Uno: HHP, su vida y sus amigos.
Londres es considerada una de las ciudades más importantes del mundo. Tiene zonas para todas las clases sociales, como cualquier ciudad, y en ella vive toda clase de gente, buena y mala. Pero sin saberlo, también hay otras dos clases que conviven en ella, como en todo el mundo: magos y muggles.
Los magos son aquellos que pueden hacer cosas inimaginables y que como en los cuentos, tienen capas, túnicas, varitas mágicas y hacen pociones y hechizos; entre muchas cosas más. Los muggles, para los magos, son los que no son como ellos. O sea, la gente común y corriente, la que se vale de electricidad, radio, máquinas y ese tipo de cosas para sobrellevar la vida. Pero esta historia no trata de gente corriente, es decir, de muggles. Trata sobre magos. Específicamente, sobre el mago más famoso de Gran Bretaña. Sobre él y su familia.
—¡Vamos, Harry, se hace tarde! —vociferó una mujer de melena castaña enmarañada a medias, morena y de ojos marrones. Tenía puesta una túnica color vino y estaba al pie de la escalera de una elegante y enorme casa del distrito Knightsbridge, en Londres, uno de los más exclusivos —¡Hay que llegar al Ministerio en media hora!
La mujer, luego de negar levemente con la cabeza, sonrió con discreción. El hombre al que estaba llamando podía ser muy popular y excelente en su trabajo, pero desde que lo conocía, levantarse temprano no era su fuerte.
—Mamá¿ya viene papá? Se suponía que me llevaría a mi reunión hoy —una niña se acercó a la mujer entonces.
Se parecía a la mujer en los ojos, ya que los tenía idénticos a los suyos, marrones y de brillo curioso. En lo demás, eran totalmente opuestas: la niña era delgada y pequeña para su edad, tenía el cabello negro, el cual en los últimos días había adoptado un inusual y sutil brillo rojizo, y usaba anteojos.
La mujer le asintió al tiempo que un hombre bajaba a toda prisa la escalera. Usaba un traje negro a finas rayas blancas, con camisa blanca y corbata azul marino. El traje hacía juego con su cabello, de un negro azabache, y unos ojos de un vivo color verde esmeralda destacaban tras sus anteojos redondos.
—Aquí estoy, lindas —les dijo a la mujer y a la niña —Perdonen el retraso.
—No hay cuidado —aseguró la mujer —Ahora, recuerden los dos: Harry, te veré a la hora del almuerzo y a la de salida. Y Hally, te recogerá Luna a las doce¿entendido?
Ambos asintieron y mientras la mujer se quedaba en casa, el hombre y la niña salieron tomados de la mano hacia la calle y caminaron hacia una parada de autobús cercana.
—¿Hoy no tendrás mucho trabajo, papá? —quiso saber la niña.
—Eso espero —el hombre se aflojó ligeramente el nudo de la corbata —Con mi trabajo, nunca se sabe, cariño. Pero mañana te aseguro que no iré al Ministerio, te lo prometí.
La niña asintió feliz. Llegaron a la parada de autobús, donde había unas cuantas personas más, y cuando se acercaba la ruta que ambos abordarían, una de las personas que esperaba volteó a verlos y casi enseguida desvió la vista hacia la frente del hombre, donde bajo un mechón de cabello, alcanzaba a distinguirse una cicatriz muy singular, en forma de rayo. La misma forma de los aretes dorados que la niña lucía.
—¡Harry Potter! —exclamó esa persona en un susurro, un hombre un tanto mayor y que a pesar de vestir de traje, tenía muy poco tino para combinar colores: su traje era verde botella, su camisa roja y su corbata, amarilla. Parecía semáforo —¡Es un honor!
Le estrechó la mano al hombre de traje negro, mientras la niña negaba con la cabeza, resignada, de forma muy semejante a su padre.
Y es que ser Hally Hermione Potter, la hija de Harry Potter, no era cualquier cosa.
