Es mi primer fic oficial así que no tengo muy claro cómo va a resultar esto, pero bueno. Pretendo hacer dos tipos de capítulos: los impares centrados en Asami y los pares centrados en Korra, así que habrá mas de un punto de vista para toda la historia. Veamos si resulta interesante.
El golpeteo de la lluvia contra el cristal era suave pero incesante. Cada vez que la puerta de la calle se abría, un intenso aroma a humedad se colaba en el local y se mezclaba con el aroma a café recién hecho y galletas.
En sus oídos sonaba una suave melodía mientras sus golpeaban rítmicamente las teclas de su ordenador portátil, despegándose únicamente del teclado para anotar alguna cosa en una libreta de piel.
Suspiró por tercera vez en menos de diez minutos, completamente bloqueada. Arrugó el ceño, frustrada, e intenta volver a concentrarse en la serie de cálculos que aparecen en la pantalla, intentando comprender dónde estaba el error que le había indicado uno de sus profesores. Por más que miraba no veía nada y aquello le frustraba.
``Señorita Sato, debería tener usted más cuidado a la hora de efectuar sus operaciones´´ pensó para sí misma poniendo en su cabeza la voz de aquel insufrible hombre.
Pero simplemente no había nada mal en su procedimiento, el equivocado era él… La verdad es que no le sorprendería que le hubiera dicho aquello simplemente para hacerla perder los nervios. Sabía perfectamente que no le caía especialmente bien, pero era su proyecto de fin de carrera lo que estaba en juego así que esperaba aunque fuera un poco de seriedad.
Ya le costaba que le tomaran en serio en las clases puesto que era una de las pocas mujeres que había en el último año de ingeniería mecánica, pero además sabía perfectamente que dado su nombre y la reputación de su padre no podía permitirse ningún error. Era Asami Sato, la heredera de un imperio multimillonario de empresas automovilísticas y de desarrollo tecnológico, no podía equivocarse en nada. Ella lo sabía y todos lo sabían.
Se echó hacia atrás en la silla después de cinco minutos y mira a su alrededor, nadie pareció notar su desesperación y eso le tranquilizó. No le gustaba montar escenas, y menos en una cafetería.
Pasó una mano por su cabello oscuro, peinándose con los dedos y estirándose en el proceso mientras pensaba en la manera en la que podría decirle a aquel malnacido que no tenía ni idea de matemáticas y que le diera un respiro.
Dio un sorbo a la taza de porcelana y no pudo evitar una mueca cuando lo notó helado contra sus labios, lo dejó de nuevo en la mesa y lo apartó de sí distraídamente. ¿Cuánto tiempo había estado mirando la pantalla? Tal vez era hora de irse a casa y darse un buen baño, relajarse le vendría bien sobre todo si quería dormir un poco aquella noche, cosa que le vendría francamente bien dadas las ojeras que se marcaban bajo sus ojos…
-Perdona, ¿te retiro el café?-una voz le sacó de sus pensamientos y se giró sobresaltada.
Un joven de ojos verdes le miraba con una amable sonrisa mientras señalaba la taza.
-Sí, se me ha quedado frío… si pudieras ponerme otro para llevar estaría bien.-le dijo.
El chico hizo un gesto con la cabeza y dejó la taza en una bandeja mientras se dirigía a otra mesa, sin perder nunca la sonrisa.
Empezó a recoger sus papeles y a meterlos en una mochila intentando no arrugar ninguno de ellos mientras esperaba a que le trajeran el nuevo café. Cuando se lo dieron, pagó y se apresuró hacia la puerta sumida en sus cavilaciones, tanto que no vio a la joven que entraba en ese mismo momento como un torbellino.
-Joder…
Lo único de lo que Asami fue consciente durante dos dolorosos segundos era de lo caliente que podía llegar a estar el café contra su piel. No pudo evitar soltar una maldición y mirar al frente con rabia y el ceño fruncido.
Los ojos verdes de Asami se encontraron con unos grandes ojos azules que le miraban muy abiertos. Se dedicó a mirarla durante un breve segundo: un poco más baja que ella, de piel morena y cabello corto y castaño. Su flequillo se le pegaba contra la frente por la lluvia y el resto quedaba recogido bajo una capucha.
-¿Estás bien? Lo siento, iba a toda prisa y no te he visto…-dijo la otra chica apresuradamente con voz un tanto neutra.-Lo siento muchísimo…
-No es nada, estoy bien.-respondió con más sequedad de la que pretendía.-Sólo acabo de achicharrarme viva, pero estoy bien.
-Oye, lo siento, ha sido un accidente-insistió la otra con el ceño fruncido, cruzándose de brazos en actitud defensiva.
Asami parpadeó, irritada ante su actitud. ¿Le tiraba el café y encima se molestaba? Lo que le faltaba para acabar el día de hoy… suspiró hondo tratando de calmarse.
