este es mi primer fic, humilde homenaje a la fabulosa trilogía de la Bella durmiente de A. N. Roquelaure avatar style
ya saben, como dicen por aqui, eso que llaman disclaimer, "los personajes de Avatar no me pertenecen" y bla bla bla ( porque si lo fueran Ozai sería mio y solo mio, dominaria el mundo y hubiese ganado la guerra de los 100 años)
Nadie es inocente
Las primeras en desaparecer fueron las de ojos marrones, la tercera cantaba canciones de Omashu, la cuarta la llorona, la quinta la que no decía nada. Sexta noche, es mi turno, me sacaron muy temprano de mi celda. Atrás quedó sola y desamparada la última de nosotras.
Visto de rojo. Me siento desnuda. Me han embutido en un vestido en el que apenas si puedo respirar, mis pechos parecen más grandes con este escote, me desconozco. Han restirado mis cabellos, me han adornado con joyas que ya he visto antes y me arrastran por pasillos, hasta el final me arrojan a una habitación donde aguarda mi depredador.
La nueva esclava
Todo estaba oscuro. Mi corazón latía constantemente y no veía a lo lejos más que la cama roja. Las mujeres nos habían adiestrado a todas. Todo seria negro, lo único que se vería sería la cama colocada más arriba de las escaleras. Debía de inclinarme y arrastrarme por los escalones hasta llegar a sus pies, adoptar una posición sumisa, masajear, besar, acariciar sus pantorrillas. Esperando la señal. Si no le gustaba sería enviada al distrito rojo para ser instruida como era debido, si le agradaba me dejaría hacer.
Él es el amo, yo la esclava.
Conmigo aprenderás sobre dolor y el placer – susurró desde la oscuridad tomando mi barbilla con fuerza – no hay mejor maestro que el dolor y esta noche tendrás el privilegio de convertirte en aprendiz en el arte del placer por una sola noche
La sangre mancha las paredes de la habitación, las hojas de la puerta han sido cortadas, todo se venía abajo entre fuego y cenizas. Alcancé a ver el cuerpo de mi madre cuando me encontraron escondida. Sangre, intestinos esparcidos por todas partes. todo es muerte y desolación.
Vi a la muerte velar los ojos de mi madre.
trató de impedir que me descubriera, pero calló abatida por un rayo de un maestro fuego y por la espada de otros dos con los ojos brillantes y saltones que se encargaron de que viera sangre, oliera las vísceras expuestas , mis vestidos se mancharan con la sangre de los míos.
El consultorio ardía en llamas, los vecinos habían huido, casi nadie se había quedado en el pueblo, pero yo no podía, mi madre ayudaba a los viajeros heridos, yo la asistía , les ayudábamos, les dábamos alimento…. Un hombre, casi un niño trató de advertirnos. Fue inútil, antes del anochecer habían caído sobre nosotros como aves de presa.
Así es la vida, desde el ascenso del señor Fénix sangre y fuego son el pan de cada día.
Jinetes del Sur, carroñeros, esos desalmados reunieron los sobrevivientes. Los que tuvieron suerte los enviarían al frente de batalla, a otros a las minas y a las mujeres que les parecieron atractivas nos separaron , encadenaron y nos condujeron a los barcos.
Tres semanas después de penas, maltrato y hambre desembarcamos en la Nación del Fuego y nos reunieron con otras mujeres. En el camino murieron algunas de formas más o menos misteriosas y sus cuerpos fueron lanzados al mar.
Éramos botín de guerra y un grupo de mascaras blancas se presentó al atardecer y seleccionó a siete de nosotras. Después supe que corrimos con suerte, porque el resto fue enviado a la Zona de Faroles Rojos para complacer a los hombres que iban y venían. Nosotras, las que parecíamos más fuertes y conservábamos algo de nuestra belleza fuimos trasladadas encadenadas de pies y manos a Palacio. Maldita belleza, desearía haber muerto aquella noche.
Nadie dijo que esperaban de nosotras.
Fuimos separadas y tratadas como invitadas, nos colocaron guardias, nos llamaban las perlas sin horadar. Las primeras que sospecharon fueron las primeras en desaparecer. Yo no sabía lo que pasaba. Nos vigilaban a todas horas y nos trataban a cuerpo de reinas, pero no éramos libres.
Una semana atrás cambiaron las cosas. Conducidas con unas mujeres que nos tomaron medidas para el gran día. Nos separaron y numeraron. La anciana dijo que yo sería la sexta, que mi cuerpo se parecía al de no sé quién, que tenía mirada dulce y caderas anchas. Me trataron como a un trozo de carne.
