PORQUE HAY AMORES…
By DARLA ASAKURA
CAPITULO I
TRAS LA NIEBLA…
¡Porque existen amores que no se extinguen, aun cuando insistamos en hacer creer al mundo lo contrario!
Una vez más, en muy corto tiempo, me hallaba sentado frente al amplio escritorio repleto de papeles; los ojos castaños, casi dorados, de la Hokage a quien ahora servía, se posaron en mí por enésima vez, luego de releer el documento que tenía en las manos. No me inmuté ante su escrutinio, nunca solía hacerlo.
- ¿Estás seguro de esto?- preguntó otra vez, mirándome directo a los ojos.
-Sí.- me limité a responder.
- Sai… esta misión es muy difícil, no quiero que vayas solo.- volvió a insistirme, sin lograr mucho.
- Trabajo mejor solo.- sostuve mi posición, tranquilamente.
- No… no puedo permitirlo, vives realizando misiones de alto riesgo. Expones la vida por nada.- Trató de hacerme ver la Hokage.
- ¿Le parece nada, salvar la vida de otros?- Pregunté, sin esperar respuesta.
- Pero… este tipo de misiones, requieren de un equipo completo Sai.- siguió tratando de convencerme la rubia mayor.
- Mi equipo hace algún tiempo que está incompleto. Iré solo.- repuse sin emoción.
- Está bien, toma.- musitó quedamente, luego de emitir un largo y profundo suspiro de resignación, y entonces me tendió el papel que minutos atrás leyera.
Lo tomé, asentí y me dispuse a salir de la oficina, sin apresurar el paso.
- Sai-kun…- me giré a verla, al escuchar mi nombre.
- Quiero que regreses sano y salvo¿entendido?- exclamó seria, al tiempo que me dirigía una mirada fulminante.
- Sí, Hokage-samma.- Respondí, para luego salir de allí de inmediato. Afuera, mirando por un amplio ventanal, me encontré con una muchacha, quien al parecer me esperaba.
- ¿Otra misión?- lanzó la pregunta, sin voltear a verme, apenas escuchó la puerta cerrarse tras de mí.
- Sí.- dije con simpleza. No iba a discutir los detalles con ella.
- ¿Cuánto dura?- Volvió a preguntar con voz dulce.
- Dos semanas.- sentencié.
Hubo un breve instante de silencio, que yo me encargué de romper.
- Hinata, yo…- pero no pude continuar, ella me interrumpió, al darse vuelta y regalarme una dulce sonrisa, de esas que aunque ella lo ignore, siempre me animan.
- Me lo dirás cuando vuelvas.- musitó quedamente, la hermosa muchacha de ojos pálidos.
- Volveré.- le aseguré, devolviéndole la sonrisa y reemprendiendo la marcha.
- Cuídalos.- dije en un susurro casi inaudible, sabiendo de sobra que pedir aquello, no hacía falta.
La misión era algo de suma importancia para la Aldea escondida entre las hojas, se debía infiltrar a alguien en el despacho del nuevo Mizukage, pues se rumoreaba que en las altas esferas de la Aldea escondida entre la niebla, se estaba cociendo un complot para derrocarlo, ya que el carácter conciliador del joven Kage, no era compartido por los antiguos jefes de los clanes que componían dicha aldea. Además, era posible que el consejo también estuviese involucrado, por lo que ese pequeño problema interno prometía convertirse tarde o temprano, en una guerra que acabaría arruinando las nuevas alianzas.
Mis órdenes eran claras y concisas, llegaría con un mensaje para el Kage local, quien era el único en el que podía fiarme. Mi fachada era la de un simple embajador, aun así el que Tsunade-samma quisiera que fuese un equipo completo de sus mejores ninjas, era debido al peligro latente y a la enorme sensación de estar metiéndose en la boca de un lobo hambriento, voluntariamente.