-Mira, sé que no ha sido tu intención y todo eso, ha sido un día largo y ahora mismo no lo mejora hablar mientras me abrasa la piel.
La otra se mordió el labio con una expresión molesta, pero no dijo nada y simplemente se echó a un lado, dejándole salir sin mirarla al pasar.
Asami salió de la cafetería y antes de dirigirse a su coche echó una mirada atrás. La chica de los ojos azules saludó a los camareros y se metió a las cocinas con una amplia sonrisa y un gesto de cabeza.
Abrió la puerta de su apartamento y dejó sus cosas en un sofá mientras encendía un caro equipo de música. Por los altavoces comenzó a sonar un poco de jazz suave a la vez que empezaba a desnudarse caminando hacia el baño, de verdad que necesitaba sentir el agua caliente contra su piel.
Dejó correr el agua mientras echaba su ropa a la lavadora, esperaba que fueran a salir las manchas, aquella era una de sus camisas favoritas. Soltó de nuevo una maldición mientras encendía el aparato y cruzaba los dedos.
Estaban siendo unos días duros para Asami, tenía mucho trabajo que hacer, muchos proyectos que entregar y mucho en lo que pensar, sin embargo se permitía el lujo de pasar un par de horas en su cafetería favorita.
Era un pequeño hábito que había ido adquiriendo durante los dos últimos años, pasaba al menos tres tardes a la semana en aquel sitio y agradecía haberlo encontrado de casualidad. Hacían un café delicioso, el trato era agradable y el lugar era tranquilo, por lo que podía trabajar desde ahí. Fuera de sus estudios no tenía tiempo para muchas distracciones y aquello le daba un poco de tiempo libre o al menos fuera de su estructurado entorno de estudio.
De repente vino a su mente el encontronazo con la camarera al salir de la cafetería y no pudo evitar fruncir el ceño de nuevo, llevándose las manos inconscientemente al lugar en el que le había caído café. No era la primera vez que la veía, sabía que trabajaba ahí a media jornada o algo similar y poco más, no solían coincidir demasiado y tampoco habían hablado nunca de nada que no fuera lo que iba a pedir Asami, sin embargo le trataba con cierta brusquedad y eso le desconcertaba.
Asami no recordaba haberle hecho nada y aun así la otra chica actuaba como si hubiera insultado a sus ancestros. Eso le irritaba, muchísimo.
Habían pasado un par de semanas desde la última vez que había podido pasarse por la cafetería y la verdad es que empezaba a echar de menos su cappuccino de los martes.
Llevaba toda la semana quedándose hasta bien entrada la noche en la facultad, estaba trabajando con unos prototipos para su proyecto y requerían una precisión de ajuste milimétrica, lo cual quería decir en resumidas cuentas que debía hacerlo muy despacio.
Secó una gota de sudor de su frente alejándose para observar el amasijo de cables cuidadosamente colocados y soldados.
-Esto debería bastar, si no lo consigo ahora me va a dar un maldito infarto- murmuró para sí misma.
Era consciente de que cuando trabajaba sola hablaba en voz alta y agradecía que no hubiera nadie alrededor o pensarían que estaba loca de remate… aunque tal vez no estuvieran tan equivocados.
Cuando la maquinaria empezó a emitir débil zumbido no pudo evitar dar un salto con los puños en alto, eso estaba muy pero que muy bien.
Menos frustrada que hacía cinco minutos, miró el reloj de pared del taller abriendo mucho los ojos: eran más de las diez de la noche, llevaba seis horas trabajando sin parar.
Se estiró mientras se frotaba los ojos, su estómago emitió un rugido de protesta y decidió que era hora de dejarlo, si apretaba aunque fuera una tuerca más se iba a volver loca. Se dedicó a guardar sus herramientas en su bolsa y a dirigirse al aparcamiento, despidiéndose por el camino de las señoras de la limpieza que quedaban por allí.
Cuando se metió en el coche sopesó sus opciones, se moría de hambre pero estaba demasiado cansada para cocinar, tal vez podría pedir algo para llevar de algún restaurante chino o algo.
Arrancó y decidió hacer una parada en la cafetería antes de llegar a su casa, necesitaba el café desesperadamente… y tal vez una galleta de chocolate.
Por fortuna el local estaba abierto hasta medianoche y no había demasiada gente. En cuanto empujó la puerta hizo sonar las campanillas de la entrada y le sorprendió no ver a nadie en el mostrador. Caminó hasta la caja registradora de todos modos y escuchó a una voz decir desde el almacén que iba para allá.
De una puerta trasera salió una camarera deprisa y se dirigió hacia ella, Asami no le prestó atención hasta que se encontró con unos ojos azules que la miraron, reconociéndola.