Después nos dieron lecciones de lo que se esperaba de nosotras con dos esclavos. Hicieron cosas que jamás imaginé presenciar, quise volver el rostro, era demasiado, yo debía de curar a otros no convertirme en una cortesana, pero el destino es curioso. En este palacio estoy condenada a servir de cortesana.
Como muestra y al final de la semana pasada pudimos apreciar la lección magistral detrás de unas celosías. La princesa Azula en persona iba en un palanquín, cundo bajó, llevaba una bata de seda roja y se notaba que nada bajo ella. Ordenó que llevaran a la sala a su hermano, el príncipe Zuko.
Lo reconocí, no fui la única. Era el de la marca, el que nos robó el caballo avestruz. Ahogué un grito mordiéndome la mano. Su cabello estaba largo y despeinado, dijeron que había sido atrapado por los Dai Li después de que fuera herido y la maestra agua no pudiera hacer más que huir despavorida por todo palacio, hasta que llegó el Señor Fénix y la sometió.
La princesa ordenó que la dejaran sola. Que ella se encargaría de castigarlo. Cuando la puerta se cerró, sonrió, se acomodó el cabello y dejó que la bata que llevaba se fuera deslizando poco a poco, dejando ver su piel blanca mientras se relamía sus labios y se acercaba con movimientos provocativos a su hermano que en un principio trataba de resistirse.
Mordió los labios de su hermano que apenas y solto un ligero gemido, la bata de seda resbalaba delicadamente por sus hombros sin decidirse a caer, no había más prendas, no sabía porque estaba a punto de hacer lo que iba a hacer pero no tenía dudas: Ella siempre había deseado hacerlo, después de todo la sangre solo llama a la sangre o ¿no?
Una de nosotras engañó a un guardia, las otras la cubrimos, regresó, trajo noticias horripilantes. Había llegado a una habitación oscura y seca donde colgaba una jaula de metal. En ella estaba una mujer de largos cabellos castaños y ojos azules que gritaba como posesa. Decían que la princesa Azula la tortura día con día, la lleva hasta los límites y no la deja morir. Dicen que le han arrancado entre gemidos los nombres de sus tres amantes y que pretenden dejarla en esa jaula hasta que decida servir como se debe al señor Fénix, que pierda la razón o decida morirse. Lo que suceda primero.
Alzó las faldas del vestido con habilidad, esperó que fuera el momento apropiado, cuando dejara de resistirme, y lo solo siguiera tal como me habían enseñado. Se notaba que se sentía incómoda cuando llevó sus manos a las caderas.
Quiero adiestrarte, no te resistas… – susurró mientras mordía - no vengo esta noche a vencer tu cuerpo en el que se resumen los pecados de tu pueblo…
Lágrimas cuando él hundió una de sus manos en mis piernas y empezó a buscar, no se detuvo hasta escuchar un gemido, entonces me tumbó en la cama y empezó a jugar con sus dedos hasta que supo que estaba lista…
Todo sigue a oscuras, a mi lado hay un hombre de largos cabellos y barba puntiaguda que me ha hecho su esclava por una noche. No llevo encima más que la sábana. Me siento muy cansada y no quisiera estar aquí.
No puedo dormir.
Cada vez que cierro los ojos, mi madre se desangra frente a mí, y aquel exiliado se funde con la Princesa Azula.
No quiero dormir.
Me quedo sola con todas las pulsaciones en mi cuerpo. Deseando morir, desaparecer. Jamás me sentí tan conciente de mi cuerpo, las diferentes quemaduras y cicatrices me hacen sentir cada milímetro una incomoda sensación entre mis piernas.
No quiero seguir despierta.
Tengo miedo de moverme, de respirar, solo quiero que despierte, que me lleven de nuevo a las celdas, que pase algo.
Quiero morir, esperando que la proxima vez sea diferente.
Azula se estremece y se mueve como un gato. Zuzu se ve tan indefenso cuando duerme. Ella aun quiere seguir el castigo, le gusta sentir la marca del fuego y ver como el va perdiendo poco a poco el control y cae sin remedio una y otra vez.
No le gusta la nueva favorita de su padre, la considera débil, insulsa, demasiado dulce para su gusto. Song… ¿qué clase de nombre es ese?. La ha observado, no es la misma desde que abandonó la habitación de su padre, apenas si podía tenerse en pie, le temblaban las piernas, apenas si podía caminar, tan pronto se cerraron las puertas no ha dejado de llorar.
Al fénix le ha gustado.
Es el nuevo juguete de papá.
Una de estas noches se deslizará en su cama y le recordará el por qué ella es su mejor aprendiz. Como dice cada que castiga a Zuzu, la sangre siempre llamará a la sangre, solo de ellos puede surgir un heredero digno de Sozin, de nadie más.
No olviden reviews!!
