Tormenta e Impulso en Hogwarts.


Prólogo: Marinero.

Jetzt stehst du da an der Laterne

hast Tränen im Gesicht

Seeman – Apocalyptica ft. Nina Hagen (para el prólogo prefiero este cover a la original)


Con cada paso que daba la opresión en su pecho crecía. El atardecer no auguraba verano. El cielo gris y el viento que soplaba furioso anunciaban una tormenta. Era como si hasta el clima confabulara para concretar sus planes. El lago tenía un color gris metálico y se confundía con el cielo. Anclado en la orilla, yacía aquel barco imponente que los había impresionado desde su llegada. Y ahí, bajo la escalera, estaba él.

Ven a mi barco, una tormenta está empezando y se está haciendo de noche.

—Albus, sabría que vendrías.

El suelo tembló y los gritos provenientes del bosque prohibido se hicieron audibles. En lugar de haberse quedado en su interior para remediar todo el caos que su amigo había ocasionado, había ido en busca de él por una explicación.

Albus no respondió.

—Todos siguen en el bosque, supongo. Son demasiado estúpidos como para percatarse de que me fui. Bueno, en realidad a nadie le importo, solo a ti— le dijo con una triste sonrisa.

Albus apretó los puños con furia. Magia prohibida, decenas de muertos, y él burlándose de toda la situación ¿Aquel era el Gellert del que se había enamorado? Unas figuras encapuchadas se asomaron por el barco.

—Está todo listo para partir, Señor. —Le dijo una voz femenina al muchacho.

—Vamos, Albus. Te estaba esperando. —Gellert posó sus ojos en los suyos. Era una mirada verde, penetrante, llena de vida. La misma mirada que lo cautivó el primer día en que lo vio. Pero ahora todo era distinto.

¿Adónde quieres ir? Tan completamente solo, te estas alejando a la deriva.

Por culpa de él lo había perdido todo. No tenía a nada ni a nadie. Su vida llena de posibilidades, caminos a su disposición sin límites, se había reducido a aquel túnel al que Gellert lo había conducido; sin que él, en todo el año, se diera cuenta del camino que estaba tomando. Solo una vía posible, probablemente sin una luz al final. Había arruinado su vida, y ahora no le quedaba otra que seguirlo.

¿Quién sostiene tu mano, cuando esta te tira hacia abajo?

—¿Por qué lo hiciste, Gellert? —fue todo lo que pudo decir. El aludido frunció el entrecejo, impaciente.

—Me sorprende de ti que me digas eso. No vaya a ser que termine decepcionándome del mago más brillante de todos los tiempos —puntualizó con una sonrisa sarcástica.

Albus no respondió. Un trueno retumbó en el cielo, anunciando la peor de las tormentas.

—Vamos, Albus, no tenemos tiempo —lo apresuró Gellert tendiéndole su mano mientras con la otra afirmaba la escalera—. Tenemos mucho que hacer.

No sabía cómo reaccionar, ni mucho menos, qué pensar del nuevo Gellert que se alzaba ante sus ojos. O mejor dicho, qué pensar del verdadero Gellert que se negó a ver en todo este tiempo.

Ahora solo se sentía traicionado, iracundo y vulnerable.

—¿Por qué lo hiciste? Utilizar a tus amigos de esa forma, arrastrarlos a vivir de la forma que tú deseas…

Gellert se encogió de hombros y lo miró con su clásica sonrisa infantil.

—Yo no los he obligado a nada. Además, sabes que no tengo amigos.

Aquello fue suficiente. Albus agarró a Gellert por su capa y lo alzó para que su rostro quedara a la altura del suyo.

—¿Cómo pudiste? Eres un maldito manipulador —Gellert frunció el entrecejo, bastante molesto.

—Vamos, Albus, ¿acaso pensabas que nuestra campaña para lograr nuestros propósitos se fundaría solo sobre la base de palabras racionales?

—¡Eres un estúpido Gellert! —vociferó Albus pálido de ira—. ¡La gente es estúpida, débil de mente! ¡Si hubieras esperado un par de años para convencer a los estúpidos del Ministerio, todo esto-!

—Sí, bueno. Quizás me precipité un poco —lo interrumpió Gellert como si toda aquella situación fuese lo más normal del mundo—. Pero, tú me conoces, Albus. "Un par de años" es mucho tiempo para mí. Ahora suéltame y vámonos.

—Yo no quería esto, Grindelwald.

El miedo se reflejó en los ojos de Gellert. Intentó articular palabras, pero solo podía emitir débiles tartamudeos.

La lluvia comenzó a caer fuertemente, empapándolos al instante. Unos gritos llegaban desde el barco de Durmstrang, así también como desde el bosque prohibido. Pero las dos figuras junto al lago permanecían inmóviles, ajenas a todo esto. Lo único importante para ellos era seguir contemplándose el uno al otro.

—Por favor, Albus. —Por primera vez, su voz se escuchaba suplicante—. Vamos, sabes que no puedo hacerlo sin ti. Sin ti no soy nada.

Su sentido común volvió fugazmente a él. Ciertamente no estaba en un túnel unidireccional. Tenía tres posibilidades: unirse a Gellert y seguir aquel camino sin mirar al pasado; matarlo para evitar todo el daño que sabía que causaría (estaba seguro que esa era la opción más difícil de ejecutar); o volver al bosque prohibido y pretender que nada había pasado. Solo una de las opciones implicaba volver a los brazos de la única persona a la que había amado.

Ven a mi barco, el capitán se siente ansioso.

—¿Vienes o no? —le preguntó Gellert, con una expresión angustiada y suplicante que le provocó un dejo de lástima.

—…— El silencio y el tiempo detenido se volvieron uno. La eternidad se hacía esperar. Solo la angustia avanzaba y los colores de la juventud se desvanecían.

Ahora estas de pie junto al faro, tienes lágrimas en el rostro. El fuego toca la vela. Solo la noche es tan despiadada.

Llega el otoño.

El tiempo permanece callado.

Y tengo frío.


NO es un songfict, solo agregué unas estrofas traducidas de Seeman, por ser adecuadas al prólogo, así que no se preocupen. Agradecimientos a mi despiadada Beta: Sorita Wolfgirl por sus observaciones sin filtro alguno, y también a Jessyriddle por la paciencia al aguantarme sacando el prologo, volver a meterlo, etc, etc.