Todo rastro de simpatía en la chica de piel morena pareció desaparecer, pero Asami decidió ignorarlo, había decidido pasar una noche tranquila.
-Perdón por la tardanza, estaba haciendo inventario y ya sabes cómo son estas cosas…-empezó a excusarse la chica.
-No es nada.-dijo Asami.
-Ya… eh… ¿en qué puedo ayudarte?-se cruzó de brazos.
Asami controló el impulso de enarcar una ceja. '¿Café, tal vez? Esto es una cafetería, no es tan difícil' pensó para sí misma. Carraspeó, decidida a no enfadarse y dijo:
-Un cappuccino de vainilla estaría bien. Mediano y para llevar, por favor.
Ella asintió tecleando en la máquina registradora mientras murmuraba un 'muy bien'.
-Mmm… hacía mucho que no te pasabas por aquí, ¿no?-comentó la otra con tono casual, lo que sorprendió a Asami.
-Supongo que sí- se encogió de hombros-¿eso qué importa?
-Nada, supongo, pero me preguntaba si tendría algo que ver con nuestro encontronazo del otro día…
Asami sacudió la cabeza.
-No soy tan melodramática, un café no es nada.
-Pues parecía que me ibas a arrancar la cabeza del enfado que llevabas.-la camarera dijo con un deje de fastidio.
-No suele gustarme que me tiren cosas calientes encima, eso es cierto, pero ese no es el motivo. He estado bastante ocupada estos días así que… no he tenido mucho tiempo para el café.
-Está bien, no me gustaría haber metido tanto la pata con un cliente habitual…
Asami frunció el ceño, ¿así que ahí acababa su preocupación por ella, solo para que hubiera alguien que siguiera pagándoles? Suspiró con cierto enfado.
La otra le miró con expresión confusa mientras le tendía el café, como si no supiera qué acababa de ocurrir o qué podría haber dicho.
Asami simplemente pagó el café y se marchó farfullando un 'gracias', dejando a la otra chica aún más confusa si era posible. Cuando se metio en el coche soltó una maldición y se dirigió a toda velocidad a su apartamento profiriendo toda clase de insultos contra aquella chica. En realidad sabía que la otra no había hecho nada malo y que su enfado se debía a motivos muy diferentes, pero era un remedio eficaz contra su mal humor.
A partir de ese día cada vez que Asami se pasaba por la cafetería se aseguraba que no estuviera la otra chica, quería ahorrarse tensiones y enfados y parecía que cada vez que se cruzaba la otra en su camino, algo iba mal o acababa terriblemente frustrada.
Una tarde sin nada en particular se encontraba tecleando distraídamente en su ordenador portátil parte de su trabajo de fin de grado. No iba a mal ritmo, tal vez tuviera algo que ver con los tres cafés que se había tomado hasta el momento.
Estaba segura de que algún día iba a explotar de sobrecarga de cafeína pero le venía bien, le calmaba los nervios y mantenía su mente despejada, lo cual era algo altamente recomendable para ella en aquellos momentos.
Miró por el cristal que daba a la calle, seguía lloviendo, como no. El mes de octubre era el mes de las lluvias en aquella ciudad y parecía que aquel año no iba a ser la excepción, sin embargo no le importaba demasiado ver el cielo tan gris aquel día. Se ajustaba perfectamente a su estado de ánimo actual: al igual que en el cielo, un nubarrón negro oscurecía sus pensamientos.
Había recibido una llamada de su padre aquel mismo día y eso siempre le alteraba. Oír la voz de su padre tan fría y distante le partía el corazón en mil pedazos.
¿Qué había ocurrido entre ellos? ¿Cómo habían llegado hasta ese extremo? Desde que su madre había muerto, Asami había sido el centro del mundo para él y ella lo sabía. Aquello tenía sus inconvenientes también, no siempre era fácil lidiar con la presión por ser la mejor en todo y mantener la buena reputación de su padre; pero él nunca había sido así con ella… Tan cruel, tan inhumano…
Sin darse cuenta, unas lágrimas se agolparon en sus ojos y ella cerró las manos formando un puño. No se debía permitir momentos de debilidad, le habían enseñado a ser fuerte sin importar el qué… pero se sentía sola, terriblemente sola y triste.
No era una persona con muchos amigos, y menos aún amigos cercanos. Tampoco tenía pareja, lo había intentado pero nunca salía bien y tenía mucho que ver con el hecho de que sólo se acercaran a ella por su nombre y su dinero.
La férrea determinación e impasibilidad que demostraba al mundo se venía abajo cuando se quedaba a solas en su apartamento y se hacía un ovillo en su sofá, esperando que el sueño viniera a ella. Lo cual era muchas veces imposible.
