Summary: TRADUCCIÓN de "Go Fish" de arts and letters: Cuando Sherlock volvió a casa de la boda de John y Mary, lo recibió la última persona con la que quería estar esa noche.

Disclaimer: Ni soy Gatiss, ni Moffat, ni arts and letters. ¡Ya quisiera yo…!

Esta historia contiene spoilers de los dos primeros episodios de la tercera temporada.

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Sherlock no pudo evitar darse cuenta de cuán callada y tranquila estaba la noche. Lo detestaba.

También detestaba el taxi que olía vagamente a tabaco rancio y la luna, que apenas estaba (con más pena que gloria) llena en el cielo.

Pero lo que realmente detestaba Sherlock era el piso vacío que sabía que le esperaba.

Por primera vez en mucho tiempo, pensó con nostalgia en el olvido que una calibrada jeringuilla podría ofrecerle; el poder de olvidar, de divorciarse ese día de sí mismo, tan solo por un poco.

Pero no, no podía. No ahora, ni de nuevo. Los riesgos eran demasiado grandes. Su trabajo, su cerebro, John…

Antes de que pudiera seguir más allá esa línea de pensamiento, el taxista se detuvo en el 221 de Baker Street.

Después de pagar la tarifa del taxi, mientras se disponía a entrar, Sherlock se dio cuenta de que la aldaba de la puerta estaba centrada y que lo iba a recibir una visita indeseada.

Pensó en darse la vuelta e ir a algún otro sitio –cualquier otro-, pero no podía saber a dónde lo iban a llevar sus traicioneros pies, no al menos esa noche.

Además, así podría descargar su frustración y Mycroft siempre era un buen blanco.

Por segunda vez ese día, se susurró a sí mismo "a la batalla" y entró en el apartamento, donde el fuego ya crepitaba y Mycroft se hallaba sentado en la silla de John.

Sherlock podía sentir su sangre empezando a hervir

-¿De vuelta tan temprano, Sherlock? Pensé que te quedarías para celebrar las festividades.

-Vete a la mierda, Mycroft. ¿Qué estás haciendo aquí?

-¿Desde cuándo necesito tener un motivo para hacerle una visita a mi querido hermano pequeño?

-¿Por qué no me vigilas las 24 horas, como sueles hacer? Nos ahorraría a ambos incomodidad y conversación.

-Venga, Sherlock, esto es mucho más personal. No lo hacemos suficientemente de seguido- esperó unos momentos antes de añadir-. Así que, ¿qué tal la feliz pareja?

Mycroft sabía siempre qué decir. Sherlock agarró el proyectil más cercano –una taza medio llena de té pasado y lo lanzó contra la pared. Mycroft ni siquiera se encogió.

La taza se estrelló contra la pared justo entre los ojos de la brillante carita amarilla sonriente. Sherlock encontró particularmente repulsiva aquella maliciosa expresión.

-Siempre has tenido mal genio.

Sherlock juró lanzárselo a la cabeza, la próxima vez.

-Tal vez deberías considerar el tener un perro. Seguro que no sale corriendo y se casa.

Claramente, Mycroft no tenía instinto de supervivencia. Luego, añadió:

-O quizás un gato se adaptaría mejor a tu capacidad para cuidar animales.

Sherlock no tenía nada que decir al respecto, así que en su lugar, se levantó y empezó a tocar su violín –fuerte y violentamente—con la esperanza de que fuera suficiente para ahuyentar a Mycroft.

Pero su hermano mayor tan solo se sentó con serenidad a leer el periódico –o al menos, fingiéndolo- como si no pudiera escuchar los atronadores chirridos del deliberado numerito cacofónico de Sherlock.

Cuando estuvo claro que su táctica no iba a funcionar, Sherlock dejó su violín, se desplomó dramáticamente en el sofá y se tapó la cara con el cojín de la bandera del Reino Unido.

Quizá, si controlaba su respiración con el suficiente cuidado, Mycroft creería que se había dormido.

-Solo son las diez, Sherlock, y anoche dormiste cuatro horas ininterrumpidas. Calculo que te quedan por sufrir al menos otras seis horas de conciencia.

Maldito fuera.

Sherlock decidió que no contestar era lo mejor.

Después de unos largos y tediosos momentos de silencio, Sherlock lanzó el cojín al otro lado de la habitación y se sentó bruscamente enfrentando a su hermano, que seguía fingiendo leer aquel estúpido periódico (como si no supiera ya lo que había escrito en él, siendo responsable de orquestar al menos la mitad de los sucesos reportados).