Si las cosas salían bien, esto significaría que Konoha había ganado una gran aliada, en su homologa de la Niebla, que esta última, por fin tenía al mando a un Kage digno y que yo volvería a casa sin un solo rasguño; pero si por el contrario, las sospechas de la Hokage tenían fundamento, estaría metiéndome en el problema de mi vida, pues pasaría las siguientes dos semanas, a disposición del enemigo, en una posición bastante incomoda, y con muy pocas probabilidades de salir victorioso y regresar ileso a Konoha.
Sin embargo, quince días después de mi llegada a la Niebla, aun estaba vivo y esperando en el muelle, uno de los pocos barcos, que se encargaban de transportar pasajeros con destino a la Tierra del fuego y en compañía del mismísimo Mizukage, quien había insistido en despedirme personalmente, mientras que un escuadrón de Anbus, se hallaba mezclado entre la espesa niebla, que no me dejaba ver más allá de mi nariz.
-Hey… Sai-kun.- escuché llamándome, al Kage de la Niebla.
-Dígame Ryouka-samma.- respondí.
-Es Ryouka, a secas.- me dijo el muchacho de ojos grises y tez tan pálida como la mía, quien portaba las ropas distintivas del Rokudaime Mizukage.
- Bueno, quería darte las gracias, por arriesgar tu vida para salvarme… tus órdenes no incluían eso, solo debías ponerme sobre aviso de los rumores que llegaron a oídos de Tsunade e informar si éstos, tenían algo de cierto. Nada te obligaba a tomar partido en la lucha interna, que se llevaba a cabo en la Niebla.- Terminó de hablar, el joven Kage.
- La gente de la Niebla, merecía tener al mando, al Kage a quien habían escogido.- musité brevemente, él solo me miró.
- No hay excusas para dejar de ayudar.- declaré con tono impersonal, esperando que esa razón le bastara al ninja reconocido, como el número uno en la Aldea escondida entre la Niebla.
- Hablas con sabiduría.- me dijo, para luego entregarme un pergamino, con el sello oficial de la Niebla.
- Lleva esto a tu Hokage.- me dijo el chico de ojos grises, con voz sumamente tranquila.
- No son mis palabras… eso lo dijo un viejo amigo, hace mucho tiempo ya.- musité en un hilo de voz, al tiempo que recibía el pergamino de manos del Kage, quien clavó en mis ojos oscuros su gris mirada, por un muy breve instante.
- Dicen… que a veces tras la niebla, se esconde aquello que las personas más añoran. Y también dicen… que una que otra vez, ésta se despeja totalmente, para dejarlas verlo.- exclamó, yo lo miré sin pista alguna, de lo quiso decirme con esas palabras.
- Por el momento, te pagaré con eso…- murmuró cálidamente el Rokudaime Mizukage, regalándome una extraña sonrisa.
- No entiendo.- dije, aun más consternado con aquel último comentario.
- Ya lo harás. Que tengas un buen viaje, Sai-kun- expresó sus buenos deseos Ryouka-samma, dejando de mirarme a los ojos.
- Será todo un honor, tener a Konoha como aliada.- terminó él, haciendo una pequeña inclinación con la cabeza, a lo que yo le correspondí, con otra igual.
- El honor será nuestro, gracias por todo.- me despedí respetuosamente y le observé mientras se alejaba, meditando sus palabras aun.
El Rokudaime de la Aldea escondida entre la Niebla, era una persona amable, pero también sorprendentemente misteriosa, era la única explicación posible a todo eso de "lo que las personas añoran, escondido tras la niebla.", pues aquello no venía al caso.
Al seguirlo con la mirada, pude ver como un miembro de su escuadrón de escoltas Anbu, le alcanzó casi de inmediato y también le escuché decirle con mucha, con algo de turbación.
- Mizukage-samma, le ha hecho un regalo muy sublime¿no lo cree?- a lo que el aludido le miró.
- Bueno… él es un chico especial.- le escuché responder, antes de perderse entre la espesa niebla, que seguía imponiéndose en aquel lugar.