Antes no era así, cuando vivía en su ciudad natal las cosas eran distintas. Todo había cambiado cuando…
-Ejem, disculpa…-un carraspeo le sacó de sus pensamientos.
Se giró sobresaltada para ver al camarero de ojos verdes que solía atenderle. Era un chico agradable, pelo negro y una amplia sonrisa. No recordaba haberle visto nunca serio.
Asami se quitó uno de los auriculares que llevaba para escucharle mientras le dedicaba una educada sonrisa.
-¿Si?
El camarero le miró un poco ruborizado.
-Eh… esto es un poco violento pero bueno… me preguntaba si…
Oh, no, ¿se estaba declarando? Lo que le faltaba, iba a tener que dejar de ir a esa cafetería. Estaba a punto de tener a dos camareros en su contra, fantástico.
-… ¿Eres tú la chica a la que tiraron el café el otro día?-continuó él.
-¿Qué?-Asami abrió los ojos asombrada.
-Me dijo que hace unas semanas se tropezó con una clienta y que había sido desagradable y quería intentar disculparse pero no la había visto y…
El joven seguía hablando sin parar mientras Asami empezaba a comprender de qué estaba hablando. Se regañó a sí misma por sacar conclusiones precipitadamente… No se trataba de una cita, al fin y al cabo. Menos mal, pensó.
-Creo que sí que soy yo.
-Ufff-suspiró.-qué alivio… Porque me dio una descripción pero no estaba seguro de si se refería a ti y la verdad es que quedaría realmente mal si me equivoco.
Asami arqueó una ceja y le miró fijamente, invitándole a terminar la frase con un gesto de cabeza. El chico respiró hondo y cogió la taza que llevaba en la bandeja, dejándola en la mesa junto a las manos de Asami.
-Ella me dijo que te lo diera de su parte, por las molestias y por haberse comportado como una imbécil… Creo que esa es su forma de disculparse.
-¿De su parte?
-Sí, al parecer lleva días esperando a que volvieses pero las veces que vienes no suele coincidir con su turno sino con el mío y bueno… Ella es así, simplemente quería disculparse, supongo.
Asami cogió la taza y aspiró el aroma. Cappuccino de vainilla.
El camarero se rascó la cabeza con un poco de preocupación ante el silencio de Asami.
-¿He hecho algo mal? Por favor, dime que no me he equivocado…
Asami le miró sonriendo un poco.
-No, no has hecho nada malo, todo lo contrario. Me acabas de alegrar el día.
-Menos mal,-suspiró aliviado.-porque le dije a Korra que podía ocuparme de esto y ella confió en mí y no me gustaría que se enfadara conmigo porque…
-¿Korra?-preguntó Asami.
-Eh, ah sí. Korra es la que te envía este café, en caso de que no os hayáis presentado. Y yo soy Bolin.-se señaló a sí mismo con el pulgar izquierdo mientras le tendía la mano derecha.
Asami vaciló ante esa muestra de excesiva amabilidad, normalmente la gente no solía portarse así con ella gratuitamente, pero le bastaba con mirar a aquel chico para saber que su entusiasmo era genuino. Todo él desprendía bondad.
Extendió su propia mano, estrechando la de él con decisión y una sincera sonrisa.
-Encantada de conocerte, Bolin, soy Asami.
-Un placer, si no te importa tengo que volver al trabajo…-bajó un poco el tono de voz, hablando casi en un susurro.-Si el encargado me ve hablando con una chica tan guapa pensará que estoy flirteando en el trabajo y eso no estaría bien.
Asami ahogó una carcajada y asintió con la cabeza.
-Lo entiendo, te dejo volver con tus ocupaciones… Y gracias por el café.
-A mandar, señorita.
Hizo un intento de saludo militar y luego se marchó sobre sus pasos para atender las demás mesas, dejando a Asami a solas con sus pensamientos.
Volvió a dirigir su mirada al cappuccino y no pudo reprimir una sonrisa. Tal vez se había equivocado en juzgar a aquella chica… Se dio cuenta de lo pueril que había sido su comportamiento. 'Evitar deliberadamente a una camarera, ¿quién hace eso?' Pensó para sí misma mientras daba un sorbo al café, saboreándolo despacio. Tal vez el problema hubiera sido ella, tal vez se hubiera portado algún día con brusquedad con ella sin haber sido consciente.
Fuera como fuese tenía que darle las gracias a… ¿Korra? Sí, ese era el nombre que Bolin había dicho.
Ahora tendría que darle gracias a aquella chica, eso podría ser muy interesante para ambas, sólo tenía que asegurarse de poder coincidir con ella alguna vez.
Antes de marcharse de la cafetería llamó la atención de Bolin para pagar la cuenta y saber si podría decirle qué días trabajaba Korra.
Cuando obtuvo toda la información necesaria, se fue de allí más animada de lo que hubiera esperado.