-Sherlock, si hay algo que quieras decir, vas a tener que utilizar palabras. Puede que sea capaz de leerte la mente si me lo propusiera (siempre has sido remarcablemente transparente), pero en realidad no estoy de humor para consentirte rabietas.

Bien. Hora de la charla fraterna, entonces.

-Mycroft, ¿por qué tuviste que traerme de vuelta cuando sabías que me encontraría con esto?

No era lo que había planeado decir. Sin duda alguna, la pregunta le había estado rondando por la cabeza durante semanas, persiguiéndolo, carcomiéndolo, pero nunca había sido su intención ponerle voz a esos particulares pensamientos.

Rezó para que Mycroft tomara el camino más fácil, pero la suerte no estaba de su parte esa noche.

-¿Qué otra cosa me hubieras hecho hacer, Sherlock? ¿Hubieras preferido que te dejara pudrirte en aquel calabozo de Europa del Este? ¿O esperabas desaparecer a un antro de crack para el resto de tu vida?

Mycroft continuó sin detenerse para recibir respuesta.

-Y si hubiera dicho de traerte más pronto, ¿habrías aceptado regresar antes de haber terminado tu misión auto-impuesta?

Sherlock decidió no responder tampoco a esa pregunta.

-Te traje de vuelta cuando lo hice porque sabía que no vendrías antes y temía que de haber esperado más, hubiera sido demasiado tarde.

-¿Demasiado tarde para qué, Mycroft? John ya había seguido adelante cuando volví.

-Piensa en ello, Sherlock. ¿Y si hubieras esperado hasta después de que John se casara? ¿Hasta que tuvieran su primer hijo? ¿Te habría perdonado, entonces, la mentira tan deprisa como para aceptarte de nuevo en su vida?

-No tuve elección. Tenía que detener a Moriarty. Tenía que…

-Lo sé, Sherlock. Y John también lo sabe. Pero eso no cambia los sucesos que acontecieron. Y al menos de esta manera todavía tienes la oportunidad de encontrar un lugar en su nueva vida, incluso si las cosas no vuelven a ser como antes -Mycroft añadió, con una voz más dulce-. Además, muy pocos consiguen ser dueños de su destino.

Las palabras de Mycroft estaban tan bien fundamentadas y eran tan acertadas que Sherlock no pudo hacer nada para arremeter en su contra.

-No me importa. Hice lo que tenía que hacer, lo que me pediste que hiciera.

Sherlock le dio un puñetazo al cojín del sofá.

-Solo déjame en paz, Mycroft. Así es como sé… como soy. Tengo un trabajo y el trabajo es lo único que importa. No soy como el resto de la gente. No necesito lo que ellos tienen.

-Venga, Sherlock, sabemos que hay algo más. Es cierto, eres capaz de aislarte en este desastre de apartamento, pero ¿es lo que realmente quieres? –Mycroft dudó antes de continuar- No eres una máquina, Sherlock, por mucho que desees ser otra cosa… y no deberías tratar de convertirte en una.

-¿A qué viene esto, Mycroft? ¿Qué ha pasado con el "el amor es una desventaja peligrosa"?

-Querer no es una ventaja, pero puede ser una virtud.

-Entonces, ¿por qué no me siento virtuoso? Cuando vi a Mary y John esta noche, y la boda, y la gente bailando y riendo… quería destrozarlo todo.

-¿Y seguiste ese impulso?

Era una pregunta sin sentido. Mycroft ya sabía la respuesta, lo que significaba que quería escuchárselo decir a Sherlock.

-No.

-¿Por qué no, si era lo que deseabas?

-Porque John se merece toda la felicidad que pueda encontrar, incluso si esa vida lo aparta de mí.

-Exacto… un remarcable impulso altruista.

-Lo dices como si fuera bueno.

-Tal vez lo sea.

-Mycroft, esta noche estas menos coherente de lo normal.

-O quizás eres tú el que estás inusitadamente espeso.

-¿Inusitadamente? ¿Estás implicando que soy más astuto mentalmente de normal? Creo que eso es lo más bonito que me has dicho nunca sobre mi capacidad intelectual.

-No es verdad. Cuando tenías diez años, comenté que empezabas a mostrar signos de algo similar a la inteligencia.

-No lo recuerdo.

