Título: Acerca de juegos y verdades.
Pareja: Harry/Draco.
Resumen: Harry Potter es auror, y una tarde, en medio de una intervención, se encuentra nada más y nada menos con Draco Malfoy. Este encuentro desencadena una investigación mucho más personal de la que sus amigos (y ustedes) creen.
Advertencias: Lemmon (en exceso, sobre todo al inicio, pido disculpas por ello, pero Harry y Draco lo hacen felices de la vida); algo empalagoso en algunas partes, enredos y saltos en el tiempo al momento de narrar (ellos no harán saltos en el tiempo, yo, con mi "maravillosa" forma de narrar los haré saltar a ustedes)
Notas propias: Este fic está dedicado para Nai, con todo mi cariño y mi corazón, por tu cumpleaños preciosa (que fue en octubre y como ya dije, es el regalo más tardío que he entregado jeje). Espero que la historia te guste.
ACERCA DE JUEGOS Y VERDADES
Prologo
Immingham, Lincolnshire, Reino Unido, septiembre de 2008:
A sus veintiocho años de edad, Harry había estado innumerables veces al borde del peligro, y Hermione siempre le decía que durante la guerra era entendible, después de todo era una guerra y ellos luchaban para librar al mundo mágico de la maldad de un Lord medio loco con ínfulas de pureza de sangre, pero que ahora, tras tantos años –casi diez- de que la guerra terminara, cualquiera esperaría que Harry deseara tener una vida apacible, un trabajo relajante y que pasara los fines de semana sentado en el jardín, disfrutando del hecho de estar vivo, o alguna cosa por el estilo.
Pero Harry distaba mucho de aquellos conceptos. Es más, él tenía en claro que había sido justamente la guerra y la forma en que había pasado toda su adolescencia, año tras año de aventuras y riesgos, lo que lo había convertido en la clase de persona que era: arriesgada, algo imprudente, que no le importaba ponerse en peligro y que no podía estar mucho tiempo sin meterse en problemas.
Y precisamente era ese espíritu osado el que lo había puesto en el cuerpo de Aurores, y esa tarde, para ser más claros, en medio de esa carretera oscura y peligrosa, junto a dos de sus compañeros e investigando, sin autorización de su jefe, a un muggle que aparentemente estaba en contacto con un mago para el tráfico de pociones mágicas desde África y equipos electrónicos modernos y con marcas falsas desde China.
En esa época lo que llenaba el horario de los aurores ya no era los intentos de algunos magos de hacerse del mundo mágico y desterrar a los muggles y mestizos, sino el conseguir oro, valiéndose de su poder mágico, para engañar y aprovecharse de muggles.
—Dentro hay ocho personas, y un mago —susurró Roger Morrice, inclinándose un poco hacia delante para que Harry lo escuchara. Parecía realmente sorprendido por el hecho de haber encontrado un mago dentro.
—Eso es inesperado, no pensamos que realmente el contacto apareciera por fin —meditó Harry.
—Ciertamente lo es, pero no podemos hacer nada más que retirarnos —suspiró Morrice.
—¿Qué? —protestó Harry. —No, no podemos abandonar, el jefe está allí, por fin, y con su contacto mago, quién sabe cuándo tendremos esta misma oportunidad de nuevo.
—No estamos autorizados a estar aquí —aclaró Morrice.
—Pero existen muchas probabilidades de que no tengamos esta oportunidad de nuevo, es decir, ni siquiera nos quisieron autorizar a investigar esta pista en primer lugar —intervino Alyce Snetterton, su otra compañera. Morrice le dio una mirada de fastidio.
—Ya investigamos y sabemos que algo pasa allí, con eso sí nos darán una autorización —respondió Morrice.
Aunque en el cuerpo de aurores nadie tenía un compañero permanente, a Harry le gustaba mucho juntarse con Morrice y Snetterton, se habían hecho bastante amigos y disfrutaba trabajar con ellos e incluso pasar algunos ratos libres. Por lo general se llevaban bien entre ellos, aunque eso no implicaba que estuvieran de acuerdo todo el tiempo. Harry a veces pensaba que era la necesidad de reemplazar a Ron y Hermione en sus aventuras lo que lo había llevado, de manera inconsciente, a buscar dos compañeros como ellos.
—Bueno, es posible, pero no creo que el jefe nos llame la atención por detener a una banda de traficantes, sobre todo si el muggle y el mago que lo organizan están juntos —caviló Snetterton.
—Es un buen punto —asintió Harry.