Hasta hace poco más de un año, Hally Hermione Potter era conocida simplemente como HHP, no tenía casa ni familia y se le consideraba una huérfana más en el Orfanato Greenwich, en Londres. Ahí había vivido por once largos años, casi desde que nació, pero precisamente el día de su onceavo cumpleaños se enteró de la verdad: tanto de su nombre como de su familia. Y lo más importante: porqué fue criada como huérfana.
Sus padres eran muy conocidos en el mundo mágico; en realidad, su padre era el mago más famoso de Gran Bretaña: Harry Potter, aquel que venció al brujo más malvado de la historia, Lord Voldemort, no una sino dos veces, siendo la segunda la definitiva. Vivió en paz y como mago normal por años, durante los cuales reencontró a quien actualmente era su esposa, la que era su mejor amiga en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería: Hermione. Ella, luego de la última pelea de Harry contra Voldemort, también había hecho su vida, pero fue feliz cuando la unió a la de su amigo. Pero acontecimientos inesperados y tristes los llevaron por otros rumbos: el mejor amigo de ambos, Ron Weasley, fue injustamente acusado de asesinar a su propio hermano, Percy, y ellos y la esposa de Ron, Luna, se lanzaron a buscarlo para evitar que alguien lo dañara. Pero para eso, los Potter tuvieron que dejar algo más que su país de origen y sus trabajos: su hija. No querían ir por el mundo con ella por temor a que algo le pasara.
Hally sabía toda la historia, sus padres se encargaron de contársela para que supiera que no fue abandonada por gusto, sino por protección, y para anunciarle que tendría una casa y una familia, como cualquier niña. Ella se puso feliz y se decidió a que sus iniciales, HHP, sólo sirvieran en el futuro para recordarse que si vivió sin padres antes, era porque ellos la querían a salvo. Pero reconocía que su mejor amiga la había pasado mejor.
Rosaline Weasley, mejor conocida como Rose, era la hija de Ron y Luna Weasley. Era una niña delgada, bastante alta para su edad, de cabello de un tono rubio rojizo más rojo que rubio y con unos ojos claros de aspecto brumoso, que mientras sus padres estuvieron ausentes, vivió de pariente en pariente: por la rama materna únicamente tenía a su abuelo, el director retirado de la revista mágica El Quisquilloso, pero por la rama paterna tenía a sus abuelos y a seis tíos, cinco hombres (uno de ellos el difunto Percy) y una mujer. A lo largo de su vida, al menos hasta que su madre volvió junto con los Potter, anduvo cambiando de casa como de calcetines, llegando a ser apreciada por todos sus tíos y primos por su carácter abierto y su buen sentido del humor. Humor que contrastaba mucho con el carácter de su amigo Henry.
Henry Graham, un niño alto y delgado, de enredado cabello castaño y enormes y melancólicos ojos verdes, era hijo de un mago inglés y una bruja mexicana. Aunque en apariencia era algo desaliñado, resultó ser uno de los magos más inteligentes de la clase de Hally y Rose, y se volvieron buenos amigos. El padre del niño había muerto años atrás y fue un reconocido auror (cazador de magos tenebrosos), mientras que su madre, la señora Abil Nicté Graham, actualmente era la profesora de Encantamientos de Hogwarts. El niño era en sí una mezcla curiosa, pues además de inteligente era algo estricto en cuanto a las reglas y los estudios y de carácter callado, pero aún así era excelente amigo y entusiasta si se presentaba la ocasión de divertirse. Hablaba inglés y español y su familia, además de su madre, ahora incluía al hermano gemelo de ella, Anom, quien había ayudado a aclarar un infortunado malentendido respecto al asesinato de Percy Weasley. Pero quien se había llevado la peor parte en ese caso había sido Danielle.
