Compañero
Cuba aun miraba el suelo mientras que el soviético seguía sin dar ni una palabra. De pronto la alzó y observó a Rusia de manera incomoda, pensando como aquél país era algo que nunca antes había visto. Tan grande e imponente, aunque al mismo tiempo pareciera que siempre se encontraba en su propio mundo.
Rusia siguió observando por la ventana, dentro de la sala de su casa que apenas era iluminada por las elegantes llamas de la chimenea. Entre el sonido de los crujidos del fuego, Cuba pensó en Rusia como su última salvación y que si Estados Unidos se enterará sobre la ayuda que le estaba pidiendo, se enojaría como nunca lo ha hecho, pero tenía qué hacerlo, puesto que todo mundo casualmente apoyaba al americano, haciéndolo sentir solo. Sabía que Rusia era el único que podría enfrentarlo y llevarle la contraria. Por eso se arriesgó.
Cuando Cuba terminó de contarle el problema que había surgido entre ellos. El ruso se quedó en completo silencio, por lo que dejando pasar un par de segundos y acomodándose la ropa de invierno que muy apenas pudo conseguir, el cubano decidió por fin hablar, un tanto intranquilo puesto que temía que al final ni siquiera Rusia lo ayudaría…
-Entonces...me… ¿me ayudaras?- preguntó por fin. Avergonzado, temeroso, no sabía exactamente lo que sentía al lanzarse a hablar.
Rusia giró su cabeza en su dirección y Cuba se tensó esperando, sin embargo, aquello desapareció al tiempo que vio al otro sonreír de una forma suave y entusiasmada.
-Por supuesto que te ayudare, - inició a responder el ruso -…compañero.
Y al escuchar aquello Cuba sintió una calidez de extrema felicidad, sin siquiera saber qué hacer con ella.
Notas: Idea basada en la Crisis de los Misiles en Cuba
