Non sunt turpia

Teresa sabe que su práctica está terminada y que no es necesario que siga viniendo a estas horas, sola, en autobús y a este lado de la ciudad. También se lo explicó varias veces a la chiquilla, pero no entendió o no quiso escuchar. La primera vez que vino, tras terminada la clase de apoyo, empezó a seguirle los pasos (Teresa detestaba el transporte público y prefería moverse a pie, siempre que era estrictamente necesario que lo hiciera), como un perro al que ha dado una caricia casi accidental en la cabeza, un veterinario tras una vacuna antirrábica pagada por el Estado. La primera –ha pensado con un ligero estremecimiento para sí-quizás que ha recibido en años. Otro de los voluntarios (pagos, que no venían mandados por la escuela marista a la que acudía Teresa desde hacía doce años) le había explicado que la niña no tenía padres, sólo un tío con fama de mal carácter y gusto por las bebidas alcohólicas, además de las menores de edad, a las que observaba con aire lascivo cada vez que venía a recoger a la que estaba a su cargo. Teresa podía apreciar (con una ligera mueca empañando su habitual media sonrisa) las marcas en su piel sobresalida del vestido barato y sucio que utilizaba para cubrirse. Recordaba las suyas propias, el dolor del látigo que su padre masón esgrimía para castigarle, por muy medieval que quedara.

Y Teresa no recordaba a su madre, porque fue dada en adopción tras una muerte temprana y misteriosa, a mano presumible de los integrantes de una logia extravagante que poco le interesaba, puesto que para bien o para mal, financiaban sus estudios con donaciones movidas por el remordimiento.

No creía ninguna de las reglas (sonsacadas de manuales alquímicos) que le hicieron memorizar como descendiente y a menudo se tomaba a chiste su papel, mientras que leía los diarios y veía los noticieros, tratando de dilucidar hábilmente en dónde habría ese grupo oscuro metido mano para tapar información y aventurándose en voz alta (muy a pesar de las cámaras y micrófonos, que seguramente tenían un motivo de ser y merecían captar algo sospechoso) las posibilidades.