Danielle Malfoy, niña de tez clara, con el cabello de un tono rubio brillante y ojos de un azul tan opaco que parecía gris, era integrante de una de las familias con peor fama en el mundo mágico, dado que muchos estaban plenamente seguros que aparte de déspotas, egocéntricos y elitistas, habían sido seguidores de Voldemort en su momento. Tanto la niña como su hermano mayor, Patrick (quien recién había terminado el colegio) rompían con la "tradición" y eran dos personas de excelente temperamento y dispuestas a considerar a los demás, cosa que no podía decirse de sus padres. El señor Malfoy, su padre, fue quien en realidad mató a Percy Weasley y junto con su esposa, ahora cumplía una condena en la prisión de los magos, Azkaban. La niña lo lamentaba, aunque no mucho: sus padres, por alguna inexplicable razón, nunca la quisieron demasiado. Así que ahora que no estaban, se sentía muy contenta de poder brincar y dar saltos por la casa si se le daba la gana. Justo como hacía de vez en cuando su amigo Ryo.
Ryo Mao, chiquillo de piel tostada, cabello negro, lacio y corto y ojos oscuros y rasgados, era un niño bastante alegre y en cierta medida, despreocupado. Y lo era en cierta medida porque siendo su familia de ascendencia china, tenía una educación un tanto dura en cuanto a tradiciones. Él conocía a Danielle desde antes de entrar al colegio y la apreciaba mucho, pero eso le traía problemas en casa, por la fama de la familia de ella. La única que lo apoyaba era su hermana mayor, Sun Mei, que como el hermano de Danielle, acababa de terminar el colegio. La joven era extremadamente inteligente y según sabía Ryo, era novia de uno de los primos de Rose desde hacía un tiempo. Al niño le agradaba bastante su hermana. Cosa que no decía Amy de los suyos con frecuencia.
Amy Macmillan era una niña de largo cabello castaño claro y ojos azules que tenía una personalidad serena y dócil. Tenía por pasatiempo coser y bordar a la usanza muggle, por más que su madre le decía que no le hacía falta. Tenía dos hermanos mayores, Ernest y Harold, que la molestaban continuamente, pero que aún así le demostraban su afecto. Al igual que Ryo, Amy conoció a Danielle antes de ingresar al colegio, e igualmente tuvo problemas con su familia por el hecho de que Danielle fuera una Malfoy. El que le criticaran algo que ella valoraba y que no la dejaran en paz cuando lo requería eran de las pocas cosas que la hacían mostrarse un tanto agresiva, pero eso era tan raro que cuando pasaba, sorprendía. No como Sunny, que si se ponía amable, era porque algo le sucedía.
Sunny Wilson, una niña de larga y ondulada melena castaña y ojos negros, alta y delgada, era en cierta forma el opuesto de Amy. Era arisca y rebelde, aunque con una pizca de amabilidad. Estuvo con Hally en el Orfanato Greenwich hasta que recibió una carta de lo más extraña que le decía que tenía un lugar en el colegio Hogwarts y que para poder asistir, se le asignaría a un mago como tutor. El mago resultó ser Severus Snape, alguien a quien Hally y Rose habían oído mencionar a los primos de la segunda como el más odiado de los profesores del colegio. La pequeña huérfana no tenía muy claro si hubiera sido peor no haber aceptado el puesto en el colegio, pero si bien Snape no era una excelente persona, al menos le dio una oportunidad única. Además, gracias a eso, supo por fin qué había sido de su familia e incluso encontró a un hermano perdido, que resultó ser el mejor amigo del hermano de Danielle. Y gracias a que estaba en el colegio, ahora tenía amigos como Hally, Danielle y Walter.
Walter Poe era un chico de cabello castaño claro y ojos grises que sin proponérselo, se había hecho amigo de Danielle y Sunny por no ser como algunos que únicamente se fijaban en la familia de la que uno venía. Su padre era muggle, pero su madre, a la que nunca conoció por haber muerto cuando él nació, había sido una bruja. Tenía una media hermana que vivía en la capital de Gales, Cardiff, trabajando para el gobierno, y una abuela. Por cualidad distintiva poseía un gran don de observación y junto con Henry y Ryo, formaba un trío bastante interesante. Pero si había algo que no toleraba era la manía de Thomas de cambiar nombres.