Dejé de mirarlos alejarse, realmente porque fui incapaz de seguir haciéndolo, debido a la niebla que a cada segundo parecía volverse más espesa, y me di la vuelta, para mirar el mar, esperanzado en ver llegar el barco que me llevaría de regreso a mi aldea y a la única persona, que sabía todavía me esperaba.
El ruido de las olas chocando con algo, me alteró los nervios¿sería el barco?... pero si hacía un minuto no estaba allí¿acaso se acercó sin hacer emitir ningún sonido?
Era raro, muy raro. Entre la niebla pude verlo, acercarse poco a poco y atracar lentamente en el muelle; apareció justo frente a mí, al igual que una rampa, que lo unía al muelle, supuse que con el objetivo de facilitarles a los pasajeros, el descenso a tierra firme.
De un momento a otro, la niebla que lo cubría casi todo se esfumó y como por arte de magia, el sol brilló en lo alto, cegándome un poco. Se escucharon un par de ruiditos provenientes del barco en cuestión, que hicieron que éste volviera a ocupar el primer lugar en mis pensamientos, por lo que fijé la vista en él, pero no encontré nada ni nadie, que me pareciera sospechoso… de hecho, daba la impresión de que se trataba de un barco fantasma, hasta que la presencia de dos personas, que reían en forma cómplice, quienes surgieron rápidamente de la nada, mirando hacia atrás, me mostró mi equivocación.
Un fuerte dolor me sacudió el pecho y sentí las lágrimas acudir a mis ojos sin entender que me ocurría, traté de enderezarme e identificar a las personas, que me parecían tan conocidas sin saber por qué, pero la luz brillante del sol me lo impedía. Los latidos de mi corazón se hicieron cada vez más rápidos, sentí las rodillas temblarme y las piernas me flaquearon, pero no era dolor lo que sentía, no; una inmensa alegría invadió mi ser, la plenitud reemplazó el enorme vacío y la enorme sensación de ser amado, necesitado… reemplazó a su vez, mi honda tristeza, y fue entonces que sus voces llegaron claramente a mis oídos y logré saber de quienes se trataban.
- Hey… Sai¿nos estabas esperando?- gritó Sakura, casi al borde de la euforia.
No respondí, no podía… no sabía que decir. ¿No podía ser Sakura o sí?... se veía tan diferente, tan radiante, sus ojos jade centelleaban de alegría y me sonreía como antes.
-Si serás tarado… no necesitamos de una rampa, somos ninjas.- gritó Naruto, al tiempo que saltaba a tierra, aterrizando cerca del lugar donde me encontraba.
Lo miré ensimismado, las lágrimas habían dejado de brotar de mis ojos, pero aun recorrían mi rostro, cuando una sonrisa empezó a formarse en mis labios.
- Sakura-chan, aquí…- le indicó graciosamente el rubio, a la chica que ya estaba de pie en el barandal riendo, mostrándole los brazos abiertos de par en par.
-Si no me atrapas, es porque no me amas…- exclamó a voz en cuello ella, y vi como sonreía, al cerrar los ojos, para acto seguido, lanzarse al lugar donde el rubio ojiazul le esperaba.
Naruto la atrapó en el aire, y dio dos vueltas sobre su propio eje, realmente feliz.
- Sí, justo en mis brazos. Como debe ser.- dijo sonriendo, sin colocar a la pelirosa en el suelo.
-Baka. No siempre contarás con tanta suerte.- musitó la bella chica, rodeándole el cuello con los brazos, para luego besarle dulcemente en los labios.
- Por supuesto que sí… tontita, si de mí depende, estarás en mis brazos por siempre. ¿No lo crees Sai?- dijo, dirigiéndose a mí, en su última oración.
Lo miré otra vez y me volví a quedar mudo, la pareja de enamorados parecía extrañada con mi comportamiento. El rubio colocó con suavidad a Sakura sobre las tablas del muelle, y ésta me miró con suma preocupación, lo que eventualmente hizo que me percatara de la situación.
-Sai…- murmuró dubitativamente él, como tratando de entender que era exactamente lo que me sucedía.
