
Con aquella información, la mente del sensei empezó a unir una seria de cabos de manera acelerada.
–Allá está Hinata, vamos saludar –decidió Naruto agarrándole del codo hasta arrastrarlo hasta donde se encontraba, Hinata Hyuga, una de sus estudiantes, con la cual su amigo tenía una relación desde hace un tiempo.
Ah sí, profesor y alumna.
Valdría la pena mencionar que la Universidad de Konoha si tiene una serie de normas y reglamento sobre este tipo de relaciones, no las prohíbe pero, si las limita hasta cierto punto y Naruto tuvo la suerte de fijarse en una de las estudiantes más inteligentes y discretas que se puedan conocer.
–Buenas tardes profesor Uchiha –saludó la joven de cabello oscuro, extendiéndole la mano.
–Buenas tardes, señorita Hyuga, ¿cómo está? –preguntó cordialmente.
–Bien, aunque un poco cansada, hay mucho ajetreo este año –agregó sonriéndole.
– ¿Con cuál proyecto participó este año? –soltó continuando con la conversación.
–De hecho, este año estoy como comité organizador, porque mi amiga S… –Hinata se vio interrumpida por el rubio que se materializó a su lado después de una vuelta rápida.
– ¿Quieres algo de tomar? –le preguntó el Uzumaki a su pareja.
–Una limonada o agua, estará bien –le respondió Hinata.
– ¿Limonada o agua, idiota? –la pregunta era dirigida al pelinegro.
–Agua, idiota –respondió el Uchiha.
Sin preguntar nada más el rubio, despareció entre la multitud.
– ¿Me decía señorita Hyuga? –insistió Sasuke.
–Hinata, Sasuke, puedes llamarme Hinata. No hace falta tanto formalismo –le reprendió con cariño.
–Disculpa, Hinata. Es el interruptor automático que paso al llegar a la universidad –argumentó rascándose la nuca.
–Descuida, te corregiré hasta que no haga falta –susurro. –Te estaba diciendo que mi mejor amiga, Sakura fue quien ideó todo esto –sostuvo.
– ¿La señorita Haruno? –él quería estar seguro.
–La misma, ella estudiaba dos carreras paralelas, nutrición en esta universidad y diseño, la cual finalizó el año pasado y he aquí el calibre de las cosas que es capaz de hacer ¿No es increíble? –alabó la chica Hyuga.
–Realmente lo es –concordó el profesor.
–Regresamos –distinguió la voz de Naruto a sus espaldas, pero lo que más le llamó la atención fue el plural de aquella palabra. Al darse medio vuelta el Uchiha pudo distinguir sin duda la figura de Sakura Haruno parada al lado del Uzumaki.
Hablando del diablo.
– ¡Sakura! –halando de ella hasta ubicarla en el círculo de la conversación. –Justo estaba hablando de ti con el profesor Uchiha – develó la chica Hyuga.
–Señorita Haruno –le saludó extendiéndole la mano. –Ha hecho un excelente trabajo con la organización de la feria, mis agradecimientos y felicitaciones –le dijo sosteniéndole la mano hasta que ella le agradeció.
–Gracias sensei –soltó Sakura, agarrándose las manos manteniéndolas juntas sobre su regazo.
–Puedo preguntarle sobre ¿Cuál fue la idea para organizar la feria? –antes de responder Sakura reparó en como Hinata se llevaba al profesor Uzumaki, muy disimuladamente. Razón por la que iba a matarla después.
–La Naturaleza y las ramas del conocimiento humano –respondió tratando de no sonar ensayada, pues había respondido muchas veces esa pregunta en todo lo que iba de feria.
–Puede extenderse todo lo que quiera, tengo tiempo –le hizo saber el pelinegro.
–Pues, hay dos entradas principales, en cualquiera de ellas podrá encontrar la carreras afines a la naturaleza, en el centro se encuentran ubicadas las ciencias, los saberes y sus respectivas carreras. Visto desde el aire la feria tiene forma de circunferencia, haciendo alusión al planeta y como ella siempre será el origen de todo lo que queremos aprender a ser y hacer –confirmó Sakura.
– ¿Cómo se le ocurrió esa idea? –insistió el sensei.
–Para egresar como técnico en diseño del instituto Senju, presenté una tesis sobre como contribuir al posicionamiento de la Universidad de Konoha a través de un evento no corporativo y… aquí esta –soltó sosteniéndole la mirada.