Thomas Elliott era uno de los más recientes amigos de Hally y compañía, un niño de cabello rojo anaranjado y ojos color verde claro que era efusivo. En opinión de Walter, era demasiado efusivo, pues la mayor parte del tiempo lucía una deslumbrante sonrisa. Este chico era de familia muggle, pero no de una cualquiera: sus padres eran Sean Elliott y Charlotte Jackson, dos actores famosos que protagonizaban un conocido programa escocés de televisión. Tenía otros tres hermanos, unos trillizos mayores que él, pero no eran magos. Desde que entró al colegio se dedicó a estudiar duro y leer cuanto libro encontrara, pues quería ser un buen mago a pesar de ser hijo de muggles. Y fue por esos libros que supo de la familia de Procyon.
Procyon Black era un caso curioso, y Hally lo sabía desde que vio su porte entre elegante y altivo, su espeso cabello negro y sus ojos de un tono azul violáceo poco común. Se le conoció por el apellido Blackson al entrar al colegio, pero se lo cambió por decisión de su abuela, ya que él era nieto de Sirius Black, un mago que por años fue mirado como mortífago (seguidor de Voldemort) hasta que murió en una pelea contra varios que sí lo eran. Su abuela, la madre de su padre, se había estado escondiendo por temor a represalias contra ella y su familia, pero ahora había decidido que era tiempo de darse a conocer. En Thomas, Procyon encontró un buen amigo, ya que a él no veía nada de malo a su familia, y cuando Hally le contó que su padre había sido ahijado de Sirius, Procyon comprendió que de parte de los Potter nunca recibiría malos tratos. Aunque al principio, creyó que de Paula los recibiría, hasta que ella misma le dijo que era extranjera.
Paula Hagen era una perfecta combinación de ingenio y belleza con su cabello rubio cenizo bastante corto y haciendo un agradable conjunto con sus ojos, de un tono azul muy oscuro, y su aspecto alerta. Ella había nacido en Viena, la capital austriaca, pero sus padres eran alemanes. Su peculiaridad era que siempre usaba aretes en forma de rosa, fueran del color que fueran, y que detrás de su aparente frialdad ocultaba un carácter tierno y optimista. Se llevaba de maravilla con Ryo en el colegio, y eso le ayudaba a sobrellevar la reciente mudanza de su familia a Gran Bretaña. Claro que también ayudaba que hubiera encontrado a Bryan en Hogwarts.
Bryan Radcliffe, de cabello castaño rojizo y ojos negros, era amigo de Paula desde que él y su familia habían vivido una temporada en Austria, pues el matrimonio Radcliffe era parte del Ministerio y atendía cuestiones diplomáticas. Era alguien de personalidad tímida, pero bastante leal, tenía una hermana mayor que él, que recién había terminado el cuarto curso, y estaba verdaderamente satisfecho de que, justo en el expreso de Hogwarts, de regreso a casa para pasar las vacaciones de verano, hubiera conocido a Hally Potter y a sus amigos de cerca. Y mejor aún: todos ellos lo habían consideraron un amigo más, junto con Paula, Procyon Black y Thomas Elliott. Y eso, reconocía él, era algo que no habría logrado por sí mismo si Hally no les hubiera dicho a sus amigos que era buen tipo.