-Ni lo intentes, dobe… ¿No recuerdas, que ese fallido intento de clon mío, es incapaz de disfrutar de las pequeñeces de la vida?- la voz del Uchiha, llenó entonces el aire.
En ese momento, sí dudé de todo… definitivamente debía estar volviéndome loco. Sacudí la cabeza de un lado a otro, como intentando despejar mi mente de aquellas imágenes, de esa escena nunca antes vivida… de esa ilusión, de esa mentira.
- ¿No es así?... Sai.- terminó de hablar el moreno, dirigiéndose a mí en exclusiva.
Levanté el rostro y lo vi, sí, lo vi…
Ahí, apoyado en el barandal del barco. Con su mirada desafiante, clavada en mí… solo en mí.
No pude más y me dejé caer, no me sentí capaz de seguir allí… sabía que no podía ser verdad, eso no podía estar pasando, no.
Sasuke estaba muerto, Naruto había dejado atrás el mundo, y Sakura… ella había dejado de sonreír.
Ya no éramos así, ya no éramos más "Los amigos inseparables", nunca más.
- No lo sé, Sasuke. Él tampoco es tan… así. – terminó de exponer el rubio, convencido de que algo malo sucedía, posando su vista azul, en el moreno y luego en mí, alternativamente.
- No sé que te ocurre, Sai.- escuché decir a Sakura, al acercarse a mí.
- Pero lo que sea, lo resolveremos… los cuatro. Para eso somos amigos, los amigos lo superan todo, siempre juntos¿o no Sasuke?- le preguntó esta vez, al otro moreno del grupo.
- Claro que sí, no hay nada que los amigos no puedan enfrentar.- exclamó el Uchiha, saltando repentinamente por la borda y aterrizando en el muelle limpiamente.
- Y nosotros cuatro, no somos simplemente amigos.- terminó, mientras se acercaba al lugar donde me encontraba.
- Ah, no… pos¿qué somos entonces, teme?- preguntó Naruto, algo perdido.
-Somos hermanos… hermanos de sangre.- puntualizó el chico de cabello negro azul, arrancándole una sonrisa a los otros.
La paz que me invadió al escuchar esas palabras, en la voz de Sakura, era indescriptible.
- Arriba Sai, recuerda que de todos, tú eres el más centrado.- dijo la chica dulcemente, tendiéndome una mano y regalándome una sonrisa mágica.
-Tú eres el pilar del grupo, si te derrumbas¿Quién me sostendrá cuando me embriague?- me recordó Naruto, haciendo una mueca de falso disgusto.
- Realmente cloncito…- inquirió Sasuke.
-Ellos te necesitan.- concluyó muy serio, borrando todo rastro de sonrisa.
Sentí que el mundo giraba, igual que todo a mi alrededor, debía ser un sueño, el mejor sueño de mi vida… pero era tan real, era igual que mi pasado, lo días en que todo lo compartía con mis amigos… pero había algo más. Las palabras de Sasuke hacían alusión a algo más, pero a qué.
Me dispuse a tomar la mano que Sakura tan amablemente me ofrecía, sonriendo débilmente ante la actitud recelosa que noté en Naruto y más, al contemplar el semblante sereno de Sasuke, pues ahí estaban los tres, de pie frente a mí.
- Ya estuvo bueno de drama.- soltó repentinamente el rubio de los ojos azules, tomando él la mano de Sakura antes que yo.
- Vayamos a tomar unas copas¿qué dices, teme?- le dijo a Sasuke, quien se limitó a encogerse de hombros y volteó un poco los ojos, en actitud resignada.
-El último en llegar paga la primera ronda.- Agregó Naruto, sacándome la lengua, para luego cargar a la pelirosa en su espalda y desaparecer corriendo a toda velocidad.
Sasuke me miró una vez más, antes de hacer una mueca de total fastidio, encogerse de hombros, hacer un sello y desaparecer frente a mis ojos.
- Chico… hey, muchacho. ¿Estás bien?- escuché a u mercader decirme, al tiempo que me sacudía un poco, tomándome por los hombros.