–Muy ingenioso –felicitó. Y si aquellos labios se curvaron en una sonrisa.
Fue justo en ese momento que, Sakura cayó en cuenta de que era la primera vez que tenía una conversación normal con su profesor después del altercado con el primer examen.
–Gracias –repitió. –A usted ¿le gustó? –atajó la pelirrosa.
–Mucho, de hecho entrando a este lugar le comenté a Naruto que notaba algo diferente en la distribución del espacio, al mismo tiempo, es positivo que la universidad acepté el feedback capitalizando el talento que aquí se forma – sostuvo.
Sakura sintió que se coloreaban las mejillas.
– ¿Y por qué el instituto Senju? –curioseó el sensei.
–Mi tía es la directora del instituto, y desde que manifesté interés por el diseño me reservó un cupo –alegó la joven, volviendo por un momento la atención a lo que ocurría a su alrededor.
–Disculpe si la estoy distrayendo de su trabajo con tantas preguntas –se excusó el Uchiha.
–No pasa nada –mintió Sakura, porque la verdad era que muchas personas podrían estar tratando de ubicarla en este momento y ella estaba aquí entablando conversación con el profesor que la debilitaba las rodillas.
–No había tenido oportunidad de conversar con usted desde el impase con el primer examen –admitió el pelinegro.
Entonces, ella no estaba loca, porque allí estaba la palabra clave: impase.
–Oh sí, sobre eso… –
– ¡Sakura, el decano te está buscando, ven! –desde algún rincón del lugar la voz de Hinata había surgido para alertar a Sakura.
–Disculpe, pero debo… –murmuró empezando alejarse.
–Descuide, eso es más importante –agregó el profesor.
Por supuesto que para ella no era importante lo que quería el decano en ese momento.
Por el margen izquierdo del pasillo Hinata apareció, para tomarla del brazo y arrastrarla hacía el decano, alcanzó ver cuando el profesor Uzumaki ocupó el lugar en el que ella había estado parada hace unos segundos, antes de ser devorada por la multitud.
–Estoy debatiéndome entre las ganas asesinarte o agradecerte –se quejó la pelirrosa, tratando de tener una conversación entre el ruido, la cantidad de gente, brazo y codos que se atravesaban en su camino.
Hinata se carcajeó.
–Te haré la vida más sencilla: quieres agradecerme por darte la oportunidad de hablar con él y quieres matarme por haber interrumpido la conversación que estabas teniendo con él ¿Estoy equivocada? –ironizó.
–Para nada –meditó. – ¿Cómo es que no había pensado antes en que tú eres la novia de uno de sus colegas? – exclamo.
–Para algunas mujeres, entre las que nos incluimos, se nos hace difícil lidiar con el rechazo –resumió Hinata. –Pero ahora, vas hablar con el decano, y no se te vaya ocurrir rechazar lo que tenga para ofrecerte, siempre y cuando se encuentre restringido al campo académico y laboral –puntualizó.
Sakura rodó los ojos al detectar el sarcasmo.
–No te vayas muy lejos, después de todo, también eres parte del equipo organizador –recordó la pelirrosa reteniéndola a su lado, ganándose una mirada asesina con fondo gris.
Les explico.
Recibí un review en el que me comentaron (valga la redundancia) que les parecía que la historia se estaba desarrollando muy rápido y lo tomé como válido. Pues, al decidir re-editar mis historias, ésta sobre todo, la intención era mantenerla como una historia corta, cómo originalmente era. Sin embargo, me sentí cómoda al entrar en el proceso de re-edición y me tuve que preguntar a mí misma: ¿Qué te impide hacer la historia más larga? La respuesta fue: nada. Así que decidí hacerla más larga ¿Cuánto es más larga? No tengo ni la más remota idea. Les estaría mintiendo con todas las letras si les digo que esta historia va a contar con "x" número de capítulos.
Ahora bien, estoy consciente de que hay ciertos personajes que están un poco (bastante) OOC y puede que eso le vaya a molestar algunos. Lo único que puedo argumentar es que es el por el bien de la historia (?)
Me despido recordándoles que le doy a sus comentarios todo el valor e importancia que merecen. Las correcciones y sugerencias también son bienvenidas. Igual pueden escribirme un PM y allí podemos filosofar un poco.
Nos estamos leyendo, un abrazo.
– R. Yellow.