Hally apreciaba mucho a todos sus amigos por igual, sin importar de qué familia venían o en qué casa les hubiera tocado en el colegio. Y es que si las familias eran tema serio entre los magos, el de las casas era algo peliagudo: cada casa tenía características muy representativas. La casa de Gryffindor, a la que pertenecían Hally, Rose, Henry y Procyon, era para aquellos valientes y osados; la casa de Amy y Bryan, Hufflepuff, era para los justos y leales; la de Ryo y Paula, Ravenclaw, para los inteligentes y sensatos y por último Slytherin, en la que habían quedado Danielle, Sunny, Walter y Thomas, era para los ambiciosos sin medida. Algunas de esas características no parecían encajar del todo con los niños, pero eso no les importaba para ser amigos. Les importaba llevarse bien y punto. Así que habían charlado sobre la posibilidad de verse en vacaciones. Hally pensaba en eso en el autobús de camino a su reunión de aquel día, en la librería de los almacenes Harrod's. Los almacenes no quedaban lejos, pero era demasiada distancia para llegar a pie. Luego de unos veinte minutos, el autobús se detuvo en una parada que se localizaba a un costado de Harrod's y tanto Hally como su padre bajaron, ante la mirada de asombro y admiración del hombre–semáforo. Llegaron a las puertas principales y mientras el señor Potter se arreglaba el nudo de la corbata, Hally buscó con la mirada a…
—¡Chicas! —alzó una mano y la agitó en el aire, sonriendo con ganas. Unas cuantas niñas estaban de pie en la entrada, evidentemente esperando a alguien —Papá, ahí están.
El señor Potter vio a las que estaban de pie junto a la entrada, asintió con lentitud y se inclinó para darle un beso a su hija en la frente.
—Recuerda lo que dijo tu madre: Luna estará aquí a las doce —el señor Potter vio asentir a su hija con ganas —Nos veremos esta noche.
—¡Adiós, papá! —Hally se despidió de él agitando la mano, al tiempo que el hombre se perdía de vista entre la multitud, saludándola a su vez. Luego Hally corrió a la entrada y comenzó a saludar a las niñas con un fuerte abrazo a cada una —Muy bien¿listas?
—Si dejas de estrangularme, sí —masculló Sunny —Estrujas más fuerte que Rose.
—¡Oye! —se quejó Rose —Estoy aquí.
—Cálmense —Danielle sonreía —Mejor entremos. Pat debe estarnos esperando.
Patrick Malfoy fue bien recibido en Harrod's cuando, acabando el curso, fue a solicitar un empleo temporal nuevamente. Esta vez pidió estar en la librería, cosa que le concedieron luego de escucharlo decir que le encantaban los libros de Dickens (cosa que era cierta, porque incluso se sabía algunas frases de memoria) y que además, quería cambiar de aires. Así que ahora se dedicaba a acomodar libros, recomendar algunos de acuerdo a lo que le pedían los clientes y como algo extra, les pidió autorización a sus superiores para organizar algo así como un grupo de lectura. Sólo que los integrantes resultaron ser varios de los amigos de su hermana, a los que él estaba encantado de ver.
—Hola, chicas —saludó, al ver entrar a Danielle seguida por Sunny, Rose y Hally.
—Hola, Patrick —saludó Hally con una ligera sonrisa —¿Ya estamos todos?
Patrick asintió, señalando a un rincón de la librería, en el que había algunas sillas vacías junto a otras ya ocupadas.
—Los de hoy sí —indicó Patrick —Vayan a ocupar sus lugares, yo iré en un momento.
Las niñas entraron y obedecieron, mientras Patrick iba a la caja. Las niñas, en cuanto se sentaron, le preguntaron algo a un niño de espeso cabello negro y ojos azules.
—¡Anda, Procyon, lo prometiste! —le insistía Rose al niño —Por favor.
—Si así logro que me dejen en paz… —Procyon Black cerró los ojos un momento antes de seguir —De acuerdo, se los diré. La abuela dijo que sí iremos a los Mundiales. Y que podremos llevar a Thomas de acompañante. Sus padres ya le dieron permiso.
—¿Y no le sacaste nada del torneo? —siguió preguntando Rose.
La directora del colegio, la profesora McGonagall, había anunciado en el banquete de fin de cursos que se celebraría un evento sin precedentes en Hogwarts: el Torneo de las Tres Partes, una variante del antiguo Torneo de los Tres Magos.
—No quiere decir nada —Procyon se mostraba algo decepcionado al respecto —Dice que es asunto privado hasta que McGonagall nos informe en septiembre.
—¿Y tú? —Rose se volvió a un chico de enredado cabello castaño y ojos verdes.