- ¿Ah?...- finalmente respondí, bastante aturdido y sin entender en lo absoluto, lo que pasaba.
-¿Qué si estás bien?, llevas un buen rato allí, con la mirada perdida.- me explicó el señor, de forma amable.
Miré a mí alrededor, la niebla volvía a cubrirlo todo, el barco se hallaba en el mismo lugar, pero nada indicaba que algo de aquello, hubiese sucedido en realidad.
- Yo… ¿estaba solo?- pregunté, desconfiado aun.
- Sí… por eso me acerqué, pensé que esperabas el barco. ¿Eres un ninja de la Hoja?- preguntó el señor, poco convencido. Asentí, pero guardé total silencio.
- Bueno, quizá debas abordar, es el último de la semana.- murmuró señalando el barco.- Si lo pierdes, tendrás que esperar hasta el próximo viernes.- recalcó, antes de comenzar a andar.
- Sí, gracias.- balbuceé como pude y comencé a caminar en dirección a éste.
El tiempo que duró el viaje de regreso a Konoha, me sentí incapaz de dejar de pensar en lo ocurrido en aquel muelle… Era tan real, no podía ser un Genjutsu común y corriente, además no encontraba explicación alguna, para que alguien quisiera hacerme vivir todo aquello.
Los semblantes de Naruto y Sakura, su forma de actuar… eso debió salir de mi interior, de alguna manera… nadie podría saber todos esos pequeños detalles.
Y las palabras de Sasuke… las sentí retumbar en mi mente, las tenía grabadas y todavía las escuchaba de lejos, como si se tratara de una especie de eco.
¿Qué significaba eso¿qué había querido decirme?... Quería que los ayudara¿era eso?... pero y yo¿qué podía hacer?
- "No sé que te ocurre, Sai… pero lo que sea lo resolveremos."-
- "No hay nada que los amigos, no puedan enfrentar."-
- "Y nosotros no somos, simplemente amigos."-
- "Somos hermanos… hermanos de sangre."-
Aquellas palabras eran verdaderas, yo lo sabía… siempre fuimos así, Sasuke siempre lo dijo, "no necesitamos a nadie más, si nos mantenemos unidos… no hay excusas para dejar de ayudar."
Entonces como si esa última frase fuera la clave, que ayuda a resolver el acertijo, recordé al Mizukage y la reacción de éste, cuando cité las palabras de Sasuke, su actitud, sus ojos clavados en los míos, pero aun más, sus palabras… esas a las que en aquel momento, no les encontré ningún sentido, pero que ahora, al acercarme cada vez más a Konoha y luego de vivir todo eso, comenzaban a tenerlo.
"Dicen… que a vecestras la niebla, se esconde aquello que las personas más añoran. Y también dicen… que una que otra vez, ésta se despeja totalmente, para dejarlas verlo." Además estaba lo que había dicho aquel Anbu, eso de que el Mizukage me había hecho un regalo sublime.
De pronto no solo todo tuvo sentido, sino que encajó perfectamente, como si de la última pieza del rompecabezas se tratara. Eso era lo que yo más añoraba, que mis amigos volvieran a ser los mismos… que Sasuke jamás se hubiera ido.
- Sasuke…- susurré su nombre, apenas moviendo los labios.
Alcé la vista entonces y me di cuenta, de que finalmente estaba de vuelta, había regresado a Konoha.
- "Tú eres el pilar del grupo…"-
-"Realmente cloncito… ellos te necesitan."-
Sonreí tristemente y me dediqué a cruzar las puertas de mi aldea, para entregarle a la Hokage mi informe sobre la misión, así como el pergamino sellado que me entregara el Mizukage… y completamente decidido a volver a poner en orden, todo aquello que no lo estaba.
Notas de la Autora:
Bueno… esta es mi segunda historia de Naruto, que al contrario de la primera es bien corta y ya está completa. Espero que las personas que la lean, la disfruten tanto como yo.
Este fic, está centrado en la amistad, aunque si contiene algunos pocos y leves toques románticos…
Gracias.
Darla Asakura