-Sí, bueno, es probable que no estuvieras en la habitación cuando lo dijera.

Eso fue suficiente para sacarle a Sherlock una carcajada antes de que diera cuenta y volviera a la cuidadosa expresión neutra de antes.

Aún así, sentía su cuerpo un poco en tensión y, siguiendo un impulso, le preguntó a su hermano:

-¿Quieres echar una partida de cartas?

-No sé, Sherlock… todavía tengo asuntos importantes que atender sobre los últimos acontecimientos en Tehran y después está el pequeño problema de Estambul….

-Oh, venga, ¿tienes miedo de perder?

-Sherlock, este juego depende enteramente del azar.

-Si es así, ¿cómo es que siempre gano?

-Bien, una partida… pero después tengo que irme de verdad.

-Sí, lo sé. Eres tan importante que Inglaterra caería sin tu constante y completa atención.

-Recuerda, Sherlock, el sarcasmo es el último refugio de una mente débil.

-Ah, ya volvemos a los insultos…

Sin mediar otra palabra, ambos se sentaron en sus sillas y Sherlock repartió las cartas.

-Tú primero, querido hermano.

-Las señoras primero, Mycroft. Insisto.

Mycroft respondió con una mueca, antes de hacer el primer movimiento.

-¿Tienes algún tres?

-Ve a pescar.

Varias partidas después –Mycroft se negaba a parar hasta ganarle al menos una vez-, tomó su abrigo pero antes de partir, se giró hacia Sherlock, para acertarle de pleno con su tiro de despedida.

-Sé que no te gusta el cambio, pero no te preocupes demasiado por los nuevos acontecimientos. Siempre habrá un lugar para ti en la vida del doctor Watson.

-Adiós, Mycroft- replicó Sherlock, poniéndole énfasis al "adiós"-. Intenta no echar a perder todo el esfuerzo de hoy antes de dormir con el pote de helado.

-Buenas noches, hermano mío.

Y con eso, Mycroft salió del apartamento para adentrarse en la noche, donde su chófer y su asistente personal lo esperaban.

Sherlock no lo admitiría jamás –ni a sí mismo ni mucho menos a Mycroft-, pero se alegraba de no haber vuelto a un piso vacío esa noche. Incluso cuando se quedó solo de nuevo, no sintió más el silencio tan oscuro ni opresivo.

OoOoO

Nota de Traducción: la mayor dificultad de este fic ha sido el título, en realidad. "Go fish" es un juego de naipes (que no conocía, por cierto) de asociación numérica. Se reparte X número de cartas a los jugadores, de forma que si tienes más de un mismo número, puedes pedirle otra carta de ese número al otro jugador.

Arts and letters no deja de sorprenderme escribiendo, porque Mycroft le pide un tres a Sherlock. Tres: John, Mary y el bebé. Y la respuesta de Sherlock no se hace esperar.

No tiene ningún tres y le dice "Go fish", como el juego indica, o literalmente "Vete a pescar", que me ha recordado mucho al "¡Vete a pastar!" que decimos de forma coloquial para mandar a alguien a hacer puñetas.

Me parecía curioso comentarlo, porque -como dije en las notas de traducción de "Anthea" (el otro fic que he traducido de arts and letters, también, precioso)- en la versión original Mycroft afirma "I'm living in a world of goldfish" o lo que viene a ser que vive en un mundo de peces (por su reducida y aburrida capacidad intelectual).

No obstante, en la adaptación española lo hemos traducido por "vivo rodeado de borregos" (a lo que Sherlock le responde que creía que se habría buscado en su ausencia "…una ovejita").

Me explico: las ovejas son animales herbívoros, ergo, pastan. De ahí que originalmente me haya venido a la hora de traducir el "Vete a pastar" por el "Go fish" original (con los goldfish de Mycroft).

De todas formas, espero que se haya entendido tanto el juego de cartas como el de palabras; el sentido original del número en el juego y la intención de la respuesta de Sherlock.

También quería comentar (ya termino, en serio) que, informándome para ver si podía traducir el título por un juego equivalente, he descubierto que existe un juego de cartas en España que se llama "Burro" (como comenté la posibilidad de adaptación de la cita de Mycroft a "vivo rodeado de burros") y que se juega igual que el Go fish, pero generalmente con la baraja española.

Eso es todo, gracias por leer. ¡No olvidéis pasaros por el profile de arts and letters!