—A mí no me veas, sabes que cuando mi mamá se pone en ese plan, no suelta nada —respondió el niño con seriedad —Bastante tiene con arreglar sus asuntos ahora que le dieron el empleo en el colegio definitivamente.
—Vamos, Henry, no te pongas así —pidió Hally suavemente —Rose preguntaba porque con eso de que tu madre es profesora en Hogwarts, tal vez sabría algo.
—Estoy casi seguro que ella y mi tío saben, pero no dirán nada —Henry Graham sonrió levemente, dándole a entender a Hally que no estaba enfadado —Se toman sus trabajos muy en serio. A mi tío ya casi no lo vemos, se la pasa en el Ministerio.
Después de aclarar el malentendido que lo involucraba con el asesinato de Percy Weasley, a Anom Nicté le dieron un trabajo en el Ministerio como Inefable (un miembro del Departamento de Misterios, donde todo era secreto absoluto) y al parecer no desaprovechó la oportunidad, pues le iba bastante bien.
—Mamá dice que trabaja bien —comentó Hally, pues su madre también era Inefable; una de las mejores —En fin¿iniciamos de una vez?
Todos asintieron al tiempo que Patrick se les acercaba, luego de dejar a un colega suyo a cargo de la caja registradora.
—Muy bien, niños¿qué libro comentábamos el otro día? —inquirió.
Sunny de inmediato levantó la mano, como si estuviera en clase.
—Las Crónicas de Narnia —dijo —El segundo de la serie.
Patrick asintió y comenzó a preguntar muchas cosas. El grupo de lectura, oficialmente, había iniciado su sesión del día, y era de lo más entretenido ver a Patrick diciéndoles qué cosas que los autores muggles de fantasía habían descrito y que los magos de verdad podían hacer y qué cosas simplemente eran locuras suyas.
—Eso es imposible —sentienció Patrick a la pregunta de Sunny sobre un pasaje en el que un león era sacrificado por la bruja mala de la historia, pero que al final no había muerto —No existe ningún encantamiento que pueda resucitar a un muerto.
Sunny asintió con lentitud y los demás siguieron haciendo preguntas. Duraron así cerca de una hora hasta que inesperadamente, tras los niños, una voz los saludó.
—¿Cómo están todos?
Los niños se volvieron y se encontraron con un joven alto de cabello rubio cenizo y ojos azules, que tenía cierto aspecto inocente.
—Hola, Will —saludó Patrick, poniéndose de pie a la vez que los niños de hacían gestos de bienvenida —Todos estamos bien, gracias por preguntar. ¿Qué haces por aquí?
—Ando de mensajero —William Bluepool hizo una ligera mueca, entre cansado e irónico, y prosiguió —Snape no pudo o no quiso recoger a Sunny, así que me pidió el favor. Sunny¿ya estás lista? Tu tutor te quiere en casa en media hora.
Sunny levantó una pequeña mochila azul del suelo y asintió, sonriendo.
—Ese Snape y sus reglas… —masculló la niña —Al menos ahora me deja salir. ¡Nos veremos! —se despidió, al ir saliendo con William de la librería.
—Pues ahora que me fijo, ya casi es hora de que se vayan —Patrick consultó su reloj —Además, ya va a ser mi hora de comer. Danny¿podrías irte a casa sola hoy?
Danielle asintió, preguntándose porqué su hermano no la llevaría aprovechando su hora de comer, como en los últimos días. En ese momento, apareció en la entrada de la librería una mujer rubia, cuyo cabello era largo y un tanto enmarañado, y sus ojos eran algo saltones y de apariencia extrañamente brumosa.
—¡Mamá! —Rose se puso de pie de un salto y corrió hacia ella.
—Es hora de irse —indicó Luna Weasley —Espero que la hayan pasado bien hoy.
Rose asintió, en tanto Hally se levantaba y les recordaba a los que seguían sentados que los esperaba en su casa al día siguiente.
—Y si no pueden ir, mándenme una lechuza o llámenme —hizo ademán de llevarse una bocina telefónica a la oreja.
—Yo iré aunque sea a rastras —apuntó Procyon en el acto, sonriendo con picardía.