—Claro que es un buen punto, pero existen reglas, y si están hechas es por algo, es decir, no podemos irrumpir sin una orden —protestó Morrice, cada vez más alterado. Harry y Snetterton intercambiaron una mirada cómplice.
—Tienes razón —dijo finalmente Snetterton —, no podemos entrar, aunque nuestra misión primordial sea mantener la paz y tratar de detener a todos los que atentan contra ella y contra la justicia…
—Sí —asintió Harry, bajando la varita —, debemos ir al cuartel y seguir el trámite correcto para las órdenes de registro y arresto, y luego volver aquí.
—Ojalá aún estén —suspiró Snetterton, mirando hacia el gran almacén que tenían en frente.
—¡Hey!, pero si no están, no importa, después de todo seguimos los procedimientos —intervino Harry —, eso es lo significativo.
—Cierto, cierto —asintió Snetterton, poniendo una mano en el hombro de Harry, pese a que era mucho más baja que él —, no tiene nada que ver que los encontremos nuevamente o no…
—No, y tampoco si es que esta es la única oportunidad en que el jefe y el mago están juntos en un solo lugar con toda la mercadería traficada.
—Y tampoco que continuaran infringiendo la ley impunemente si es que escapan hoy —continuó Harry.
—¡Exacto!, y si…
—¡Ya, ya! —gritó Morrice finalmente, interrumpiéndolos y empujándolos un poco —, me tienen jodidamente harto con sus shows.
—Nosotros no hacemos shows —protestó inmediatamente Snetterton.
—¿Y cómo le llamas a esto?
—Definitivamente no un show…
—¿Qué tal si dejamos para luego la pelea? Para cuando estemos en un bar, celebrando que atrapamos a estos tipos —interrumpió Harry.
Con ellos siempre era así, Morrice siempre trataba de que siguieran el procedimiento al dedillo; a Snetterton era de las que le interesaba muy poco el reglamento, es más, parecía disfrutar cada vez que lo incumplían; y él, bueno, él tendía a saltarse cualquier autoridad que se interpusiera entre él y su objetivo: en este momento atrapar a un tipo que había estado traficando con pociones de dudosa reputación, además de equipos electrónicos muggles. Ganancia por ambos lados. Sabían desde el inicio que su ayuda debería ser un mago, por supuesto, y un soplón les había asegurado aquello, pero también que nadie conocía quién era el mago en cuestión ni el jefe de la banda, y por fin los habían encontrado juntos, definitivamente no podían dejar pasar la oportunidad por un simple tema burocrático.
—Bien, entonces hay que ponernos a esto —suspiró Morrice, dándole una mirada al enorme almacén de altas paredes grises, en la parte frontal tenía una enorme puerta de metal de dos metros de alto, cerrada por dentro seguramente, delante del almacén, a pocos metros, había cuatro camionetas cuatro por cuatro, con lunas polarizadas y de color oscuro.
Harry dio una mirada a la carretera A1173, cerca del puerto Immingham, pese a que la oscuridad ya estaba cayendo, aún podía ver los barcos y los contenedores siendo manipulados por las enormes grúas.
—Debemos atacar por el techo —decidió, mirando hacia arriba.
—¿Con las escobas? —preguntó inútilmente Snetterton, señalando con la cabeza a las escobas que estaban escondidas a un lado del almacén, esa era la forma en que habían llegado hasta allí.
—Hablo en serio —protestó Harry —, usaremos las escobas, obviamente —aclaró, poniendo los ojos en blanco, lo que provocó que Snetterton le diera un golpe en el brazo —Auch —se quejó, apartándose un par de pasos —, decía: usamos las escobas y hechizos bombardas para destruir el techo, ellos no sabrán lo que pasa y en la confusión bajamos en las escobas y los atrapamos.
—Qué simple —replicó sarcásticamente Morrice.
—Ellos no se darán cuenta, y por último el departamento de desmemorizantes podrá solucionarlo luego—se defendió Harry.
—Entonces: volar, bombardas, los capturamos y luego nuestro jefe nos condecora —resumió Snetterton, que había ya atraído las escobas para los tres.
—¡Así de simple! — exclamó Harry. Morrice le dio una mirada resignada y Snetterton sonrió más ampliamente.
Harry tomó una bocanada de aire, preparándose para el ataque, por un instante sintió una punzada de preocupación, pero la ignoró, asociándola a lo poco que había dormido por esos días, lo mejor, se dijo, era no pensar en ello y poner su mente en otra cosa, como en la intervención que estaban haciendo, así que se montó en su escoba y rápidamente se elevó, inmediatamente sus compañeros estaban a su lado.
