Es mi primera historia y no manejo muy bien la pagina web, escribo estas historietas en cuadernos. La subo por si a alguien le interesa en cualquier caso a mi me relaja escribirlas.

Ningún personaje me pertenece.

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El verano llegó al pequeño pueblo. Estaba cerca de la capital, pero poco importaba puesto que era como realizar un viaje en el tiempo, las calles aun no estaban asfaltadas, a excepción de la que conectaba con la nacional, la gente aún tenía mulas y los perros corrían salvajes por las calles. La mayoría de la gente se había ido a vivir a las grandes ciudades y el pueblo estaba prácticamente despoblado pero, en verano las familias se reunían allí y disfrutaban de la paz del campo. Los pocos que quedaban eran ancianos dedicados a la agricultura, que en algunos casos cultivaban su propio huertecillo.

Los ancianos disfrutaban contando historias de tiempos en los que el pueblo estaba lleno, y labraban las tierras, los niños podían jugar libre, fuera de la supervisión constante de sus padres y los padres podían descansar.

Una de las casas estaba habitada por la familia García, aún les faltaba por llegar un integrante, que estaría a punto de llegar.

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El viaje estaba siendo eterno para Kate, lo único que iba a su favor era que los niños estaban dormidos.

Pronto llegaron a las curvas cerradas y estrechas que según ella, separaban su pequeño pueblo de la civilización. Si los niños no estuvieran dormidos seguro que se habrían mareado. Recordó entonces, multitud de viajes en los que ella o sus hermanos habían vomitado en el coche produciendo el enfado de su padre. Pero, su padre ya no estaba con ellos y esos tiempos habían quedado muy atrás.

Una vez pasadas las curvas, en el horizonte asomaban unas pequeñas casas y alrededor se alzaba la iglesia. Aparte de ello todo era trigo y cebada, el olor de la mies atravesó sus fosas nasales a la vez que mil imágenes de su niñez atravesaban su mente.

Pronto llegó a su casa y antes de que pudiera despertar a los pequeños, su madre ya había salido afuera. Carmen tenía unos 55 años, Kate no estaba muy segura de su edad exacta porque su madre siempre se había negado a enseñarles el DNI o decirles su edad. El pelo ondulado canoso caía hasta sus hombros y llevaba su típico atuendo del pueblo, que consistía en un vestido con diferentes estampados, en este caso flores y unos zancos de enfermera.

-¡Cata, ya habéis llegado! Gritó emocionada Carmen. Fueron la una hacia la otra y se abrazaron con fuerza.-Te veo más delgada, yo creo que por allí no te dan de comer. Dijo pellizcándola en brazo. Kate no puedo evitar poner una mueca de fastidio aunque en el fondo sabía que su madre estaba en lo cierto, y que había perdido mucho peso. –Bueno, ¿dónde están mis tesoros? Repuso Carmen con gran entusiasmo.

Kate volvió al coche y despertó a los gemelos y cogió en brazos a la más pequeña, Hope, que estaba más adormilada. Los gemelos corrieron a abrazar a su abuela, la cual les removió el pelo y les comió a besos.

-Alex, Masi, vuestros tíos están dentro, ir a darles un beso al menos. Y con eso los niños desaparecieron por la puerta. Kate se acomodó a la peque en su cadera y sacó al perro del maletero.

-Kate, Hope está tan grande, se parece mucho a ti…me alegro tanto de que estéis aquí..

-Yo también mamá, yo también..

Y tras ello, Kate entró a su casa dispuesta a relajarse con su familia y pasar un buen verano.

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Este año no había sido uno bueno. Un divorcio, nada de inspiración y una hija enferma no parece un buen recuento pero, así es como veía su año Rick.

Alexis no tenía una enfermedad física, no tenía cáncer ni nada roto. Pero el abandono de su madre conllevó una severa depresión, porque tenía su corazoncito roto. Apenas comía, hablaba jugaba o reía, era como si hubiera perdido la alegría de vivir. El panorama causaba gran dolor a Rick, tanto que le impedía incluso escribir.

Tras pasar por varios especialistas y psicólogos y no notar ningún cambio positivo, Rick decidió que lo que necesitaban, ambos era un cambio de aires.

Se quería ir lejos. Lo más lejos posible. Pensó en viajar a África, Egipto, Sudamérica…pero no conocía a nadie por allí, y tampoco veía claro tomarse unas vacaciones convencionales porque muy probablemente Alexis no respondería.

Lo habló con sus más allegados hasta que su portero Mateo le alquiló una casita en un pueblo español. Una casa pequeña, en un pueblo muy acogedor que utilizando palabras textuales de Mateo "único". Rick investigó por internet y descubrió que el pueblo no tenía nada. Otros muchos hubieran considerado la ausencia de monumentos, museos…un inconveniente para muchos ,pero era lo que Rick buscaba.

Unas semanas más tarde, todo estaba preparado y tras un viaje eterno se vieron en un pequeño pueblo rodeado por campos de trigo...