—Yo igual —Henry sonrió levemente.
Hally asintió y se reunió con Rose y su madre, para luego retirarse. Henry miró su propio reloj y dijo que tenía que irse a la parada de autobús y Procyon lo siguió.
—Tía Heather tiene mucho trabajo —indicó, refiriéndose a la madrina de su padre, que en aquellos días lo hospedaba en su casa —No podrá venir hoy.
Ambos niños se fueron, dejando a Danielle sola, acomodando las sillas y guardando su ejemplar del libro muggle que habían estado comentando. Patrick estuvo con ella unos minutos después, ya sin la chaqueta propia de los empleados de Harrod's.
—Mañana irás a casa de los Potter¿verdad? —quiso saber Patrick.
—Sí, tengo muchas ganas —Danielle sonrió —Antes de irme, voy a ir al departamento de regalos. Quiero comprarle algo muggle a Hally, seguro le gustará.
Partrick asintió lentamente y miró distraídamente hacia la entrada de la librería, donde una silueta familiar daba un par de vueltas antes de decidirse a entrar. Esbozó una sonrisa más amplia y miró a su hermana.
—Bueno, ahora puedes ver la razón por la que no te llevaré a casa —le indicó.
Danielle se dio la vuelta y vio a quien entraba entonces a la librería. Era una joven de corto cabello de un rojo encendido, piel oscura y pecas en el rostro, con unos ojos negros brillantes y amistosos. Vestía casi toda de rojo, lo que acentuaba el color de su cabello.
—Claro, debí imaginármelo —dijo Danielle, fingiendo molestia pero sonriendo —Entonces nos veremos luego, Pat. Le diré a Corney que llegarás tarde.
Dicho esto, Danielle salió de la librería hacia el departamento de regalos, mirando de reojo que la pelirroja llegaba ante su hermano y le daba un beso en la mejilla al tiempo que sonreía con serena alegría. Al día siguiente ella y varios de sus amigos irían a casa de los Potter por la misma razón por la que el señor Potter le prometió a su hija estar en casa ese día: porque al día siguiente sería veintiséis de junio, el cumpleaños de Hally. Y habría una fiesta que no querían perderse por nada del mundo.
Hola, gente bonita, bienvenida al primer capítulo de "El Torneo de las Tres Partes" Soy Bell Potter, gracias por aguardar esta historia con ansias (o al menos así supongo que la han esperado). Como ven, quise hacer esta historia un poco más personal, y para eso, decidí revisar los capítulos antes de publicarlos y agregarles una nota mía; o sea, en la que hable yo, para que nos llevemos mucho mejor. Es que a veces siento que no saben cómo soy yo¿no han sentido eso? Espero que no tanto como yo, porque entonces me sentiré medio triste.
Y bueno, quiero darles algunos datos curiosos sobre este capi, si es que me lo permiten. En primera, ojalá que no los haya aburrido el inicio, en el que presenté a los niños principales, pero es que consideré prudente hacerlo. Como me han dicho en otras ocasiones que invento muchos personajes, quería refrescarles la memoria acerca de cómo son Hally y compañía.
En segunda, lo del grupo de lectura. En él, se menciona el segundo libro de "Las Crónicas de Narnia", y quiero decirles que es porque cuando escribí el capi, se acababa de estrenar la película de ese libro y además, me regalaron ese libro en Navidad. Como comenté en los agradecimientos de "La siguiente generación" (si alguien no los leyó completos, regrésese ahora mismo), terminé ese fic en diciembre del año pasado e inmediatamente comencé éste, así que ahí tienen la explicación. Por cierto, el libro es bueno, pero para mi gusto y edad, la redacción es muy infantil¿alguno que lo haya leído puede decirme si piensa igual que yo? Muchas gracias.
Y ya para no quitarles más su tiempo, les aclaro que los misterios, los romances, los líos y las maldades segurán bien y bonito en este fic. ¡Que disfruten "El Torneo de las Tres Partes" y nos leemos pronto!