La noche estaba cayendo y el cielo estaba nublado, solo esperaba que no empezara a llover en ese momento, pues les dificultaría el trabajo; sobrevolaron el almacén un par de veces, antes de colocarse a varios metros de distancia, Morrice cerca de la puerta, Snetterton cerca del final del almacén y Harry al centro. Levantó una mano e hizo una señal, antes de apuntar con su varita al techo y gritar:
—¡Bombarda! —aún con el sonido de la explosión pudo escuchar a sus compañeros gritando el mismo hechizo. Contó hasta tres, antes de repetirlo por segunda vez, la nube de polvo se levantó y por un instante lo cegó, no esperó a que su visión fuera clara, antes de lanzarse hacia el espacio que sabía, no debía estar más cubierto por el techo.
Apretó los labios y trató de no respirar mientras sentía el polvo rodeándolo, y cuando tuvo una visión más o menos clara, vio un enorme espacio lleno de anaqueles y cajas por todos lados, un grupo de hombres se habían reunido al centro, y apuntaban enormes armas automáticas hacia el techo, levantó la varita, intentando maniobrar la escoba en un espacio tan pequeño y trató de mandar un desmaius hacia esos hombres, cuando el primer sonido de un sinfín de balas se escuchó.
Durante un instante estuvieron a salvo, pues los muggles no lograban atinarles, pero los obligaban a moverse tanto que les era difícil darles con algún hechizo; la locura llegó cuando escuchó a Snetterton gritar, giró un poco y la vio caer, como si se tratara de una cámara en movimiento lento, desde lo alto de la escoba hacia el piso. Emitió un quejido ahogado, antes de que tres hombres ya estuvieran sobre ella, apuntándola.
—Mierda, le dieron a Alyce —gritó Morrice, volando hacia él y agachando la cabeza para que las balas no le dieran, Harry se lanzó en picada con la escoba, apuntando con su varita hacia los hombres, pero le seguía siendo difícil darles mientras trataba de evitar el tiroteo.
—¡No bajes! —gritó, dando una vuelta al almacén y sintiendo las balas dándole a la cola de su escoba —¡No bajes! —repitió con más fuerza, viendo a Morrice yendo en picada hacia los hombres que rodeaban el cuerpo inconsciente de Alyce Snetterton.
—¡Aléjense de ella! —gritaba en tanto Morrice, volando aún un poco alto y dándoles vueltas a los hombres que tenían a la chica.
—¡Morrice, no, sube! —ordenó Harry nuevamente y ese instante de distracción costó que más de una bala diera en su escoba, haciéndolo perder el control de ella.
Harry veía con temor como se precipitaba hacia los estantes metálicos y lo único que pudo hacer fue intentar desviar su escoba, aunque esta no le respondía ya en absoluto. Escuchó el grito de Morrice a lo lejos, mientras ponía las manos para protegerse la cabeza y así evitar darse muy duro contra los estantes. Aunque no funcionó por mucho. Sintió el golpe en su hombro y claramente como los filos del estante golpeaban sus piernas y su costado, antes del terrible dolor en su espalda, cuando dio contra el piso.
El golpe lo hizo perder la noción de la realidad por un momento. Y entonces escuchó esa voz:
—No, debes estar equivocado.
Abrió los ojos, pese al dolor punzante en su espalda y sus piernas, y trató de sentarse, luchando contra la inconsciencia, aunque parecía que no lo iba a conseguir; las balas se habían detenido y sólo se escuchaba las voces de los hombres, gritando, seguramente asombrados ahora que el ataque había terminado.
—Mátenlos —escuchó otra voz, esta vez tosca y dura, se notaba la prepotencia en cada sílaba.
—Esperen —otra vez esa voz que había escuchado primero.
Puso más esfuerzo en levantarse, sus brazos temblaron cuando apoyó sus manos en el piso, y finalmente lo consiguió. Abrió la boca, pero no fue capaz de decir nada. Delante de él, usando un fino traje muggle, estaba Draco Malfoy, tenía una pistola pequeña en la mano y, por la forma en que la sujetaba, podría apostar que no era muy asiduo a usarla.
—¡Harry! —exclamó Draco, mirándolo con atención por un momento, antes de mirar a uno de los hombres, Harry suponía que al jefe.
Y entonces otra vertiginosa serie de eventos ocurrieron. Vio a un par de hombres levantando las metralletas hacia él y luego una nube de polvo, acompañada por el sonido de muebles metálicos cayendo. Una mano, nada amable, tiró de uno de sus brazos y lo arrastró unos cuantos metros, hasta que dio contra una pared. Los disparos se escucharon nuevamente, pero Harry podía percibir el campo de protección, sabía que los disparos no llegarían hasta ellos.
—Tenemos que ir por mis compañeros —dijo, su voz sonaba rasposa y le ardía la garganta.
Draco le devolvió la mirada un instante, antes de apartarla y levantar un poco la cabeza, Harry siguió su mirada y notó que estaban tras un grupo caído y destrozado de estantes y de cajas. Con algo de esfuerzo se puso de rodillas, junto a Draco, obviando el dolor en varias partes de su cuerpo, y se dedicó a observar. Al otro lado podía ver a los hombres escondidos, también tras un grupo de muebles y cajas, y lo que llamó más su atención fueron las luces rojas que salían de sus metralletas.
—¿Dónde quedaron mis compañeros? —preguntó sin mirar a Draco, no sentía deseos de mirarlo en ese momento, se sentía más que asombrado de habérselo encontrado en ese lugar, y aunque tenía muchas preguntas, lo importante de momento era salir de allí.
—Tras las cajas. Aturdí a los que los apuntaban y lancé a tus compañeros hacia el fondo, espero no haberlos golpeado mucho. Por ahora están rodeados de cosas caídas también, supongo que a salvo por el momento, su prioridad es agarrarnos a nosotros —contestó Draco con voz fría.
Harry volteó a mirarlo, pero Draco no le dio cara, seguía manipulando su varita para crear hechizos de protección y parecía demasiado concentrado.
—Debemos salir, si tú… —Harry dudó un instante, pero Draco asintió, como dejándole en claro que lo ayudaría —, si tú mantienes el hechizo de protección puedo cruzar hacia esa esquina y desde allí atacarlos.
—Tiene que ser rápido —respondió Draco.
—Soy rápido —replicó Harry, se sentía ya mucho mejor, seguramente que la adrenalina del momento lo estaba haciendo olvidar los dolores.
Draco volteó a mirarlo e hizo una mueca que pudo ser interpretada como una sonrisa.
—A la de tres entonces —explicó Harry, centrándose en sacar a sus amigos de allí.
—Con cuidado —recomendó Draco.
Harry no respondió, contó hasta tres en un susurro y echó a correr, sintió el momento en que dejaba el campo de protección de Draco mientras una nueva ráfaga de disparos caía, tropezó con el piso irregular y puso las manos para no darse en la cara, se arrastró un metro más y se escondió tras un nuevo grupo de cosas destrozadas.
Desde esa ubicación no podía ver a sus amigos y solo a una parte de los tiradores, se disponía a correr nuevamente, pero en eso, el sonido de la puerta metálica siendo derribada se escuchó, acompañada por la voz hechizada para resonar en todo el lugar: "Aurores del Ministerio Inglés"
Por un instante se sintió aliviado, al fin habían llegado los refuerzos, trató de ponerse en pie para dejar ver su ubicación, pero con tan mala suerte que un grupo de cajas le cayó encima, haciéndole perder la conciencia.
Cuando volvió en sí aún se sentía algo aturdido y le dolía todo el cuerpo, le fue fácil retirar las cajas que tenía sobre las piernas y escuchó atentamente: ya no se oían balas ni hechizos, solo a los aurores dando órdenes para que se llevaran a los muggles atrapados. Entonces se puso en pie, con las manos en alto.
—Soy auror —gritó.
—Eso ya lo sé, Potter —replicó Henricus Cicell, el jefe del departamento de aurores, su expresión, normalmente seria, demostraba que estaba furioso. Harry tragó lentamente y caminó hacia él, la pierna derecha, la que había golpeado más fuerte contra el estante al caer, le tembló un poco, pero trató de no hacer ninguna mueca.
—Jefe —saludó —, Morrice y Snetterton están heridos, bajo unas cajas al otro lado —explicó rápidamente.
—Ya los han sacado, y hemos apresado a todos —señaló hacia el otro lado del lugar, donde ocho muggles estaban sentados y amarrados, todos permanecían inconscientes. Pudo identificar que le había parecido el jefe, ahora que lo veía con atención le parecía algo conocido, aunque no ubicaba de donde, estaba con su fino traje de diseñador manchado de polvo y el cabello castaño, completamente alborotado.
—Sus amigos están afuera —dijo la voz de una mujer en ese momento, sobresaltando a Harry, que giró a verla, era una mujer de unos cuarenta años aproximadamente, lucía la túnica verde de San Mungo —, lo mejor será que me acompañe para que lo curen también.
—Pero… había alguien más —se apresuró a informar Harry hacia su jefe, que ya se daba la vuelta para continuar con el arresto.
—Sí, también lo han arrestado a él, a Malfoy —aclaró, seguramente al ver la cara de incomprensión de Harry.
—No, no, él no es uno de ellos, él me ayudó y…
—Malfoy es uno de ellos, Potter —interrumpió el jefe, caminando con largos pasos hacia él, la mujer de San Mungo pareció algo asustada y retrocedió un poco.
—Él me ayudó —repitió Harry.
—¿Qué crees que hacía Malfoy aquí? —preguntó su jefe, con voz baja —, era parte del grupo de traficantes, tengo entendido que el GDIS* lo tenía en la mira desde hace más de un año, es más, nuestro inesperado operativo a echado por tierra toda su investigación y comprenderás que están muy enfadados por ello. Tu impulsividad nos costará mucho más de un proceso.
—¿Qué? —jadeó Harry, su pierna le temblaba más y además el pecho y los brazos comenzaban a dolerle también.
—No quiero escuchar tus excusas ahora, las dejaremos para más tarde, para cuando tú y tus compañeros puedan responder al interrogatorio.
—Pero…
—Luego, Potter, el grupo de desmemorizantes ya está aquí, y ya sabes cómo son —negó su jefe, haciéndole un gesto para el lado de la puerta, donde los desmemorizantes del Ministerio, con su típica actitud de fastidio, llegaban.
—Jefe, Malfoy… ¿dónde se lo han llevado?
—No lo sé, ni me interesa la verdad, ya sabes cómo son los del GDIS, tienen sus propios lugares y sus propias normas — Henricus Cicell se encogió de hombros.
—Él no puede…
—Potter —su jefe le hizo un gesto a la mujer de San Mungo para que se apartara y cuando habló lo hizo en voz demasiado baja —, los del GDIS también me han comentado que al parecer tú tratabas con Malfoy regularmente —Harry sintió que el piso se le movía y que perdía la estabilidad —, y espero sinceramente que esos tratos sólo hayan sido ehm… bueno, ya sabes de qué tipo, pero no del tipo comercial, porque estaríamos en un grave problema.
—¿Y por qué no me han detenido entonces? —increpó Harry, no creyendo todo lo que estaba pasando.
—Porque eres Harry Potter y un auror además, es evidente que se medirán mucho antes de levantar una acusación que puede ser falsa.
—Jefe, Draco no puede estar metido en algo turbio, él no… él simplemente… —Harry no sabía cómo continuar.
—Sólo contéstamente entonces: ¿qué hacía Draco Malfoy en un almacén clandestino y rodeado de traficantes?
—Yo… —Harry agachó la cabeza, por supuesto que no tenía una respuesta para eso —, no lo sé —suspiró finalmente.
—Allí lo tienes. Ahora anda a que te revisen, no bromeo con que en cuanto estén en condiciones tendrán que pasar por un interrogatorio. Estamos en un grave problema.
Y dicho eso su jefe se alejó, Harry se quedó allí, contemplando a los detenidos ser puestos en pie y llevados hacia la salida y todo el destrozo del lugar, antes de sentir la mano de la mujer de San Mungo sobre su hombro.
—Vamos, señor Potter, no quiero que se desmaye aquí.
Harry la miró un instante y luego asintió, dejándose llevar a la salida, sintiéndose aturdido y confuso.
N/A:
*GDIS: Grupo de investigación secreta. Aunque no salen hasta dentro de unos cuantos capítulos, aprovecho para explicarlo: El GDIS es el organismo creado tras la guerra para supervisar a todas las autoridades del Ministerio: jefes de áreas, personal del Ministerio, aurores e inefables, para evitar que sufran de algún ataque (como el imperius que sufre Barty Crouch por ejemplo), que estén abusando de su poder o maltratando a los muggles, e incluso a los prisioneros de Azkaban. Casi nadie sabe a ciencia cierta quiénes son, ni donde están sus oficinas, reportan directamente con el Ministro. Son temidos por todos los del Ministerio porque pueden abrir un proceso legal y echar por tierra la carrera de cualquiera.
Gracias a todos por leer, espero que les haya gustado esta primera parte, en un momento más estoy colgando el primer capítulo y luego ya continuamos cada miércoles con las actualizaciones.
Recuerden, un comentario no te toma mucho tiempo y hace feliz a esta humilde pseudo-escritora . Tengan lindo día.
Zafy
